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Arte rupestre



¿Dónde nació Arte rupestre?

Arte rupestre nació en roca.


Una pintura rupestre es un dibujo o boceto que existe en algunas rocas o cavernas, especialmente los prehistóricos. El término «rupestre» deriva del latín rupestris, y este de rupes (roca). De modo que, en un sentido estricto, rupestre haría referencia a actividad humana sobre las paredes de cavernas, covachas, abrigos rocosos e, incluso farallones u otro instrumento (barrancos, entre otros). Desde este aspecto, es prácticamente imposible aislar las manifestaciones pictóricas de otras representaciones del arte prehistórico como los grabados, las esculturas y los petroglifos, grabados sobre piedra mediante percusión o abrasión. Al estar protegidas de la erosión por la naturaleza o ubicación del soporte, las pinturas rupestres han resistido el pasar de los siglos.

Se trata de una de las manifestaciones artísticas más antiguas de las que se tiene constancia, ya que, al menos, existen testimonios datados hasta los 40 000 años de antigüedad, es decir, durante la última glaciación. No obstante, a mediados de septiembre de 2018, investigadores de la Universidad de Witwatersrand en Sudáfrica encontraron una piedra en la que se encuentran dibujos paleolíticos que superan los conocidos hasta la fecha. Se estima que fueron grabados hace unos 73 000 años.[1]Las pinturas rupestres (en cuevas) (en cuevas) más famosas del mundo, en Lascaux, Francia y en Altamira, España, fueron encontradas por niños; La datación de carbono muestra que las pinturas en Lascaux tienen 20,000 años de antigüedad. Mientras que las de Chauvet, en la parte francesa de Ardèche son casi el doble de antiguas.

Por otra parte, aunque la pintura rupestre es esencialmente una expresión prehistórica, esta se puede ubicar en casi todas las épocas de la historia del ser humano y en todos los continentes, exceptuando la Antártida. Las más antiguas manifestaciones y las de mayor relevancia se encuentran en España y Francia. Se corresponden con el periodo de transición del Paleolítico al Neolítico.

Estas pinturas y las otras manifestaciones asociadas revelan que el ser humano, desde tiempos prehistóricos, organizó un sistema de representación artística. Se cree, en general, que está relacionado con prácticas de carácter mágico-religiosas para propiciar la caza. Dado el alcance cronológico y geográfico de este fenómeno, es difícil, por no decir, imposible, proponer generalizaciones. Por ejemplo, en ciertos casos las obras rupestres se dan en zonas recónditas de la cueva o en lugares difícilmente accesibles; hay otros, en cambio, en los que estas están a la vista y en zonas expeditas y despejadas. Cuando la decoración está apartada de los sitios ocupados por el asentamiento se plantea el concepto de santuario cuyo carácter latente subraya su significado religioso o fuera de lo cotidiano. En los casos en los que la pintura aparece en contextos domésticos es necesario replantear esta noción y considerar la completa integración del arte, la religión y la vida cotidiana del ser humano primitivo.

En las pinturas rupestres del Paleolítico se simbolizan animales y líneas. En el Neolítico se representaban animales, seres humanos, el medio ambiente y manos, representando además el comportamiento habitual de las colectividades y su interacción con las criaturas del entorno y sus deidades. Entre las principales figuras presentes en estos grafos encontramos imágenes de bisontes, caballos, mamuts, ciervos, renos, etc, aunque las marcas de manos también ocupan un porcentaje importante. Frecuentemente se muestran animales heridos con flechas. Los motivos y los materiales con que fueron elaboradas las distintas pinturas rupestres son muy similares entre sí, a pesar de los miles de kilómetros de distancia y miles de años en el tiempo. Todos los grupos humanos que dependían de la caza y de la recolección de frutos efectuaron este tipo de trabajo pictórico.

En las pinturas rupestres generalmente se usaban uno o dos colores, incluyendo algunos negros, rojos, amarillos y ocres. Los colores, también llamados pigmentos, eran de origen vegetal (como el carbón vegetal), de fluidos y desechos corporales (como las heces), compuestos minerales (como la hematita, la arcilla y el óxido de manganeso), mezclados con un aglutinante orgánico (resina o grasa).

Las cuevas se ubican totalmente en el interior del terreno y las pinturas se hallan en zonas de oscuridad completa o casi completa. Se cree que los antiguos artistas se auxiliaban con unas pequeñas lámparas de piedra alimentadas con tuétano.

Los colores se untaban directamente con los dedos, aunque también se podía escupir la pintura sobre la roca, o se soplaban con una caña hueca finas líneas de pintura. En ocasiones los pigmentos en polvo se restregaban directamente en la pared y asimismo se los podía mezclar con algún aglutinante y aplicar con cañas o con pinceles rudimentarios. Como lápices se usaban ramas quemadas y bolas de colorante mineral aglutinadas con resina. A veces se aprovechaban desniveles y hendiduras de la pared para dar la sensación de volumen y realismo.

A menudo las siluetas animales se marcaban o raspaban para generar incisiones y así producir un contorno más realista y notorio en la roca.

La edad de las pinturas permanece en muchos sitios arqueológicos como un gran interrogante, ya que los métodos para determinarla, como el del carbono-14, pueden fácilmente llevar a resultados erróneos por la contaminación del material evaluado y también porque las cavernas y superficies rocosas presentan protuberancias en las que se alojan residuos de suciedad provenientes de diversas épocas. Para determinar la fecha de su creación se recurre a técnicas más convencionales como fechar imágenes por el tema representado. Por ejemplo el reno dibujado en la gruta española de la cueva de Las Monedas, cuyo origen estimado corresponde a la última glaciación. Los yacimientos de pinturas rupestres se dan con mayor frecuencia en Francia y España

En Ukhahlamba-Drakensberg (Sudáfrica) se encuentran pinturas de aproximadamente 3000 años de antigüedad atribuidas a las tribus de San, quienes se establecieron en la región hace unos 8000 años. Estas pinturas muestran seres humanos y animales y posiblemente se hallan relacionadas con prácticas de carácter mágico para propiciar la caza.

La mayor cantidad de pinturas rupestres en el continente africano se encuentran en la región de Twyfelfontein (Namibia). En las afueras de Hargeisa (Somalia) se han descubierto recientemente pinturas que muestran a los antiguos habitantes pastoreando ganado. Otras pinturas pueden hallarse en las cuevas de las montañas de Tassili, en el sudeste de Argelia, en Akakus, y en otras regiones del Sáhara como los montes Ayr. También en Tibesti, Chad y en Níger.

En la región de Fezzan y en el sur argelino se pueden distinguir tres fases de elaboración de pinturas rupestres:

También existen pinturas de unos 4000 años de antigüedad en el Desierto del Sáhara (aunque está siendo expoliado y vandalizado[2]​). Y parece ser que los fenicios establecieron colonias en la costa del actual Sahara Occidental en la época de Hannón el Navegante, pero se desvanecieron sin dejar rastro.

En América Del Sur la extensión continental y la multiplicidad de ambientes y culturas prehistóricas hace difícil una abstracción que permita caracterizar genéricamente.

Pintura de manos en la cueva Lol-Tun, Yucatán, México.

Pedra Furada con pinturas de 11 000 años
Brasil.

Cueva de las manos, con un grabado de manos de hace unos 9000 años. Santa Cruz, Argentina.

Pintura rupestre de Cerro Colorado, Provincia de Córdoba, Argentina.

De los 25 departamentos del Perú solo dos no reportan sitios de arte rupestre: Tumbes, en la costa norte, y Ucayali, en la selva amazónica.[6]

En 1875, cuatro años antes del descubrimiento en Europa de las pinturas de Altamira (inicialmente no consideradas como arte prehistórico) un ingeniero español Barhola Rial Posadas en el Uruguay, copiaba cuidadosamente los diseños que veía en una enorme piedra y agregaba luego al pie de la lámina, sin ninguna duda, que ellos eran "diseños de indios".

Luego de este primera contribución (que marca el nacimiento de la primera etapa de la arqueología uruguaya), otros investigadores como Figuerido, Larrauri, De Freitas, Figueiras, Consens y Bespali, Peláez han trabajado, publicando, revisando y descubriendo nuevos sitios en el resto del país.

Como resultado de esas investigaciones, se conocen hoy decenas de sitios con pinturas y grabados. Los primeros ubicados al sur del Río Negro y los segundos al norte.

Las pinturas están realizadas en las paredes verticales de enormes bloques de granito, que emergen como grandes monumentos en las amplias praderas onduladas del sur del Uruguay.

Se conservan aún hoy unas cuarenta de estos sitios con un grado de percepción visual aceptable. Mientras que en cerca de cien bloques, apenas se ven los restos de los que fueran importantes murales pintados. Algunas áreas de los departamentos de Flores, Florida y Durazno debieron ser en esa época, verdaderas exposiciones al aire libre.

Como mínimo se comenzó a pintar hace unos dos mil quinientos años antes del presente. Hubo un período posterior alrededor del año 1200, donde se vuelve a pintar, sobre la misma base estilística de figuras geométricas. Pero ahora se utilizan complejas formas cerradas, con importante variación de los diseños internos.

También en ese periodo se ensayan varias técnicas diferentes como el uso de pinceles finos (2 a 3 mm), la preparación de la superficie previo al diseño, manos en positivo e incluso pintura en negativo. Hay un especial cuidado en no sobreponer las pinturas, cuidándose el uso del espacio, como una referencia muy valiosa.

Se han encontrado pinturas rupestres en Tailandia, Malasia, Indonesia e India:

La península ibérica es uno de los territorios donde podemos encontrar yacimientos prehistóricos del periodo paleolítico en Europa. Existen algunos relevantes por su antigüedad, por su singularidad, por su calidad, etc. Por ejemplo, la cueva de Nerja alberga, según estudios de 2012, las que podrían ser las pinturas más antiguas de la humanidad, además realizadas por neandertales.[7]​ Uno de los sitios de extraordinaria calidad, y además el primero reconocido como arte prehistórico, es la Cueva de Altamira, ubicada en España. En esta caverna existen unas ciento cincuenta pinturas, distribuidas en los muros y en el techo, pero el lugar más importante de la gruta es una cámara de 5 metros, en donde los grafos se elaboraron en el techo desnivelado, aprovechando así las protuberancias de la superficie rocosa para dar relieve a las figuras humanas y animales, especialmente bisontes —unos dieciocho— en un grupo de grafos policromáticos de gran detalle y realismo. Las composiciones de Altamira carecen de un sentido de conjunto y muchas veces las imágenes fueron superpuestas sobre otras más antiguas, circunstancia que confirma el propósito mágico-religioso y no meramente decorativo.

En el epipaleolítico, entre Barcelona y Almería, existen decoraciones murales rupestres en las paredes de cueva con superficies calcáreas y por sobre los 800 a 1000 metros de altura sobre el nivel del mar, hechas por un pueblo nómada. Estas pinturas se caracterizan por un realismo impresionante, considerando que fueron creadas con herramientas rústicas. Muestran un desarrollo estilístico que incorpora paulatinamente la abstracción, el detalle esquemático, y un dinamismo extremo. Pero lo que más llama la atención son los motivos antrópicos, incluyendo hombres vestidos con pantalones, ornamentados con plumas y armados con arcos, representando frecuentemente escenas de caza. Las mujeres utilizan faldas y están adornadas con plumas.

Durante el mesolítico, las comunidades humanas localizadas en la península se caracterizaron por desarrollar un nivel de trabajo artístico más avanzado al representar en imágenes situaciones cotidianas como la caza, las luchas, los ritos y ceremonias. Las primeras pinturas de este tipo se hallaron en el año 1903 en Calapatá, pero también se originó en las provincias de Almería, Albacete, Castellón, Valencia, Lérida y Teruel. Estas grutas se distinguen de muchas otras debido a que son meros refugios al aire libre. Entre las manifestaciones más impresionantes se halla la de Cogul (Lérida), que representa una ceremonia en la cual un grupo de mujeres danzan con faldas alrededor de un hombre.

En Portugal, Extremadura, Cádiz y la Sierra Morena se encuentran las pinturas más importantes de tendencia abstracta, representando signos ideomorfos.

La elaboración de pinturas rupestres en Francia está registrada desde hace unos 32 000 años, por ejemplo las de la cueva de Chauvet o las atribuidas a la cultura auriñaciense en la gruta de Aurignac. Alcanzaron su máximo esplendor entre 14 000 y 13 000 a. C., en la cueva de Lascaux. En esta caverna son representados caballos, ciervos y otros animales. Las pinturas de la cueva de Lascaux se caracterizan por poseer contornos marcados con negros, para destacar la imagen y polvos de colores, para resaltar los efectos cromáticos.

En Australia se ha encontrado una significativa cantidad de pinturas, cuyos ejemplos más importantes están en el parque nacional Kakadu, una gran colección de pinturas a base de ocres. El ocre es un material no orgánico, por eso es imposible fechar las pinturas con el procedimiento de radiocarbono.

Pintura de un hombre (se cree que un guerrero o cazador)

Una tortuga

Un zagloso



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