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Agave



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Agave (del griego αγαυή, ‘noble’ o ‘admirable’) o maguey es un género de plantas monocotiledóneas, generalmente suculentas, pertenecientes a la antigua familia Agavaceae a la que le daba su nombre. Actualmente se encuentran en la familia Asparagaceae según el sistema de clasificación APG III.

Su área de origen es la región árida que hoy se encuentra repartida entre el norte de México, el sur de los Estados Unidos y Colombia, etc. Se estima que el género empezó a diversificarse hace 12 millones de años, por lo cual ha logrado una enorme diversidad de especies, superando las 300. Reciben numerosos nombres comunes, como agave, pita, maguey, cabuya, penca[2], fique o mezcal, entre los más conocidos.

Las especies del género son muy parecidas en cuanto a su forma y crecimiento. Forman una gran roseta basal de hojas gruesas y carnosas, en algunos casos de gran tamaño, que se sitúan en espiral alrededor de un tallo corto en relación con su longitud, por lo que aparentan nacer directamente desde el terreno. Generalmente están armadas de robustas espinas leñosas y aplanadas en los márgenes, y una cónica, solitaria, rematando el ápice. Unas pocas especies carecen de espinas. Su crecimiento es lento, y finaliza con la floración. Son monocárpicas. La planta desarrolla un escapo floral, más alto que las hojas, y en el mismo año florece, fructifica, y muere. La mayoría de las especies desarrollan gran cantidad de hijuelos basales alrededor de la roseta original, formando espesas colonias que van desarrollándose y fructificando.

Los agaves requieren un clima semiseco, con temperaturas promedio de 22 °C, generalmente a una altitud entre 1500 y 2000 m s. n. m. Las características del suelo para un crecimiento óptimo deben ser: arcilloso, permeable y abundante en elementos derivados del basalto y con presencia de hierro, preferentemente volcánico. Es muy importante la exposición al sol; sin superar los 100 días nublados al año y, preferentemente, solo 65.[cita requerida]

La reproducción se puede dar por semilla o bulbillo, o más eficientemente mediante rizomas, es decir, trasplantando los hijuelos que brotan de la raíz de la planta. Al alcanzar una altura de 50 cm, y cuando el corazón tiene unos 15 cm, se desprenden de la planta madre. La edad óptima de reproducción es entre los 3 y los 5 años, anualmente puede producir entre uno y dos hijuelos, los cuales, una vez separados, se deben plantar, cubriendo un 75 % de su volumen con el sustrato. Este tipo de reproducción produce una copia idéntica de la planta madre (clon), por eso el uso extensivo de este método puede poner en riesgo la importante diversidad genética de estas plantas, tal y como sucedió en el caso del tequila (un tipo de mezcal),[3]​ ya que las plantaciones de Agave tequilana han perdido prácticamente toda su diversidad.

Su crecimiento es muy lento y tarda de 8 a 10 años en alcanzar la madurez. La floración se produce una sola vez, emite un quiote que es un largo tallo de casi 10 m de altura (puede ser ramificado) que nace del centro de la roseta, con numerosos grupos de pequeñas flores tubulares. La planta muere tras desarrollar el fruto, pero por lo general produce retoños en su base.[4]

El género Agave fue dado a conocer científicamente en Europa, en 1753, por el naturalista sueco Carlos Linneo, quien lo tomó del griego Agavos. En la mitología griega, Ágave era una ménade hija de Cadmo, rey de Tebas que, al frente de una muchedumbre de bacantes asesinó a su hijo Penteo ,sucesor de Cadmo en el trono. La palabra agave alude, pues, a algo admirable o noble.[3]

En México, diferentes culturas dieron distintos nombres a esta planta: metl, mecetl (náhuatl), uadá (otomí), doba (zapoteco) y akamba (purépecha).[3]

Los españoles usaron la palabra caribeña maguey para nombrarla y este es, quizá, el nombre común más difundido.[3]

Los grupos humanos originarios de esta región utilizaron esta planta desde hace diez mil años, tanto por sus fibras como por el aguamiel que obtenían de ella. El mexcalliA. horrida— es un maguey especialmente rico en azúcares.[3]​ Su cultivo se extiende desde el sur de los Estados Unidos hasta el norte de Argentina.

Este género es originario de América, y la mayor concentración de especies nativas se encuentran en México, donde son conocidas como magueyes o mezcales.

Probablemente fueron los exploradores españoles y portugueses quienes introdujeron los agaves en Europa, donde se hicieron populares durante el siglo XIX, cuando los coleccionistas comenzaron a importar diferentes especies, algunas de las cuales llevan propagándose por esquejes desde entonces, por lo que difieren de las especies silvestres, aunque esto pueda deberse simplemente a las diferentes condiciones de cultivo europeas.

Varias especies de este género son fuente de materias primas para alimentos o para fabricar utensilios, como por ejemplo:

Algunas especies de agave se intercalan en los cultivos de grano para aumentar el rendimiento y obtener mayor aporte nutritivo y energético. Por este motivo se les llama las "vacas verdes" de los indígenas mexicanos.[5]

Su jugo posee grandes cantidades de inulina, la cual se hidroliza parcialmente en fructosa y otro componente no metabolizable, que se utiliza en diagnóstico médico para evaluar la función renal.[6]

La revista Arqueología Mexicana le dedicó un número especial, el N.º 57 donde muestra historia, mitología y creencias alrededor de esta planta, usos y utilidades de esta maravilla de la naturaleza. [7]

Culturas pre-incas y la civilización inca obtuvieron sus primeras fibras de esta planta, utilizadas para la fabricación de diferentes productos. Se encontraron elementos hechos como: redes de pescar, hondas o huaracas que servían para lanzar piedras y se usaba para las guerras, también se hacían soguillas con esta fibra[8]​.



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