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Vértigo



El vértigo es una sensación subjetiva de movimiento de los objetos que rodean a la persona o de su propio cuerpo; por lo común, una sensación de giro. El vértigo suele deberse a un trastorno en el sistema vestibular. Con frecuencia es confundido con el mareo, tanto en su definición como en sus síntomas; sin embargo durante el vértigo la persona experimenta una sensación vívida y aparentemente real de movimiento. Puede acompañarse de náuseas y vómitos.[1][2][3]

Vértigo es una sensación aparente de giro o movimiento, en la que la persona siente que gira o se mueve, o que el mundo está girando en torno a ella.[4]​ El término MeSH para vértigo lo define como:[5]

El vértigo es un tipo de trastorno del equilibrio que puede a su vez clasificarse, desde el punto de vista clínico, en tres tipos: vértigo prolongado espontáneo, vértigo recidivante y vértigo posicional.[2]

El vértigo prolongado espontáneo puede deberse a:[2]

El vértigo recidivante puede deberse a:[2]

El vértigo posicional puede deberse a:[2]

En cuanto a su etiología, el vértigo puede clasificarse en central o periférico y puede haber falsos vértigos, como las lipotimias, el vértigo de altura, los mareos por aceleración, los temores de desprotección y algunas crisis epilépticas.

El vértigo puede también ser objetivo o subjetivo. Existe vértigo subjetivo si la persona siente una falsa sensación de movimiento, refiere que su cuerpo gira con respecto a los objetos. En el caso del vértigo objetivo, el más frecuente de los dos, los alrededores de la persona parecen moverse pasados del campo de su visión, esa inconfundible sensación de que los objetos giran a su alrededor.[cita requerida]

El vértigo central se caracteriza por ser continuo, dura días y no existen alteraciones auditivas ni hay síntomas neurovegetativos.

El vértigo es de origen multifactorial, es decir, son muchas las razones por las que puede percibir una persona esta alucinación.

La aparición de un vértigo central es lenta y progresiva, con una sensación de inestabilidad, manifestaciones vegetativas escasas y, sobre todo, una recuperación muy lenta y paulatina.

La exploración neurológica básica (pares craneales, pruebas cerebelosas y reflejos). Técnicas de imagen (TAC o RMN).

Se presenta como crisis súbitas de poca duración, quizás minutos u horas y se acompaña de manifestaciones auditivas como la sensación de plenitud, hipoacusia y acúfenos, así como síntomas neurovegetativos (sudoración, taquicardia, hipotensión y náuseas).

La aparición del vértigo periférico es brusca (ante cambios posturales, especialmente en el decúbito), de corta duración, con sensación de giro del entorno, hipoacusia, acúfenos, manifestaciones vegetativas exacerbadas y una rápida recuperación.

La exploración neurológica y oral básica, pruebas posicionales. También se realizan pruebas especiales, como las siguientes:

En la mayor parte de los casos se utilizan medicamentos antihistamínicos, anticolinérgicos y antieméticos. Los más frecuentes son la betahistina (Serc®), la tietilperazina (Torecan®) y la sulpirida (Dogmatil®).

Cuando el cuadro es muy intenso se realizan tratamientos quirúrgicos, con drenaje de la linfa mediante incisiones en el oído interno o laberinto, la laberintectomía y, otras veces, la sección del nervio auditivo y del nervio vestibular.




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