Uncastillo nació en Zaragoza.
Uncastillo (Uncastiello en lengua aragonesa) es un municipio español de la provincia de Zaragoza perteneciente a la comarca de las Cinco Villas y al partido judicial de Ejea de los Caballeros, comunidad autónoma de Aragón.
En 1966 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico y alberga uno de los más importantes conjuntos monumentales de Aragón.
El término municipal de Uncastillo linda por el norte con los de Sos del Rey Católico, Petilla de Aragón (un exclave de Navarra dentro de Aragón), Isuerre y Lobera de Onsella; por el este, con Luesia y Biota; por el sur, con Biota, Sádaba y Layana; y por el oeste, con Sádaba, Castiliscar y Sos del Rey Católico.
La mayor parte de su término pertenece a la cuenca del río Riguel, afluente del río Arba de Luesia, a través de diversos barrancos, entre los que destacan el Barranco de las Anas, el Barranco de la Petilla o el Barranco de Baztanes: no obstante, una pequeña porción al nordeste del término (en la zona del castillo de Sibirana) desemboca directamente en el río Arba de Luesia, al igual que una parte del este de su término, destacando en especial el Barranco de Olid.
El término es montañoso, especialmente en su zona norte, perteneciente a la sierra de Santo Domingo, encontrándose allí los montes de mayor altitud: Selva (1159 m) y Cruz (1132 m) en el límite con Petilla de Aragón, el Alto de Bañón (1130 m) en el límite con Luesia; y Fayanás (1128 m), en el límite entre Uncastillo, Luesia y Lobera de Onsella.
A juzgar por los yacimientos arqueológicos localizados en las cercanías del núcleo urbano de Uncastillo, el lugar estuvo habitado ya desde tiempos muy antiguos. Se conocen pocos datos sobre la prehistoria de la zona, pero se sabe que este territorio formó parte del que ocuparon los suesetanos, antes de la llegada de los romanos. Los suesetanos eran un pueblo celta que estaban enfrentados con los jacetanos y los vascones. Los romanos derrotaron a este pueblo en el año 179 aC, destruyendo su capital llamada Corbio, comandados por Terencio Varrón.
Hallándose inmediatamente adyacente a una zona rica en restos de época romano como es Sádaba, e incluyendo en su término diversos monumentos destacados, cabe suponer que el lugar en que se asienta Uncastillo mantuviese en esa época algún tipo de ocupación humana, que podría haber sido incluso de carácter militar.
No obstante, las primeras referencias documentales a Uncastillo (nombrado en dicha documentación como Uniuscastri) datan de comienzos del siglo X cuando, bajo el dominio del rey pamplonés Sancho Garcés, se construyó la fortaleza que dio nombre y razón de ser a la villa, en lo alto de una enorme peña (Peña Ayllón), en la confluencia de los ríos Cadenas y Riguel, con la evidente función militar de bloquear el acceso de los musulmanes asentados en Sádaba hacia los pasos que conducían al interior del reino de Aragón, a través de la sierra de Santo Domingo.
Uncastillo fue pues un importante enclave fronterizo frente a los musulmanes y tuvo un papel fundamental en la reconquista cristiana. Tras un nuevo impulso dado a la frontera por Sancho Garcés III de Navarra, el Reino de Aragón empezó su andadura con Ramiro I. Este y sus sucesores fueron ampliando sus territorios y dotando de infraestructuras para consolidar la frontera.
Durante el siglo XII, Uncastillo vivió un período de esplendor que ha quedado reflejado en sus seis iglesias románicas. Como resultado del poderío económico de la villa en esas fechas, Uncastillo experimentó un profundo desarrollo urbanístico que se ha conservado prácticamente intacto hasta nuestros días.
En el siglo XVI, la villa volvió a vivir un nuevo momento de gran esplendor, durante el que se construyeron otras edificaciones como el ayuntamiento.
En 1543 se fundó el Estatuto de Artes de Uncastillo, que llegó a competir en importancia con la Universidad de Huesca.
Durante la Revolución de Octubre de 1934 tuvieron lugar unos sucesos violentos protagonizados por jornaleros de la localidad instigados por miembros del sindicato socialista UGT venidos de Zaragoza que querían que se llevara a cabo la huelga general revolucionaria prevista. El moderado alcalde socialista Antonio Plano Aznárez intentó disuadirlos pero no lo consiguió porque los jornaleros locales, muchos de ellos en paro, les apoyaron. «A las seis de la mañana, cuando un representante de los huelguistas exigió la rendición de la Guardia Civil, el oficial mando, el sargento Victorino Quiñones, se negó en redondo. [...] En el momento en que el alcalde abandonaba la casa-cuartel [a donde había acudido como mediador], los huelguistas que rodeaban el edificio abrieron fuego y, en el subsiguiente tiroteo, murieron dos de los siete guardias civiles, el sargento Quiñones y otro de sus efectivos resultaron heridos, y un tercer guardia quedó ciego. Los dos guardias civiles restantes resistieron hasta que llegaron los refuerzos. Antonio Plano salió de su casa con una bandera blanca y trató de hablar con ellos, pero al ver que disparaban corrió refugiarse en los campos. En el curso de la batalla se asaltó la vivienda de Antonio Mola, uno de los terratenientes más poderosos, al negarse a entregar sus armas a un grupo de huelguistas. En la escaramuza posterior su sobrina resultó herida y Mola abatió de un disparo a uno de los asaltantes que habían quemado su garage y destruido su coche. Los demás intentaban quemarlo vivo cuando la Guardia Civil llegó para impedirlo. Uno de los numerosos huelguistas heridos falleció el 8 de octubre».
En los inicios de la guerra civil española tuvo lugar la venganza: un matanza perpetrada por el bando sublevado. Así la describe el historiador Paul Preston: «Irrumpieron en Uncastillo varios grupos de falangistas y de requetés, que, con la colaboración de los guardias civiles, entraron en las casas, se llevaron los bienes y detuvieron a los miembros de organizaciones y sindicatos de izquierdas, así como a sus amigos y familiares. Las detenciones se basaron en documentos incautados, rumores o denuncias de derechistas locales, que a menudo nacían de rencillas personales ocasionadas por conflictos económicos o sentimentales. A las detenciones de hombres, mujeres y adolescentes, se sucedían las salvajes palizas y, con frecuencia, la muerte. Por el "crimen" de haber bordado una bandera republicana, dos hermanas, Rosario y Lourdes Malón Pueyo, de veinticuatro y veinte años, fueron violadas y luego asesinadas; los responsables quemaron sus cadáveres. En este caso, los hechos tuvieron lugar fuera de la aldea, pero muchas ejecuciones se hacían en público y se obligaba a todo el pueblo a estar presente».
La víctima más prominente de la represión fue el alcalde Antonio Plano que fue detenido y conducido a Zaragoza, donde fue condenado a muerte. Fue llevado de vuelta a Uncastillo donde fue ejecutado el 5 de octubre, coincidiendo con el segundo aniversario de los sucesos ocurridos durante la Revolución de 1934, de los que injustamente se le hacía responsable. Su mujer y sus dos hijos fueron encarcelados. Pero antes de fusilarlo lo sometieron a una brutal humillación: «Lo sacaron del cuartel de la Guardia Civil chorreando sangre como consecuencia de las palizas recibidas. La Guardia Civil y los falangistas obligaron a los demás aldeanos a presenciar la barbarie. Le habían obligado a tomar una botella de aceite de ricino, así que cubierto de sangre y de sus propios excrementos, tuvieron que sujetarlo a un tablón de madera a fin de mantenerlo erguido. Frente a la iglesia lo fusilaron, para regocijo y aplauso de los derechistas allí presentes. A continuación, siguieron maltratando su cuerpo, hasta que uno de los falangistas lo mutiló con un hacha. Un año después de su muerte, Plano fue penalizado con una colosal multa de 25.000 pesetas, y su esposa con otra de 1.000. Para poder cobrarlas, las autoridades confiscaron el domicilio familiar y los bienes que contenía. [...] En Uncastillo murieron en total 140 izquierdistas».
Datos demográficos de Uncastillo entre 1842 y 2001:
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Su planta, sencilla de una sola nave (3), tiene forma de cruz con falso crucero formado por dos capillas laterales (5) y (6) y ábside (4) semicircular reforzado con gruesos contrafuertes.
La nave (3) consta de tres tramos.
En su construcción se usaron sillares de buena calidad y bien escuadrados.
La entrada al templo se efectúa por la fachada Sur, mediante el Pórtico (1) en arco de medio punto y tres arquivoltas abocinadas sobre pilastras lisas.
En la fachada Norte existe un segundo Pórtico (2) de dos arquivoltas.
En su interior conserva pinturas medievales en buen estado de conservación.
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