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Teleológico



La teleología (del griego τέλος, fin, y λογία, discurso, tratado o ciencia)[1]​ es la rama de la metafísica que se refiere al estudio de los fines o propósitos de algún objeto o algún ser, o bien literalmente, a la doctrina filosófica de las causas finales. Usos más recientes lo definen simplemente como la atribución de una finalidad, u objetivo, a procesos concretos.

El origen del término puede rastrearse hasta la Grecia Antigua. Aquí es donde encontramos una caracterización de las cuatro clases de causas existentes, planteadas por Aristóteles:[2]

Tanto para Aristóteles como para muchos otros autores antiguos (Epicuro, Diógenes de Apolonia, entre otros), la causa final era la más importante en cuanto a la explicación de la Filosofía Práctica, aunque no se debe olvidar que eran necesarias las cuatro causas para la explicación completa del universo.

Tras la configuración del cristianismo tal y como se conoce en la actualidad después del Concilio de Nicea (siglo IV), la explicación por causas finales empezó a considerarse la única explicación que podría servir para acceder a los misterios divinos. Esto es producto de la introducción de la filosofía clásica en contextos filosóficos y teológicos (en la Edad Media eran prácticamente indistinguibles) primero a Platón y luego a Aristóteles. Este movimiento se llamó Escolástica e intentaba comprender la revelación divina con estas herramientas. [cita requerida]

En la Edad Moderna se inicia un cambio de tendencia. Se considera que la explicación por causas finales era antropomórfica, pues del hecho de que el hombre conozca por causas finales no se deriva que el universo funcione con este principio. Es por ello que surge un movimiento, el mecanicismo, que intentará explicar el mundo por causas eficientes. Esto es lo que posibilitará el nacimiento de la ciencia moderna.

Cuando Charles Darwin escribe El origen de las especies una revolución comienza. La tesis básica en su texto apuntaba a que la diversidad de la vida sobre la tierra tal y como la conocemos (no su origen), es producto de la selección natural actuando durante largos períodos. Para llegar a tal conclusión se basó principalmente en los textos de Charles Lyell sobre geología en conjunción con una idea de Thomas Malthus en su Ensayo sobre el principio de la población sobre demografía. Podemos parafrasear a Darwin utilizando una terminología más actualizada diciendo que postuló el principio de que «los individuos de una especie que obtienen de una serie de rasgos aleatorios (mutaciones) una superior capacidad adaptativa (eficacia biológica) que otros miembros de la misma especie con los cuales compiten por el alimento, serán los que transmitirán su carga genética a las siguientes generaciones, logrando así, a lo largo de mucho tiempo, la variación de las especies sobre la tierra».

Como puede verse, la explicación de Darwin es naturalista y eficientista. No explica la diversidad y adaptación biológica con base en unos fines o propósitos de un intelecto. Esto iba en contra de la doctrina creacionista de las religiones abrahámicas, lo cual provocó el rechazo desde este ámbito.

Dado el éxito de la visión evolutiva en tanto que conocimiento científico, iglesias como la anglicana y la católica eventualmente cambiaron sus posturas creacionistas clásicas a formas conciliatorias, conocidas como creacionismo evolutivo. El Magisterio de la Iglesia Católica establece que la dimensión inmutable e inspirada por Dios en el hombre es la espiritual, mientras que la dimensión física está sometida a constantes cambios, dentro de los cuales cabe la explicación darwinista, como la de cualquier otra teoría, mientras esta no intente deformar el origen sagrado y divino del alma. Por su parte, la ciencia cognitiva pretende dar explicaciones naturalistas de la dimensión espiritual o mental, y en gran medida las observaciones hechas por la neurociencia parecen indicar que todas las capacidades de la psique también son fenómenos naturales no diseñados.

Hoy en día muchos grupos o doctrinas siguen utilizando las explicaciones teleológicas de tipo sobrenatural en biología (el ejemplo que quizás pueda ser más conocido es el famoso diseño inteligente) para intentar dar alternativas a las explicaciones neodarwinistas ya que las consideran erróneamente adoptadas por la ciencia moderna por ser la única explicación que no implica una causa exógena a la naturaleza. La excepción naturalista es la teoría científica de Lamarck, que hoy se considera superada, en la que habría en los organismos vivos una teleología a corto plazo para la evolución de los órganos según su funcionalidad.

Norbert Wiener (1942) llamó sistemas teleológicos a los sistemas cibernéticos, cuyo funcionamiento puede describirse como orientado a un fin (programado por humanos).



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