La psicosis (del griego ψύχωσις, psychosis, a su vez derivada de ψυχή, 'alma, mente') es un término genérico utilizado en psicoanálisis y psiquiatría para referirse a un estado mental descrito como una escisión o pérdida de contacto con la realidad. A las personas que lo padecen se las denomina psicóticas. No confundir con psicopatía. El término «psicótico» es a menudo confundido por el término psicópata, un trastorno de la personalidad sin relación alguna a la psicosis.
Las personas que experimentan psicosis pueden presentar alucinaciones o delirios y pueden exhibir cambios en su personalidad y pensamiento desorganizado.
Estos síntomas pueden ser acompañados por un comportamiento inusual o extraño, así como por dificultad para interactuar socialmente e incapacidad para llevar a cabo actividades de la vida diaria.
Una amplia variedad de elementos del sistema nervioso, tanto orgánicos como funcionales, pueden causar una reacción psicótica. Esto ha llevado a la creencia de que la psicosis es como la «fiebre» de las enfermedades mentales, un indicador serio, pero no específico. Sin embargo, muchas personas tienen experiencias inusuales y de distorsión de la realidad en algún momento de sus vidas, sin volverse discapacitadas o ni siquiera angustiadas por estas experiencias. Como resultado, cierta corriente de investigadores argumenta que la psicosis no está fundamentalmente separada de una conciencia normal, sino más bien es un continuum con conciencia normal. Desde esta perspectiva, las personas que son diagnosticadas clínicamente como psicóticas pueden estar teniendo simplemente experiencias particularmente intensas o angustiantes (véase esquizotipia).
La psicosis puede aparecer como consecuencia de un gran número de enfermedades, tales como la esquizofrenia, el trastorno esquizoafectivo, episodios maníacos o depresivos del trastorno bipolar, el Alzheimer, el Parkinson, la sensibilidad al gluten no celíaca, la epilepsia o la esclerosis múltiple.
Se ha definido la psicosis como «un desorden mental grave, con o sin un daño orgánico, caracterizado por un trastorno de la personalidad, por la pérdida del contacto con la realidad y por causar el empeoramiento del funcionamiento social normal».
Una correcta apreciación del término implica circunscribir la psicosis como una situación de enfermedad mental que presenta un desvío en el juicio de realidad. Este desvío es propio de la psicosis, a diferencia de la insuficiencia de juicio, propia de la oligofrenia, del debilitamiento propio de las demencias, y de la suspensión del juicio propio de los estados confusionales (o delírium).
Los sujetos psicóticos suelen experimentar (o no) alucinaciones, pensamientos delirantes (ver delirio), y trastornos formales del pensamiento (cambios de las relaciones semánticas y sintácticas).
Esta corriente que también estudia los estados mentales, utilizando quizá una mejor denominación de la psicosis, en tanto que conjunto de estructuras psíquicas o subjetivas, en reemplazo del concepto de locura (dado que la locura es una definición social de aquello que se aleja de la normalidad y no una clasificación nosológica, del mismo modo en que lo es la normalidad, ya que al repasar la historia se verán distintas definiciones de normalidad en el mundo y una misma comunidad).
Desde el psicoanálisis se emplea el término psicosis para designar una posición subjetiva. Lo fundamental no son las manifestaciones típicas de psicosis, tales como alucinaciones, pensamientos confusionales, sensaciones de persecución por otras personas reales o imaginarias, y así sucesivamente (sintomatología), sino que la forma subjetiva de posicionarse en —ante— la vida. Un psicótico puede no manifestar síntomas nunca en su vida, hacerlo en edad avanzada, o en edad temprana. Todo dependerá de las coyunturas que posibiliten o no el desencadenamiento.
En este sentido fue Jacques Lacan quien incursionó en la investigación de la psicosis como una estructura subjetiva, junto con la neurosis y la perversión, entendidas todas como posiciones subjetivas, donde cualquier persona se posicionaría en una u otra, pero sin posibilidad de un pasaje entre estructuras. Posteriores corrientes del psicoanálisis sí han permitido esto último, al definir estos casos como "borderlines", donde la pertenencia a una o a otra estructura dependería de una causalidad significante, lo cual significa que la estructura se expresa en términos de lenguaje.
El psicoanálisis es paradigmático en tanto quita la psicosis del campo de lo patológico, de la dificultad o de la imposibilidad, replanteándola como una forma diferente de vivir.
Se desconoce la causa de la psicosis, aunque existen varias teorías y suelen considerarse un síndrome más que una entidad nosológica diferenciada. Se ha planteado que los fenómenos psicóticos más característicos, como las alucinaciones y los delirios, son más frecuentes en la población general de lo que se pensaba, y que, en realidad, podrían ser parte de un continuo sintomático (este último concepto no es aceptado mayoritariamente).
Hacia fines de siglo XX, con el auge del avance en genética se ha pretendido buscar una etiología biológica a las psicosis. En efecto, las investigaciones han encontrado una mayor actividad de la dopamina y de la serotonina, siendo que la mayoría de los antipsicóticos disponibles tienden a inhibir la actividad de dichos neurotransmisores.
El psicoanálisis, en cambio, considera que las psicosis se deben a factores exógenos al afectado, factores estructurales. Lacan explica la génesis de la psicosis (tras estudiar muchos casos) en un proceso llamado forclusión.
La terapia cognitiva, por su parte, concibe a los trastornos psicóticos desde un modelo bio- psico- social de vulnerabilidad- estrés- habilidades de afrontamiento. Se plantea que las tres variables funcionan como factores interactivos, que inciden en el origen, la gravedad y el curso.
Numerosas condiciones médicas pueden causar psicosis, que en ocasiones pueden ser el primer indicio de la presencia de la enfermedad subyacente, tales como la esquizofrenia, el trastorno esquizoafectivo, episodios maníacos o depresivos del trastorno bipolar, el Alzheimer, el Parkinson, la sensibilidad al gluten no celíaca, la epilepsia o la esclerosis múltiple. ciertas sustancias psicoactivas también pueden inducir síntomas psicóticos, como alucinaciones y delirios. Drogas que pueden inducir la psicosis incluyen: el alcohol, los alucinógenos, las anfetaminas, los anticolinérgicos, los antidepresivos, los barbitúricos, las benzodiazepinas, la cocaína, los corticosteroides, los fármacos Z, los opioides, el THC y los cannabinoides sintéticos. El uso crónico de cannabis (marihuana) se ha relacionado con el desarrollo de un trastorno psicótico, como la esquizofrenia.
Existen históricamente muchas clasificaciones, algunas de las cuales se establecían en función de ser cuadros delirante-alucinatorios (por ejemplo, las esquizofrenias) o no alucinatorios (por ejemplo la paranoia), en psicosis delirantes verosímiles o inverosímiles, bien o mal sistematizadas, en relación con su irrupción como proceso o desarrollo, etc.
En la actualidad, mundialmente se acepta como sistema de clasificación nosológica al DSM-IV, y como descripción clínico-psiquiátrica sigue teniendo peso la escuela alemana de Bleuler, Kraepelin y Kleist, y en cuanto a la descripción de delirios, la reseñada por la escuela francesa (con Gaetán de Clerembault como mayor exponente).
Por lo general el sujeto carece de introspección acerca de la naturaleza extraña o extravagante que puede adoptar su conducta o sus pensamientos, los que terminan por provocar una grave disfunción social.
El DSM (Manual estadístico y diagnóstico de los trastornos mentales, de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense) reconoce varios tipos de psicosis:
Existen diferentes tipos de relación con la realidad:
Existen 3 tipos de estructuras que nos permiten orientarnos laxamente de cómo nos relacionamos nosotros mismos con la realidad (realidad tanto interna como externa). Los tipos son los siguientes:
Los síntomas que orientan hacia la presencia de un trastorno de tipo psicótico:
Advertencia: algunos de estos síntomas también pueden experimentarse en condiciones no psicóticas: abuso de sustancias, trastornos de personalidad, eventos estresantes (distresantes), lo que Jaspers ha denominado «situaciones límite», momentos graves de neurosis (por ejemplo ciertas neurosis del tipo histeria), momentos de conversión. De modo que los síntomas mencionados no constituyen ninguna evidencia concluyente. Por lo tanto, siempre debe hacerse un examen físico y descartar la posibilidad de intoxicación por sustancias antes de concluir un diagnóstico de psicosis.
En el tratamiento de la psicosis se suelen utilizar medicamentos antipsicóticos, además de diversos apoyos psicosociales y el tratamiento de la enfermedad de base.
En español la palabra «locura» se utiliza coloquialmente como un término peyorativo, y no se usa como diagnóstico médico en la actualidad. Vulgarmente se adjetiva como "loco" a personas que sufren trastornos mentales, como por ejemplo psicosis, pero también se utiliza para las neurosis graves y los pacientes borderline.
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