El trastorno esquizoafectivo es el diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno mental caracterizado por episodios recurrentes de un trastorno del estado de ánimo (depresivo o bipolar) que cursan en todos los casos con síntomas psicóticos severos. Puede incluir distorsiones en la percepción alternados con o simultáneos con epísodios maníacos o depresivos. Este deterioro en la percepción o expresión de la realidad puede afectar a los cinco sentidos, pero mayormente se manifiesta en la forma de alucinaciones auditivas, delirios paranoides o habla y pensamiento desorganizados, con una disfunción social u ocupacional significativa.
Normalmente, los síntomas se inician en la adultez temprana, aunque, raramente, también es diagnosticada en la infancia (antes de los 13 años de edad). La prevalencia del trastorno es incierta (debido a que los estudios prácticos utilizan criterios de diagnóstico variados), aunque existe un consenso en que es menor al 1% de la población y que, posiblemente, se encuentre en un rango de entre el 0,5% y el 0,8%. El diagnóstico se basa en las experiencias informadas por el paciente y en el comportamiento observado. Actualmente, no existe ningún análisis de laboratorio que permita detectar el trastorno. Como grupo, las personas que padecen un trastorno esquizoafectivo tienen una mejor prognosis que aquellas con esquizofrenia, pero un peor pronóstico que aquellas con trastornos de ánimo.
El pilar del tratamiento es la farmacoterapia con algún antipsicótico, combinado con un antidepresivo o estabilizante del estado de ánimo o ambos. Las drogas antipsicóticas funcionan principalmente suprimiendo la actividad de la dopamina, mientras que los antidepresivos incrementan principalmente los niveles activos de por lo menos un neurotransmisor monoamino. El mecanismo de acción exacto de los estabilizantes del estado de ánimo es incierto. La psicoterapia, rehabilitación vocacional y social también son importantes. En casos más serios —cuando existe riesgo de riesgo para el paciente o para los otros—, puede ser necesaria la hospitalización involuntaria, aunque las estancias en hospitales son menos frecuentes y por períodos más cortos que en ocasiones anteriores.
Se presume que el trastorno afecta principalmente la actividad cognitiva y emocional, pero también contribuye usualmente en problemas en curso de comportamiento y motivación. Es probable que las personas con trastorno esquizoafectivo tengan condiciones adicionales (comórbidas), incluyendo trastornos de ansiedad y abuso de sustancias. Es altamente probable que los niños diagnosticados con este trastorno tengan otro trastorno neurológico comorbido, tales como trastorno generalizado del desarrollo, autismo y trastornos del aprendizaje. Problemas sociales, tales como desempleo o pobreza, son comunes. Además, la esperanza de vida de las personas con el trastorno es menor que aquellas sin el trastorno, debido al incremento de problemas físicos y a una alta tasa de suicidios.
El término psicosis esquizoafectiva fue acuñado por Jacob Kasanin en 1933 para describir un enfermedad psicótica más episódica con síntomas afectivos predominantes, la cual fue calificada como una buena prognosis de la esquizofrenia.
El trastorno esquizoafectivo fue incluido como un subtipo de esquizofrenia en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales I y II, aunque la investigación ha mostrado una agrupación de síntomas esquizofrénicos en individuos con una historia familiar de trastornos del ánimo cuya enfermedad sigue su curso, otros síntomas y resultados de tratamiento fueron más bien más parecidos a la fase maníaca del trastorno bipolar. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales III ubicó el trastorno esquizoafectivo entre los trastornos psicóticos no especificados, antes de ser formalmente reconocidos en el DSM III-R.
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