El príncipe de Gales es, desde 1301, el título del heredero de los monarcas británicos. La tradición la inició Eduardo I de Inglaterra en 1301 que dio este título a su hijo, el príncipe Eduardo (posteriormente Eduardo II de Inglaterra) después de la anexión del país de Gales por Inglaterra, a través del Estatuto de Rhuddlan.
Según una famosa leyenda, los galeses conquistados por la corona inglesa le piden a su nuevo rey "un príncipe de sangre real, que hubiese nacido en Gales y que no hablara una palabra de inglés ni francés" y después nombró a su hijo recién nacido como príncipe, para sorpresa de los galeses. La historia es falsa puesto que su origen solo se puede remontar hasta el siglo XVI. Sin embargo, Eduardo II realmente nació en Caernarvon, Gales, mientras su padre luchaba allí, y como todo recién nacido "no hablaba". (Además, al crecer en la corte es probable que su primer idioma fuera el francés normando y no el inglés).
Al contrario que los títulos de duque de Cornualles, duque de Rothesay, conde de Carrick y señor de las Islas que los adquiere al nacer el heredero de la Corona o por la ascensión de su progenitor a la Corona, la creación del título de príncipe de Gales depende de la voluntad del soberano. Por otra parte, al mismo tiempo recibe también el título de Conde de Chester.
El lema del príncipe de Gales es Ich dien (Yo sirvo en alemán).
Llewellyn ap Gruffydd fue reconocido como príncipe de Gales por el monarca inglés en el Tratado de Montgomery de 1267. A cambio del título, la retención de las tierras que había conquistado, así como su propio dominio, y el vasallaje de casi todos los habitantes nativos de Gales, tuvo que pagar un tributo de 25 000 marcos en un pago de 3000 marcos anuales. Además, si así lo deseaba, también podía comprar el vasallaje del otro gobernante galés, Maredydd ap Rhys de Deheubarth, por otros 5000 marcos. Sin embargo, las ambiciones territoriales de Llewellyn lo hicieron muy impopular entre los nobles galeses, y muy especialmente entre los príncipes del sur de Gales.
El Tratado de Montgomery marcó el auge del poder de Llewellyn. Poco después comenzaron a surgir problemas, al principio una querella con Gilbert de Clare, conde de Hertford, sobre la alianza de un noble galés que poseía tierras en Glamorgan. Gilbert construyó el castillo Caerphilly en respuesta. El rey Enrique II envió a un obispo para que tomara posesión del castillo mientras se resolvía la disputa, pero cuando Gilbert recuperó el castillo mediante un engaño, el rey fue incapaz de hacer nada al respecto.
Llewellyn fue el primer poseedor del título de príncipe de Gales y último príncipe nativo de Gales como país independiente antes de que fuera conquistado por Eduardo I de Inglaterra.
El príncipe Carlos de Windsor es el vigésimo segundo poseedor del título de príncipe de Gales.
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