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Perfección



En psicología, el perfeccionismo consiste en la creencia de que se puede y se debe alcanzar la perfección.

Como la mayor parte de los rasgos de personalidad, el perfeccionismo es de carácter familiar. Probablemente tiene un componente genético. Los padres que combinan carácter autoritario con amor condicional pueden contribuir al perfeccionismo en sus hijos.

El perfeccionismo puede ser un legado evolutivo. Los homínidos que estaban motivados para una mejora prolongada e incrementa creaban mejores herramientas. Esto les proporcionaba ventajas para la supervivencia.

El perfeccionismo puede encauzar hacia el buen éxito y proporcionar motivación para perseverar ante el desaliento y los obstáculos. Roedell (1984) sostiene que "en una forma positiva, el perfeccionismo puede proporcionar la energía motriz que conduce a grandes logros. La atención meticulosa a los detalles necesaria para la investigación científica, el compromiso que empuja a los compositores a continuar trabajando hasta que la música refleja los sonidos gloriosos que suenan en la imaginación, y la persistencia que mantiene a los grandes artistas ante sus caballetes hasta que su creación encaja con su concepción, todo resulta del perfeccionismo" [1]​.

Slaney descubrió que los niveles de procrastinación (postergación de actividades) de los perfeccionistas adaptados eran más bajos que los preponderantes en los no perfeccionistas. Los deportistas de élite, científicos y artistas frecuentemente muestran signos de perfeccionismo. En la infancia el perfeccionismo se relaciona con la superdotación.

En su modalidad patológica, el perfeccionismo puede ser muy dañino. Puede manifestarse mediante procrastinación, cuando se emplea para posponer tareas ("No puedo empezar el trabajo hasta que sepa la manera 'correcta' de hacerlo"), y autodesprecio cuando se usa para excusar mal rendimiento o para procurar comprensión y refuerzo de otras personas ("No puedo creer que no sepa alcanzar mis objetivos.¿cómo puedo ser incapaz de hacer esto?").

En el ámbito laboral, a menudo el perfeccionismo deviene en baja productividad, dado que se pierden tiempo y energía en detalles irrelevantes de las tareas o actividades diarias. Esto puede conducir a depresión, antipatía de los compañeros y mayor riesgo de accidentes.[2]​ Adderholt-Elliot describe cinco características de estudiantes y profesores perfeccionistas que conducen a bajo rendimiento:

En relaciones personales, por ambas partes, expectativas irreales pueden inducir a gran insatisfacción.[4]​ Para intentar alcanzar sus objetivos, a menudo los perfeccionistas sacrifican actividades sociales y familiares.

Los perfeccionistas pueden sufrir ansiedad y baja autoestima. El perfeccionismo es un factor de riesgo propiciante de desorden obsesivo-compulsivo y depresión.

Los terapeutas intentan abordar el pensamiento negativo inherente al perfeccionismo, en particular el relativo a todo o nada, por el cual se piensa que un resultado es o perfecto o inútil. Alientan a sus pacientes a fijarse objetivos realistas y a afrontar su miedo al fracaso.



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