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Federales



En la Argentina el Partido Federal fue un grupo que luchaba para establecer el sistema federal en la República. El federalismo proviene desde tiempos de la Revolución de Mayo, y tiene a su líder máximo en la figura de José Artigas, fundador de la Unión de los Pueblos Libres, también conocida como Liga Federal. Hasta la segunda mitad del siglo XIX continuó en lucha contra el Partido Unitario para decidir sobre la organización política del país.

La oposición binaria federalismo versus unitarismo es confusa y excesivamente simplista. Inicialmente el unitarismo fue preconizado por los intelectuales que buscaban la unidad del extenso territorio denominado Cono Sur. Tal unidad era imprescindible para mantener sinérgicamente la lucha contra los realistas hasta aproximadamente fechas tan tardías como 1825; este primer unitarismo estaba inspirado por personalidades como las de Mariano Moreno; sin embargo esa prístina etapa del unitarismo fue aprovechada por las élites para intentar imponer un gobierno centralista que mantuviera subordinadas a las provincias (tal segundo unitarismo es el unitarismo más conocido: el unitarismo, ya degenerado en centralismo, de Carlos de Alvear, Bernardino Rivadavia, Obes y Bartolomé Mitre).

El federalismo surge también confuso: en 1811 Cornelio Saavedra con el fin de quitarle el poder a los morenistas llama a un congreso (la Junta Grande) en el cual participan representantes de las provincias del Interior, sin embargo durante la Junta Grande no llega a sancionarse un estado federal; es recién con el oriental José Gervasio Artigas, cuando este hace públicas las Instrucciones del Año XIII (oponiéndose al segundo unitarismo: el centralismo) para los diputados que debían presentarse en la Asamblea del Año XIII de las Provincias Unidas del Río de la Plata que abiertamente se declara la necesidad de seguir un Sistema Federal de gobierno (inspirado en el de los Estados Unidos); los integrantes del llamado Directorio establecidos en Buenos Aires y suplantando a los primeros unitarios patriotas tomaron (en tiempos de la hegemonía de Alvear y Rivadavia) la bandera del unitarismo para luchar contra el supuesto (según los unitarios de segunda generación o, centralistas) "anarquismo" de "caudillos" como José Gervasio Artigas.

El federalismo era concebido como una forma de organización basada en la asociación voluntaria de las provincias que delegaban algunas de sus atribuciones para constituir el poder central, pero conservaban su autonomía.

Si bien el grupo federal estaba integrado por diversos sectores, la mayoría lo constituían caudillos, pero también intelectuales que se inspiraban en la constitución de los Estados Unidos de América, además de gente de las provincias que se oponían al dominio absolutista porteño (es decir de las élites instaladas en la ciudad de Buenos Aires), y algunos a que la citada Ciudad de Buenos Aires fuese capital de todo el extenso país. Los federales defendían las autonomías provinciales: cada provincia debía tener su propio gobierno, constitución, leyes y economía; sin embargo, reconocían la existencia de un gobierno nacional con poder limitado y encargado solamente de algunas cuestiones (por Ej. las relaciones exteriores del país).

En el aspecto económico existía una clara división entre el llamado Litoral argentino y el llamado Interior. El Litoral argentino buscaba el libre comercio y la libre navegación de los ríos interiores, oponiéndose al dominio de los mismos por el gobierno de Buenos Aires, mientras que el Interior proponía el proteccionismo económico de sus incipientes producciones económicas.

El caso de la provincia de Corrientes resulta atípico, ya que proponía la libre navegación, combinada con proteccionismo. Y sus gobiernos ideológicamente federales se aliaron repetidamente contra el de Buenos Aires con los jefes militares unitarios.

Hacia 1824 el ideario federal también comienza a ser importante en Buenos Aires (en esa época no existía la separación jurisdiccional existente desde 1880 : Ciudad de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires) sin embargo las ideas federales tomaron fuerza entre el gauchaje del campo bonaerense, y la gente más humilde de la —en esa época— bastante pequeña ciudad de Buenos Aires, quien representó en primer lugar a ese "federalismo porteño" fue Manuel Dorrego el cual sería derrocado en la primera revolución armada del Ejército Nacional, contra un gobierno legítimamente constituido. La revuelta, encabezada por militares, pero respalda por notables defensores de los ideales unitarios; termina trágicamente para la historia nacional, con el fusilamiento del Gobernador de Buenos Aires a manos del Gral. Lavalle en los campos de la localidad de Navarro el 13 de diciembre de 1828.

La desaparición de Dorrego, fundador del Partido Federal porteño y bonaerense, hizo que asumiera la jefatura del federalismo porteño Juan Manuel de Rosas, quien hábilmente interpretó los deseos populares sabiéndolos aunar a los deseos de los estancieros proteccionistas. Esta síntesis permitió que el federalismo prácticamente fuera palabra equivalente a rosismo entre 1830 — 1852 y que casi todas las provincias del Interior y del Litoral coincidieran con tal idea de federalismo, hasta que Justo José de Urquiza se volvió opositor a Rosas.

Sin embargo ya antes el rosismo implicaba serios conflictos en el seno del mismo federalismo argentino. Por ejemplo Ángel Vicente Peñaloza, indiscutiblemente federal, lideró varias insurrecciones en el Noroeste argentino contra el federalismo de cuño rosista. Peñaloza buscaba la Constitución del País (cosa que postergaba Rosas) y -como otros federales del Interior- tenía actitudes algo más benévolas para con los opositores al federalismo. Esto provocó graves escisiones entre los federales tras que Tarija fuera ocupada por los peruano bolivianos y se diluyera el poder del caudillo federal tucumano Alejandro Heredia y que el caudillo tarijeño Eustaquio Méndez optara por aliar a su provincia con la Confederación Perú-boliviana ya que entonces tal confederación peruano-boliviana parecía (bastante ilusoriamente) ofrecer a Tarija más paz y un estado que parecía inmensamente más rico que el de la entonces debilitadísima Argentina. De este modo entre la segunda mitad de los años 1830 y la primera mitad de los años 1840 la Confederación Argentina tenía un grupo de provincias argentinas federales hostiles a Rosas. Así, en pleno seno del Partido Federal hubieran casi siempre graves disidencias: ya que, por ejemplo, existieron también fuerzas federalistas al modelo clásico, cuyos baluartes principales eran Santa Fe y Corrientes, que propugnaban la organización nacional en un Estado supraprovincial y de base constitucional, y que en fenómenos como la Coalición del Norte se enfrentaron al sistema confederalista basado en pactos propugnado por Juan Manuel de Rosas y sus aliados.

Ya ausente desde 1828 la Provincia Oriental del aún en construcción (desde 1810) Estado Argentino, es que Rosas resulta ser el principal referente del federalismo; es decir se había provocado una inversión casi impensable una década antes: en lugar de ser la Provincia Oriental la primera entre las provincias federales, tal puesto le pasó a corresponder a la provincia de Buenos Aires en tiempos de Rosas, quien en 1831 mediante el Pacto Federal con otras provincias (comenzando por Entre Ríos y Santa Fe) logró consolidar la Confederación Argentina , confederación en la cual, al estar incorporada la rica y populosa provincia de Buenos Aires, tal provincia tuvo principal gravitación.

Ya se ha señalado que dentro del Partido Federal existían graves disidencias y estas se manifestaron del modo más autodestructivo para tal partido cuando el caudillo federal entrerriano Justo José de Urquiza decidió en 1852 rebelarse contra la hegemonía de Rosas.

Los federales rechazaban los ideales del establecimiento de un sistema centralizado que coartara la independencia de las provincias. Tenían un pensamiento tradicionalista, pero defendían los intereses regionales y nacionales. Afirmaban que el sistema federal se adaptaba a las características nacionales, dada la extensión del territorio y sus regionalismos económicos y políticos.

Después de una intensa lucha, el federalismo triunfó, y gracias a eso, hoy, Argentina es una república federal en los papeles (la Constitución de 1853 designa a Argentina como un país federal). En los hechos, los intereses de los unitarios triunfaron, en especial después de la Batalla de Pavón cuando Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza. Argentina es un país con un centralismo muy marcado que se observa en todos los campos desde 1861 a la actualidad, desde la política pasando por la organización del Estado nacional o cualquier otra actividad. Los medios de comunicación que se consumen en todo el país están centralizados en Buenos Aires. También las industrias, las oficinas centrales de la mayoría de los empresas y las principales dependencias estatales. El sistema de transporte también está pensado desde el centralismo. Los aeropuertos con mayor tráfico están en Buenos Aires, las líneas férreas confluyen en Buenos Aires y también la red de carreteras.

El dicho popular "Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires" explica en pocas palabras la estructura de Argentina basada en una capital fuerte, grande y concentradora de los recursos económicos, políticos y humanos del país.

Desde tiempos de José Gervasio Artigas el color rojo punzó (significando a la sangre derramada por la libertad ante España, Portugal y Brasil y por la lucha para lograr las autonomías federales de las provincias) es el color emblemático del federalismo en Argentina, curiosamente en Uruguay tras la Batalla de Carpintería en 1836 el uso del color rojo se invirtió, los partidarios del Club del Barón revirtieron sus desteñidos ponchos celestes identificandose con el mismo color del forro en el anverso, colorados aliados de los brasileños y unitarios contra los blancos y federales. También adoptó el Partido Federal como emblemática (debido a su intenso color rojo o "colorado") a la flor llamada estrella federal y derivada de esta una estrella roja de ocho puntas llamada también estrella federal. Entre 1832 y 1860 también existió en uso la Divisa punzó.



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