La anaconda verde o común (Eunectes murinus) es una especie de serpiente constrictora de la familia de las boas (Boidae). Es endémica de los ríos del trópico de Sudamérica. De todas las serpientes esta es la de mayor longitud; rivaliza con la pitón reticulada (Malayopython reticulatus) por el título de la serpiente más grande del mundo, que suele ser más voluminosa, pero menos larga. Se conocen casos de humanos adultos atacados, aunque ninguna serpiente (Malayopython reticulatus como excepción) tiende a atacar a un ser humano, salvo por defensa propia (cuando un humano la está atacando o asustando), ya que estos no forman parte de su cadena trófica.
Habita en las cuencas de los ríos Orinoco, Putumayo, Napo, Amazonas, Paraguay y Alto Paraná. Cuenta con poblaciones en Guyana, Trinidad, Venezuela, Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Bolivia y hay una población introducida en los Everglades.
La anaconda es de color verde oscuro, con marcas ovales de color negro y ocre en los flancos. El vientre es más claro, y en la parte final de la cola muestra diseños en amarillo y negro que son únicos para cada ejemplar. El hocico está cubierto por seis escamas engrosadas, tres a cada lado, que constituyen el rasgo más distintivo que separa las especies del género Eunectes de las estrechamente relacionadas serpientes del género Boa.
La cabeza es estrecha, y no presenta un cuello muy marcado. Las narinas y los ojos están en una posición elevada, facilitando así la respiración y la percepción durante los largos períodos que la anaconda pasa sumergida cuando caza. Los receptores olfativos se encuentran en la lengua, como en todas las serpientes. Además posee fosetas loreales y pupilas dilatables, que le permiten cazar en la oscuridad. El cuerpo es ligero pero muy musculoso, adaptado a la forma de presa de la serpiente, que mata a sus presas por constricción.
El único sector de todo el cuerpo no cubierto por escamas se encuentra en la región caudal, en la zona de la cloaca, la cual presenta espolones en sus inmediaciones, que son restos atrofiados que otrora eran extremidades locomotoras.
Rara vez supera los 10 años, aunque se han documentado casos de hasta 50 años.[cita requerida]
Aún se debate cuál de las serpientes conocidas es la más grande. Un mito popular asegura que se trata de la serpiente más grande (y que pueden alcanzar tamaños descomunales no comprobados de 15-40 metros y 160-400 kilos), sin embargo, ese título pertenece a su pariente asiática, la pitón reticulada. Aun así, la anaconda es una de las mayores serpientes conocidas al ser por mucho la más larga y, cuanto menos, la tercera más grande, después de la pitón reticulada y la pitón de seba.
La anaconda verde es el caso más marcado de dimorfismo sexual entre las serpientes, ya que las hembras son significativamente mayores que los machos, alcanzando estas un promedio de 5 a 10 metros de largo y un peso de 35 a 85 kg, mientras que los machos alcanzan una longitud de 4 a 5 metros de largo y un peso máximo de 25-35 kg.
En las cercanías de San Félix, en el estado Bolívar, Venezuela, se midió una hembra de 10 metros de largo y 97 kilos de peso; es la anaconda más larga registrada en el país. Sin embargo, los locales la mataron y la colocaron sobre un Chevrolet Spark, lo cual causó furor en las redes sociales.
Una anaconda hallada en Iquitos, en la selva de Perú, el 4 de septiembre de 2014, llegó a los 12.37 metros de largo y pesaba 106 kilogramos. Se considera el reptil más largo del mundo y la más larga y pesada de la especie, aunque algunos dudan la veracidad de las imágenes asegurando que indican un cálculo de tamaño no superior a los 7 metros y 65 kg de peso aproximado. Lamentablemente, fue matada a palazos en la cabeza por los seis jóvenes pescadores que la hallaron.
La anaconda se siente a gusto tanto en los árboles como en el agua; prefiere los estanques de aguas quietas a las corrientes rápidas. Pasa la mayor parte del tiempo recostada en los árboles pero para cazar suele bajar al agua y se sumerge, acechando a su presa; la posición superior de las narinas le permite sumergir casi todo el cuerpo a modo de cripsis, y su poderosa musculatura la hace una rápida nadadora y buena trepadora.
Su mayor rival es el jaguar (Panthera onca). En los llanos venezolanos, su rival es el cocodrilo del Orinoco (Crocodylus intermedius), que compite con ella al alimentarse de capibaras (Hydrochoerus hydrochaeris).[cita requerida]
Caza por lo general animales que se acercan a beber, sujetándolos con sus mandíbulas y aferrándose a ellos para enroscarse alrededor de su cuerpo y asfixiarlos. El ataque es extremadamente rápido; en algo más de 3 segundos ya han sometido a su presa. Si encuentra la oportunidad de cazar en tierra, normalmente se descuelga desde una rama para sorprender a su presa. Se enroscan a su presa formando anillos con su cuerpo, pero, por lo general, no es la fuerza de la constricción lo que mata a la presa, sino que le impide respirar, presionando el tórax para imposibilitar la inhalación, y lo logran por la inmensa fuerza de su cuerpo.
La anaconda no tritura sus presas; su mandíbula se desencaja, permitiéndole tragar la presa entera y utiliza su fila de dientes interior (tienen cuatro filas de dientes, una ordinaria y otra en el paladar) para ir avanzando sobre su alimento e irlo introduciendo en su garganta. La digestión de una presa grande puede demorar varias semanas, durante las cuales la serpiente se encuentra casi inactiva y dormida en una rama o junto al agua.
La anaconda pasa la mayor parte del tiempo en los árboles, aunque también baja al agua para capturar presas fáciles. Es capaz de comer animales de gran tamaño; el carpincho es una de sus presas más comunes, así como ejemplares jóvenes de tapires, pecaríes, ciervos, coatíes, grandes roedores y animales acuáticos como peces. En los árboles se alimenta de monos, aves y en ocasiones caza murciélagos: donde espera en la entrada de sus cuevas y los atrapa en pleno vuelo. También se alimenta de anfibios, reptiles y de sus huevos.[cita requerida]
Se han visto anacondas caníbales, la mayoría hembras devorando machos pequeños, posiblemente para asegurar la supervivencia durante la temporada seca, cuando escasean las presas.
En su fase adulta, las anacondas solo pueden ser depredadas por el jaguar, aunque también se sabe de casos de anacondas adultas que han matado a estos.[cita requerida]
El apareamiento de la anaconda se produce entre los meses de abril y mayo; las hembras atraen a los machos mediante una señal olfativa, y estos se congregan en torno a ellas a lo largo de varias semanas. En la última fase del cortejo, hasta una docena de machos se enrosca en torno a la hembra, luchando por acceder a la cloaca de esta, formando una bola característica; pueden permanecer enroscados de este modo hasta 15 días, muchas veces en aguas poco profundas, hasta que la hembra —más grande y más fuerte— escoge al vencedor.[cita requerida]
Durante la cópula propiamente dicha, los espolones del macho estimulan la región caudal de la hembra; ambas cloacas entran en contacto, y las colas se enroscan mientras se produce la inseminación.
La anaconda no tiene particular valor comercial, aunque su piel se usa ocasionalmente en marroquinería[cita requerida]. La principal amenaza para su conservación es la destrucción de su hábitat, así como la caza por quienes la consideran un riesgo para el ganado doméstico y los niños, sin tener en cuenta el papel que juega en el control de las plagas de roedores.
Las anacondas han aparecido en películas y libros de terror, frecuentemente con la habilidad de tragar humanos adultos; estos rasgos ocasionalmente también son atribuidos a otras especies, como la pitón de Birmania y la boa constrictora (aunque esta última no crece lo suficiente como para tragar un humano adulto). Entre las películas más populares se encuentran Anaconda del año 1997, junto con sus tres secuelas: The Hunt for the Blood Orchid, Anaconda 3: Offspring y Anacondas: Trail of Blood. Esta especie también es el principal antagonista en la novela de Mathias Bradley, The Terror of the Amazon Rainforest, en la cual múltiples anacondas escapan de un campo de investigación en la selva del Amazonas y entran en contacto con un químico tóxico que las hace mutar rápidamente y las convierte en serpientes gigantes. Una visión más positiva de la anaconda se puede encontrar en los relatos de Horacio Quiroga, Anaconda y El regreso de la anaconda, los cuales son narrados desde el punto de vista del animal.
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