El ducado de Alburquerque es un título nobiliario español de carácter hereditario concedido por Real Cédula de Enrique IV de Castilla de 26 de noviembre de 1464 a su valido don Beltrán de la Cueva, siendo una de las mercedes que este obtuvo por su renuncia al cargo de Gran Maestre de la Orden de Santiago. Es el título principal de la Casa de Alburquerque.
Su nombre hace referencia a la villa de Alburquerque (Badajoz), y pertenece al grupo de los denominados Grandes de España de 1520, primeros títulos españoles en obtener la Grandeza de España por merced de Carlos I de España tras su coronación como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Su actual propietario es Juan Miguel Osorio y Bertrán de Lis, que ocupa el décimo noveno lugar en la lista de sucesión en el título.
Enrique IV de Castilla había otorgado a su valido Beltrán de la Cueva el Maestrazgo de la Orden de Santiago, hecho que irritó tanto a la nobleza castellana, por lo que el monarca le pidió que renunciase a dicha dignidad. A cambio de ello, recibiría las villas de Anguix, Cuéllar, Alburquerque con el título de ducado, Roa, La Codosera, Aranda, Molina de Aragón y Atienza, y debía alejarse por un tiempo de la Corte. A todas estas dignidades habría de unirse la concesión del condado de Huelma, por Real Cédula de 20 de agosto de 1474, ya que don Beltrán había cedido el condado de Ledesma a su hijo primogénito.
Hacia 1530 el emperador Carlos V concede el título de marqués de Cuéllar a Francisco II Fernández de la Cueva y Girón, IV duque de Alburquerque y biznieto de don Beltrán. A partir del año 1562 el Marquesado de Cuéllar será el título que llevarán los herederos al ducado, vinculando así ambos títulos. Por tanto, todos los duques de Alburquerque poseyeron unidos los títulos de ducado de Alburquerque, el marquesado de Cuéllar y los condados de Ledesma y de Huelma.
En el siglo XVII se extingue la rama primogénita más directa al morir el quinto duque sin sucesión, heredando el ducado los descendientes del segundo duque, línea que continúa hasta 1757 cuando fallece sin sucesión Francisco Fernández de la Cueva y de la Cerda, XI duque. De acuerdo a las cláusulas de fundación del mayorazgo, recayó en la Casa condal de Siruela, manteniendo el apellido originario y añadiendo otros títulos nobiliarios a la Casa. Esta línea no perdura ni un siglo, pues en 1811 muere en Londres su último portador, José María de la Cueva y de la Cerda, el XIV duque. Se inicia entonces un largo pleito por la división de las casas y mayorazgos acumulados en su persona, que duró hasta 1830, recayendo el Ducado de Alburquerque y sus estados correspondientes en la gran familia de los Osorio, marqueses de Alcañices y de los Balbases, en la que perdura en la actualidad.
Por Real Cédula fechada en 20 de agosto de 1464 el rey concede a Beltrán de la Cueva el ducado, exponiendo:
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