La diócesis de Huesca (en latín, Diœcesis Oscensis) es una diócesis de la Iglesia católica en España con sede en la Catedral de la Transfiguración del Señor de la ciudad de Huesca, sufragánea de la archidiócesis de Zaragoza, cabeza de la provincia eclesiástica de Zaragoza.
El territorio de la diócesis abarca la parte central-sur de la provincia de Huesca, sin llegar a los Pirineos, alrededor de la ciudad de Huesca. Cuenta con unos 4.728 km² y algo más de 80.000 habitantes, la mitad de ellos en la capital.
Limita con la diócesis de Jaca al norte y al oeste, que aun siendo aragonesa pertenece a otra provincia eclesiástica, la de Pamplona. Al norte y al este la Diócesis de Huesca limita con la diócesis de Barbastro-Monzón y al sur y al oeste con la archidiócesis de Zaragoza, cabeza de la provincia eclesiástica a la que pertenecen.
El espacio actual del territorio de la diócesis se corresponde con ciudades, pueblos y aldeas que pertenecen en parte de las comarcas de Aragón de Alto Gállego, Sobrarbe, Hoya de Huesca, Somontano de Barbastro y Los Monegros.
Las parroquias de la diócesis oscense que pertenecen a las dos primeras comarcas, casi deshabitadas, pertenecen a la Montaña, situadas alrededor de la Sierra de Guara; las parroquias de las dos segundas forman el Somontano, al sur de Guara, que es la zona más densamente poblada alrededor de Huesca, porque la capital ha ejercido de polo atractor de población en las décadas del desarrollismo español (1960-1970), dejando una población envejecida en sus alrededores. En los Monegros, o Tierras Bajas, la población rural se ha mantenido gracias a la puesta en marcha de los nuevos regadíos, con la creación de pueblos nuevos.
Las parroquias de la diócesis están organizadas en seis arciprestazgos: Almudévar, Ayerbe, Huesca ciudad, Monegros, Sesa-Berbegal y Somontano-Sobrarbe.
La tradición sostiene que el cristianismo llegó a tierras oscenses en el siglo I con la predicación del Apóstol Santiago el Mayor y de San Pablo. En las persecuciones del siglo III y IV se hace notar la presencia cristiana en Huesca: la diócesis se gloria de ser la cuna de San Orencio y Santa Paciencia, padres de San Lorenzo, diácono y mártir en Roma el 10 de agosto de 258. San Lorenzo es el santo patrón principal de la Diócesis de Huesca. En la Osca romana nació San Vicente (diácono del obispo de Zaragoza San Valero), que sufrió persecución en tiempos del emperador romano Diocleciano y murió en Valencia martirizado el 22 de enero de 304.
La primera mención documental de un obispo radicado en el territorio oscense aparece a principios del siglo IV en el Concilio de Elvira (Iliberis, cerca de la actual Granada), el concilio hispano más antiguo del que se conservan sus actas: hacia el año 306 un cierto obispo Genaro de Fibularia firmó las citadas actas. Por Fibularia se designa a la ciudad Calagurris Fibularia, dependiente de Osca desde el siglo I a. C., que se identifica actualmente con un paraje y yacimiento arqueológico romano llamado "Calaborra", situado en Bolea.
La Osca romana pudo ser sede episcopal. Sin embargo, los nombres de los obispos más antiguos que han llegado a nuestro conocimiento desde fuentes seguras pertenecen al siglo VI, con los visigodos en Hispania y con el desarrollo de un cristianismo más contemplativo y monástico, producido durante la descomposición del poder romano y su sustitución por los bárbaros: la Sierra de Guara y las sierras exteriores pirenáicas a la vista de Huesca fueron lugares donde se fundaron cenobios y monasterios que fueron refugio de numerosos eremitas como San Victoriano o San Victorián, abad del Monasterio de San Martín de Asán, un monasterio que antes de la invasión árabe se convirtió con la regla de San Victorián en un verdadero seminario episcopal de la Tarraconense, o San Úrbez, pastor y monje en la Sierra de Guara un siglo después de la invasión musulmana de la península ibérica.
En el siglo VI, Elpidio (h. 522-546) fue el obispo que vio su sede erigida (el año 533, según Catholic-Hierarchy), sufragánea de la sede tarraconense. Pompeyano (h. 546-556), Vicente (557-576) y Gabinio (576-600) fueron los siguientes obispos de la sede oscense, siendo este último el primero de los 52 obispos, asistentes al III Concilio de Toledo el 8 de mayo de 589, que con su firma sellaron la abjuración del rey Recaredo de su fe arriana y conversión a la fe católica. En el año 598 se celebró en Huesca un concilio de la Provincia Eclesiástica Tarraconense. Osdulfo asistió en 633 al IV y en 638 al VI Concilio de Toledo, mientras que Eusebio estuvo presente en el VIII Concilio de Toledo (653).
Relacionado con el Monasterio de San Martín de Asán, además del mencionado obispo Vicente (557-576), que profesó en el año 551 como diácono y legó sus bienes al monasterio en tiempos del abad San Victorián, otros obispos de Huesca fueron primero abades de San Martín de Asán, como Audeberto, que siendo abad asistió como vicario del obispo Gudiselo de Osca (también llamado Gadisclo, Gadiscaldo, Budiscaldo o Budiscaleo) al XV Concilio de Toledo celebrado en 683, mientras que ya obispo de Osca, firmó las actas del XVI Concilio de Toledo en 693. Además, habrían sido monjes de San Martín de Asán los obispos San Gaudioso de Tarazona (527-541), Aquilino de Narbona, Tranquilino de Tarragona y Eufrónimo de Zamora.
En el año 711 los árabes invaden la península ibérica y pronto se adueñan de su mayor parte: en 714 alcanzan Zaragoza y el valle del Ebro, y para el año 719 Huesca capituló. Una minoría de cristianos oscenses, llevando consigo reliquias de sus iglesias, tomaron el camino del destierro hacia los ocultos valles pirenaicos, residiendo durante los 380 años de dominación musulmana en Huesca ya sea en Siresa, ya en Sasabe (primera sede obispal -obispos sisabenses-, a principios del siglo X), en San Juan de la Peña, o por último en Jaca, en un periodo de obispos itinerantes intitulados "Obispos de Aragón".
De los que no huyeron, una parte importante de la población adoptó la fe musulmana de los invasores, los llamados muladíes, que conservaron haciendas y en algunos casos, importantes cargos en la gobernación musulmana como por ejemplo Amrús ben Yusuf, general del emir Alhakén I y gobernador de Toledo en 797, mientras que la comunidad mozárabe, sometida al pago de tributos, conservó la fe y el culto cristiano en torno al Monasterio de San Martín de Asán (probable sede episcopal mozárabe durante los siglos VIII al X) y a la iglesia de San Pedro el Viejo en la ciudad de Wasqah, la Huesca musulmana, donde las santas Alodia y Nunilo, mártires y vírgenes durante la dominación musulmana, santificaron la tierra oscense. Se conocen los nombres de obispos mozárabes de Wasqah, como los de Nitídeo (750), Frontiniano (800) o Redempto (principios del siglo X), hijo del último conde aragonés de los Galíndez, Galindo II Aznárez cuya hermana Sancha estuvo casada con el walí musulmán de Wasqah, Muhammad al-Tawil.
Hasta entonces, el territorio aragonés pirenáico, tanto cristiano como musulmán, dependía en lo eclesiástico de los obispos mozárabes de Huesca, que ejercían su labor pastoral tanto en tierras cristianas como musulmanas. La diócesis comprendía entonces el territorio del Pirineo central al norte, desde el valle de Ansó por el oeste hasta el río Cinca por el este, que a fines del siglo X era una zona parcialmente reconquistada y cristiana alrededor de dos núcleos aislados, el condado de Aragón (alrededor del valle del río Aragón y sus afluentes hasta el Roncal pamplonés) y el condado de Sobrarbe (alrededor del núcleo de Buil). La diócesis también comprendía una zona islamizada centrada alrededor del Somontano de Wasqah y la Barbitaniya, el Serrablo (el valle del río Gállego y su afluente el río Guarga) y la ribera del Cinca: en esta zona contaba con los monasterios de origen visigodo y eremita de San Martín de Asán, San Pedro de Séptimo, San Úrbez de Nocito y San Cucufate (o San Cugat) de Lecina, y con las parroquias mozárabes, situadas en el interior de ciudades y villas musulmanas o en poblados aislados, como las de Huesca (San Pedro el Viejo), Quinzano, Plasencia, Anzano, Lierta, Arascués, Nisano, Banastás, Apiés, Lienas, Igriés, Yéqueda, Aguas, Liesa, Saliellas y Casbas, junto con la iglesia de Santa Eulalia de Barbastro.
El cambio de dinastía en el Condado de Aragón, cuando la hija de Galindo II Aznárez, Andregoto Galíndez, pasó el título condal a los reyes navarros de la dinastía Jimena por vía matrimonial, se caracterizó por un impulso reconquistador y repoblador gracias a que lograron atraer a muchos mozárabes de la Marca Superior andalusí. En el 922, el obispo de Pamplona Galindo consagra a Ferriolo como obispo de Aragón en el Valle de Borau.
Más allá del Cinca, el territorio pirenáico era sufragáneo de la archidiócesis de Narbona por medio de su vinculación a la sede obispal de Urgel, hasta que los condes de Ribagorza consiguieron no solo su independencia política del otro lado del Pirineo, sino también su independencia eclesiástica por el expeditivo método de acoger a un obispo itinerante (Arnulfo, año 888) y nombrar como obispo de sus territorios condales a un miembro de la familia gobernante, Atón, en tiempos del conde Ramón I de Pallars-Ribagorza. Finalmente, solo a mediados del siglo X, en tiempos de Ramón II de Ribagorza, el condado de Ribagorza consiguió de Narbona la creación de un obispado propio con sede en Roda de Isábena, recientemente conquistada a los árabes.
Al reconquistar el Rey Pedro I la ciudad de Huesca en noviembre de 1096, restauró la sede oscense. A partir de esta fecha, la vida religiosa de Huesca es mucho más conocida, incluyendo sus luchas por la supremacía de su sede en la zona central del Pirineo.
Según el Anuario Pontificio de 2013, la diócesis contaba con:
En el curso 2017-18 se formaron 3 seminaristas en el Seminario Mayor diocesano.
Desde enero de 2011 es obispo de HuescaJulián Ruiz Martorell, hasta entonces vicario general de Zaragoza y antiguo rector del Seminario Metropolitano de la archidiócesis de Zaragoza. Fue nombrado por el papa Benedicto XVI ha nombrado el 30 de diciembre de 2010 para ocupar el cargo de ordinario de Huesca y de la diócesis de Jaca.
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