Sayago es una comarca española de la provincia de Zamora, en la comunidad autónoma de Castilla y León.
Ocupa un territorio de 1484,6 km², en gran parte flanqueado y aislado por profundas gargantas, hoces y tajos excavados por el Duero y el Tormes. En 2017, su población era de 8184 habitantes, lo que indica una densidad de población de 5.51 hab/km², una de las más bajas del territorio nacional.
La diversidad de su paisaje sorprende a cada paso al visitante, en especial, los imponentes berrocales de peñas con formas caprichosas, cuya presencia aumenta a medida que nos alejamos del este ceralista y nos acercamos al oeste del «arribe» y de la raya con Portugal. Alcornoques, encinas, quejigos y robles, junto con matorral bajo de cantuesos, escobas, jaras y piornos se abren paso entre las rocas, cubriendo muchas de sus tierras, mientras que los enebros bordean las riberas de los ríos o los fresnos y negrillos las cristalinas riveras. Sus pueblos conservan aún su arquitectura tradicional propia e inconfundible, en el que la piedra juega un papel predominante, tanto en la edificación de viviendas mediante el sistema de mampostería careada, como en el cerramiento de mampostería en seco del cinturón de fincas que circundan sus característicos cascos urbanos, y que los sayagueses denominan cortineo.
Esta comarca cuenta con un notable sentimiento de identidad, dadas las afinidades geográficas, económicas, sociales e históricas de los municipios que la conforman. Sin embargo, no cuenta con un ente administrativo que lo represente y gestione, motivo por el que la mayor parte de sus municipios se integran en la mancomunidad Sayagua, en cuanto que esta es la única fórmula legal que les permite optimizar de forma colectiva la gestión de algunos servicios públicos municipales.
La palabra Sayago tiene una posible relación con los yacimientos mineros de época céltica, pudiendo derivar de la palabra céltica Salliacum. Sus formas medievales serían: Saliago, Salago, Salagu y Sayago.
También se relaciona con sayo, sayal, capa o «sagum» celtibérico y lusitano de color pardo, buriel o vellorí de las ovejas llamadas negras. Se pagaban como tributos por los vencidos celtíberos a las tribus romanas. Con el «paño sayal» se confeccionaron (hasta finales del siglo XIX, principios del XX), todas las prendas externas de la indumentaria sayaguesa.
Otros autores
buscan el origen de Sayago en el antiguo reino de Sabaria o Sibaria, en tanto que:Su nombre podría ser la forma leonesa de Sanctus Iacobus (Santiago).
Algunos autores resaltan el posible origen árabe del término Sayago. En este sentido, Pérez Viñuela
indica que:Según la RAE, el término sayagués tiene las siguientes acepciones:
El refranero se refiere al sayagués con dichos como:
El gentilicio de los naturales de esta comarca es sayagués.
Enclavada al suroeste de la provincia de Zamora, las «arribas» o acantilados originados por el río Duero lo han aislado históricamente por el norte de las comarcas de Tierra del Pan, Tierra de Alba y Aliste. Este obstáculo natural, durante siglos insalvable, comienza en la esquina noreste de la comarca de Sayago, en el término de San Román, lugar en el que el río describe un enorme meandro, para continuar posteriormente por los términos de Arcillo, Abelón, Moral, Moralina y Villadepera. En este último municipio, y tras alcanzar Portugal, el Duero hace un notable giro de noventa grados, comenzando desde ese momento su tramo internacional.
Por el oeste, las arribas o acantilados aún más recrudecidos por la fuerza erosiva del Duero, aislaron de forma más severa el territorio de Sayago e impidieron una mayor fluidez en el intercambio cotidiano con la vecina Portugal. La grandiosidad de los cortados originados por el Duero, ha sido sin embargo aprovechado para la creación durante el s. XX de una serie de centrales hidroléctricas, conocidas en su conjunto con el sobrenombre de Saltos del Duero, todas ellas surgidas gracias a los compromisos internacionales alcanzados entre España y Portugal. El aislamiento, sin embargo, trajo consigo que en esta comarca perduraran hasta nuestros días las características propias de un espacio natural privilegiado, en el que destaca sobremanera la belleza agreste de su paisaje granítico y su rica y variada fauna y flora, motivos por los que esta franja territorial ha sido objeto de protección tras la constitución del denominado parque natural de Arribes del Duero. Delimitando este costado sayagués sobre el río, se encuentran los términos de Torregamones, Badilla, Cozcurrita, Fariza, Mámoles, Palazuelo, Fornillos, Pinilla y Fermoselle, este último situado en la esquina suroeste de la comarca de Sayago y de la propia provincia de Zamora.
Nuevamente un accidente geográfico generado por un río, el Tormes y su embalse el Almendra, es quien perfila el frente sur de la comarca de Sayago, separándola de la vecina provincia de Salamanca. Este paisaje, muy similar a los anteriores, también está formado por profundas gargantas, más estrechas, acordes al caudal transportado. Desde Dos Aguas en Fermoselle, paraje en el que desemboca el Tormes en el Duero, el límite comarcal lo van definiendo los términos de Cibanal, Salce, Roelos, Carbellino, Alfaraz y Moraleja.
Finalmente, el este comarcal, a diferencia de los anteriores costados, no presenta ningún accidente geográfico que dificulte geográfica, histórica, cultural y económicamente el intercambio con los pueblos vecinos, en este caso de la Tierra del Vino y de la salmantina Tierra de Ledesma. La línea comarcal quedaría perfilada con los términos de los pueblos de Moraleja, Peñausende, Cabañas, Pueblica de Campeán y, por último, San Román.
Sayago, a su vez, se divide en las subcomarcas de «Alto Sayago» y «Bajo Sayago». De ellas, la última se circunscribe a las localidades más próximas a Portugal y en su mayor parte incluidas dentro de la zona conocida como los arribes del Duero.
La comarca es una penillanura de altura uniforme, en torno a los 800 m, con dos excepciones:
Salvadas estas dos excepciones, el relieve comarcal consiste en una superficie de suaves y ondulados cerros de modesto resalte que van a marcar las líneas divisorias entre las riveras existentes según las alineaciones de los cerros, altos o tesos. Dichas riveras cesan de correr con la llegada del calor en el mes de junio dejando en su cauce pozas o cadozos.
Las alineaciones de sus cerros van a delimitar en Sayago dos vertientes distintas hacia los dos ríos que lo enmarcan, Duero y Tormes. Así la alineación Teso Santo en Peñausende y Llucha en Villadepera origina una serie de riveras que nacen en sus inmediaciones y concluyen en la parte más septentrional del río Duero a su paso por la comarca. Algunas de ellas son la rivera de Judiez, de Mogatar, de Pueblica o de Fresno. Todas ellas se caracterizan por un curso lento a través de valles hasta su final precipitación en forma de cascada.
Al otro lado de esta alineación, surgen riveras muy similares a las anteriores pero que vierten sus aguas en el Tormes. Todas ellas son de curso lento, profundamente encajadas en sus desembocaduras, como la de La Moraleja, Belén de Almeida, Suelgas de Villamor y la de Pelazas. Todas ellas originan vistosas cascadas como las de Abelón, Arcillo, Mámoles, Villardiegua y Fariza-Cozcurrita.
El curso alto de las riveras ha permitido el riego de las huertas en los pueblos por los que pasan y el de su curso bajo, encajonado en ocasiones entre berrocales, ha sido testigo de los tradicionales molinos, hoy derruidos en su mayoría.
Todas las riveras sayaguesas dejan de correr en junio, con la llegada del calor, dejando sólo en su cauce pozas o cadozos con abundantes ranas, sardas y tencas.
Respecto al Duero, a su paso por Zamora inicia un proceso erosivo que en Sayago se hace más patente, tras su llegada a San Román y Pereruela, donde el encajonamiento es ya profundo. En el término de San Román se construyó la «Presa el Porvenir». Frente a la raya de Abelón y Moral se le une el río Esla por la derecha. Entre Moral y Villalcampo se construyó una nueva presa hidroeléctrica. De los acuerdos hispano-lusos surgieron nuevas presas como las de Castro, Miranda de Douro, Picote, Bemposta, Saucelle y Aldeadávila.
El Tormes sirve de frontera natural entre el Sayago zamorano y Salamanca, pasando por los términos de Carbellino, Roelos, Salce, Cibañal y Fermoselle, donde se une al Duero, tras haber formado profundos tajos en el subsuelo granítico, especialmente a partir de la presa de Almendra, cuya construcción supuso la pérdida del pueblo de Argusino y de tierras de los pueblos ahora ribereños.
El clima de la penillanura de Sayago es mediterráneo continentalizado. Las heladas son frecuentes a nivel comarcal, siendo el periodo frío de unos seis o siete meses que empezarían en octubre o noviembre y acabarían en mayo o junio. Las primaveras y otoños son muy cortos. En general, el índice pluviométrico es bajo a lo largo del año, excepto los meses de invierno.
Los arribes, sin embargo, muestran un clima mediterráneo, con escasa influencia atlántica, presentando inviernos suaves con ausencia de heladas en las zonas bajas y veranos calurosos. Consecuencia de esta privilegiada situación es que, como media, puede calcularse que supera en 5 grados la temperatura del resto de Sayago.
Esta comarca, a pesar de su gran sentido de identidad, con características geográficas, económicas, sociales e históricas afines, no cuenta con el necesario reconocimiento legal para su desarrollo administrativo, lo que ha llevado a sus municipios a organizarse en mancomunidades como única fórmula legal que les permite la optimización de la gestión de algunos servicios públicos municipales.
Sayago está dividida en 24 municipios que, a su vez, incluyen 35 pedanías, lo que da un total de 59 núcleos de población. La comarca ocupa una superficie de 1484,6 km² y cuenta con una población de 8354 habitantes (INE, 2016), arrojando por tanto una densidad de población de 5,63 habitantes por kilómetro cuadrado.
La tabla adjunta indica la relación de ayuntamientos, indicando la superficie del término municipal en kilómetros cuadrados, el número de habitantes y las pedanías o anejos de cada municipio:
El listado no incluye al antiguo municipio de Argusino cuyo término fue anegado, el 17 de septiembre de 1967, por el embalse originado tras la construcción de la presa de Almendra. Su territorio pasó a formar parte del término municipal de Cibanal y este último, a su vez, posteriormente se integró en el municipio sayagués de Villar del Buey.
La mancomunidad es una asociación libre de municipios, dentro del marco jurídico autonómico y nacional, que crea una entidad local superior y a la que los municipios asociados delegan parte de las funciones o competencias que la ley les atribuye, al objeto de que preste a sus miembros un servicio público conjunto. En Sayago, la mayor parte de sus municipios está adheridos a la mancomunidad de Sayagua y de forma minoritaria a la de Tierra del Vino.
Entre 1998, año en el que el padrón de municipios españoles comenzó a publicarse de forma anual, y 2017, se ha producido un descenso importante de la población en la comarca de Sayago, desde los 11 335 habitantes en 1998 a tan sólo 8184 en 2017, lo cual supone un descenso del 27,8% en un periodo de 19 años.
En Sayago ha habido asentamientos humanos desde la prehistoria. Su territorio sufrió el gélido clima de las cuatro glaciaciones, especialmente la última, la Wurm de hace más de 20 000 años. No obstante, y a pesar de esta climatología tan adversa, existieron asentamientos humanos en las terrazas orientadas al sur del Tormes —especialmente en Roelos— y en las cuevas naturales de este río y del Duero. Entre otros refugios, son conocidos los de la cueva de Valcuevo de Torregamones, la Fisga del Diablo en Fariza, el Buraco del Diablo en Fermoselle, la Casa del Grelo en Mámoles, los Hociles de Pereruela y la Cueva de los Moros en Almeida.
Las herramientas de esta etapa fueron de piedra, perfiladas mediante percusión en núcleos de cuarcita, con las que elaboraron las herramientas necesarias para la caza, defensa y restantes necesidades. En el término de Roelos han aparecido algunos de estos utensilios, como hachas unifaciales y bifaces achelenses de forma almendrada.
Durante el neolítico aparecerían los primeros asentamientos definitivos, generalmente situados en las zonas más elevadas por su fácil defensa y visibilidad para la vigilancia del ganado. De esta época sería el desaparecido dolmen que se encontraba junto a la ermita de la Virgen del Castillo en Fariza Otro dolmen, que ha perdurado, es el de Torregamones.
Los autores vienen a coincidir en la tardía revolución neolítica de Sayago, principalmente por las infranqueables barreras de los ríos Tormes y Duero. Esta idea hace pensar que también fue tardía la llegada a Sayago de los metales, de los que se han encontrado hallazgos aislados, como una pieza de cobre en el dolmen de Almeida o la alabarda de la cultura campaniforme en Fariza
Sayago fue un territorio vetón, pueblo que se instaló en esta comarca a partir del siglo V a. C., aunque también existen dudas sobre la posible presencia de asentamientos vacceos. Ambos son pueblos fuertemente influenciados por las culturas indoeuropeas que llegaron a la península ibérica en las migraciones que se produjeron desde Centroeuropa a partir del primer milenio antes de la era común.
El legado de esta época es mucho más preciso que el de la anterior y cuenta con dos iconos representativos como son el verraco de Villardiegua de la Ribera y la diosa Bane de la dehesa de Paredes en Fresno de Sayago. De esta época son los restos de los castros que en Sayago son relativamente abundantes pero de pequeñas dimensiones. Al igual que los castros de otras zonas, se encuentran generalmente ubicados en lugares estratégicos, elevados, cercanos a manantiales, protegidos por defensas naturales como acantilados o cursos de agua y defendidos en la parte accesible por fuertes murallas, algunas con piedras hincadas delante de las mismas. Los más representativos son:
Más profunda y decisiva fue la huella romana en Sayago, aunque existen dudas sobre si Sayago estuvo, o no, incluida dentro de la provincia romana de Lusitania. Tras los recientes estudios realizados a partir de los testimonios onomásticos, se han identificado los límites étnicos y administrativos de los vetones, que hacen plausible alinear a Sayago dentro de la provincia romana de Lusitania. Dicha provincia tendría el inicio de su frontera norte en la desembocadura del Duero, continuaría a contracorriente por el cauce de este río hasta la confluencia con el Esla –cauce que separaría astures del norte de los lusitanos del sur–, para posteriormente descender hacia la rivera de Sobradillo por Peñausende hasta enlazar con el arroyo de la Ribera y el Teso Santo, para desde ahí continuar por la ribera de Izcala y el arroyo Carralafuente hasta Castillejo –tramo en dirección sudeste que separaría los vetones, al oeste, y vacceos, al este–.
La romanización se hizo efectiva en la creación de diversos núcleos urbanos, como Fermoselle o Escuadro, y en la creación de una red básica de calzadas que unió estas poblaciones entre sí y a estas con el resto del territorio nacional a través de la Vía de la Plata a su paso por las cercanías de Peñausende, lo que potenció en la zona la comunicación, el comercio y el movimiento de la ganadería.
Por otra parte, Sabaria ha sido identificada repetidas veces con la actual Peñausende de la provincia de Zamora, situándola en el camino de 632 millas que comunicaba Mérida con Caesaraugusta, y concretamente entre las localidades de Salmanticae (Elmandica, Salmantica, Salamanca) y Ocelo Duri (Zamora).
Las fuentes escritas con referencias a Sayago, son relativamente tardías, las primeras de comienzos del siglo XIII. En 1205 aparece mencionado como Saliago, en una documentación de Alfonso IX, y como Sallago, en el Tumbo Blanco de Zamora, aunque seguramente ha de leerse esta última como Saliago. El proceso de consolidación de las propiedades del Cabildo de la Catedral de Zamora dejó nuevas menciones: Salagu (1216 y 1220, Tumbo Negro) –aunque seguramente deba leerse como Saiagu-, Saago (1250, “carrera de Saago”, esto es, camino de carros hacia Sayago) y Sayago (1256, Tumbo Blanco). Estas primeras menciones pudieron referirse a un concepto territorial más restringido que el comarcal actual y que con el tiempo fue creciendo junto con la influencia de la ciudad de Zamora.
La documentación correspondiente a repartimientos del siglo XIV de “peones y bestias” (1484), se refiere a la “Tierra de Sayago” con un total de 1371 vecinos pecheros, mencionando la asignación que le corresponde a cada una de las poblaciones.
Como “partido de Sayago” aparece en el Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla (1591), a diferencia de otras zamoranas que son mencionadas como “tierra de” (Toro, el Vino y el Pan).
También aparece mención en el Catastro de Ensenada (1752-1753), en el que aparecen citadas el conjunto de villas, lugares, dehesas y despoblados pertenecientes a Sayago.
El padrón de 1763 registra los lugares que conforman la comarca de Tierra de Sayago, mencionando a Abelón, Alfaraz, Almeida, Argañín, Argusino, Badilla, Bermillo de Sayago, Cabañas de Sayago, Carbellino, Carrascal, Cernecina, Cozcurrita, Las Enillas, Escuadro, Fadón, Fariza, Figueruela de Sayago, Formariz, Fresnedillo, Fresno de Sayago, Gamones, Gáname, Luelmo, Malillos, Los Maniles, Mamoles, Mayalde, Mogatar, Monumenta, Moral de Sayago, Moralina, Muga de Sayago, Moraleja de Sayago, Palazuelo de Sayago, Pasariegos, Peñausende, Pereruela, Piñuel, Roelos, Salce, San Román del Valle, Sobradillo de Palomares, Sogo, Tamame, Torrefrades, La Tuda, Tudera, Villadepera, Villar del Buey Villardiegua de la Ribera, Villamor de Cadozos, Villamor de la Ladre, Viñuela de Sayago y Zafara.
El geógrafo Tomás López nos ofrece una descripción detallada del territorio sayagués de finales del siglo XVIII, en el que se indica que el partido consta de:
El límite comarcal de Sayago es claro por el norte y noroeste, al ser trazado por el río Duero. Por el este, lindando con la Tierra del Vino, hay una frontera ondulante que arranca de la propia ciudad de Zamora. Esta línea incluye Alcamin Alto y Bajo, excluye Tardobispo, incorpora Amor, excluye El Perdigón, y después sigue estrictamente la ribera de Campeán hasta llegar a Cabañas, que es incorporado a Sayago como un pequeño embolsamiento. Desde esta última, la línea gira para incluir a Mayalde, excluyendo de Sayago a Villagarcía de los Pinos. Hay un entrante perteneciente a la provincia de Salamanca (La Sagrada) que coincide con las estribaciones del Teso Santo. A partir de este punto, la frontera se dirige hacia el sur para incluir en Sayago a Santarem, Moralejay continuar por el Asmesnal hasta tocar con el Tormes en Estacas. Posteriormente sigue el curso de este último río, aguas abajo, hasta su desembocadura en el Duero.
Los posteriores censos marcan un territorio sayagués similar al actual, con la única diferencia de que algunos topónimos desaparecen al pasar a ser despoblados y luego a la toponimia menor. Un ejemplo de esta evolución, puede ser el de Torremut. Además, las desamortizaciones decimonónicas también dejaron su huella por la absorción de algunos lugares dentro de realengos anejos.
En el siglo XX son reseñables la creación de nuevos municipios por la escisión de otros existentes. Fue el caso de Cibanal y Figueruela que en 1926 se independizaron de Argusino y de Fresno, respectivamente. En 1927 Formariz se separó de Fornillos, y La Tuda con Las Enillas de Tardobispo. En 1928 Fadón de Ganame. Tras la Guerra Civil, esta tendencia se invirtió, generándose el proceso contrario de pérdida de independencia municipal de algunas localidades sayaguesas.
El término sayagués, entendido como habla o idioma, es definido en el RAE como el “habla arrusticada que se finge dialecto leonés de la comarca de Sayago, utilizada por personajes villanescos en el teatro español de los siglos XV al XVII”.
Históricamente, sin embargo, el sayagués o habla sayaguesa es una realidad sociolingüística, enclavada como dialecto dentro del leonés o habla romance vernácula que surgió en los territorios que actualmente ocupan las provincias españolas de León, Zamora y Salamanca.
Entre los autores que han mencionado en sus obras el sayagués, destaca Unamuno, que se refiere al mismo del siguiente modo:
…
La mayoría de las fiestas locales son celebradas durante los meses de verano, época de regreso de los naturales emigrados en los años 50 y 60 del siglo XX. De todas las celebraciones de la comarca, tres son las que alcanzan un mayor renombre:
El traje femenino se compone de jubón, saya o manteo con faltriquera y delantal, pañoleta, denque, mantilla o mantón de Manila; camisa, pololos, enaguas y medias blancas con zapatos de lentejuelas. En los bordados se reproducen discos solares, elementos florales, aves exóticas, medias lunas, etc. El jubón y el manteo son las piezas con más esmerada decoración, principalmente a base de lentejuelas plateadas y doradas, azabaches, pedrería y botones de plata.
El traje masculino es mucho más austero y está formado por prendas como polainas, camisa blanca con puños bordados. El resto de prendas son de color negro, como el chaleco con doble fila de botones de plata, la chaquetilla de felpa, el sombrero y los zapatos.
Sayago es fundamentalmente una comarca ganadera, con una agricultura principalmente cerealista y de apoyo o complemento a la primera.
En Pereruela pervive la tradición artesana de la alfarería, con productos internacionalmente conocidos como los hornos de barro, la cazuelas y otros recipientes de la cocina tradicional. Cibanal y Carbellino también fueron famosos por sus cacharros de barro aunque hace años que fallecieron sus últimas alfareras. En Carbellino aún quedan en pie los antiguos hornos donde se cocían los asadores de castañas, las vasijas, los cántaros y las fuentes que le dieron renombre en otras épocas. Renombre tienen también otros productos de la región como son los vinos de Fermoselle y Mámoles, los quesos de Fariza y el aceite de Fermoselle.
Otros productos, que también destacan por su calidad, son el pan, así como otros productos de la familia como el hornazo, el bollo maimón, el rebojo, la magdalena y, en general, todos los productos cárnicos derivados de la matanza, con especial referencia al embutido que, a pesar de no ser tan conocidos fuera de la comarca, son también de primera calidad.
Destaca la existencia de pequeñas industrias artesanales como las de Almeida, en las que se elabora y produce productos derivados del corcho, cerámica y telares.
En Tamame existe una mina de caolín que exporta sus diversos productos a varios países de la Unión Europea. En la comarca también hay varias empresas dedicadas a la extracción, corte y comercialización del abundante granito existente.
Más reciente es el desarrollo de la oferta de turismo rural en Sayago, especialmente en Fermoselle, Peñausende, Almeida y Bermillo que, junto con otras poblaciones, han visto crecer su plazas hoteleras y de restauración.
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