Las variedades del idioma español en el País Vasco y Navarra son el conjunto de variedades lingüísticas del idioma español hablados en el País Vasco y Navarra.
Pertenecen a los dialectos castellanos septentrionales, guardando especial relación con el castellano de Aragón, aunque con claros matices euskericos.
Estas variedades son habladas en el territorio de Hegoalde, en las provincias de Navarra, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa. También es hablado en zonas limítrofes, como en la Rioja (comarca de Haro y la Sonsierra), en Castilla y León (Miranda de Ebro y valles de Losa y Mena), en Cantabria (Castro Urdiales y comarca de Asón-Agüera) y en Aragón (Jacetania occidental).[cita requerida]
Para algunos autores los primeros registros del romance ibérico aparecen en las Glosas Emilianenses, escritas en San Millán de la Cogolla, en el entonces Reino de Pamplona Además, aparecían apuntes en euskera (aunque no eran los primeros vestigios de dicha lengua). Esto hace que sean muchos los lingüistas que afirmen que el origen del castellano se encuentra entre Burgos, la Rioja y la Rioja Alavesa.[cita requerida] Allí se habló durante mucho tiempo o se sigue hablando el euskera, por lo que se le considera uno de los grandes aportes a la creación del idioma junto con el latín. De hecho, en el Cantar de mio Cid, primera obra poética de la literatura castellana, Rodrigo Díaz de Vivar (apellido compuesto navarro-alavés), procedente de Burgos, llama Minaya a Álvar Fáñez, su amigo de confianza. Resulta que Minaya procede de la expresión "mi anaia", siendo "anaia" la palabra en euskera para referirse al hermano de un hermano, lo que muestra la gran influencia de este idioma en las zonas donde surgió el castellano.
En 1119, el rey Alfonso VIII de Castilla conquista Álava, hasta entonces perteneciente al Reino de Pamplona, y lo anexiona al Reino de Castilla, entonces con un tamaño muy reducido. Esto propicio la incorporación de sendos elementos del euskera al castellano. Entre ellos se encuentran:
Existen además ciertos elementos cuyo origen, aunque disputado, podría también estar en el euskera.
Lo mismo sucedió con Guipúzcoa en el año 1200 y en 1334 con el Señorío de Vizcaya, aunque a menor escala, ya que especialmente este último conservó el uso del euskera. Esto propició la creación de un dialecto del castellano propio de las tres provincias (Álava, Vizcaya y Guipúzcoa) ligeramente diferente al del resto de la Corona de Castilla.[cita requerida]
En 1492, con la conquista por parte de la Corona de Castilla de los territorios árabes de la península ibérica, la lengua romance usada en la Corona de Castilla comenzó a variar considerablemente, en comparación con la lengua romance hablada en Hegoalde (a excepción de Navarra), al incorporar elementos del árabe tales como alcohol, almohada, albaricoque, hasta o aceite.
Por otro lado, en el Reino de Navarra se hablaban tres idiomas: euskera, navarro (en la parte sur) y gascón (en la parte norte). El gascón se trata de un idioma surgido de la fusión entre el latín y el aquitano (antecesor del euskera) en la región de Aquitania y asimilado después al occitano. En cuanto al romance navarro, forma junto al romance aragonés y al riojano precastellano el grupo de lenguas navarroaragonesas. Lo que mayoritariamente diferenciaba al navarro del resto de lenguas navarroaragonesas y, en menor medida, de las lenguas castellanas, era precisamente la incorporación de elementos euskericos, al estar muy en contacto con dicha lengua. Algunos de estos elementos siguen presentes en el aragonés actual.
Tras la conquista del Reino de Navarra por parte de los reinos de Castilla y Aragón, entre los años 1512 y 1529, el castellano fue impuesto también en Navarra. Al ser tanto el castellano como el navarro lenguas romances, compartían gran cantidad de elementos en común. Tal y como sucedió con otras lenguas peninsulares como el leonés, el extremeño o el aragonés, la nobleza castellana hizo parecer que empleaban formas arcaicas o vulgares, pese a que fuesen términos de sus propias lenguas, lo que conllevó a una gran parte de la población a dejar de lado sus lenguas tradicionales para emplear el castellano. Se trata además de una de las causas del declive, hasta el siglo XX, de otros idiomas como el euskera, el catalán o el gallego. Uno de los casos más destacados fue la muerte del euskera roncalés en 1976 junto con su última hablante, Antonia Anaut.[cita requerida]
Tras dicho proceso, se consideró que las formas romances de hablar propias de los territorios de Hegoalde son finalmente, en el siglo XXI, variedades del idioma español. Sin embargo, debido a la imposición de normas lingüísticas por parte de la Real Academia Española, algunas de sus formas están vistas como "vulgares" o "incorrectas" y otras tantas como "no estándares" o "a evitar". Actualmente, al igual que el resto de variedades, está perdiendo peso debido a la uniformización del castellano.[cita requerida]
Aunque muchos rasgos propios de estas variedades se han extrapolado a todo el castellano, especialmente en sus primeros años, había y sigue habiendo grandes rasgos que diferencian a los hablantes de Hegoalde del resto de los castellanoparlantes. Algunos de ellos pasaron a la historia, como:
Estas variedades tienen unas particularidades que le diferencian de cualquier otra variedad del castellano:
La forma verbal del participio castellano proviene del participio latino, pero como se han perdido las formas presentes y futuras, sólo queda el participio pasado. El participio siempre es pasivo en castellano y no tiene forma compuesta. En cuanto a la construcción, hay dos tipos de participio: los regulares y los irregulares. Los participios irregulares ven el lexema desfigurado y, al estar más cerca de las formas latinas, ocultan el morfema del participio. Estos, precisamente al ser irregulares, no afectan al lenguaje de Hegoalde. Por ejemplo, el participio del verbo ver es visto; el del verbo escribir, escrito, y el del verbo alabar, alabado.
En cuanto a los verbos regulares, forman el participio del siguiente modo: lexema + vocal inductora + vocal temática + morfema de participio + morfema de género + morfema de número. En el caso de los verbos de la primera conjugación, que constituyen el infinitivo en -ar (por ejemplo, amar, excavar), la vocal temática es "a", y el morfema participativo (en este caso, como las otras dos conjugaciones regulares) es "d". En consecuencia, la forma masculina singular de los participios de la primera conjugación se convierte en -ado, siendo -ados su forma plural. Son las dos formas que se omiten parcialmente en estas variedades del castellano, que al hablar -ado se convierte en -au y -ados en -aus, aunque nunca por escrito, siempre oralmente. Por el contrario, las formas del femenino no presentan esta alteración. Algunos ejemplos son:
Aunque pueda parecer que ocurre en otros dialectos del castellano, especialmente en el andaluz o algunos latinoamericanos, no es así. En estos casos, el morfema de participio "d" se evita totalmente, aunque el morfema de género "o" permanece intacto. En este caso, alquilado diría "alkilao" ("alkilau" en Hegoalde) y dejados "dejaos" ("dejaus" en Hegoalde).
La conjunción pues (en euskera: ba) es muy utilizada, sobre todo en el lenguaje oral. Debido a la continua relación entre el euskera y el castellano, tras la conquista del Reino de Navarra en 1522, tanto la palabra ba como la versión castellana pues (proviene del romance navarro) aparecen en ambas lenguas y se utilizan indistintamente en euskera y en estas variedades. La otra gran diferencia que separa al resto de castellanoparlantes de los de Hegoalde es el uso que se da a esta palabra. Se utiliza de tal manera que aparece en la mayoría de las oraciones de una conversación informal. A medida que el discurso se vuelve más formal o escrito, el número se reduce, aunque se pueden seguir percibiendo. Algunos ejemplos son:
Además, hay muchas otras denotaciones y connotaciones que varían mucho según el tono, la parte de la frase y el contexto en que se coloque.
A diferencia de la mayoría de los dialectos castellanos, cada tiempo verbal del pretérito tiene un uso. A modo de comparación, los dialectos americanos se limitan al imperfecto (hablaba) y al indefinido (hablé). En Hegoalde, sin embargo, se utilizan los cinco tiempos verbales: pretérito imperfecto (hablaba), pretérito indefinido (hablé), pretérito perfecto (he hablado), pretérito pluscuamperfecto (había hablado) y pretérito anterior (hube hablado). Tienen los siguientes usos:
Es muy frecuente sustituir el imperfecto del subjuntivo por el condicional simple, tanto que es denominado el "condicional vasco". Por ejemplo, si tendría tiempo, iría en lugar de si tuviera tiempo, iría o si tuviese tiempo, iría. En consecuencia, el hablante no es capaz de distinguir entre hubiera o hubiese (las dos formas del subjuntivo imperfecto) y habría (forma del condicional simple), y puede decir: si habrías comprado pan, pues no tendríamos hambre. Muchos expertos creen que su origen está en el euskera, ya que la estructura utilizada en el idioma vasco es la misma, traduciéndose literalmente al castellano. De hecho, es muy común en Guipúzcoa y en el norte de Navarra (Bortziriak, Malerreka, Baztanaldea, Leitzaldea, Sakana...) y no es tan habitual en el resto de Hegoalde, aunque está presente.
Al igual que el "condicional vasco", hay otras estructuras o palabras que se han exportado literalmente del euskera al castellano, llamadas comúnmente euskaradas o euskaradak. Por ejemplo:
Los castellanoparlantes euskaldunes tienden a sesear, sobre todo los de Navarra y Guipúzcoa. La razón es que el sonido "s" en castellano coincide con el euskera /s̻/ (representado por la letra "z") y el sonido euskerico /s̺/ (representado por la letra "s") no existe en castellano. A esto hay que añadir otro sonido sibilante del euskera: /ʃ/ (representado por la letra "x"), también inexistente en castellano. Al haber muchas más variedades sibilantes en euskera, los hablantes de Hegoalde tienden a pronunciar estos fonemas acercándose a su pronunciación materna. En consecuencia, cincuenta ([θinkuenta]) es pronunciado "szinkuenta" ([s̻inkuenta]) y hostia ([ostia]) "oshtia" ([oʃtia]).
Al no existir un acento gráfico (tildes) en euskera, no existe una regulación específica para resaltar las palabras en dicho idioma. Mientras que en castellano cada palabra tiene un solo acento, en euskera una palabra puede tener más de un acento, según su significado y contexto. Así, rla regla general en euskera es la tendencia a acentuar la segunda sílaba desde el principio de la palabra y la última, aunque el último no sea tan acentuado como el primero. Además, en la lengua vasca la secuencia o conjunto de palabras es la unidad de acentuación, a diferencia de la palabra para el castellano. Todo ello hace que los castellanoparlantes de Hegoalde no acentúen adecuadamente las palabras según las reglas ortográficas del castellano moderno. Por ejemplo, el nombre Iñigo es acentuado "Íñigo" en castellano estándar, pero "Iñígo" en el castellano de Hegoalde.
Al hablar en castellano, los habitantes de Hegoalde utilizan en ocasiones léxico que no recoge la Real Academia Española y que están presentes en euskera. Los préstamos más habituales son los saludos y los más utilizados son kaixo (hola) y agur (adiós). Y resulta que, debido a la gran diáspora vasca, la palabra agur está recogida en el diccionario de la Real Academia Española como "interjección usada para despedirse". Eskerrik asko (gracias), ez horregatik (de nada), mesedez (por favor), zer moduz (¿qué tal?), zorionak (felicidades, enhorabuena), maite zaitut (te quiero, te amo), urte berri on (feliz año nuevo), egun on (buenos días), arratsalde on (buenas tardes) o gabon (buenas noches) son también palabras habituales. Asimismo, interjecciones como aupa y epa son habituales entre los hablantes de estas variedades. De igual manera, y sobre todo entre los euskaldunes, se utilizan palabras básicas como etxea (casa), muxu (beso), dirua (dinero), lehendakari (presidente; utilizado sólo para los de Euskadi y Navarra), ikusi (mira), maitia (cariño, querida), ama (madre), aita (padre), amona (abuela), aitona (abuelo), etc.
En Navarra existe un léxico propio en castellano, también utilizable en euskera, que se complementa con el uso de léxico euskerico. Algunos ejemplos son billabesa (autobús urbano; uso exclusivo para Iruñerria), componer (aliñar la ensalada) o hacer borota (no acudir a clase).[cita requerida]
Está muy extendida la utilización de los topónimos tradicionales vascos, frente a sus denominaciones en castellano, que en muchos casos han sido colocados de forma artificial o forzada.[cita requerida] En otras ocasiones, los hablantes del País Vasco y Navarra tienen simplemente preferencia para utilizar nombres vascos. Algunos ejemplos extractos de medios de comunicación son:
Sin embargo, esto también se aplica a los ciudadanos de a pie, que utilizan mayoritariamente los nombres de lugares en euskera. También habría que tener en cuenta que la mayoría de los topónimos de Hegoalde (a excepción del sur de Navarra) están oficialmente tan sólo en euskera.
En castellano estándar, para aplicar el diminutivo, se añaden las partículas -ito, -ita, -itos o -itas al final de la palabra, según género y número. Sin embargo, en Hegoalde se utilizan dos fórmulas distintas: -ico, -ica, -icos e -icas o -ete, -eta, -etos y -etas. La primera se utiliza especialmente en Navarra y comarcas limítrofes de Aragón. Por ejemplo, el pañuelo de San Fermín se llama "el pañuelico". La segunda, en cambio, es de uso generalizado en todo Hegoalde. Algunas palabras creadas con él son silleta (sillita) o calderete (guiso). Hay, sin embargo, palabras como chancleta (diminutivo de "chancla"), caseta (diminutivo de "casa") o pandereta (diminutivo de "pandera") que, pese a acabar con dichas terminaciones, se han generalizado en todo el mundo castellano, pero originalmente sólo se empleaban en el castellano de Hegoalde. Hay un caso especial, empleado especialmente en la Ribera Navarra, donde se pueden encontrar tres diminutivos juntos: muetico. En castellano estándar no tendría traducción, ya que en estas variedades se utilizan palabras con diminutivos que, teóricamente, no deberían llevarlos. Procede de la palabra majo, a la que se añaden los sufijos: majo + ico = majico / majico + ete = majete → muete / muete + ico = muetico.
Estas variedades tiene varias características compartidas con otros dialectos, especialmente con el aragonés o el riojano.
Sin embargo, en Navarra, a diferencia de cualquier otro dialecto del castellano, ambos pronombres son sustituidos por el artículo neutro lo. Así, la conversación anterior se desarrollaría de la siguiente manera:
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