Cañón es la denominación de cualquier pieza de artillería que usa pólvora para disparar un proyectil. Los cañones varían en calibre, alcance, movilidad, cadencia de tiro, ángulo de disparo y potencia de fuego; los distintos tipos de cañón combinan y equilibran esos atributos en distintos grados, dependiendo del uso que se le pretende dar en el campo de batalla. La palabra cañón deriva del aumentativo de caño por extensión del tubo por el que se dispara el proyectil.
El cañón ordinario permite batir blancos situados dentro de la vista directa del artillero. El cañón se emplea generalmente en carros de combate y también como arma anticarro, debido a que tiene una trayectoria tensa o rasante. Para atacar blancos que no están dentro del alcance de la pieza y que se encuentran ocultos tras obstáculos naturales o defensas, se utiliza el obús o el mortero, los cuales tienen una trayectoria curva, o sea, cuando dispara un proyectil, este describe una curva parabólica.
Actualmente, la mayor parte de las piezas artilleras, excepto las de calibres más pequeños, son mixtas cañón-obús, para poder actuar en ambas funciones. Siguen siendo cañones puros los modelos específicos, como los que portan los carros de combate, los antitanques o antiaéreos y los montados en barcos de guerra.
Además de su uso generalizado en la guerra, los cañones también se utilizan para una serie de propósitos pacíficos como en el control de avalanchas.
Usado por primera vez en China, el cañón se encuentra entre las primeras formas de artillería de pólvora, y con el tiempo reemplazó a las armas de asedio —entre otras formas de armamento antiguo— en el campo de batalla.
El primer cañón de mano apareció durante la Batalla de Ain Yalut de 1118 entre los mamelucos y los mongoles en Oriente Medio. El primer cañón en Europa fue usado probablemente en la península ibérica, durante la Reconquista, en el siglo XIII, y el cañón inglés fue desplegado por primera vez en la Guerra de los Cien Años, en la Batalla de Crécy, en 1346. Fue durante este período, la Edad Media, cuando el cañón se convirtió en estándar y más efectivo en las funciones de arma contra infantería y de asedio. Después de la Edad Media los cañones más grandes fueron abandonados en favor de un mayor número de piezas más ligeras y maniobrables. Además, se desarrollaron nuevas tecnologías y tácticas que convirtieron la mayoría de las defensas en obsoletas; esto llevó a la construcción de las trazas italianas, fuertes específicamente diseñados para resistir el bombardeo de artillería y las tácticas de asedio asociadas. Aunque estos fuertes (junto con las Torres Martello) se volvieron obsoletos cuando aparecieron los proyectiles explosivos y perforantes de blindaje que hicieron que incluso estas fortificaciones se volvieran vulnerables.
El cañón también transformó la guerra naval a principios de la Edad Moderna, cuando las armadas europeas aprovecharon su potencia de fuego. Cuando el cañón rayado pasó a ser algo común, la precisión del cañón mejoró significativamente y se hizo más mortífero que nunca, especialmente para la infantería.
En la Primera Guerra Mundial, la mayoría de todas las muertes fue causada por los cañones; también fueron ampliamente usados en la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de los cañones modernos son similares a los empleados en la Segunda Guerra Mundial, excepto en los cañones navales pesados, que han sido reemplazados por misiles. En concreto, el cañón automático se mantuvo casi idéntico a sus homólogos de la Segunda Guerra Mundial.
Tsar Pushka, uno de los cañones de mayor calibre del mundo.
Cañón Tigre (Santa Cruz de Tenerife), este cañón le arrancó el brazo al almirante Horatio Nelson en 1797.
El acorazado USS Iowa disparando sus cañones de 406 mm (16").
Cañón Vickers de 381 mm (15") en la costa de La Coruña.
Cañón ferroviario Krupp K5 de 283 mm.
Cañón antiaéreo Bofors L60 de 40 mm.
Antiguas herramientas para la operación de un cañón.
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