Los Argonautas (en griego antiguo: Ἀργοναῦται, Argonâiutai, 'marineros en el barco Argo'), en la mitología griega, fueron los héroes que navegaron desde Págasas hasta la Cólquide en busca del vellocino de oro, comandados por Jasón. Sus avatares fueron contados en varios poemas épicos de la Antigüedad cuyos detalles en muchas ocasiones difieren entre sí.
El nombre de Argonauta procede del latín argonauta y este del griego αργοναύτης, de Ἀργώ / Argó (nombre de la nave) y ναύτης / naútēs (marinero). Argo era el nombre de la nave en la que viajaron, bautizada en honor a su constructor Argos, aunque también se relacionaba etimológicamente este nombre con ἀργός, que significa «rápido».
La historia de los argonautas es una de las leyendas griegas más antiguas e incorpora numerosos elementos comunes en las historias populares: un héroe al que se le envía a un viaje peligroso para desembarazarse de él, imponiéndole una tarea imposible de llevar a cabo, pero de la que sale victorioso gracias a la ayuda de aliados inesperados.
Los acontecimientos del mítico viaje de los Argonautas fueron narrados en numerosas obras literarias de la Antigüedad. Homero cita a la nave Argo como la primera que fue capaz de atravesar las rocas Errantes, navegando desde la Cólquide, pero no hace mención alguna al vellocino de oro. También hace una breve mención del viaje Hesíodo. El relato completo más antiguo que se ha conservado la expedición es la Pítica IV, de Píndaro, que pertenece al siglo V a. C. Hubo otros poemas más antiguos que debían narrar el viaje, uno de ellos atribuido a Eumelo de Corinto, que suele datarse en el siglo VIII a. C. y otro llamado Naupactias, que debió ser anterior al siglo V a. C. pero de ellos únicamente se conservan algunos fragmentos. Al siglo V a. C. también pertenece la Medea de Eurípides que, aunque narra sucesos posteriores al viaje, ofrece en su desarrollo algunos detalles acerca de él.
Al siglo III a. C. pertenece el relato que se considera más completo de la expedición, las Argonáuticas de Apolonio de Rodas. Entre los siglos I a. C. y II d. C., la Biblioteca histórica de Diodoro Sículo, las Argonáuticas de Valerio Flaco, —aunque esta obra quedó inacabada—, la Biblioteca mitológica de Apolodoro y las Fábulas de Higino también ofrecen relatos detallados acerca del mito. Más tardías son las Argonáuticas órficas, quizá del siglo IV.
Algunas de estas obras emplearon como fuente obras de mitógrafos que no se han conservado, como Cleón de Curio, Herodoro, Ferécides, Teólito de Metimna, Demarato o Dionisio Escitobraquión.
En las representaciones artísticas, destacan por su antigüedad y por su calidad artística las metopas del Monóptero del Tesoro de Sición de Delfos, que se han fechado en torno a 570 a. C. y tienen representaciones de Frixo y de la nave Argo, donde se incluye a Orfeo. Los Argonautas también se representaban participando en los juegos fúnebres en honor de Pelias en el famoso cofre de Cípselo, según informaciones de Pausanias, pero esta obra artística no se ha conservado. Dentro de la cerámica, se conocen representaciones de aspectos puntuales del mito desde los siglos VII-VI a. C.
El trono de la ciudad de Yolco había sido ocupado por Pelias, tras haber sido nombrado regente por su hermanastro Esón o tras haberlo destronado por la fuerza. Cuando Jasón, hijo de Esón, alcanzó la madurez, llegó a Yolco con objeto de reclamar el reino que había pertenecido a su padre o, según una variante, para participar en un sacrificio en honor a Poseidón, pero un oráculo había prevenido a Pelias contra un hombre calzado con una sola sandalia y así es como llegó Jasón. Así pues, Pelias accedió a entregarle el trono con la condición previa de que realizase la hazaña de traer de la Cólquide el espíritu de Frixo y el vellocino de oro. Este vellocino era la piel de oro de un carnero alado que había salvado a Frixo de su madrastra Ino.
Esta misión había sido ideada por Pelias con la pretensión de que Jasón muriera durante su desarrolloHera, que odiaba a Pelias por algunos agravios que había cometido este rey y pretendía que la misión resultase exitosa.
o, según otra variante, tras sugerencia del propio Jasón, a quien Pelias había preguntado qué haría él si un oráculo le hubiera profetizado que un ciudadano lo mataría. La respuesta de Jasón había sido instigada por la diosaJasón consultó el oráculo, que le animó a que dispusiera de un barco y realizase la expedición. Así pues, tuvo que ser construida una nave a la que se llamó Argo, en honor de su constructor, que se llamaba Argos.
La nave Argo fue construida bajo la dirección de Atenea, con madera de los bosques del monte Pelión, en Tesalia. Tenía cincuenta remos. La proa del barco, construida con madera de Dodona, tenía el don del habla y de la profecía.
Jasón envió heraldos por toda la Hélade para anunciar la realización de la futura expedición y llegaron numerosos héroes que deseaban formar parte de la misma. Hay diversas fuentes literarias que recogen los nombres de los integrantes de la expedición, que por el nombre de la nave recibieron el nombre de «Argonautas». También se les llamaba «minias». La lista de Apolonio de Rodas consta de 55 nombres, la de Valerio Flaco de 52, la de Higino de 69, la de las Argonauticas órficas de 50 y la de Apolodoro de 45. Además, Diodoro Sículo menciona que fueron 54 pero solo da una lista parcial de los nombres de los que considera más importantes. Estacio dice que eran 50 y da también algunos nombres Píndaro, que es la fuente más antigua que se ha conservado, ofrece también una lista parcial.
Entre los Argonautas, procedentes de todas las regiones de Grecia, figuraban muchos hijos de divinidades y algunos tenían características especiales. Entre estos estaban los hermanos Zetes y Calais, que tenían alas; los adivinos Idmón y Mopso; Céneo, que había nacido mujer pero le fue concedido el deseo de convertirse en hombre; Linceo, cuya vista era prodigiosa, y Orfeo, cuya música se decía que incluso había hecho moverse a los bosques de encinas.
También estaba entre ellos el propio hijo de Pelias, Acasto, que se habría unido a la expedición en contra de los deseos de su padre, o habría sido escogido por Jasón para que Pelias favoreciese el desarrollo del viaje. La mayoría de las versiones señalan que Jasón fue elegido como jefe de la expedición aunque una tradición minoritaria mencionaba que el jefe había sido Heracles. En las Argonáuticas de Apolonio de Rodas, antes de zarpar los Argonautas habían aclamado a Heracles para que se convirtiera en su jefe pero este rehusó y propuso que la dirección fuera otorgada a Jasón.
Tras realizar sacrificios a Apolo, la nave, pilotada por Tifis, zarpó desde el puerto de Págasas.
En una primera etapa del viaje, tras una ruta en la que pasaron cerca del cabo Sepíade, de la isla de Escíatos, de las ciudades de Melibea y Eurímenas y del cabo Canastro, la expedición llegó a la isla de Lemnos (aunque en la versión de Píndaro, los sucesos de Lemnos ocurrieron en el viaje de regreso). Allí se encontraron con una isla habitada por mujeres, que habían dado muerte a todos los hombres de la isla como venganza porque estos habían contraído matrimonio con mujeres de Tracia porque las de Lemnos habían empezado a tener mal olor. Este mal olor había sido provocado por la diosa Afrodita como castigo porque las mujeres de allí habían suprimido su culto.
Los Argonautas fueron bien recibidos en la isla, establecieron lazos amorosos con las lemnias, cuya máxima autoridad era la reina Hipsípila y permanecieron en la isla durante un largo tiempo (los mitógrafos antiguos mencionan que fueron varios días, varios meses o incluso dos años), hasta que Heracles, o quizá Orfeo, que no había desembarcado, les instó a reembarcar y continuar el viaje.
Una variante acerca del desembarco de los Argonautas en Lemnos es que este no se produjo hasta que ellos juraron a las lemnias que se unirían a ellas.
Luego, por indicación de Orfeo, llegaron los Argonautas a la isla de Electra (Samotracia), donde se iniciaron en los ritos mistéricos que se celebraban en ella. En el relato de Diodoro Sículo, desde allí una tempestad los trasladó a Sigeo, junto a Troya, donde Heracles mató al monstruo marino enviado por Poseidón y que se disponía a devorar a Hesíone.
En los otros relatos, navegaron hasta el país de los doliones, donde reinaba Cícico, que los recibió hospitalariamente. Después partieron de nuevo en el Argo pero fueron sorprendidos por una tempestad que los obligó a regresar en la noche. Creyendo que se trataba de enemigos, los doliones atacaron a los Argonautas, que se defendieron con las armas y produjeron, entre otras, la muerte de su rey. Cuando se reconocieron, cesó la lucha, lamentaron lo ocurrido y rindieron honores funerarios a Cícico.
Después navegaron hasta Misia, donde Hilas, que había sido enviado a buscar agua, fue raptado por las ninfas de una fuente. Heracles y Polifemo buscaron al joven argonauta, sin éxito y, según la tradición mayoritaria, ninguno de los tres volvió a embarcar en el Argo, que partió sin ellos cuando Tifis quiso aprovechar unas ráfagas de viento. A bordo de la nave, Telamón echó en cara a Tifis que hubieran dejado atrás a Heracles, pero Zetes y Calais defendieron al piloto de la nave y cuando, poco después, emergió del mar el dios marino Glauco, para gritarles que el destino de Heracles, Hilas y Polifemo no era llegar hasta la Cólquide sino que los dioses les habían reservado otros destinos diferentes, Telamón cedió en su cólera. En el relato de Teócrito, sin embargo, Heracles llegó a pie a la Cólquide.
En otras variantes, Heracles ni siquiera había llegado a embarcar en el inicio de la expedición de los Argonautas pues se encontraba sirviendo a la reina Ónfale, o había sido abandonado antes, en Áfetas (Tesalia), debido a que su peso ponía en peligro la estabilidad del barco.
Luego llegaron al país de los bébrices, donde su rey Ámico obligaba a los forasteros a pelear contra él en un combate de pugilato, en donde les daba muerte. Así que lanzó el mismo desafío a los Argonautas, pero Polideuces, el escogido para combatir contra él, fue en esta ocasión el vencedor y lo mató. A continuación se entabló una lucha entre los bébrices y los Argonautas en la que murieron muchos de los primeros. En otra versión, Ámico se rindió cuando estaba al borde de la muerte y prometió que a partir de entonces ya no recibiría nunca más a los forasteros con malas intenciones.
Llegaron luego a un lugar de Tracia donde vivía en soledad Fineo, que era adivino y estaba ciego. Además, estaba sometido al suplicio de que las Harpías, que eran unos seres alados, le acosaban y le impedían comer. Como los Argonautas querían saber el futuro de su viaje, Fineo les pidió que antes lo liberasen de las Harpías, por lo que Zetes y Calais, hijos de Bóreas, que tenían alas, salieron en persecución de estas.
Acerca de lo que ocurrió con las Harpías y con los boréadas hay diferentes versiones, alguna bastante confusa. En una de ellas, tanto los boréadas como las Harpías murieron durante la persecución pero, según otra variante, los boréadas abandonaron la persecución cuando, al llegar a las islas Estrófades, llegó Iris, hermana de las Harpías y juró que estas no causarían más daño a Fineo, o cuando emergió Tifón del monte Vesubio y obligó a los boréadas a desistir de la persecución. Mientras los boréadas regresaron con el resto de los Argonautas, las Harpías se dirigieron a una gruta de la isla de Creta.
Fineo, agradecido, indicó a los Argonautas que tendrían que atravesar un paso entre las rocas Simplégades, también conocidas como Ciáneas, las cuales eran unas enormes rocas que no permanecían fijas sino que cada cierto tiempo entrechocaban entre sí. Les dijo que soltaran una paloma o una grulla y si el ave pasaba y quedaba a salvo, ellos también podrían pasar pero que no lo hicieran en caso de que el ave muriera. Los Argonautas siguieron estas instrucciones y aunque la paloma perdió algunas plumas de la cola, pudo ponerse a salvo. A continuación, los Argonautas, remando con todas sus fuerzas, pudieron también atravesar el paso, aunque las rocas se cerraron y causaron la pérdida de algunos adornos de la nave que estaban situados en la popa.
El Argo fue el primer barco que logró atravesar esas rocas y desde entonces permanecieron ya fijas e inmóviles.
La expedición se internó en el Ponto Euxino y llegó al país de los mariandinos, donde fueron bien acogidos por el rey Lico ya que le habían llegado las noticias de que ellos habían matado a Ámico, el rey de los bébrices, que había sido enemigo suyo. En este lugar, según las versiones más difundidas, murieron Idmón, embestido por un jabalí y Tifis, de una enfermedad. Lico hizo que su propio hijo Dáscilo hiciera de guía y acompañara a la expedición para que llegara a la Cólquide sin problemas. En cuanto al pilotaje de la nave, fue Anceo, hijo de Poseidón, el que sustituyó a Tifis. En otra tradición, fue Ergino, otro hijo de Poseidón, el que lo sustituyó.
A continuación siguieron navegando por la zona litoral del norte de Asia Menor y pasaron junto a Sésamo, los altos Eritinos, Crobíalos, Cromna, Citoro, el cabo Carambis y la desembocadura del río Halis, donde se unieron a las expedición Deileón, Autólico y Flogio, que habían acompañado a Heracles en una expedición contra las amazonas. Siguieron navegando junto a la tierra de las amazonas, la de los cálibes, la de los tibarenos y la de los mosinecos hasta la llamada isla de Ares, donde fueron atacados por pájaros, a los que lograron ahuyentar gritando y entrechocando los escudos. Allí se encontraron con los hijos de Frixo, que desde la Cólquide habían emprendido una navegación hacia Orcómeno para reclamar la herencia de su abuelo Atamante, pero que habían naufragado, llamados Argos, Citisoro, Frontis y Melas, que se unieron a la expedición.
Desde allí pasaron junto a la isla de Fílira y los países de los macrones, los bequiros, los sapires, y los biceres, a continuación avistaron las cimas del Cáucaso y por fin la Cólquide. Tras llegar a la desembocadura del río Fasis, penetraron en la corriente del río y lo remontaron hasta Ea, la ciudad donde Eetes tenía su palacio.
En cuanto llegaron a la Cólquide, Jasón anunció a su rey, Eetes, su propósito de obtener el vellocino de oro. El rey prometió que le dejaría marchar con él si antes conseguía uncir a dos toros de pezuñas de bronce y que respiraban fuego, arar un campo con ellos, sembrar sobre los surcos unos dientes de dragón y luego vencer a la serpiente o al dragón que nunca dormía y que permanecía al pie del árbol donde se hallaba el vellocino. Medea, la hija del rey Eetes, que era hechicera, se enamoró apasionadamente de Jasón, por obra de Afrodita y Eros. Por ello, y tras la intermediación de su hermana Calcíope, le ayudó a llevar a buen término su hazaña —previo compromiso de Jasón de llevarla consigo a Yolco—, poniendo en práctica su hechicería.
Dio a Jasón un aceite de propiedades mágicas para que se ungiera con él y no le hicieran daño los toros monstruosos. Tras haber conseguido uncir a los toros, lanzó los dientes sobre los surcos hechos en la tierra. De ellos brotaron cientos de hombres armados, llamados Espartos, que se lanzaron contra el héroe, pero este, siguiendo las instrucciones de Medea, arrojó una piedra entre ellos y los ejércitos se enfrentaron entre sí. Luego, Medea provocó un terrible sueño a la serpiente, Jasón se apoderó de la preciada piel y huyó con el resto de Argonautas y con Medea en su embarcación, ya que Eetes se proponía incendiar el barco y matar a los Argonautas. Heródoto, al explicar las causas por las que los griegos habían entrado en conflicto con los persas, explica que uno de los antiguos motivos de discordia era que, según contaban los persas, Medea había sido raptada por los griegos.
Un cílix de figuras rojas de principios del siglo V a. C. representa a Jasón regurgitado por el dragón que custodiaba el vellocino de oro, que aparece colgado de un manzano, con la diosa Atenea a su lado. Esta representación, atribuida a Duris, debía proceder de otra versión del mito del que no existen referentes en la literatura que se ha conservado.
Jasón obteniendo el vellocino de oro y matando al dragón mientras Medea ofrece al ofidio una poción. Fragmento de una crátera de mediados del siglo IV a. C. pintada por el llamado Pintor de Licurgo, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
Cílix pintado por Duris en el que aparece Jasón regurgitado por el dragón que custodiaba el vellocino de oro, con Atenea a su lado. 480-470 a. C., Museos Vaticanos.
En una de las tradiciones acerca de lo que ocurrió después, Medea había hecho embarcar también en el Argo a su hermano Apsirto, que era un niño. Los hombres de Eetes persiguieron a la nave y Medea tomó la decisión de matar a su hermano, despedazarlo y arrojarlo al mar. El rey Eetes recogió los restos de su hijo y perdió de vista a los Argonautas. En otra versión, Apsirto no era niño, sino un hombre adulto que fue enviado por Eetes al mando de un grupo de colcos armados en persecución de los Argonautas. Los Argonautas habían emprendido el viaje de regreso por la misma ruta por la que habían ido, pero después de que Medea realizase ofrendas rituales a Hécate en la desembocadura del río Halis, en territorio de los paflagones, cambiaron a una ruta alternativa en la que no tenían que atravesar de nuevo las Simplégades, sino que se dirigieron hasta la desembocadura del río Istro, para luego remontarlo. Los alcanzó en el Mar Adriático, en la corte de Alcínoo en Istria. Allí Alcínoo se ofreció como juez y dijo en secreto a su esposa Arete que decidiría entregar a Medea de vuelta con los colcos si era virgen pero en caso contrario se la daría a Jasón. Arete informó a Jasón de ello y la noche anterior al juicio desvirgó a Medea, por lo que al día siguiente, fue entregada a su esposo. Apsirto no se conformó y continuó persiguiendo a los Argonautas hasta una isla en la que Jasón estaba realizando sacrificios y fue donde Jasón mató a Apsirto. A veces se considera que la muerte de Apsirto fue fruto de una conspiración en la que intervino también Medea.
Existen otras tradiciones acerca de la ruta de vuelta que siguieron los Argonautas. Píndaro indica que esta se produjo a través del mar Rojo, Apolonio de Rodas dice que después de llegar al Adriático tras remontar el Istro y de que se produjera la muerte de Apsirto, los Argonautas se dirigieron durante un tiempo hacia el sur pero borrascas contrarias los llevaron a la isla de Electris y luego remontaron el curso del río Erídano y a continuación bajaron por el río Ródano hasta el mar. mientras en las Argonáuticas órficas la ruta trazada, enormemente confusa, incluía una travesía por el lago Meótide, la región de los hiperbóreos, la de los cimerios, la isla de Yerne y las columnas de Hércules. Otros autores defendían, sin embargo que el camino de vuelta fue realizado por la misma ruta que el de ida, a través del Bósforo y del Helesponto. Entre ellos se encontraban Sófocles o Calímaco. Para Diodoro Sículo, después de atravesar de nuevo el Helesponto, volvieron a pasar por Samotracia. Este autor ubica en el camino de vuelta un enfrentamiento contra los troyanos dirigidos por su rey Laomedonte, puesto que este se negaba a entregar a Heracles las yeguas y a su hija Hesíone, como habían acordado tras los sucesos relatados en el viaje de ida. Diodoro también refuta la tradición de que habían remontado el río Istro y detalla otra tradición difundida por Timeo de que la ruta había sido, en cambio, remontando el río Tanais cuando se enteraron de que la ruta anterior estaba bloqueada por los Colcos; posteriormente habrían arrastrado la nave por tierra hasta otro río que los habría conducido al Océano y luego habrían seguido un rumbo hacia el oeste hasta llegar a Gadira y penetrar de nuevo en el Mediterráneo.
Después de la muerte de Apsirto, los Argonautas se dirigieron a la isla de Eea, donde vivía Circe, que purificó a Jasón y Medea de ese asesinato o, según otra versión, les indicó que debían dirigirse a purificarse en el cabo Malea. Después pasaron por el lugar donde moraban las Sirenas, que atrajeron al Argo con sus cantos, pero gracias a la música de Orfeo pudieron escapar de su hechizo, con excepción de Butes, que se arrojó al agua. A continuación llegaron al paso de Escila, Caribdis y las rocas Planctas o Errantes, que superaron gracias a la ayuda de la diosa marina Tetis y sus compañeras Nereidas, que se pasaban por el aire la nave las unas a las otras como si estuvieran jugando a la pelota.
En la versión de Apolonio de Rodas, fue después de superar estos peligros cuando, tras pasar junto a la pradera de Trinacia, donde vivían las vacas de Helios, llegaron a la corte de Alcínoo, que según este autor no se encontraba en Istria sino en Drépane y donde los colcos, al no poder obtener la vuelta de Medea, pidieron ser acogidos para no sufrir la ira de Eetes. A continuación, los Argonautas dejaron el golfo de Ambracia y las islas Equínades, pero allí una borrasca los empujó hacia el sur, hasta el golfo de la Sirte y fueron a parar a Libia, donde la marea los empujó hasta muy adentro de la costa, en una zona desértica. Los Argonautas sufrieron allí grandes penalidades, incluyendo que tuvieron que arrastrar al Argo por tierra durante doce días, hasta el lago Tritón. Murieron Canto, al tratar de robar el ganado a un pastor, e Idmón, mordido por una serpiente. Solo pudieron navegar de nuevo en el mar cuando Jasón ofreció un trípode de Apolo a las divinidades del lugar, que recogió Tritón, quien hizo llegar al Argo hasta el mar.
Al navegar hasta Creta sufrieron el ataque del gigante Talos, que les impedía desembarcar hasta que, a causa de un hechizo o de un ardid de Medea, murió tras perder su icor o bien pereció por una flecha de Peante en el tobillo y los Argonautas pudieron desembarcar en Creta.
Tras continuar su ruta, les sorprendió una gran tempestad pero fueron ayudados por Apolo, que disparó flechas que hicieron emerger la isla de Ánafe, donde los Argonautas erigieron un altar al dios y le rindieron sacrificios. Finalmente, tras abastecerse de agua en Egina y navegar por la zona costera del Ática, Áulide, Eubea y Opunte, llegaron de nuevo al puerto de Págasas. El viaje, según Apolodoro, había durado en total cuatro meses. En Yolco, Jasón entregó el vellocino a Pelias y tramó su muerte con ayuda de Medea. Ella convenció a las hijas de Pelias de que podría devolver la juventud a su padre si lo partieran en trozos y lo cocieran. Así lo hicieron y provocaron la muerte del rey. Después, Acasto, hijo de Pelias, expulsó a Jasón y a Medea de Yolco o, según una variante Jasón cedió a Acasto el reino. Ellos se establecieron en Corinto, o en Corcira. En honor a Pelias, se celebraron unos juegos fúnebres en los que tomaron parte los Argonautas. En el relato de Diodoro Sículo, los Argonautas decidieron crear los Juegos en honor a Zeus Olimpio tras propuesta de Heracles.
Varias constelaciones estaban relacionadas con el mito del viaje de los Argonautas: La nave de los Argonautas se convirtió en la constelación de Argo; la constelación de los Gemelos era interpretada como el catasterismo de los argonautas gemelos Cástor y Pólux y, por otra parte, la constelación de la Lira era resultado del catasterismo de la lira de Orfeo, que había construido Hermes y había pertenecido a Apolo.
Por otra parte, los habitantes de Tifas mostraban el lugar donde había quedado varado el Argo después del viaje. El trípode que había sido ofrecido a Tritón en Libia fue, según la tradición, conservado por los habitantes de la ciudad de Evespérides.
En 2008 se terminó la construcción de una réplica de una pentecontera de la época micénica griega, a la que se bautizó con el nombre de Argo. Fue construida en los astilleros de la ciudad de Volos, lugar que estaba en las proximidades de la antigua Yolco, en Grecia central, y será expuesta de manera permanente en un museo construido exprofeso para su exhibición.
Desde la Antigüedad, se postularon numerosas interpretaciones sobre el origen del mito del vellocino de oro: Apiano y Estrabón sugirieron que se usaban vellones de oveja para recoger las partículas de oro que arrastraban las corrientes de los arroyos desde la Cólquide. El llamado Anónimo Vaticano propuso que el vellocino era en realidad un libro escrito sobre piel que contenía el modo de conseguir oro mediante la alquimia.
Otras interpretaciones han sido propuestas por estudiosos modernos: Volkert Haass ha relacionado el episodio del dragón de la Cólquida con el mito hitita de Illuyanka. Por otra parte, Mar LLinares García ha defendido que en el origen del mito de la expedición se hallan diversos aspectos relacionados con la iniciación, en la que los jóvenes realizaban una transición hacia la edad adulta y se reintegraban luego en la comunidad.
Numerosas obras pictóricas y escultóricas han desarrollado temas relacionados con la expedición de los Argonautas, entre las que se puede destacar:
Numerosas obras literarias posteriores se han inspirado en el mito de los Argonautas. Algunas de ellas son:
Se han rodado varias películas de cine y de televisión que tratan sobre el viaje de los argonautas en busca del vellocino:
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