Annum Sacrum (en latín Año Santo) es una encíclica promulgada por el papa León XIII el 25 de mayo de 1899 en la que anuncia la consagración de todo el género humano al Sagrado Corazón de Jesús.
El papa comienza recordando que recientemente ha ordenado la celebración del próximo jubileo del año santo de 1900, y dentro de la preparación de esa celebración religiosa aconseja una manifestación de la que espera frutos abundantes para la religión cristiana y para todo el género humano.
Siguiendo el ejemplo de sus predecesores (en el siglo XVII, Inocencio XII; en el XVIII, Benedicto XIV, Clemente XIII y Pío VI; y el XIX, Pío VII y Pío IX) ha procurado mantener y resaltar el culto al Sagrado Corazón de Jesús, por ello elevó esa fiesta al rito de primera clase; y ahora sueña con alentar una veneración más potente. Recuerda el papa que unos veinticinco años antes, con motivo del segundo centenario del día que la beata Margarita María Alacoque había recibido de Dios la orden de propagar el culto divino, muchas cartas tanto de particulares como de obispos, se habían dirigido al papa Pío IX pidiendo que el Pontífice consagrase todo el género humano al Sagrado Corazón de Jesús; en ese momento se pospuso esa consagración aunque se autorizó que así lo hiciese ciertas ciudades que lo habían pedido.
Considera el papa que ha llegado el momento de hacer esa consagración, pues según escribe:
El Señor ejerció es derecho enviando a su apóstoles a propagar su doctrina y reunir a todos los hombres en una sola Iglesia mediante el bautismo. Como "nos arrancó del poder de la tinieblas (Col. 1:13) y "se entregó a sí mismo para la Redención de todos" (1 Tim 2:6), todos los hombres, y no solo los cristianos, se ha convertido para Él "en pueblo adquirido" (1 P 2:9). Por este poder, según expone el papa, Jesucristo nos permite añadir a ese dominio nuestra consagración voluntaria.
Como el Sagrado Corazón de Jesús es símbolo de la caridad infinita de Jesús, es natural consagrarse a ese santo corazón. Por eso el papa exhorta y anima en su encíclica que todos los fieles realicen con fervor este acto de piedad y en este sentido recoge la decisión del pontífice de que los días 9, 10 y 11 de junio del año próximo (1900), en la iglesia principal de cada ciudad y pueblo, se reciten las Letanía del Sagrado Corazón de Jesús y el último día se recite la fórmula de la Consagración que ha enviado.
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