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Alberique



Alberique[1][2][3]​ (en valenciano y oficialmente, Alberic);[4]​ antiguamente, también Alberich; del árabe al-barid, «la posta») es un municipio de la Comunidad Valenciana, España. Cuenta con 10 519 habitantes (INE 2020).

Situado en la comarca de la Ribera Alta, se encuentra a 8 km de Alcira y 40 de la capital Valencia entre el río Júcar y la sierra de Tous. La superficie del término es llana, a excepción de un pequeño sector al oeste en las estribaciones de la sierra de Tous. La villa se encuentra en la llanura, entre la margen izquierda del Júcar y la acequia Real, al pie de una pequeña elevación del terreno de 50 m de altitud y 40 hectáreas de extensión, donde se ha formado un pequeño bosque mediterráneo.

El clima es clima mediterráneo, con inviernos suaves y veranos cálidos.

Benimuslem, Masalavés, Antella, Gabarda, Villanueva de Castellón y Carcagente todas ellas de la provincia de Valencia.

Se ignora el nombre que tenían estas tierras antes de la Reconquista, lo que sí sabemos es que estuvieron pobladas en la Edad del Bronce y por los romanos.

Tras la reconquista (octubre de 1238) Alberique pasó a formar parte de los territorios de Jaime I de Aragón, que mantuvo la población íntegramente musulmana que había en aquel momento, otorgando el señorío a Lope Ferreinch de Lurcenich. Es de suponer que los habitantes no experimentaron muchos cambios negativos en su situación económica, dado que los tributos y cargas impuestas por el rey musulmán Zayd Abu Zayd eran tantos que era difícil empeorarlos.

El señorío pasó por diversas manos a través de compras, (incluidas las de Jaime II de Aragón, quien lo compró con carácter personal) hasta llegar a ser propiedad de Jaime de Romaní. Este tomó parte muy activa en la insurrección contra el rey Pedro IV de Aragón, el cual, tras reprimir la revuelta, lo hizo decapitar y ajustició a los que tomaron parte en la sublevación haciéndoles beber el líquido resultante de fundir las campanas con las que habían sido convocados. Alberique y todos sus habitantes volvieron a la jurisdicción real.

Casualmente, la hija de Jaume de Romaní recuperó el señorío después de que su madre lo recomprara al rey, aunque ella no podía heredarlo, por lo que su madre lo vendió y casó a su hija con el hermano del comprador. Un año después, murió el propietario y tres años después su hijo con lo que el señorío pasó a manos del matrimonio.

Después de diversas compras y ventas, recaló el señorío en manos de Lluís Cornell, quien mantenía una gran amistad con el escritor Joanot Martorell. Se conserva la carta que Joanot Martorell firma en Alberique y donde reta a duelo a muerte a Gonzalbo de Ixer.

Entre otros, formó parte del patrimonio del cardenal Mendoza, que compró Alberique por intervención del financiero Luis de Santángel. El Cardenal mantuvo durante toda su vida que era descendiente directo de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. A su hijo le puso el nombre de Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza y cambió el nombre del Castillo de Jadraque por el del Cid para que su primogénito pudiera tener el título de Conde del Cid.

El cardenal fomentó la repoblación con musulmanes procedentes de Granada, construyendo más de 100 casas nuevas en el pueblo. A los pocos años, después de que Fernando II de Aragón legitimara a sus tres hijos, dejó el señorío en manos del primogénito.

Durante la rebelión de las Germanías, Alberique estaba en manos del marqués de Cenete y contaba con mayoría de población musulmana y durante la primera revuelta del pueblo cristiano frente a los señores feudales, los "agermanados" venidos de Alcira y Játiva atacaron Alberic, que fue defendido por los vasallos musulmanes.

Los "agermanados" obligaron a los musulmanes a bautizarse para así incrementar sus tropas, lo que provocó una insurrección de éstos para evitar el bautismo. El señor feudal pidió a los musulmanes que se bautizaran a fin de evitar represalias y la mezquita fue convertida en iglesia dedicada a San Lorenzo.

En 1609, fue decretada la expulsión de los moriscos por el rey Felipe III de España con la clara oposición de estos. El día 26 de octubre de ese año, desde el puerto de Denia fueron expulsados 3406 musulmanes de Alberique con destino a Orán, mientras un importante número permaneció en el pueblo defendiendo sus pertenencias.

El rey concedió nuevas posesiones en Alberique al duque del Infantado que impuso duras condiciones a la población, lo que causó su empobrecimiento.

Se mantuvieron diversos pleitos judiciales contra el duque y finalmente, después de muchos esfuerzos se consiguió la reincorporación a la Corona en 1802, (no sin abonar una importante cantidad de dinero) confirmada en 1835, después del proceso comenzado en 1764.

En 1854, el ayuntamiento derribó la casa palacio que había en la plaza, hoy ocupada por un jardín, varias casas y la Casa de la Cultura.

Destacable también son los enfrentamientos ocurridos durante las Guerras Carlistas, que junto a las pestes, aconsejaron la construcción de una muralla.

Finalmente, cabe destacar que durante la Guerra Civil Española, en Alberique existía una fábrica de armas, donde se hacía el fusil llamado "Naranjero".

Actualmente, la actividad económica más importante es la agricultura (los naranjos han desplazado al arroz), pero la industria es cada vez más importante desde que en 1997 se inauguró un polígono industrial que está en plena expansión.



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