Montoneros fue una organización guerrillera peronista de Argentina, surgida en la década de 1970 durante la dictadura autodenominada Revolución Argentina. Al crearse, todos los partidos políticos habían sido prohibidos, el propio Juan D. Perón permanecía exiliado y estaban surgiendo -al influjo de la Revolución cubana-, tanto en Argentina como en otros países de América Latina, otras organizaciones guerrilleras. Montoneros declaraba que su objetivo era luchar contra la dictadura gobernante, lograr el retorno de Perón al país, la convocatoria a elecciones libres y sin proscripciones, el establecimiento de un socialismo nacional, al que consideraba una evolución natural del peronismo, conjugando un Estado socialista con las características propias de la cultura argentina y latinoamericana.
Su primera acción pública se realizó el 29 de mayo de 1970, con el secuestro, posterior juicio revolucionario y asesinato del exdictador antiperonista Pedro Eugenio Aramburu, quien ejerciera como Presidente de facto después del golpe de Estado autodenominado Revolución Libertadora, que en 1955 había derrocado al gobierno constitucional liderado por Perón.
Montoneros fue el núcleo armado de un grupo de organizaciones sociales no militares ("frentes de masas") conocido como la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, o simplemente «La Tendencia», que incluyó a la Juventud Peronista Regionales (JP), la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), la Agrupación Evita y el Movimiento Villero Peronista.
En 1972 se fusionó con Descamisados y en 1973 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), con las que venía actuando en conjunto. Sus acciones contribuyeron a que la dictadura militar convocara a elecciones libres en 1973, en las que venció el frente electoral multipartidario que integraba, con la candidatura presidencial del peronista Héctor José Cámpora, hombre cercano a Montoneros, al igual que varios gobernadores, parlamentarios, ministros y altos funcionarios del gobierno. El gobierno de Cámpora y su relación con Montoneros fue objeto de fuertes presiones desde un inicio, desde sectores de derecha, y apenas 49 días después debió renunciar, luego de la masacre de Ezeiza. A partir de ese momento Montoneros comenzó a perder poder y a verse progresivamente aislado, situación que se agravó luego del asesinato del líder sindical José Ignacio Rucci el 25 de septiembre de 1973 y sobre todo después de la muerte de Perón, el 1 de julio de 1974, cuando se desató una política de terrorismo de Estado llevada adelante por la organización parapolicial de extrema derecha denominada Triple A. Dos meses después, Montoneros decidió volver a la clandestinidad y reiniciar la lucha armada. El 8 de septiembre de 1975, fue declarada «ilegal» y «terrorista» por el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón.
El 24 de marzo de 1976, fue derrocado el gobierno constitucional, estableciéndose una dictadura cívico-militar antiperonista, que impuso un régimen sistemático de terrorismo de Estado y aniquilamiento de opositores. Montoneros estableció su conducción en México y combatió a la dictadura, causando serias bajas al gobierno cívico-militar y sufriendo igualmente fuertes pérdidas, entre ellas gran cantidad de militantes y combatientes desaparecidos. En 1979 y 1980 intentó dos contraofensivas que fracasaron militar y políticamente. Desde ese momento su organización se fue disgregando progresivamente. Al recuperar la democracia en diciembre de 1983, la organización Montoneros ya no existía como estructura político militar. En los años siguientes, varios adherentes a Montoneros ocuparon cargos políticos de importancia en los gobiernos democráticos.
En 1955, un golpe de Estado derrocó al Gobierno constitucional presidido por Juan Domingo Perón e inició un largo período de casi dos décadas de ilegalización y persecución del peronismo y el movimiento sindical, durante el cual se alternaron dictaduras y gobiernos originados en elecciones no libres y con los principales candidatos proscriptos.
Las raíces tempranas de Montoneros se encuentran en la Resistencia peronista, surgida para combatir la dictadura que derrocó al Gobierno de Perón en 1955, así como la Revolución cubana de 1958, que impulsó la «lucha armada» en todo el continente, como la Guerrilla de Ñancahuazú comandada por el Che Guevara en Bolivia, Tupamaros en Uruguay, el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile, el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) en Guatemala, las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL) en El Salvador, Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares en Brasil, etc. En ese momento jugó un importante papel para impulsar ideológicamente la respuesta armada contra las dictaduras en Argentina, el exdiputado peronista John William Cooke.
La persecución y exclusión del peronismo de la vida política argentina entre 1955 y 1973 se produjo simultáneamente con otros procesos históricos internacionales, que convergieron en este conflicto. En primer lugar la Guerra Fría. La Guerra Fría llevó a Estados Unidos a establecer en América Latina, lo que se llamó doctrina de la seguridad nacional, de la mano de la cual se establecieron dictaduras militares permanentes desde 1964 y métodos represivos basados en el terrorismo de Estado, con el fin de aniquilar a los movimientos nacionalistas y los grupos de izquierda, acusados de ser agentes de "infiltración marxista" -concepto que ocupará un lugar central en los conflictos políticos sucedidos durante el tercer peronismo-. El centro de irradiación de la Doctrina de la Seguridad Nacional fue la Escuela de las Américas, instalada en la base estadounidense del canal de Panamá. La Primavera de Praga de 1968 y la represión soviética del movimiento, fortaleció las posturas de no alineamiento en la Guerra Fría, que el peronismo sostenía desde el principio bajo la política de la tercera posición.
Entre 1958 y 1959 se realizó también la Revolución cubana, que tuvo una fuerte influencia en los movimientos sociales y populares latinoamericanos, sobre todo al mostrar que la guerrilla podía ser una estrategia exitosa para derrotar a las dictaduras dominadas por las oligarquías locales y las empresas extranjeras. En 1968, se produjeron la Revolución peruana conducida por el general Juan Velasco Alvarado y la revolución panameña conducida por el general Omar Torrijos Herrera, y en 1970 se produjo el triunfo electoral de Salvador Allende en Chile dando inicio a un novedoso intento de realizar una «vía democrática al socialismo». Esos movimientos adoptaron identidades nacionalistas, definiéndose como «antiimperialistas» y fueron expresados genéricamente en los años 1960 y 1970 por la categoría política de «liberación» o más puntualmente, «liberación nacional».
En las décadas de 1960 y 1970, se produjeron grandes transformaciones en el cristianismo y muy especialmente en el catolicismo, que tuvieron su máxima expresión en el Concilio Vaticano II y en la aparición en América Latina de la Teología de la liberación, llamando a los cristianos a optar por los pobres. En Argentina la rama de la Teología de la liberación que predominó fue la Teología del pueblo, más relacionada con la experiencia peronista.
Finalmente, en las décadas de 1960 y 1970, la juventud surgió como categoría social autónoma de la mano de un notable activismo juvenil y estudiantil, que generaron fuertes cambios culturales y políticos, desde la confrontación ética con los valores de los "mayores" cuestionados por su hipocresía, hasta la revolución sexual, la canción de protesta y el rock, el movimiento contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos, la Masacre de Tlatelolco en México, o el Mayo francés.
El 28 de junio de 1966, tomó el poder una dictadura autodenominada «Revolución Argentina» que generaría un estado insurreccional generalizado, expresado en puebladas masivas y el accionar de varias organizaciones guerrilleras estables.
La Revolución Argentina formó parte de una serie de dictaduras de tipo permanente, impulsadas por Estados Unidos en América Latina, como parte de su Doctrina de la Seguridad Nacional durante la Guerra Fría. Este tipo de gobierno –que Guillermo O'Donnell definió como Estado burocrático-autoritario– tenía como característica la supresión de la actividad política. La Revolución Argentina estuvo liderada inicialmente por el general Juan Carlos Onganía y su primera orden fue disolver los partidos políticos, con el fin de instalar un régimen de tipo corporativista.
Anulado el Estado de derecho y bloqueada la actividad política, los conflictos sociales solo pudieron expresarse de manera subversiva e insurreccional. La palabra «subversión», precisamente, se convirtió en un lugar común para justificar la represión contra quienes resistían a la dictadura. En esas condiciones y con la actividad política abolida, los conceptos de «revolución» –que también usaban las dictaduras– y «liberación», prendieron con fuerza en la juventud, incluso en las clases medias.
Con anterioridad a 1966 y luego del golpe de Estado de 1955, se habían creado algunas organizaciones guerrilleras de existencia fugaz o actuación esporádica, como los Uturuncos, el Frente Argentino de Liberación o el Ejército Guerrillero del Pueblo. Pero sería a partir de la dictadura de Onganía que la guerrilla alcanzaría una organización estable y sostenida, realizando atentados de consideración, así como «ejecuciones» y secuestros de personas acusadas de colaborar con la dictadura. En 1968, aparecieron las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) bajo el liderazgo de Envar «Cacho» El Kadri, instalando una guerrilla rural en el área de Taco Ralo en Tucumán.
1969 fue el año del estallido insurreccional en Argentina. Siete grandes puebladas se produjeron en todo el país, con activa participación del movimiento estudiantil y del sindicalismo: el «Ocampazo» (enero-abril), el «Correntinazo» (mayo), el primer Rosariazo (mayo), el Salteñazo (mayo), el primer Cordobazo (mayo), el primer Tucumanazo (mayo) y el segundo Rosariazo (septiembre). Ese mismo año comienzan a actuar las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), incendiando el 26 de junio trece supermercados de la cadena Minimax de la familia Rockefeller, como protesta contra la visita de Nelson Rockefeller. Cuatro días después, fue asesinado por el Ejército Nacional Revolucionario, el máximo dirigente sindical argentino de ese momento, Augusto Timoteo Vandor, acusado de negociar con la dictadura militar y de traidor por impulsar un «peronismo sin Perón»; los miembros del ENR se integrarían más adelante a Montoneros. Ese año también comienza a actuar el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), comandado por Mario Santucho, aunque sus acciones recién se incrementarían al año siguiente.
El año 1970 se inició con el «Choconazo» (febrero-marzo) y el 29 de mayo se produjo la aparición impactante de Montoneros.
Montoneros terminó de conformarse en los primeros meses de 1970, como consecuencia de la confluencia de varias agrupaciones armadas peronistas de raíz católica:
Para un régimen autoritario como el del la dictadura de Onganía, que se pretendía nacionalista y católico, no dejó de convertirse en un desafío las nuevas posiciones de la Iglesia católica en el Concilio Vaticano II; “cuando la Iglesia reconoció las opciones pluralistas de la fe en cuestiones sociales y políticas y abandonó algunas de las formulaciones ideológicas conservadoras”.
Desde sus orígenes, Montoneros tenía una considerable cantidad de mujeres guerrilleras, un hecho que era novedoso y no estaba presente en las experiencias guerrilleras anteriores. Al respecto, dice la investigadora Ana Noguera:
Entre 1968 y 1969, según relata Ignacio Vélez Carreras: «hicimos numerosas operaciones de recuperación de armas y uniformes. En realidad sólo pensábamos en montar el aparato. Desde un tiro federal, policías sueltos, varios destacamentos policiales, una guardia militar y otros. […] Era tan fuerte la conciencia del destino manifiesto del grupo, tan clara la decisión, que el Cordobazo nos pasó de lado. […] En esa época no teníamos ninguna relación con el Partido Justicialista, al que nunca estuvimos afiliados ni participamos en sus estructuras locales. En realidad sentíamos por el PJ un profundo desprecio».
Montoneros se constituyó como una organización político-militar (OPM). Ello significó rechazar el modelo dual, que habían tradicionalmente adoptado experiencias insurreccionales (leninismo, maoísmo, castrismo, sandinismo, Vietnam, Irlanda, etc.), que habían separado la organización militar de la organización política, creando una estructura puramente militar para el primer caso (ejército o milicias), y un partido político de cuadros bajo el régimen del centralismo democrático, para el segundo, siendo aquel considerado como «brazo armado» del partido.
Montoneros adoptó la forma de una OPM, porque su intención era ser considerado como una de las organizaciones existentes dentro del Movimiento Peronista, liderado por Juan Domingo Perón, aceptando la heterogeneidad del mismo. Esta conformación cambiaría luego de la muerte de Perón, con la creación primero del Partido Peronista Auténtico (o simplemente Partido Auténtico) en 1975 y luego con la fundación del Partido Montonero en 1976.
La primera acción de Montoneros, llamada Operación Pindapoy, se produjo el 29 de mayo de 1970, cuando un grupo comando secuestró en su casa al exdictador Pedro Eugenio Aramburu. La acción conmovió a la opinión pública y detonó la caída del dictador Juan Carlos Onganía, quién sufrió un golpe interno diez día después.
Aramburu había sido el líder del ala más dura de la dictadura autodenominada Revolución Libertadora que en 1955 había derrocado al gobierno constitucional de Perón. Puntualmente, Aramburu fue el dictador que ordenó los fusilamientos de 1956, el secuestro y desaparición del cadáver de Eva Perón y el Decreto Ley 4161 de 1956 que ilegalizó al peronismo y justificó el encarcelamiento de miles de ciudadanos.
El secuestro de Aramburu fue realizado por un comando integrado principalmente por al menos diez guerrilleros del Comando Camilo Torres de Buenos Aires: Fernando Abal Medina, Esther Norma Arrostito, Raúl Capuano Martínez, Mario Eduardo Firmenich, Carlos Alberto Maguid, Emilio Maza, Carlos Ramus e Ignacio Vélez. Abal Medina, Arrostito y Maza habían tenido adiestramiento militar en Cuba. Montoneros se había ido conformando en los últimos meses como una organización unitaria, a partir de la confluencia de varios grupos fundadores, con presencia en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.
Ese mismo día Montoneros dio a conocer su primer comunicado:
La denominación del comando con el nombre de Juan José Valle, se debía a que se trataba del general Valle, quien lideró en 1956 un fallido levantamiento cívico-militar contra la dictadura de Aramburu y que fuera fusilado por este junto a otros civiles y militares, en un acto de violencia institucional sin antecedentes en la historia argentina.
Aramburu fue trasladado a la estancia La Celma de la localidad de Timote en la provincia de Buenos Aires, donde fue sometido a un «juicio revolucionario» durante los siguientes dos días. El juicio consistió en una interpelación de Aramburu sobre nueve cargos:
Según el Comunicado N.º 3 de Montoneros, del 31 de mayo de 1970, Aramburu aceptó haber realizado los primeros cuatro actos que se le imputaban, pero negó haber realizado los últimos cinco.
El «tribunal revolucionario» resolvió condenar a Aramburu a muerte por arma de fuego, dar cristiana sepultura a su cuerpo y entregarlo a sus familiares una vez que el cadáver de Eva Perón fuera devuelto al pueblo argentino.
El 1 de junio la sentencia fue cumplida por Fernando Abal Medina, quien procedió a matar a Aramburu mediante el disparo de una pistola. El secuestro y asesinato de Aramburu produjo la caída de Onganía y su reemplazo por el general Roberto Marcelo Levingston, quien modificó profundamente los objetivos de la dictadura, abandonando la intención de establecer un régimen dictatorial permanente, para dar paso a una «salida electoral» que pudiera ser «controlada» por los militares, aunque finalmente se concretó tres años después, con el triunfo del peronismo en las elecciones presidenciales del 11 de marzo de 1973. A poco de asumir el nuevo dictador, el cadáver de Aramburu fue encontrado enterrado en un campo de la localidad de Timote, propiedad de la familia Ramus.
Un sector minoritario, cercano Aramburu, ha sostenido que el asesinato de Aramburu fue ordenado por el dictador Onganía y fue ejecutado o contó con el apoyo de sectores del Ejército o de los servicios de inteligencia.
Luego del secuestro y «ejecución» de Aramburu, que hizo conocido a Montoneros en todo el país, la organización realizó algunas acciones armadas, como el asalto a la comisaría de Villa Carlos Paz, el robo de armamento del Tiro Federal de Córdoba, un ataque menor al Hospital Militar, estallido de bombas en lugares que eran considerados símbolos del «imperialismo» y «gorilismo», así como el desarme de policías. Estas acciones tenían como fin realizar una modalidad de «propaganda armada», a la vez que se proveían de armas, dinero, vehículos otros elementos logísticos (pelucas, mimeógrafos, documentos). Por dicha razón, los operativos eran acompañados de comunicados enviados a la prensa adjudicándose los mismos, como forma de mostrar presencia efectiva y «generar conciencia» entre la población que se oponían a la dictadura militar.
El 1 de julio de 1970, a las 7:30, cuatro comandos montoneros (Eva Perón, Comandante Uturunco, General San Martín y 29 de Mayo), con brazaletes celestes y blancos con una leyenda que decía «Montoneros», bajo el mando de Emilio Maza, tomaron el control de la localidad cordobesa de La Calera, de manera similar a lo que la organización guerrillera Tupamaros de Uruguay, había realizado en Pando el año anterior. La operación recayó principalmente sobre los integrantes del Comando Camilo Torres de Córdoba.
En una entrevista realizada al año siguiente por la revista Cristianismo y Revolución, Montoneros contó que los objetivos eran: 1) Conseguir armas y dinero; 2) Mostrar que tenían capacidad operativa en todo el país; 3) Mostrar que era posible realizar operaciones militares de envergadura son posibles y que la dictadura era vulnerable; 4) Mostrar solidaridad con los obreros cordobeses; 5) Hacer una prueba de capacidad, disciplina y responsabilidad en operativos de envergadura.
La Calera es una pequeña localidad serrana ubicada a 10 km de la ciudad de Córdoba que, simbólicamente, fue el último punto del país en ser tomado por los golpistas que habían derrocado al peronismo en 1955. Los montoneros tomaron simultáneamente la comisaría reduciendo a los policías sin encontrar resistencia, la municipalidad y la central telefónica, y asaltaron la sucursal del Banco de la Provincia de Córdoba, llevándose cuatro millones de pesos (equivalentes a un millón de dólares de entonces). En la esquina del banco dejaron una caja para que fuera confundida con una bomba y demorara la reacción del Ejército, que al desarmarla se encontró con un grabador con la Marcha peronista.
La toma duró menos de una hora, sin que se presentaran mayores inconvenientes, y luego los guerrilleros se retiraron en los cuatro vehículos en los que habían llegado. Pero uno de ellos tuvo un desperfecto que obligó a sus ocupantes a bajarse y robar un automóvil para dirigirse a la casa de seguridad preestablecida. El robo fue rápidamente asociado con la acción guerrillera y permitió a la policía y al Ejército detener a José Fierro y Luis Losada, luego de un tiroteo donde resultó herido este último. Un interrogados bajo tortura y una deficiente compartimentalización de la información entre los guerrilleros, permitió al Ejército obtener del interrogatorio la dirección de la principal casa de seguridad, ubicada en el barrio Los Naranjos de la ciudad de Córdoba. Allí se encontraba el comandante del grupo, Emilio Maza y otros tres guerrilleros. Luego de un tiroteo en el que Vélez y Maza resultaron gravemente heridos —Maza moriría una semana después—, el Ejército tomó control de la casa encontrando gran cantidad de documentación crucial sobre todos los miembros de Córdoba, así como información sobre el grupo de Buenos Aires y el secuestro de Aramburu. De este modo el grupo de Córdoba quedó con su comandante muerto, varios miembros de importancia detenidos (Ignacio Vélez, Luis Losada, José Fierro, Carlos Soratti Martínez, Cristina Liprandi, Raúl Guzzo Conte Grand, José María Breganti, Guillermo Martorell Juárez, Felipe Nicolás Defrancesco y Heber Albornoz), mientras que el resto de los miembros debieron trasladarse a otras provincias, en situación de clandestinidad.
Pese a ello la toma de La Calera fortaleció la imagen nacional de Montoneros y aumentó el apoyo entre la población. El entierro de Maza convocó a 10 000 personas que acompañaron el ataúd hasta el cementerio, donde cantaron la Marcha Peronista y el Himno Nacional en un acto de abierto desafío a la dictadura. Asimismo, la toma de La Calera dio lugar a que el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) se pronunciaran sobre la lucha armada y emitieron un comunicado en el que, sin promover la lucha armada sostenían que «El Movimiento respeta a quienes, juzgando haber agotado todas las instancias, considera como única salida la vía de las armas». Simultáneamente un grupo de seminaristas de Córdoba calificaron la muerte de Maza como «el mayor acto de amor cristiano».
El 30 de julio de 1970, cuarenta guerrilleros tomaron durante una hora la ciudad de Garín, en el conurbano bonaerense, muy cerca de Campo de Mayo, la principal base militar del país. Significaba la aparición de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Las FAR tuvieron un origen que provino principalmente del Partido Comunista y la Federación Juvenil Comunista, bajo el liderazgo de Carlos Olmedo y Roberto Quieto, muy diferente del peronismo cristiano de donde provenía Montoneros. Otros grupos menores eran liderados por Arturo Lewinger, Élida Aída D'Ippolito (la gorda Amalia), Marcos Osantinsky y Carlos Herllman, y Julio Roqué, referente del grupo de los Comandos Populares Santiago Pampillón (CPSP), con base en Córdoba. Otros referentes de la organización eran Paco Urondo y Juan Pablo Maestre. Progresivamente FAR y Montoneros irían acercándose y actuando conjuntamente, hasta que en 1973 se fusionaron.
El 27 de agosto el Comando Montonero Emilio Maza del Ejército Nacional Revolucionario «ejecutó» al sindicalista José Alonso, uno de los líderes del sector «participacionista» del sindicalismo argentino, que dejaba de lado el objetivo de luchar por la vuelta de Perón y promovía la participación del movimiento obrero en el gobierno militar, siguiendo los lineamientos corporativistas propuestos por Onganía.
El 7 de septiembre de 1970 la policía sorprendió a una parte de la cúpula de Montoneros cuando se aprestaba a realizar una reunión en el bar La Rueda, en la esquina de Potosí y Villegas de la localidad bonaerense de William C. Morris, generándose un combate en el que murieron Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus, resultando detenido Luis Rodeiro. Sabino Navarro, por su parte, logró romper el cerco a pesar de estar herido en una pierna, mientras que Capuano Martínez se retiró ileso.
Abal Medina y Ramus fueron velados en la parroquia San Francisco Solano, ubicada en uno de los barrios más pobres de la ciudad de Buenos Aires, habilitada por los sacerdotes Rodolfo Ricciardelli y Jorge Vernazza. Durante la misa, el padre Carlos Mugica, en el mismo lugar donde sería asesinado cuatro años después, pronunció las siguientes palabras:
En memoria de este hecho, el 7 de septiembre ha sido considerado como Día del Militante Montonero.
La caída de Onganía el 8 de junio de 1970, hizo colapsar el proyecto de establecer una dictadura permanente, bajo la forma de un Estado burocrático-autoritario, en el marco de la doctrina de la seguridad nacional que Estados Unidos aplicaba para mantener el control de América Latina en la Guerra Fría contra el bloque soviético, otorgando a las fuerzas armadas la función de controlar internamente a las poblaciones y garantizar la orientación político-económica del Estado.
Anulado el Estado de derecho y cancelados los partidos políticos, los conflictos sociales solo pudieron expresarse de manera insurreccional. La palabra "subversión" se convirtió en un lugar común para justificar la represión contra quienes resistían a la dictadura. En esas condiciones y con la actividad política abolida, los conceptos de «revolución» —que también usaban las dictaduras— y «liberación», prendieron con fuerza en la juventud, incluso en las clases medias. Se generalizaron las puebladas insurreccionales (en los tres años que van de 1969 a 1972 se produjeron 20 puebladas, de las cuales el Cordobazo fue la más conocida) y se instaló una actividad guerrillera urbana y rural, simultáneamente con un extraordinario incremento de la movilización política de la juventud, en los sindicatos y universidades.
La dictadura respondió a las movilizaciones juveniles, puebladas y la guerrilla, con una extrema represión, utilizando la tortura de manera generalizada, deteniendo a cientos de presos políticos y cometiendo decenas de asesinatos, mayoritariamente jóvenes manifestantes (Santiago Pampillón, Juan José Cabral, Máximo Mena, Adolfo Ramón Bello, Luis Norberto Blanco, Hilda Guerrero de Molina, etc.) negando que se tratara de una situación de derecho de resistencia a la opresión.
En esas condiciones el general Roberto Marcelo Levingston asumió el poder en junio de 1970, con el objetivo de comenzar a abrir una «salida electoral» controlada por los militares y los sectores civiles aliados. De inmediato se inició un acercamiento político entre Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín. Luego se incluirá también Arturo Frondizi, el tercero de los grandes referentes políticos de la época. Perón y Balbín eran en ese momento, las máximas expresiones de los sectores peronista y antiperonista, en que el país se había dividido desde 1945. Balbín, por entonces líder de la Unión Cívica Radical del Pueblo, tomó contacto con Jorge Daniel Paladino, delegado personal de Perón, que permanecía exiliado en España y proscrito en Argentina. Balbín le transmitió a Paladino su propuesta de reunir a los partidos políticos a fin de acordar una serie de líneas democráticas comunes y emprender colectivamente negociaciones con la dictadura para la "salida política" del régimen hacia un gobierno elegido por la población. Perón a su vez, apoyó la propuesta de Balbín y le escribió una carta personal, fechada el 25 de septiembre de 1970, en la que el fundador del peronismo le dice al presidente de la UCRP:
El 11 de noviembre de 1970, representantes de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), y los partidos Peronista, Socialista Argentino, Conservador Popular y Bloquista, constituyeron el agrupamiento llamado La Hora del Pueblo, exigiendo elecciones inmediatas, sin exclusiones y respetando a las minorías.
Comenzó así una compleja pulseada condicionada por múltiples tensiones e intereses, para buscar una «salida electoral» que pudiera ser una alternativa efectiva al estado insurreccional que crecía en Argentina, y que al mismo tiempo abordara la cuestión de la legalización del peronismo y la vuelta de Perón, que constituía un límite inaceptable para los sectores más antiperonistas de las Fuerzas Armadas y los grupos de poder conservadores, pero que al mismo tiempo constituía una condición indispensable para el propio Perón y el sector del peronismo que rechazaba la posibilidad de un «peronismo sin Perón».
La caída de Onganía no detuvo la actividad insurreccional. En 1970 se produjeron el segundo Tucumanazo (noviembre) y el Catamarqueñazo (noviembre), mientras que al comienzo del año 1971 se produjo el Viborazo (marzo), que causó la caída del dictador Levingston y su reemplazo por el general Alejandro Agustín Lanusse. Lanusse era el líder indiscutible del Ejército y del bando «azul» (antiperonista moderado) que venció al bando «colorado» (antiperonista radical, liderado por la Armada) en la «guerra civil» de 1962-1963. Era el autor del plan denominado Gran Acuerdo Nacional (GAN), que promovía un gran acuerdo político-social, entre los militares y los grupos de poder actuantes en Argentina, incluyendo al peronismo y el sindicalismo, para posibilitar una «salida electoral» cuyo resultado pudiera ser aceptable para todos. El GAN tendía a que consagrar electoralmente un gobierno cívico-militar republicano, con el propio general Lanusse como presidente de consenso, aceptando el hecho de que no era conveniente que el peronismo volviera al poder en lo inmediato y sobre todo de que Perón pudiera presentarse como candidato. Los siguientes dos años serían una partida de ajedrez entre Lanusse y Perón.
En esa situación, Montoneros debía resolver si adoptaba una estrategia denominada de «guerra popular prolongada», rechazando toda posible «salida electoral», o impulsaba una estrategia de debilitamiento de la dictadura que la obligara a aceptar una «salida electoral», sin condicionamientos, con participación plena del peronismo y la posibilidad de que Perón pudiera presentarse como candidato. Ambas opciones se expresaron en la época mediante dos consignas contrapuestas: la primera mediante el cántico «Ni golpe ni elección, revolución»; la segunda mediante la consigna «Elecciones libres y sin proscripciones». Aun con disidencias internas, Montoneros (y también las FAR) tomaron la decisión de optar por presionar para lograr una «salida electoral» sin restricciones de ningún tipo y para ello abrieron los llamados «frentes de masas», para canalizar la militancia política juvenil, femenina, sindical, estudiantil y barrial, que conformaron la Tendencia Revolucionaria del Peronismo.
Pero por entonces, después de los desastres de junio (La Calera) y septiembre (William C. Morris) de 1970, que dejó a Montoneros sin sus líderes y con la mayoría de sus miembros descubiertos, los miembros que habían sobrevivido y evitado la detención, debieron refugiarse en sus respectivos grupos regionales y limitar sus vínculos con los demás. La organización careció en esos años de una verdadera conducción nacional y tomó la forma de una "federación", con escasos contactos entre sí, situación que postergó la discusión política sobre la estrategia a adoptar.
Durante ese período la organización estuvo integrada por cuatro «regionales» autónomas: Buenos Aires, Córdoba, el noroeste y Santa Fe. Cada una de ellas tenían entre quince y treinta combatientes, organizados en células de cuatro o cinco personas denominadas "unidades básicas de combate", cada una de ellas con un responsable y un territorio de operaciones. Los guerrilleros usaban nombres de guerra, organizaban su vida sin llamar la atención y mantenían la información “compartimentalizada” en cada grupo, para reducir al mínimo las sospechas de vecinos y los daños de una detención.
La regional Buenos Aires era el que tenía la mayor cantidad de combatiente y también la que consiguió el mayor desarrollo de masas con el crecimiento de la JP en 1971. El tamaño de la megalópolis facilitaba el anonimato y hacía que las condiciones de seguridad fueran mayores que en el llamado "interior" del país. Luego de las caídas de Abal Medina y Ramus, la conducción quedó en manos de José Sabino Navarro, porque su grupo había sido menos golpeado y quedado mucho menos expuesto que el "grupo Fundador". Cuando Sabino Navarro debía viajar a las otras regionales, lo reemplazaban Carlos Hobert o Mario Firmenich.
La regional Santa Fe quedó bajo el comando de Ricardo René Haidar, tras la caída de Mario Ernst, con su base principal en la ciudad de Santa Fe, establecida en los años anteriores por el Grupo Santa Fe, recurriendo sobre todo al Ateneo Santa Fe, una agrupación estudiantil que actuaba en la Universidad del Litoral.
La regional Córdoba había quedado virtualmente desmantelada después de La Calera. Bajo el comando de Alejandro Yofre fue reorganizada, con el apoyo de algunos cuadros de Río Cuarto, e incluso extendida hacia San Luis, San Juan y Mendoza, bajo la responsabilidad de Alberto Molinas.
La regional Noroeste, organizada por el Grupo Reconquista, recibió una importante cantidad de guerrilleros trasladados por seguridad de otras partes del país y quedó bajo el comando de Roberto Cirilo Perdía y Fernando Vaca Narvaja, en Tucumán y Salta, respectivamente.
El principio básico de la actividad guerrillera de Montoneros, como el de toda guerrilla, era el factor sorpresa. Los operativos debían ser muy rápidos, siguiendo las consignas de “concentración y dispersión” y “golpear y desaparecer”, evitando siempre cualquier enfrentamiento abierto, con la policía o el Ejército. En esa época dieron prioridad a copar comisarías o puestos policiales, para apoderarse de armas, municiones y uniformes, o bancos y empresas, para obtener dinero, utilizando grupos de siete u ocho guerrilleros, en operativos que duraran unos breves minutos. Cada operativo era reconocido mediante un comunicado o pintadas en el lugar, con el fin de que obrara también como “propaganda armada”, como se la denominada. En este período Montoneros realizó dos o tres operativos por mes, relativamente menores y principalmente en Buenos Aires. Algunas de las acciones fueron el asalto al Registro Civil de Bella Vista en diciembre de 1970, para obtener material para falsificar documentos de identidad, la toma de la Casa Histórica de Tucumán en febrero de 1971, el atentado contra el Jockey Club de Santa Fe en marzo de 1971, el asalto al Banco de Boulogne de Villa Ballester en junio de 1971, donde obtuvieron 88.000 dólares, etc. La operación más importante de 1971 fue la toma, en junio, de San Jerónimo Norte, una pequeña ciudad de cinco mil habitantes ubicada a 45 km de la ciudad de Santa Fe, donde asaltaron el banco y tomaron la comisaría llevándose las armas. La prensa nacional cubrió el hecho y lo consideró como una “reaparición” de Montoneros, luego de la caída de Abal Medina y Remus.
En los primeros meses de 1971 José Sabino Navarro comenzó a viajar frecuentemente por el país para tomar contacto con las regionales, con el fin de reconstituir una conducción nacional. El 25 de junio estuvo a punto de ser capturado, trenzándose en combate con los policías bonaerenses Domingo Moreno y Fernando Cidraque, que resultaron muertos. Un mes después es interceptado en la provincia de Córdoba, sobre la Ruta Nacional 36, resultando herido en combate. Durante una semana intenta escapar por el campo, pero finalmente la herida se lo impide y se suicida antes de ser atrapado. En esa ocasión muere también Juan Antonio Díaz y resulta detenido Jorge Cottone.
La muerte de Sabino Navarro fue uno de varios golpes graves sufridos por la organización antes de que comenzara a masificarse a mediados de 1972. En la regional noroeste fueron apresados Fernando Vaca Narvaja, Edmundo Candiotti, Susana Lesgart, Mariano Pujadas, Carlos Figueroa, Rosa del Carmen Quinteros y Jorge Raúl Mendé, además de varios miembros de las FAR, paralizando prácticamente a la regional. En Santa Fe fueron detenidos catorce guerrilleros y muchos colaboradores y resultó muerto Oscar Alfredo Aguirre; mientras que en Rosario fueron heridos y detenidos fueron heridos René Oberlín y Juan Ernest. En Córdoba murieron dos guerrilleros y fueren detenidos otros tres. En Buenos Aires murió Jorge Guillermo Rossi en un tiroteo con el dirigente de Nueva Fuerza Roberto Uzal, quien también murió intentó al intentar defenderse de su secuestro, y como consecuencia de ello fueron detenidos cuatro guerrilleros.
En ese momento la organización queda reducida a su mínima expresión, con solo trece miembros, siendo Carlos Hobart el único que no era buscado por la policía. Por esa razón, Hobart fue el encargado de establecer contactos políticos, que le permitiera a Montoneros salir del encierro. Hobart se conectó con sindicalista y militantes que habían estado vinculados a la experiencia de la CGT de los Argentinos, en la que había participado, y con JAEN, una agrupación universitaria liderada por Rodolfo Galimberti.
La "apertura política" colocaba a Montoneros en un lugar político contradictorio: por un lado habían adquirido un muy alto perfil dentro de la Resistencia Peronista, pero por otro lado se trataba de un grupo de jóvenes con escasas relaciones políticas. En esas condiciones Rodolfo Galimberti, líder de una agrupación universitaria peronista llamada JAEN (Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional), logró conectarse con Carlos Hobart y se ofrece para llevar una carta de la organización guerrillera a Perón, explicando las causas de las "ejecuciones" de Aramburu y el sindicalista José Alonso y sus intenciones de continuar actuando como el brazo armado del movimiento peronista. La carta está fechada el 9 de febrero de 1971.
Galimberti logró que Perón lo recibiera pocos días después en Madrid, donde se encontraba exiliado, y que escribiera una carta de respuesta y grabara un mensaje de audio dirigido a "los compañeros de la juventud",
que fue transcripta y publicada por la revista Cristianismo y Revolución en junio bajo el título de "Perón habla a la juventud". La carta de Perón a Montoneros está fechada el 20 de febrero de 1971.
Allí se manifiesta "completamente de acuerdo y encomio todo lo actuado” con respecto a Aramburu y, sobre la "ejecución" de José Alonso, desmiente categóricamente "que haya perturbado plan táctico alguno". Con respecto a la evolución de la situación política, responde que no cree que los militares estén dispuestos a dar elecciones sin proscripciones, pero aclara que “no se puede despreciar la oportunidad de forzar también este factor”, anticipando su apoyo a una salida electoral si se pudiera "forzar" que se realizara en condiciones de libertad. Finalmente, Perón se refiere a la vinculación que Montoneros podría tener con el movimiento peronista en estos términos:En la grabación dirigida a "los compañeros de la juventud", Perón caracteriza la situación diciendo que "la Patria vive días inciertos y dramáticos, sometida al vasallaje de sus fuerzas de ocupación... [en la que] luchar es un deber", negando toda legalidad a la dictadura militar.
Habla de la "juventud maravillosa" -una expresión que adquirirá a partir de entonces un peso alegórico para la Juventud Peronista- y se extiende en consideraciones sobre el papel de la lucha armada en aquel momento. Denomina a las organizaciones guerrilleras como "formaciones especiales":"A partir del explícito apoyo de Perón y de la simpatía que había concitado la muerte de Aramburu, Montoneros gozaba de una no despreciable popularidad entre las bases peronistas", dice el investigador Lucas Lanusse.
El 26 de julio de 1971 Montoneros realiza su primera acción conjunta con las FAR, tomando la comisaría de Villa Mariano Moreno en Tucumán, apoderándose de las armas sin derramar sangre. Tres días después, ambas organizaciones y las FAP, "ajusticiaron" al mayor Julio Ricardo Sanmartino, exjefe de policía de Córdoba y organizador de grupos paramilitares. En este período llegó a funcionar una efímera coordinación tripartita/cuatripartita entre Montoneros, las FAR, las FAP y Descamisados, bajo la sigla OAP: Organizaciones Armadas Peronistas. Arrostito atribuye el fracaso en constituir las OAP a "la polémica interna de FAP", "el izquierdismo de FAR" y "la incoherencia de Descamisados".
El 30 de junio había sido sancionada la Ley de Partidos Políticos, restableciendo su legalidad y habilitando la afiliación, iniciando así el tenso camino que culminaría en las elecciones de marzo de 1973.
Mientras tanto, Galimberti se había convertido en el nexo entre Perón y Montoneros y el 27 de noviembre de 1971, Héctor J. Cámpora, recientemente designado delegado personal de Perón en Argentina, anunció que Perón había nombrado a Galimberti como representante de la Juventud en el Consejo Superior del Movimiento Peronista. Desde esa posición Galimberti crea el Consejo Provisorio de la Juventud Peronista (JP o Jotapé), que a su vez se da una organización en regionales, replicando la estructura de Montoneros, para unificar a los diversos grupos juveniles que venían actuando separadamente hasta ese momento. En seis meses ya contaba con más de 80.000 militantes. Esa estructura comenzó a funcionar a comienzos de 1972 y sería conocida desde entonces como JP Regionales, que si bien formalmente incluía diversos grupos juveniles peronistas, en los hechos se fue constituyendo gradualmente en el principal "frente de masas" de Montoneros, hasta culminar a mediados de 1973 cuando Montoneros "ya pasa a obtener el control orgánico absoluto de la JP".
En noviembre de 1971, una encuesta realizada por la International Political Science Asociation (IPSA) indicó que una gran parte de la sociedad argentina aprobaba la violencia guerrillera, alcanzando el 53% en Córdoba, el 51% en Rosario y el 45% en Buenos Aires.
Montoneros dio prioridad a la acción política y social en los barrios populares y las villas miseria, instalando unidades básicas organizadas por la Juventud Peronista, vinculando a jóvenes de clase media, que eran estudiantes secundarios o universitarios, con la población trabajadora que habitaba en los barrios periféricos de las ciudades.
Este tipo de militancia significaba concentrarse en la resolución de los problemas de vivienda, urbanismo y condiciones de vida de los sectores populares. En 1973 se crearían el Movimiento Villero Peronista y el Frente de Inquilinos, como "frentes de masas" específicos.Debido a las bajas y las dificultades para incorporar nuevos miembros, a comienzos de 1972, el tamaño de Montoneros "no era mucho más grande que el de comienzos de 1971".Roberto Perdía (Noroeste), Carlos Hobert (BUenos Aires), Raúl Yager (Litoral) y Paco Urondo (Cuyo). La organización había establecido una estructura de grados militares: en la base se ingresaba como miliciano y el primer ascenso era como aspirante; a partir de allí el combatiente se convertía en oficial (raso, segundo, primero, mayor y superior). Como medida de seguridad, cada uno era referido por su nombre de guerra.
Recién en agosto de 1971, un año y medio después de su aparición, había podido realizar su primer Congreso Nacional, con la participación de seis regionales (Buenos Aires, Córdoba, Litoral, Noroeste, Noreste y Cuyo), en gran medida gracias al trabajo realizado por Sabino Navarro. El Congreso había resuelto que cada regional eligiera su propia dirección, mientras que la Conducción Nacional estaría integrada por los jefes de cada regional. Y tuvieron que esperar hasta diciembre de 1971 para realizar la primera reunión de Conducción Nacional, donde se presentó para discutir el primer documento político-militar elaborado por Montoneros. Firmenich asumiría entonces el primer lugar en la Conducción Nacional y la mantendría en adelante. Otros jefes nacionales seríanMontoneros estaba todavía dividido internamente entre los sectores que proponían como objetivo primario presionar para que la dictadura convocara a elecciones libres, con el fin de ganarlas y formar parte de un "gobierno popular" y aquellos que desconfiaban de la "salida electoral", proponiendo mantenerse aparte del proceso político, persistiendo en la lucha armada hasta lograr "la revolución", con la consigna «Ni votos, ni botas, fusiles y pelotas».
Al finalizar 1971 la Conducción de Montoneros debatió y elaboró el primer documento de la organización, de carácter interno, titulado "Línea político-militar".Fundación Eva Perón en su gobierno. Ambas visiones comenzarían a bifurcarse luego de las elecciones.
En dicho documento Montoneros insiste en remarcar la centralidad de la lucha armada y "la guerra" a la que caracteriza como "la forma más alta de lucha política", reconociendo la validez de "la lucha electoral" -definida como "la movilización popular por sus reivindicaciones, su programa y su Líder"-, pero como método secundario, subordinado a la lucha armada y la construcción de un "ejército popular", que tenga como objetivo "la liberación nacional y la construcción nacional del socialismo". En las conversaciones mantenidas con Montoneros durante 1972 y 1973, Perón dejó en claro que la guerrilla era una herramienta esencial para debilitar a la dictadura y lograr elecciones libres, pero que una vez establecido un gobierno popular Montoneros debía reconvertirse asumiendo un papel central en la política social hacia los sectores más desposeídos, desempeñando un papel equivalente al que había jugado laEl jefe de la regional Buenos Aires, Carlos Hobert terminaría con las dudas al hacer pública su posición por “elecciones sin proscripción”. La decisión de participar activamente en las elecciones, significó que un sector de Montoneros se separara de la organización bajo el nombre de Columna Sabino Navarro ("los sabinos"), pero simultáneamente se integraron otras organizaciones guerrilleras peronistas, como un sector de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y la agrupación Descamisados. Por su parte, las FAR, desconfiaban de la "salida electoral" y proponían utilizarla como plataforma para una gran insurrección armada, con la consigna “Con las urnas al gobierno, con las armas al poder”.
Desde comienzos de 1972 y de la mano con la convocatoria a elecciones realizada por la dictadura, Montoneros comenzó a masificarse, especialmente sus incipientes "frentes de masas" (barrial, estudiantil, sindical, femenina). El momento es conocido como la etapa de "el engorde". El primer frente de masas que se masificó fue la "rama juvenil" organizada por la JP Regionales que conducía Rodolfo Galimberti. En solamente doce meses la JP se transformó en la organización con mayor capacidad de convocatoria y movilización dentro del peronismo, pasando de movilizar cinco mil personas en febrero de 1972, a movilizar cien mil personas al inicio de 1973. El frente universitario tuvo escaso desarrollo antes de 1973, con excepción de Universidad Nacional de La Plata, donde la actuaba la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN) -aún no se había conformado la Juventud Universitaria Peronista (JUP) como expresión universitaria nacional de la Tendencia-.
Una serie de actos organizados por la JP fueron potenciando y unificando la movilización juvenil alrededor de Montoneros y la Tendencia. En enero hubo un acto Ensenada y en mayo otro en Merlo, ambos en el conurbano obrero de Buenos Aires. El 9 de junio, se lanzó la campaña en la Federación Argentina de Box y el 28 de julio una multitud llenó el estadio de Nueva Chicago, club muy activo en la Resistencia Peronista, donde la Tendencia lanzó la consigna “Luche y Vuelve”.
De cara a la "salida electoral" Perón se dio una estrategia de alianzas de gran amplitud, con una dimensión política que incluía a todos los partidos y líderes políticos, incluyendo a los que habían sido antiperonistas en 1955, y una dimensión socio-económica sobre la base de un "pacto" sindical-empresarial, promoviendo a tal efecto, para la conducción de la CGT a José Ignacio Rucci, uno de los pocos dirigentes sindicales de importancia que por entonces adherían al objetivo de poner en primer plano la lucha por la vuelta de Perón.
Para organizar al Movimiento Peronista, Perón concibió una estructura en cuatro ramas (política, sindical, femenina y juventud). El año anterior había nombrado como nuevo delegado personal a Héctor J. Cámpora, un histórico dirigente que mantenía buenas relaciones con Montoneros y La Tendencia. Por otra parte Montoneros controlaba la rama juvenil del movimiento a través de Galimberti y la JP, y comenzaba a organizar las demás ramas juveniles (universitaria, secundaria, trabajadora, villera y femenina), que comenzaban a estructurarse. Finalmente, el hecho de que la mayor parte de los sindicatos más poderosos creyeran que la vuelta de Perón no sucedería, hizo que el sindicalismo, con excepción de Rucci y un sector de sindicatos menos determinantes, estuviera poco activo durante el año y medio anterior a las elecciones de marzo de 1973, permitiendo así que Montoneros y la JP, principalmente, ocuparan un lugar destacado, tanto en las movilizaciones masivas como en los nuevos liderazgos que se iban conformando de cara a un eventual triunfo electoral.
Montoneros canalizó un fenómeno singular de la política argentina en la década de 1970 que fue la peronización de un sector considerable de la clase media, especialmente de la juventud, que tradicionalmente había sido monolíticamente antiperonista. Este sector juvenil de clase media adhirió al llamado genéricamente "peronismo revolucionario" o "izquierda peronista" e ingresó masivamente a Montoneros y sus frentes de masas, especialmente estudiantiles, llevando adelante una práctica de trabajo solidario en barrios populares y villas miseria, y en menor medida en los sindicatos. Los orígenes ideológicos de esos sectores de clase media fueron muy heterogéneos, desde la militancia católica y la teología de la liberación, pasando por el nacionalismo, hasta las corrientes marxistas, socialistas y guevaristas, manifestándose en la "unidad obrero-estudiantil" que vinculó al movimiento estudiantil con el movimiento sindical en las grandes puebladas realizadas entre 1969 y 1972, que tuvo al Cordobazo como emblema.
Esta composición juvenil de clase media de Montoneros, ha sido reiteradamente señalada. Fue considerada como dato de importancia por Norma Arrostito, en el documento escrito en la ESMA poco antes de ser asesinada en 1976:
Para Arrostito la masificación de Montoneros y la consecuente vinculación de los sectores juveniles de clase media con "las mayorías populares", fue la causa principal de su "apogeo", del mismo modo que la pérdida de ese vínculo con "las masas" generada por el enfrentamiento con Perón en 1973 y 1974, fue la causa principal de su "decadencia".
En 1972, varias organizaciones guerrilleras (Montoneros, FAR, ERP) acordaron una acción conjunta para organizar una fuga masiva de guerrilleros y militantes detenidos en el Penal de Rawson, en la Patagonia. La fuga resultó parcialmente exitosa, ya que lograron fugarse en avión hacia Chile seis altos dirigentes de Montoneros, las FAR y el ERP, y tuvo características espectaculares porque los medios de comunicación transmitieron en directo las negociaciones entre los guerrilleros y los militares, para acordar los términos de rendición de los que no habían logrado fugarse, pero permanecían en control de la cárcel y el aeropuerto.
Los seis líderes guerrilleros que lograron fugarse fueron Fernando Vaca Narvaja (Montoneros), Marcos Osatinsky (FAR), Roberto Quieto (FAR), Mario Roberto Santucho (ERP), Enrique Gorriarán Merlo (ERP) y Domingo Menna (ERP).
Luego de la rendición, los 19 guerrilleros que habían llegado al aeropuerto y tomado control de él, no fueron llevados de vuelta a la cárcel, sino que fueron trasladados a la Base Aeronaval Almirante Zar. Una semana después fueron ametrallados, resultando asesinados 16 de ellos, en tanto que tres personas sobrevivieron. Los fallecidos fueron: Alejandro Ulla (ERP), Alfredo Kohan (FAR), Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP), Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP), Carlos Astudillo (FAR), Clarisa Lea Place (PRT-ERP), Eduardo Capello (PRT-ERP), Humberto Suárez (PRT-ERP), Humberto Toschi (PRT-ERP), José Ricardo Mena (PRT-ERP), María Angélica Sabelli (FAR), Mariano Pujadas (Montoneros), Mario Emilio Delfino (PRT-ERP), Miguel Ángel Polti (PRT-ERP), Rubén Pedro Bonnet (PRT-ERP) y Susana Lesgart (Montoneros). Lograron sobrevivir Alberto Miguel Camps (FAR), María Antonia Berger (FAR) y Ricardo René Haidar (Montoneros).
La Masacre de Trelew, cometida por la Marina -donde predominaba una postura antiperonista radicalizada- se produjo apenas seis meses antes de las elecciones presidenciales del 11 de marzo de 1973, convocadas por el general Lanusse, admitiendo por primera vez desde 1955 la participación del peronismo. Por entonces Lanusse impulsaba una "salida electoral" denominada Gran Acuerdo Nacional (GAN), basada en un acuerdo con Perón que posibilitara una institucionalidad democrática pacífica y estable. Pero los sectores conservadores y militares más radicalizados, se oponían a que las elecciones se realizaran con participación del peronismo, razón por la cual endurecieron la presión sobre las fuerzas políticas y el propio Lanusse. En ese contexto se produjo la Masacre de Trelew, debilitando la posición negociadora de Lanusse y alejando al peronismo de la posibilidad de alcanzar acuerdos que garantizaran la estabilidad política, entre ellos la situación de las organizaciones guerrilleras.
Dos días después de la Masacre de Trelew, la Junta Militar reformó la Constitución, imponiendo entre otros cambios, la obligación de que el Presidente fuera elegido por mayoría absoluta, lo que llevó a establecer un sistema de balotaje, con el fin de reducir las posibilidades de triunfo del peronismo y promover la victoria de una amplia coalición antiperonista. En sentido opuesto, generó una oleada de indignación popular que generalizó una consigna, "La sangre derramada no será negociada", que acentuó el clima insurreccional y debilitó las condiciones para encaminarse hacia una institucionalidad democrática y pacífica.
Cuarenta años después, el 15 de octubre de 2012, el Tribunal Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como autores de 16 homicidios y tres tentativas, así como declarar a los crímenes cometidos de «lesa humanidad».
El exilio de Perón y la lucha por su regreso, había sido una de las cuestiones políticas centrales de la política argentina a partir de 1955. Los medios de comunicación habían hecho familiar la expresión "el tirano prófugo", cuando decir su nombre se castigaba con pena de prisión y clausura. El fracaso de sus intentos de regresar al país en 1957 y 1964, había debilitado el liderazgo de Perón e impulsó la formación de una amplia corriente neoperonista que sostenía la posibilidad de un "peronismo sin Perón".
La vuelta de Perón al país y su eventual candidatura presidencial era una brasa caliente en las negociaciones por la "salida electoral". En julio de 1972, el dictador Lanusse dijo por televisión que no había ninguna prohibición para que Perón volviera a la Argentina y que si no volvía era "porque no le da el cuero". Montoneros decide entonces en agosto, a través de la Juventud Peronista, pedirle a Cámpora, que analice con Perón la posibilidad de volver al país y hacer fracasar definitivamente el Gran Acuerdo Nacional (elecciones controladas por los militares, sin permitir la candidatura de Perón) que impulsaba el general Lanusse. A fines de septiembre Perón nombró a Juan Manuel Abal Medina como secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, con la misión de dirigir el Operativo Retorno. Abal Medina tenía por entonces 27 años; era un abogado de militancia católica nacionalista, fundador del Círculo del Plata, con sólidos contactos en las Fuerzas Armadas, y era también hermano de Fernando Abal Medina, uno de los fundadores de Montoneros, muerto en combate dos años antes.
Con el nombramiento de Abal Medina como secretario general y la presencia de Héctor Cámpora como delegado personal de Perón en la Argentina, se organizó el Consejo Superior del Movimiento Peronista, con representantes de todas las ramas. Allí la Juventud Peronista lanzó la consigna "Luche y vuelve", que alcanzaría una enorme adhesión popular.
El centro de operaciones se instaló en el edificio de la CGT, pero salvo Rucci, la mayor parte del sindicalismo peronista ortodoxo no participó de la Operación Retorno, recayendo principalmente sobre la Juventud Peronista y las organizaciones guerrilleras FAR, Montoneros y FAP. La campaña por el retorno de Perón le permitió a la generación juvenil que venía resistiendo a la dictadura mediante movilizaciones y puebladas como el Cordobazo, organizarse como uno de los principales actores políticos, pocos meses antes de que se realizaran las elecciones para restablecer el sistema demócrático.
Abal Medina tomó contacto con varios sectores de las Fuerzas Armadas con el fin de negociar que el avión no fuera derribado, o que el propio Perón no fuera detenido o asesinado al volver. Por entonces considerables sectores de las Fuerzas Armadas aceptaban ya, que el retorno de Perón era indispensable para salir de la situación de inestabilidad y empate político que paralizaba al país desde su derrocamiento. Acordó también con las organizaciones guerrilleras y políticas opuestas a la dictadura, que no aprovecharían el retorno de Perón para organizar un levantamiento que derrocara a Lanusse.
El 7 de noviembre Perón publicó una solicitada anunciando que, teniendo en cuenta que la dictadura había reconocido públicamente que no había causas contra él, había decidido volver a la Argentina el 17 de noviembre. El regreso de Perón se realizó en un avión chárter de la empresa Alitalia que partió de Roma, con 153 personalidades peronistas de todos los sectores de la vida política, social, cultural y religiosa. La "delegación montonera" estuvo integrada por Horacio «Chacho» Pietragalla por Montoneros, Rodolfo Vitar por las FAR, mientras que por la JP viajaron René E. Bustos y Jorge Waisman.
El día señalado, el 17 de noviembre de 1972, la dictadura prohibió a la ciudadanía concurrir a recibir a Perón y dispuso un enorme operativo para bloquear los accesos al aeropuerto de Ezeiza. Pese a ello una multitud estimada entre cien mil y medio millón de personas intentó llegar al aeropuerto confrontando con las fuerzas de seguridad, sin que llegara a producirse ningún muerto. Unas mil personas lograron llegar. En conmemoración de aquella movilización, en la cultura peronista el día 17 de noviembre está considerado como Día de la Militancia. Ese día se produjo una sublevación de oficiales y suboficiales de la Marina destinados en la ESMA en apoyo a Perón, encabezado por el guardiamarina Julio César Urien, que fue rápidamente controlado. Urien estaba al mando de 20 oficiales y 40 cabos, que luego de ser dados de baja se incorporaron a Montoneros y la JP.
El avión aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza a las 11:15 de la mañana. Perón bajó acompañado de Cámpora y fue recibido en la pista por Juan Manuel Abal Medina y José Ignacio Rucci. Inmediatamente después se instaló provisoriamente en el hotel del Aeropuerto de Ezeiza y durante las horas siguientes la dictadura no autoriza su salida del mismo, imponiendo una detención de hecho con el argumento de que no podían garantizar su seguridad. Transcurrieron más de doce horas de fuertes confrontaciones con los militares, en un clima de extrema tensión, en el que hasta el propio Perón estaba armado. Finalmente, ya en la madrugada del día 18, la dictadura autorizó el traslado de Perón a la casa que la CGT había comprado, ubicada en Gaspar Campos 1075, en Vicente López.
Hacia finales de 1972 la organización armada Descamisados se integra a Montoneros. El grupo tenía su base militante en las JP barriales del conurbano bonaerense y estaba integrado por Norberto Habegger, Horacio Mendizábal, Dardo Cabo, Oscar di Gregorio, Fernando Saavedra Lamas, Osvaldo Sicardi, Fernando Galmarini, entre otros. Descamisados se había originado en una evolución de un sector de la Juventud del Partido Demócrata Cristiano -que reconocía la influencia que Jacques Maritain llevó a la Argentina en su visita de 1936-, que en 1966 había ingresado al peronismo. Descamisados se presentó en público el 17 de octubre de 1970, copando un cine en La Tablada para proyectar La hora de los hornos, de Pino Solanas y Octavio Getino. El 11 de julio de 1972 volaron el yate “Biguá” del Comando en Jefe del Ejército y el 6 de septiembre incendiaron el Centro Naval de Tigre, en represalia por la Masacre de Trelew. Antes de ingresar a Montoneros, Descamisados dio a conocer el siguiente comunicado fechado el 17 de octubre de 1972:
consigna de PERON CANDIDATO A PRESIDENTE Y EN LA ARGENTINA. Así, en el curso de este proceso quedará demostrada la
Finalmente las elecciones quedaron establecidas para el 11 de marzo de 1973, con participación del peronismo, pero sin permitir la candidatura de Perón. A ello se agregó la introducción del balotaje, una modificación de las reglas de juego propuesta por el ministro radical Arturo Mor Roig, quien pensaba que de ese modo se podía evitar que el peronismo ganara las elecciones, promoviendo en segunda vuelta la confluencia del voto antiperonista.
Perón aprovechó su viaje a la Argentina para anudar una amplia red de fuerzas políticas, organizaciones sindicales, empresariales y sociales, que conformaron un polo de poder civil capaz de neutralizar la intromisión militar en el regreso al orden constitucional. La máxima expresión de esa política, fue el histórico abrazo entre Perón y Balbín del 19 de noviembre, considerado uno de los actos más significativos de la historia argentina y un símbolo de unidad nacional, tras décadas de enfrentamientos entre peronistas y antiperonistas.
La posibilidad de una fórmula Perón-Balbín fue analizada, pero encontró fuertes resistencias tanto hacia el interior del peronismo como del radicalismo.frondizismo, el conservadurismo, la democracia cristiana y el socialismo. La coalición adoptó el nombre de Frente Justicialista de Liberación Nacional (Frejuli), incluyendo así explícitamente el objetivo de liberación nacional que caracterizó a los movimientos contestatarios latinoamericanos de aquel entonces, incluido Montoneros.
Perón adoptó entonces una estrategia frentista -apartándose de la que adoptara durante su gobierno-, aliándose con la mayoría de las principales fuerzas que habían sido antiperonistas en 1955: elLa nueva proscripción de Perón obligó al peronismo a buscar un candidato capaz de sustituir a la figura política más relevante de la Argentina en el siglo XX. Este hecho sería muy negativo para la institucionalidad democrática que se abrió el 25 de mayo de 1973, ya que dejó afuera del poder político formal, a la persona que contaba en ese momento con el mayor poder político real y la única que podía lograr desescalar el escenario que dejaba la dictadura, de graves y violentos conflictos cruzados, en un contexto internacional de Guerra Fría que tendía además a agudizarlos.
El elegido fue Héctor J. Cámpora, su delegado personal. Cámpora tenía una postura cercana a Montoneros y la JP que eran por entonces la fuerza política con mayor capacidad de movilización para el peronismo, frente a la relativa pasividad del sindicalismo. Ello le permitiría a Montoneros y la JP influir considerablemente en las listas de candidatos, especialmente diputados, senadores, gobernadores y vices y representantes provinciales y municipales. La campaña presidencial de Cámpora y el programa del Frejuli fueron diseñados casi en su totalidad por Montoneros.
La campaña electoral y la exitosa consigna «Luche y vuelve», le permitieron a Montoneros y a la JP canalizar la necesidad de participación política, principalmente de una nueva generación, incoporando a cientos de miles de militantes. Sin abandonar la lucha armada y la clandestinidad, Montoneros habilitó a través de la JP la militancia legal, los actos y movilizaciones masivas, espectáculos de música de protesta, así como una incipiente acción en los colegios y universidades, que mostrarían un crecimiento exponencial al año siguiente.
La creciente popularidad de Montoneros entre los adherentes del peronismo y la juventud, se expresó en una gran cantidad de artistas que simpatizaron con la organización. Los cineastas Pino Solanas y Octavio Getino realizaron un notable reportaje documental titulado Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder, en el que Perón expresa su apoyo a la lucha armada contra la dictadura y un proyecto político de "socialismo cristiano", que fue ampliamente difundido en universidades, así como locales políticos y sindicales. El grupo coral Huerque Mapu, adhirió expresamente a Montoneros y compuso una obra conocida como la Cantata Montoneros, estrenada dos años después. Incluso el famoso cantante catalán Joan Manuel Serrat, compuso una loa titulada "La montonera", sobre una guerrillera que él mismo conoció y amó:
El Frejuli lanzó su campaña electoral el 21 de enero con un acto en el parque municipal de San Andrés de Giles, donde había nacido Cámpora, con el lema "Cámpora al gobierno, Perón al poder". Durante la campaña fue quedando en evidencia que el apoyo al peronismo superaba largamente las estimaciones de la dictadura. Mor Roig había sostenido que el peronismo no superaría el 37% y que en la segunda vuelta triunfaría el candidato radical. Crecieron las presiones militares y de los sectores conservadores para no realizar las elecciones y a fines de enero el propio Lanusse pensó seriamente en postergar las elecciones generales, para reemplazarlas por un sistema escalonado que comenzara por el nivel municipal. El 28 de enero el fiscal general Gervasio Colombres solicitó al Tribunal Electoral la disolución del Frejuli, provocando una condena casi unánime de los partidos políticos. El 5 de febrero la dictadura tensó aún más el clima prohibiendo nuevamente la presencia de Perón en Argentina, hasta que asumiese el gobierno democrático. El 7 de febrero los generales del Ejército firmaron un compromiso público "hasta el 25 de mayo de 1977 de garantizar la continuidad del proceso de institucionalización y la estabilidad del próximo gobierno", pero la Marina y la Aviación se negaron a asumir ese compromiso. Un estudioso del movimiento guerrillero argentino, el coronel Eusebio González Breard, que actuaría como uno de los jefes del Operativo Independencia a partir de 1975, sostenía en 1984 que la estrategia de los militares era dejar que las organizaciones guerrilleras incrementaran sus ataques contra Perón en democracia, para facilitar un nuevo golpe de Estado. César Urien cuenta que en aquel momento, un capitán de la Armada le dijo que estaban "dispuestos a matar un millón de personas" para evitar que el peronismo hiciera una revolución. Los grupos que habrían de instalar la dictadura terrorista en 1976, pusieron desde este momento al general Lanusse en la lista de enemigos. El viernes 8 de marzo finalizó la campaña electoral.
El resultado electoral terminó por derrumbar todos los planes de la dictadura y los sectores conservadores y antiperonistas. El peronismo no solamente ganó en primera vuelta (obtuvo 49,56% pero el radicalismo, que apenas obtuvo un 21%, renunció a presentarse en la segunda vuelta). sino que ganó todas las provincias menos una. Para los militares que habían controlado el poder político en los últimos dieciocho años, el resultado electoral y el triunfo contundente del peronismo, significó un fracaso histórico y generó un gran desconcierto sobre los pasos a seguir. Lanusse ofreció renunciar y los sectores más recalcitrantes de las Fuerzas Armadas, proponían obligar a Cámpora a evitar todo contacto con Perón y someterse al control de las Fuerzas Armadas, o incluso anular las elecciones y negociar una nueva salida electoral sin la participación del peronismo. La Junta de Comandantes rechazó esas opciones pero intentó negociar condiciones con Cámpora para el ejercicio del poder, oponiéndose a una amnistía que alcanzara a los guerrilleros que habían combatido la dictadura y a un mando civil sobre las fuerzas armadas en las que perdieran autonomía. La Junta presionó además a Cámpora, lanzando el 18 de abril una operación de alcance nacional contra los grupos guerrilleros.
Montoneros y las demás organizaciones armadas peronistas, decidieron suspender la lucha armada a partir de la asunción del gobierno democrático, pero manteniéndose organizadas, ante la eventualidad de que surgieran organizaciones armadas que las atacaran. Pero el ERP anunció que seguiría "combatiendo militarmente a las empresas y a las fuerzas armadas contrarrevolucionarias", pero que como reconocía que el gobierno de Cámpora representaba la voluntad popular, no lo atacaría en tanto y en cuánto el gobierno no dispusiera medidas represivas contra el ERP. En la transición hasta la entrega del poder, los grupos guerrilleros mantuvieron el asedio sobre la dictadura, en especial sobre los sectores que buscaban evitar que asumiera el gobierno democrático y querían implantar una nueva dictadura.
El 20 de abril Rodolfo Galimberti anunció que era partidario de crear "milicias populares", hecho al que Perón mismo respondió expulsándolo del Consejo Superior del Movimiento Peronista, donde representaba a la juventud, siendo designado en ese cargo Dante Gullo.
El 30 de abril el ERP asesinó al almirante Hermes Quijada, autor de la versión oficial que encubrió la Masacre de Trelew, pocos meses antes. La dictadura declaró la ley marcial y la Marina estuvo cerca de evitar que asumiera el gobierno democrático. El 3 de mayo el jefe de la Aviación Naval capitán Horacio Mayorga llegó a declarar ante la prensa sobre la posibilidad de tener que recurrir a "la ley de la selva". Ese mismo día Cámpora y Solano Lima se reunieron, en la casa del primero, con la Junta de Comandantes, logrando neutralizar a los sectores más duros, pero sin alcanzar una fórmula que permitiera resolver el dilema de la circularidad la violencia política para poder desescalarla, ni ponerse de acuerdo sobre la amnistía. Los militares exigían que no fueran amnistiados los guerrilleros que habían cometido asesinatos y secuestros, mientras que la Alianza Popular Revolucionaria exigía que no fueran amnistiados los militares que habían cometido delitos de lesa humanidad; el gobierno electo en cambio proponía una amnistía "amplia y generosa", que incluyera a todos, como se había comprometido en su programa electoral. En una de esas negociaciones Righi le señala a Lanusse que "se trata de que no haya más velorios, terminemos con esta historia de que ustedes van a uno y nosotros a otro".
Perón y Cámpora suponían que una vez instaladas las autoridades democráticas, las acciones guerrilleras no tendrían razón de ser e irían disminuyendo.estado de sitio, el poder se transfirió con casi cuatrocientos presos políticos.
En los últimos días la prensa anunció que la dictadura estaba considerando una ley de amnistía limitada, pero la misma no se concretó y aunque dos días antes fueron liberadas 96 personas detenidas al cesar elEl 23 de abril se anunció la conformación de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), que tendría su primer Congreso Nacional el 7 de septiembre de 1973. Casi simultáneamente se organizó también la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). El 8 de mayo, dos semanas antes de que asumiera el gobierno constitucional, se publicó el primer número la revista El Descamisado, que actuaría como órgano de Montoneros y la Juventud Peronista. Estuvo dirigida Ricardo Grassi, tuvo a Dardo Cabo como responsable político y entre los colaboradores de la revista se incorporó desde el N.º 10 el historietista Héctor Germán Oesterheld, dibujando una serie histórica titulada "450 años de lucha contra el imperialismo". Tenía una tirada promedio de 100.000 ejemplares y las notas no estaban firmadas. Por problemas de censura, a partir del 9 de abril de 1974 cambió de nombre por El Peronista y luego de mayo de 1974 por La Causa Peronista.
Obtenido el triunfo electoral, Perón le concedió una gran importancia a definir el papel que Montoneros iba a jugar dentro de la institucionalidad democrática. En abril, antes de que el nuevo gobierno constitucional asumiera el poder el 25 de mayo de 1973, Perón mantuvo una serie de reuniones en Roma y Madrid, con Firmenich, Perdía y Quieto, los dos primeros por Montoneros y el tercero por las FAR.
Tanto Perdía como Amorín han detallado esas reuniones. Perón, que había visto la masificación que venía experimentando Montoneros, sobre todo entre la juventud, imaginaba un "trasvasamiento" gradual del poder, con un período inicial de cuatro años durante el cual Montoneros "aprendiera a gobernar" y consolidara su representatividad social y su capacidad de organización popular, tomando a su cargo las políticas sociales y asumiendo responsabilidades de gobierno progresivamente. Personalmente intercedió ante Oscar Bidegain, flamante gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, donde se concentraba el 40% de la población, para que incorporara varios dirigentes montoneros en su equipo de gobierno y así pudieran ir aprendiendo el arte de la administración pública.
El plan de Perón era que Montoneros dejara de ser una organización armada, para asumir la gestión del Ministerio de Bienestar Social:
La conducción de Montoneros y FAR no aceptó el rol institucional que Perón les ofrecía y ante la negativa el Ministerio quedó en manos de José López Rega. Montoneros decidió suspender la lucha armada a partir del momento en que asumió un gobierno democrático, pero no se desarmó, porque consideraba que el riesgo de un nuevo golpe de Estado y la instalación de una nueva dictadura era altamente probable.
Montoneros reiniciaría la lucha armada dos meses después de muerto el general Perón, en septiembre de 1974, como respuesta al accionar del grupo parapolicial Triple A, dirigido por el ministro López Rega, que implementó una política de terrorismo de Estado orientada centralmente a asesinar a los integrantes de Montoneros y demás organizaciones de la Tendencia, englobados bajo el mote genérico y descalificador de «la zurda», «los zurdos», «el zurdaje», o «el marxismo», que en Argentina adquirieron una connotación cuasi-delictiva de extrema gravedad.
El 25 de mayo de 1973 asumió la Presidencia el peronista Héctor J. Cámpora, luego de 18 años de prohibición del peronismo y de haber tratado de "desperonizar" a la ciudadanía. Para Montoneros la cuestión principal y urgente era la liberación de los presos políticos que habían luchado contra la dictadura. En segundo lugar aparecían los lugares de poder en el gabinete nacional y los gobiernos provinciales cercanos a Montoneros y la JP.
Algunos ministerios, las universidades y las provincias serían un importante campo de conflicto entre sectores internos del peronismo, a lo largo de todo el período.
Los conflictos serán especialmente agudos en siete provincias (Buenos Aires, Córdoba, Formosa, Mendoza, Misiones, Santa Cruz y Salta), en las que los gobernadores pertenecían o eran cercanos a la Tendencia Revolucionaria. Otros tres gobernadores (Catamarca, La Rioja y San Luis) se identificaron inicialmente con la Tendencia, pero luego modificaron su alineamiento político. Pero los conflictos se presentaron en todas las provincias, según los alineamientos políticos de los diversos sectores políticos, sindicales, empresariales, religiosos y sociales, en particular aquellos que respondían a la oposición entre la Tendencia o los sectores combativos del peronismo, y aquellos que respondían a la denominación genérica de "ortodoxia peronista". En aquel momento el peronismo estaba integrado por cuatro ramas (política, sindical, femenina y juventud), entre las que debían distribuirse los cargos de manera igualitaria. La Tendencia controlaba la mayoría de la juventud, en tanto que los "ortodoxos" controlaban la mayoría de la rama sindical. El día de transferencia del mando de los militares a un gobierno peronista elegido democráticamente, luego de 18 años de que los militares derrocaran a Perón, fue denominado por diversos medios de prensa como "El día más largo del siglo para los argentinos".
Una enorme multitud calculada entre 200 mil y 700 mil personas, ocupó la zona entre el Congreso y la Casa Rosada, para celebrar el fin de 18 años de dictaduras y proscripciones,Carlos Rey y agrediendo físicamente al almirante Carlos Coda, imputándole la Masacre de Trelew, quién repelió la agresión mediante disparos de su custodia hiriendo gravemente a doce personas. Estuvieron presentes los presidentes de Chile Salvador Allende, de Cuba Osvaldo Dorticós y de Uruguay Juan María Bordaberry.
"En la Plaza de Mayo, las banderas de Montoneros y de los otros grupos armados ocupan los mejores lugares." La multitud agredió a los tres dictadores que integraban la Junta Militar, insultándolos y destruyendo los vidrios del auto que traía al jefe de la Aeronáutica brigadierCon el pueblo en la calle, el gobierno democrático tuvo que enfrentar ese mismo día su primer conflicto, a raíz del reclamo masivo de liberación de los presos políticos de la dictadura. Para el momento que Cámpora juró como presidente, poco después del mediodía, ya había unanimidad en el Congreso de que la amnistía debía ser amplia y comprender a todos los presos políticos. Esteban Righi, aun antes de jurar como ministro del Interior, había pasado toda la noche anterior consensuando con todos los bloques un proyecto común, que debía ser aprobado -y así lo fue- el día 27.
Pero las agrupaciones políticas que tenían a sus militantes presos, comenzaron de inmediato a presionar al gobierno de Cámpora para que liberara a los presos ese mismo día, sin demoras. Finalizada la ceremonia de asunción, una enorme manifestación estimada en 50 mil personas, conocida como la "Marcha de la Liberación", se dirigió en Buenos Aires a la cárcel de Devoto, para liberar a los presos que allí estaban, desencadenando una pueblada que se ha conocido como el Devotazo, aunque lo mismo sucedía en otras cárceles del país. encabezados por un gigantesco cartel de Montoneros.
El gobierno intentó negociar con los presos políticos que esperaran dos días, hasta que el Congreso sancionara la ley de amnistía. Pero los presos políticos y sus organizaciones, exigieron la liberación inmediata. La multitud había comenzado por entonces a asaltar las cárceles para liberar a los presos sin esperar orden oficial alguna y dos manifestantes ya habían sido asesinados por las fuerzas que custodiaban la cárcel.
Ante la situación el gobierno cedió frente a la pueblada y dictó el Decreto 11/1973 indultando y disponiendo la liberación inmediata de 372 presos políticos, para evitar que hubiera una matanza, en un proceso muy desordenado. El hecho sería muy criticado por los sectores de derecha y permanecería en el futuro como un tema recurrente de los cuestionamientos al gobierno de Cámpora. En su documento redactado clandestinamente en la ESMA, Norma Arrostito consideró que la presión de Montoneros sobre Cámpora para liberar a los presos políticos sin esperar que el Congreso sancionara la ley de amnistía, fue un grave error, que resultó innecesariamente irritante para las Fuerzas Armadas.
El gobierno de Cámpora duró apenas 49 días. Su breve gobierno se caracterizó por una serie de políticas basadas en valores y principios conocidos como "setentistas", de marcado contenido igualitario y social, así como una amplia libertad política y cultural y un fuerte protagonismo juvenil, que en política exterior se guiaba por el no alineamiento en la Guerra Fría y la unidad latinoamericana, razón por la cual ha sido llamada la "primavera camporista". Montoneros y la JP apoyaron activamente la orientación política que Cámpora le imprimió a su gobierno y en algunas áreas participaron de la gestión. Le llamaban cariñosamente "El Tío":
Una de las cuestiones cruciales del gobierno constitucional peronista era resolver la contradicción entre la permanencia de unas Fuerzas Armadas que eran activamente antiperonistas, habían violado sistemáticamente el orden constitucional y tenían gran cantidad de integrantes que tenían como objetivo volver a derrocar al gobierno constitucional, y al mismo tiempo la persistencia de organizaciones guerrilleras, varias de ellas peronistas, como era el caso de Montoneros, que habían luchado contra la dictadura militar, debilitándola para que fuera posible el retorno a un régimen democrático, sin tutela militar.
Cámpora designó para conducir al Ejército al general Jorge Raúl Carcagno, un militar propuesto por Montoneros, que tenía buenas relaciones con la organización guerrillera desde hacía tiempo, que había estado al mando del el V Cuerpo de Ejército desde fines de 1972. El general Carcagno fue acompañado en la conducción del Ejército por dos coroneles partidarios de la convergencia entre las organizaciones guerrilleras y las Fuerzas Armadas: Juan Jaime Cesio y Carlos Dalla Tea. Desde su nombramiento ambos estuvieron a cargo de las relaciones secretas entre el Ejército y Montoneros. La máxima expresión de esta política de integración de las organizaciones guerrilleras con las Fuerzas Armadas fue el Operativo Dorrego, iniciado en octubre de 1973, cuando faltaban pocos días para que Perón asumiera como presidente.
Cuando se volvió evidente que el peronismo podía ganar las elecciones, Montoneros tomó la decisión de asumir el riesgo de salir a la superficie para llevar la representatividad juvenil que había logrado a la gestión del Estado. Para ello, antes de las elecciones había creado los "equipos político-técnicos de la JP", para elaborar políticas públicas en cada área de gobierno. Esos equipos tuvieron una incidencia considerable en el área de las políticas educativa, cultural y universitaria, gestionadas por el ministro Jorge Alberto Taiana. Taiana era un peronista histórico, médico personal de Perón y hombre de su plena confianza, que incluso fue considerado para ser candidato a presidente en 1973. Tenía una excelente relación con Montoneros e incluso un hijo suyo, Jorge Taiana (hijo), era militante de la organización Descamisados, integrada luego a Montoneros. Miguel Bonasso, quien fuera una de las figuras importantes de la Tendencia, cuenta en su libro El presidente que no fue, que «Fuera del tío, [Taiana] era el único dirigente al que le hacíamos caso y con el que nos gustaba dialogar”. Cámpora también nombró otros ministros que tenían una relación cercana con Montoneros y la Tendencia, como el ministro del Interior, Esteban Righi, o el ministro de Relaciones Exteriores, Juan Carlos Puig, pero su duración en dichos cargos se extendió solo unos pocos días. Taiana en cambio, debido a su relación personal con Perón, se mantuvo como Ministro de Educación hasta la muerte de aquel en julio de 1974.
En el ámbito educativo Montoneros y la Tendencia fueron protagonistas destacados de la campaña educativa para adultos (CREAR) y la gestión universitaria.
Una de las obras más destacadas del tercer gobierno peronista, fue la Campaña de Reactivación Educativa de Adultos para la Reconstrucción (CREAR), diseñada y gestionada por miembros de la Tendencia, con la movilización masiva y voluntaria de decenas de miles de militantes de la Juventud Peronista. Para llevar adelante la campaña, el ministro Taiana designó a Carlos Grosso y Cayetano De Lella a cargo de la Dirección Nacional de Educación de Adultos (DINEA). Grosso había militado en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y había sido fundador de JAEN (Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional), el grupo liderado por Rodolfo Galimberti, que para entonces ya se había integrado a Montoneros. De Lella era un psicólogo que militaba activamente en Montoneros.
Explica Adriana Puiggrós, quién integró en aquel momento los equipos técnicos del Ministerio de Educación, que la campaña fue diseñada a partir de la conjunción de tres corrientes pedagógicas: "la pedagogía peronista desarrollada entre 1945 y 1955, alguna influencia del liberalismo laico y gran peso de la pedagogía de la liberación", postulada por el brasileño Paulo Freire. CREAR fue pensada como una política que, no solamente buscaba llevar adelante una campaña de alfabetización, sino instalar todo un sistema nuevo de educación de las personas adultas, vinculando la educación a la liberación, es decir a la remoción de los condicionamientos sociales, políticos y económicos que influyen en las carencias educativas de los sectores sociales postergados.
CREAR partió de un concepto pedagógico basado en la iniciativa y libertad de los estudiantes y docentes, convocando el sentido de responsabilidad y compromiso de los mismos, no solo en la ejecución sino también en la planificación, partiendo del postulado freiriano de entender "la educación como práctica de la libertad". Además, tratándose de adultos, la campaña buscó "desescolarizar" la tarea alfabetizadora, con el fin de sacar la educación de las escuelas y llevarla a los lugares en los que se desempeñan las personas adultas: fábricas, oficinas, establecimientos rurales, sindicatos, organizaciones vecinales, parroquiales, etc., así como a sus espacios culturales propios.
La campaña contó con el apoyo activo de las organizaciones juveniles y barriales, especialmente la Juventud Peronista, conectando a los alfabetizadores con las comunidades en las que actuarían. Un alfabetizador del CREAR relata aquella participación en los siguientes términos:
Hacia la década de 1970, casi toda la inversión en educación universitaria era realizada por el Estado nacional y algunos estados provinciales, y en mucha menor medida por la Iglesia Católica. El sector privado solo había invertido en algunas pequeñas universidades y establecimientos de enseñanza superior. El Estado Nacional tenía por entonces veintidós universidades (Buenos Aires, Catamarca, Comahue, Cuyo, Entre Ríos, Jujuy, Lomas de Zamora, Luján, Misiones, Nordeste, La Pampa, La Plata, del Litoral, Río Cuarto, Rosario, Salta, San Juan, San Luis, Santiago del Estero, del Sur, Tucumán y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), que tenía varias sedes regionales a lo largo del país), aunque algunas de ellas aún no habían comenzado a operar. La dictadura había anulado la autonomía universitaria y designado autoridades que respondían al poder de facto. Debido a ello, una de las primeras medidas del ministro Taiana fue intervenir las universidades y designar rectores interventores.
Un aspecto central de la política educativa de Taiana fue el papel que jugaron las universidades nacionales, ligadas al fenómeno del surgimiento de la juventud como fuerza social que caracterizaba a la época y al movimiento estudiantil. En las mismas se nombraron rectores que tomaron muchos de los principios democratizadores de la universidad formulados por el movimiento de Reforma Universitaria iniciado en 1918, y los orientaron hacia el objetivo de la "liberación", categoría política opuesta a la de "dependencia", que fue central en América Latina en las décadas de 1960 y 1970 y contaba con una masiva adhesión popular.
Debido a la influencia de Montoneros en el ministerio de Educación, así como por la importancia que habían adquirido sus organizaciones juveniles, muchos de esos rectores, decanos y autoridades universitarias eran militantes del peronismo revolucionario, cuando no miembros activos de Montoneros, como fueron los casos de Rodolfo Puiggrós y Ernesto Villanueva, designados respectivamente rector interventor y secretario general de la Universidad de Buenos Aires, la más grandes del país y una de las más grandes del mundo. El equipo técnico de la Tendencia sobre política universitaria, incluía a Adriana Puiggrós, Pedro Krotsch y Augusto Pérez Lindo, entre otros.
En la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) fue designado Rodolfo Agoglia, con apoyo de las agrupaciones estudiantiles (FURN y FAEP) y no docentes (ATULP) vinculadas a Montoneros, ocupando puestos estratégicos como la Secretaría de Supervisación Administrativa, cargo de Rodolfo Achem y el Departamento Central de Planificación, dirigido por Carlos Miguel; ambos resultarían asesinados pocas semanas después de la muerte de Perón. En la UNLP resultaron de gran importancia los documentos de la FURN «Bases para la nueva universidad» y «La participación de los trabajadores en la conducción de la Universidad».
En la Universidad Nacional del Litoral fue determinante la influencia de la Regional II de la Juventud Peronista, conducida por Jorge Obeid, que en 1973 organizó el Centro de Profesionales Peronistas, de donde surgieron el rector, Roberto Ceretto, varios decanos y secretarios.
En Córdoba, Francisco Luperi ocupó el Rectorado, y los decanatos se repartieron, casi por mitades, entre las corrientes afines a la izquierda peronista y los sectores ortodoxos. Entre los decanos pertenecientes a la Tendencia, se encontraba Osvaldo Bontempo, designado decano de Arquitectura. El resultado fue una matriz heterogénea que impidió profundizar un proceso transformador, como se dio en otras universidades.
Universidad Nacional del Sur (UNS) fue designado rector Víctor Benamo, integrante de la Juventud Peronista. Su gestión se orientó a vincular la universidad con el medio, impulsando proyectos de interés para los intendentes de la zona, como la explotación de un yacimiento de yeso en la localidad de Coronel Dorrego. En su equipo se desempeñó también Everardo Facchini, histórico de la Resistencia Peronista miembro de la Tendencia, quien ocupó el cargo de secretario de Bienestar Universitario y también secretario Jurídico en la Facultad Regional “Felipe Vallese” de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) en Bahía Blanca.
Las universidades públicas establecieron la gratuidad y el ingreso irrestricto, la libertad de cátedra, la cátedra libre y la extensión universitaria; se vincularon los estudios con el aparato productivo y las “aspiraciones populares”; se crearon institutos para estudiar la realidad latinoamericana y del Tercer Mundo; se formaron equipos de trabajos con el objetivo de participar en proyectos de interés para las clases populares, como el que llevó adelante la Facultad de Arquitectura de la UBA para reorganizar las villas miseria, y la participación de varias universidades en la campaña nacional de alfabetización de adultos. En ese marco el movimiento estudiantil vivió un proceso de auge y movilización y las universidades se convirtieron en centros de cuestionamiento de las injusticias sociales.
La política universitaria impulsada por el gobierno de Cámpora, se institucionalizaría en marzo de 1974, ya con Perón presidente, con la sanción de la Ley de Universidades Nacionales 20654, conocida como Ley Taiana, que estableció un régimen de autonomía universitaria con gobierno tripartito (estudiantes, docentes y no docentes).
En 1973 grandes cantidades de jóvenes universitarios y secundarios ingresaron como militantes a los dos "frentes de masas" estudiantiles de Montoneros: la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). En una gran proporción esa juventud pertenecía a hogares de clase media, que tradicionalmente habían sido antiperonistas. La alta adhesión del estudiantado al peronismo de Montoneros, llevó a que la JUP y la UES modificaran la tradicional postura de las organizaciones estudiantiles peronista de mantenerse alejados de los centros de estudiantes y las tareas gremiales estudiantiles, para asumir una estrategia de representación masiva del movimiento estudiantil. La estrategia fue exitosa, porque la JUP se convirtió en la principal fuerza estudiantil del país, a la vez que la UES generalizó la creación de centros de estudiantes en miles de establecimientos de educación secundaria y vinculó la militancia estudiantil secundaria con los sectores populares, principalmente en los barrios obreros y las villas miseria. La JUP fue liderada por José Pablo Ventura y la UES por Claudio Slemenson y Eduardo Beckerman; los tres resultarían asesinados.
En las elecciones estudiantiles de fines de 1973, la JUP se presentó por primera vez y sorprendió ganando la Federación Universitaria de Buenos Aires, correspondiente a la universidad más populosa del país y una de las más populosas del mundo, que fue rebautizada como Federación Universitaria por la Liberación Nacional de Buenos Aires (FULNBA), resultando Miguel Talento elegido como presidente de la misma. La JUP triunfó en ocho de los once centros de estudiantes (Derecho, Ciencias Económicas, Medicina, Arquitectura y Filosofía y Letras), Odontología, Ciencias Veterinarias y Agronomía), obteniendo en total 20.719 votos, superando a Franja Morada (UCR) con 18.824 votos que triunfó en Ingeniería y al MOR (comunistas) con 9.459 votos, que triunfó en Ciencias Exactas y Farmacia.
Debido a su protagonismo en la lucha contra la dictadura y la vuelta de Perón, Montoneros tuvo la posibilidad de incidir en el armado de las listas de candidatos nacionales y provinciales. Ello hizo que varias provincias fueron conducidas por gobernadores cercanos o con buenas relaciones con Montoneros, especialmente en siete provincias: Buenos Aires, Córdoba, Formosa, Mendoza, Misiones, Santa Cruz y Salta.
En las elecciones de 1973 el Frejuli obtuvo 143 diputados nacionales, sobre un total de 243. Una treintena de ellos se identificaban con la Tendencia Revolucionaria y eran reconocidos como "los diputados de la JP". Entre ellos se encontraban Armando Croatto y Carlos Kunkel (provincia de Buenos Aires), Roberto Vidaña (Córdoba), Rodolfo Vittar (Tucumán), Santiago Díaz Ortiz y Diego Muniz Barreto (Capital Federal), Jorge Glellel (San Luis) y Aníbal Iturrieta (Misiones), quienes renunciarían en febrero de 1974, en disconformidad con la aprobación de una serie de reformas al Código Penal, por parte del bloque del Frejuli. Otros diputados pertenecientes a la JP fueron Julio Mera Figueroa, Nicolás Giménez, Enrique Svrsek, Roberto Tomás Bustos, Nilda Garré, Juana Romero, y Juan Manuel Ramírez.
El 5 de mayo de 1973 se constituyó formalmente el Movimiento Villero Peronista como el frente de masas de Montoneros encargado de organizar la militancia en las villas miseria. Alcanzó una amplia representatividad, combinando la militancia de las personas que habitaban las villas, el movimiento de curas villeros y la solidaridad de los jóvenes peronistas de clase media. La fecha de constitución formal del MVP es el 5 de mayo de 1973. Hacia mediados de 1973 el MVP era la mayor organización de masas del país, con presencia presencia en unas 450 villas miseria en todo el país.
El MVP organizó dos Congresos Nacionales Villeros, el primero en la ciudad de Rosario, el 20 y 21 de octubre de 1973 y el segundo en la ciudad de Córdoba, en enero de 1974. Estableció como los puntos principales de su agenda reivindicativa, la organización de cooperativas para la construcción de viviendas, la radicación de las villas en tierras fiscales o sujetas a expropiación, el apoyo al gobierno peronista y la adhesión a Montoneros. En el primer congreso también tuvieron una importante participación curas villeros como el padre Carlos Mugica y el padre Jorge Goñi.
Inmediatamente después del Segundo Congreso del MVP, Perón intervino para ubicar al MVP bajo la dirección del ministro de Bienestar Social, José López Rega. Preocupados por la inacción del Ministerio de Bienestar Social, una asamblea del MVP en la Villa 31 (llamada en ese momento Eva Perón) decidió movilizarse a Plaza de Mayo el 25 de marzo de 1974, siendo apoyados por todas las villas de la Coordinadora Federal del MVP. Cuando la movilización villera se dirigía hacia la plaza, la Policía Federal reprimió la marcha y asesinó a uno de los manifestantes, Alberto Chejolán, mediante un balazo de Itaka en el pecho. En ese momento la Policía Federal tenía como jefe al comisario Alberto Villar, quien también era jefe operativo de la Triple A.
A medida que Montoneros agudizaba su enfrentamiento con Perón, muchos miembros del MVP se separaron de la Tendencia Revolucionaria para adherir a la JP Lealtad. La ruptura de Montoneros con Perón, el 1 de mayo de 1974 y el asesinato del padre Mugica dos semanas después, fueron puntos de inflexión decisivos para el MVP, produciendo una rápida pérdida de adherentes que llevaron a su disolución de hecho. Muchos de sus líderes y militantes resultaron asesinados o desaparecidos por el terrorismo de Estado, por la Triple A entre 1974 y marzo de 1976, y por la dictadura cívico-militar que se instalaría en el poder entre marzo de 1976 y 1983.
Desde antes de que Montoneros se conformara como tal, sus miembros y las organizaciones que la integraron exhibieron una línea política de confrontación con otros sectores del peronismo considerados como "traidores", en especial dentro del sindicalismo peronista. Las "ejecuciones" de Vandor en 1969 y José Alonso en 1970, se encuentran en esa línea de confrontación, que ha sido tradicionalmente categorizada como un enfrentamiento entre "la derecha peronista" y el "peronismo de izquierda", aunque el uso del espectro izquierda-derecha resulta impreciso en este caso.
La llamada "derecha peronista" incluía a tres grandes sectores:
Debido a activo rol desempeñado por Montoneros en el debilitamiento de la dictadura militar, que abrió las puertas a la vuelta de Perón y la realización de elecciones libres, así como la notable adhesión popular y juvenil que obtuvo durante la campaña electoral, Montoneros logró una considerable influencia en el gobierno nacional y los gobiernos provinciales, que los grupos de la llamada "derecha peronista" no pudieron neutralizar, debido a su menor participación en la campaña electoral.
Pero una vez instalado el gobierno nacional y los gobiernos provinciales que resultaron de las elecciones de 1973, de inmediato se abrió una lucha en la que los sectores de la "derecha peronista" buscaron desplazar al "peronismo de izquierda", expresado principalmente por Montoneros, la JP y demás agrupaciones organizadas en la Tendencia Revolucionaria.
Esta confrontación se fue volviendo cada vez más desfavorable para Montoneros, a partir de dos grandes acontecimientos: la renuncia de Cámpora el 13 de julio de 1973 y la muerte de Perón el 1 de julio de 1974.
Durante la "primavera camporista" tuvo lugar un excepcional desarrollo del movimiento LGBT, a través del Frente de Liberación Homosexual (FLH). El FLH había surgido en 1971, como una federación de organizaciones LGBT, entre ellas el Grupo Nuestro Mundo, fundada en 1967, dos años antes de los Disturbios de Stonewall, cuando casi no existía ninguna organización LGBT en el mundo y no había ninguna en Íberoamérica. El FLH estaba liderado por Néstor Perlongher e incluía entre sus miembros a figuras como los escritores Manuel Puig y Blas Matamoro, y el ensayista Juan José Sebreli. Durante el gobierno de Cámpora el FLH lanzó la revista Somos, primera en su tipo en América Latina y participaba en las grandes manifestaciones populares juveniles de la época, acercándose a Montoneros. En el acto de asunción de Cámpora, el FLH integró la columna de la Tendencia con un cartel que citaba una frase de la Marcha Peronista: "para que reine en el pueblo el amor y la igualdad". Por esa razón los grupos de la derecha peronista, "acusaron" a la Tendencia, de ser "putos y faloperos (arg. para drogadicto)", hecho que a su vez ocasionó que los militantes de la Tendencia adoptaran una consigna homofóbica ("No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de FAR y Montoneros"), que limitó la inserción del incipiente movimiento LGBT argentino, en el proceso de cambio que abrió la presidencia de Cámpora.
El 20 de junio de 1973, cuando aún no se había cumplido un mes de la asunción del nuevo gobierno democrático liderado por el presidente Héctor J. Cámpora, se produjo el retorno definitivo de Perón a la Argentina. Perón ya había vuelto unos días en noviembre de 1972, pero luego la dictadura volvió a prohibir su presencia en Argentina, razón por la cual no pudo estar presente en la campaña electoral, ni en el acto de toma de posesión de las autoridades constitucionales.
Se había previsto que el avión que traía de regreso a Perón aterrizara en el aeropuerto de Ezeiza, ubicado en el conurbano bonaerense, razón por la cual se congregó en el área una enorme multitud estimada entre un millón y medio y tres millones de personas -la mayor concentración en el país hasta el momento-, esperando ver al líder del peronismo, quien iba a hablar a la multitud desde un palco levantado en el cruce de la Autopista Ricchieri con la Ruta 205.
Por expresas directivas de Perón, la seguridad de todo el operativo del regreso se delegó en el coronel (RE) Jorge Osinde, del ala derecha del peronismo, excluyendo a la Policía Federal bajo el mando de Esteban Righi, funcionario cercano a Montoneros, quien como ministro del Interior era el responsable natural de la seguridad del país. Osinde integró una fuerza de unos 300 hombres armados, varios de ellos con armas largas, reclutados entre exmilitares peronistas, así como de la CNU de Mar del Plata y el Comando de Organización de Norma Kennedy, todos ellos con "vocación de caza zurdos", como los describe el exmilitante montonero y periodista Aldo Duzdevich.
Poco después del mediodía, al aproximarse al palco una columna de unas 60 mil personas de la JP procedente del sur, por la Ruta 205, se produjo un tiroteo entre los encargados de la seguridad del acto bajo las órdenes de Osinde que se encontraban en el palco y militantes armados con armas cortas de Montoneros, que custodiaban la columna. Como resultado murieron 13 personas, hubo 365 heridas y 8 militantes peronistas fueron torturados en el aeropuerto de Ezeiza por uno de los grupos de Osinde, integrado por exmilitares dirigidos por Ciro Ahumada.
Al caer la tarde y ante las noticias de los enfrentamientos sucedidos en las proximidades del palco, la aeronave que traía a Perón fue desviada al Aeropuerto de Morón, el acto fue suspendido y la multitud se retiró con un sentimiento general de gran frustración, pero sin nuevos incidentes.
De inmediato Montoneros sostuvo que se trató de una "matanza" intencional, resultado de una "emboscada" fraguada por el grupo de Osinde, con Ciro Ahumada como lugarteniente y la colaboración de la CNU de Mar del Plata y el Comando de Organización, con la intención de perseguir "a los zurdos", terminología despectiva que se generalizó en la época para justificar el genocidio de los militantes de izquierda, tanto peronistas como no peronistas. La hipótesis de una "masacre" planificada por la "derecha peronista" fue sostenida por Horacio Verbitsky en una detallada investigación publicada en su libro Ezeiza (1985). Pero en sentido contrario se ha pronunciado Aldo Duzdevich, en su libro La Lealtad: los montoneros que se quedaron con Perón (2015), donde sostiene que no fue una "masacre" planificada, sino un enfrentamiento caótico y trágico, como resultado del encuentro entre dos grupos armados, fuertemente enfrentados política e ideológicamente.
El equipo de investigación dirigido por Inés Izaguirre, en base a trabajos de investigación propios y los datos registrados por Juan Carlos Marín en Los hechos armados. Argentina 1973-76 (1979), obra clásica de la sociología argentina, que en este período Argentina entró en una "situación de guerra civil abierta", que se inició con la Masacre de Ezeiza. En idéntico sentido, el historiador Luis Fernando Beraza sostiene que en Ezeiza se inició la "guerra civil peronista".
Cuando la dictadura militar estableció la restricción para presentarse como candidato presidencial a quienes no tuvieran su residencia en la Argentina después del 25 de agosto de 1972, con el fin de impedir que Perón lo hiciera, el propio Perón alertó sobre el peligro que significaba conformar un gobierno que dejara al margen a la persona más representativa del país:
El alerta de Perón no fue atendido y la dictadura le prohibió presentar su candidatura, dando así origen a una situación política de alta inestabilidad, debido a que la institucionalidad no se correspondía con el poder real. La famosa consigna electoral del Frejuli "Cámpora al gobierno, Perón al poder", daba cuenta de esa irregularidad institucional. El 29 de junio el diario La Opinión de Jacobo Timermann publicó por primera vez el trascendido de que Cámpora y Solano Lima renunciarían. La decisión fue tomada en la reunión del gabinete de ministros realizada el 4 de julio, donde se aprobó también la propuesta de José López Rega -líder del sector más extremista de la "derecha peronista"- de evitar que el mando pasara al presidente provisional del Senado Alejandro Díaz Bialet, como correspondía por la ley de acefalía, enviándolo a una misión fuera del país, para que recayera en su yerno Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados. El 12 de julio el vicepresidente Solano Lima anunció públicamente que él y el presidente Cámpora firmarían sus renuncias al día siguiente y que habría nuevas elecciones. Al día siguiente Cámpora y Solano Lima presentaron sus renuncias ante el Congreso Nacional reunido en Asamblea Legislativa (ambas cámaras juntas), que aprobó las mismas y le tomó el juramento constitucional como presidente de la Nación a Raúl Lastiri.
El hecho fue un golpe para Montoneros que intentó presionar para que la Asamblea Legislativa eligiera a Perón -en lugar de Lastiri- y que la fórmula presidencial fuera Perón-Cámpora. Para entonces, unos días antes se había producido el golpe de Estado en Uruguay del 27 de junio de 1973, con apoyo abierto de Estados Unidos y la indiferencia de Europa, agravando las condiciones de viabilidad de un gobierno democrático en Argentina.
Raúl Lastiri fue interinamente presidente de la Nación durante 91 días, desde el 13 de julio hasta el 12 de octubre, cuando asumió la presidencia el general Perón. Al igual que su suegro, José López Rega, Lastiri pertenecía y tenía su base de poder en la logia anticomunista Propaganda Due dirigida desde Italia por Licio Gelli. Como ministro de Relaciones Exterior designó a Alberto Vignes (en reemplazo de Juan Carlos Puig), miembro de la logia P2, al igual que López Rega y Lastiri. Vignes fue personalmente recomendado a Perón por el propio Licio Gelli.
Durante su gobierno la situación de la región se agravó considerablemente, cuando el 11 de septiembre resultó derrocado y muerto el presidente de Chile, Salvador Allende, por un golpe cívico-militar, apoyado desembozadamente por Estados Unidos y varias empresas multinacionales. Argentina quedó como el único país de la región que preservaba el sistema democrático.
Durante este período Montoneros desarrolló la «teoría del cerco», atribuyéndole al "brujo" López Rega y su grupo de extrema derecha anticomunista, haber cercado a Perón, con el fin de aislarlo de Montoneros y el resto de las fuerzas integrantes de la Tendencia, para impedirle conocer la alta representatividad popular de la que gozaba.
Con el fin de "romper el cerco", Montoneros organizó una movilización el 21 de julio de 1973 a la casa de Perón, ubicada en la calle Gaspar Campos 1065, de la ciudad de Vicente López, en el conurbano bonaerense. Unos 60.000 jóvenes y perfectamente encolumnados a los largo de varias cuadras, testimoniaba que la Tendencia era la fuerza más representativa de la juventud peronista, equivalente en su capacidad de movilización a la rama sindical. Cuando la manifestación llegó a las proximidades de su casa, Perón, convocó a los dirigentes de la JP, Dante Gullo, Juan Carlos Añón, Miguel Lizaso y Roberto Ahumada, a reunirse con él en la Residencia Presidencial de Olivos, ubicada a pocas cuadras. Perón recibió a los dirigentes de la JP acompañado del presidente Lastiri y su suegro y jefe político, el ministro López Rega, blanco principal de las consignas de la Tendencia, señalándolo como traidor y responsable de la Masacre de Ezeiza, junto a su subordinado, el coronel Osinde. Pese a que Montoneros presentó la reunión como la "ruptura del cerco" y el establecimiento a partir de ese momento de un "contacto permanente y sin intermediarios", el resultado real fue que, a partir de ese momento, Perón dispuso que fuera López Rega quien obrara como intermediario con la Tendencia y que se reorganizara la Juventud Peronista. Para este último fin, unos días después López Rega conformó la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA), que sería conocida en la jerga política como "jota perra", sin participación de la Tendencia y bajo la conducción de Julio Yessi, señalado como uno de los líderes de la organización parapolicial Triple A, que haría su primera aparición pública tres meses después.
Tres meses después, en un documento interno titulado "Charla de la Conducción Nacional de Montoneros ante las agrupaciones de los frentes", Montoneros reconoce que la teoría del cerco era errónea y que constituía "pensamiento mágico", producto del "infantilismo político".
Como consecuencia de la renuncia de Cámpora y Solano Lima, debía convocarse a nuevas elecciones presidenciales, esta vez sin la prohibición de la candidatura de Perón dispuesta por la dictadura, que había llevado a la anomalía constitucional de que la persona con mayor apoyo político del país no pudiera ser elegida como presidente.
Nadie dudaba que Perón ganaría las elecciones holgadamente, pero su salud estaba tan deteriorada que era de conocimiento general en el ámbito político, que probablemente moriría durante su mandato. Por lo tanto la definición de la candidatura vicepresidencial era de máxima importancia. Perón era consciente de su estado de salud y no quería una fórmula peronista. Hasta último momento intentó concretar la fórmula Perón-Balbín,María Estela Martínez de Perón.
de unidad peronista-radical, que pudiera lograr la "reconciliación nacional". Montoneros apoyó la candidatura de Balbín, pero el rechazo de la rama sindical y el grupo de López Rega/Lastiri, decantó la nominación hacia la esposa de Perón,Durante la campaña electoral, el 22 de agosto, la Tendencia realizó un acto multitudinario en el estadio del Club Atlético Atlanta en el que, por primera vez habló públicamente un miembro de la conducción de Montoneros, en este caso Mario Firmenich, primero en la conducción nacional de la organización. La revista El Descamisado cubrió el acto con el título de tapa de "Perón Presidente. 22 de agosto. Discurso completo de Firmenich" y una imagen de la bandera de Estados Unidos siendo quemada. Firmenich fue crítico con el gobierno, especialmente contra la candidatura de Isabel Perón y el Pacto Social, debido a la conducción de Rucci:
(La multitud presente corea las consignas «se va a acabar la burocracia sindical» y «Rucci traidor a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor»).
Finalmente las elecciones se realizaron el 23 de septiembre, con un triunfo abrumador de Perón, quien obtuvo un 61,85% de los votos, superando por más de 35 puntos porcentuales al radicalismo, encabezado por Balbín. La fecha de asunción se fijó para el 12 de octubre, pero dos días después de las elecciones se produjo un hecho que tuvo graves consecuencias políticas, muy especialmente para la ubicación de Montoneros en la política argentina: el asesinato de Rucci.
Dos días después de las elecciones, fue asesinado por un comando el secretario general de la CGT José Ignacio Rucci, en un hecho confuso que una investigación judicial insuficiente no pudo resolver. Rucci desempeñaba un papel esencial en la estrategia de Perón. Ninguna organización se atribuyó el asesinato en ese momento y Montoneros, puntualmente, mantuvo silencio sobre el hecho. Sin embargo, dos años después Montoneros se atribuyó explícitamente el crimen en la página 18 de su órgano oficial de prensa, la revista Evita Montonera No. 5, donde en un artículo referido a la Masacre de Ezeiza y titulado "Justicia popular", incluye una lista de personas "ajusticiadas". La primera de ellas, textualmente dice:
La mayoría de los investigadores y protagonistas de la época sostienen que el asesinato probablemente haya sido cometido por las FAR, por entonces en proceso de fusión con Montoneros, aunque también existen indicios de que pudo haber sido cometido por la Triple A, bajo órdenes de López Rega. La posibilidad de que Montoneros hubiera dado su aprobación explícita o implícita al atentado es objeto de fuertes debates, incluso entre personas que ocuparon cargos de mucha responsabilidad en la organización.
Los análisis del crimen concuerdan en que se trató de un hecho histórico decisivo, que perjudicó tanto a Perón -que perdió a su hombre de confianza dentro de un movimiento sindical con el que no tenía una buena relación-, como a Montoneros y la Tendencia, enfrentándola con Perón y aislándola del resto del peronismo. Montoneros sostenía públicamente que Rucci había sido uno de los autores intelectuales de la Masacre de Ezeiza, lo consideraba un traidor y venía promoviendo la consigna anticipando su muerte ("Rucci traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor"). Apenas un mes antes, en el acto de Atlanta, Firmenich había respondido a la militancia que coreaba la consigna, diciendo que "Esa consigna… refleja verdaderamente lo que estamos diciendo".
El asesinato provocó una conmoción política. El sindicalismo ortodoxo y la CGT interpretaron este atentado como una abierta declaración de guerra. En el análisis del periodista Ricardo Grassi, que fue director de El Descamisado, "Montoneros y la izquierda peronista no tuvieron la flexibilidad para generar una situación que permitiese negociar. Todo era 'de máxima'. A partir de matarlo a Rucci se perdió toda posibilidad de negociación".
Dos días después y como réplica, Enrique Grynberg, director de investigaciones de la Universidad de Buenos Aires y miembro de la Tendencia, fue asesinado en su casa, delante de su esposa y sus hijos. En esos días, el periodista Edgardo Sajón, exsecretario de Prensa de la dictadura de Lanusse, le escribió a su jefe una carta transmitiéndole su preocupación por el rumbo que comenzaba a tomar la violencia política:
Cuatro años después Sajón fue detenido-desparecido por la dictadura que derrocó al gobierno peronista.
El 1 de octubre el Consejo Superior Peronista, presidido por Perón, aprobó por unanimidad una Orden Reservada declarando la guerra contra el marxismo. Consideraba que el asesinato de Rucci era parte de una "guerra" desencadenada "por los grupos marxistas terroristas y subversivos" y sostenía que la guerra contra el marxismo no podía ser eludida, colocándola desde ese momento como la tarea central a la que debían abocarse todos los peronistas. Establecía "directivas" precisas para combatir la "infiltración" ideológica del marxismo en el peronismo, que abarcaba desde acciones de "reafirmación doctrinaria", hasta un sistema de "inteligencia" interno con el fin de detectar a los marxistas y expulsarlos. El Documento ordenaba impedir la propaganda de los grupos marxistas y aclaraba que esa actividad debía maximizarse cuando "se presenten como si fueran peronistas, para confundir". Los grupos marxistas debían ser excluidos de los actos y locales partidarios, "por todos los medios". El documento prohibía también los cánticos, publicaciones y manifestaciones críticas entre grupos peronistas, así como el cuestionamiento público a los funcionarios del peronismo. La Orden contiene una directiva final dedicada a los dirigentes que ocupaban funciones en los gobiernos "nacionales o provinciales o municipales", para "impulsar de inmediato" las medidas necesarias para el "desenvolvimiento de esta lucha".
La Orden Reservada del 1 de octubre formalizó la decisión de la conducción del Movimiento Peronista de excluir a Montoneros del mismo, como una corriente ajena al peronismo. El documento recoge la idea de que Montoneros era parte de una "infiltración marxista" en el peronismo, que en el contexto de la época, significaba llevar las diferencias internas del peronismo a los términos de la Guerra Fría y la Doctrina de la Seguridad Nacional.
El 4 de octubre el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, uno de los gobernadores cercanos a Montoneros, dio inicio al Operativo Dorrego, que se extendería hasta el 25 de octubre. El Operativo fue una movilización humanitaria que incluyó a soldados, militantes de la Juventud Peronista y organizaciones juveniles de otros partidos, con el fin de colaborar con la población y reconstruir una amplia área de la Provincia de Buenos Aires, afectada catastróficamente por grandes inundaciones que causaron hambre, destrucción de viviendas, caminos e instalaciones. Tuvo como peculiaridad que el Ejército y Montoneros coordinaron conjuntamente el operativo. El responsable del Ejército en el terreno fue el general Albano Harguindeguy -luego ministro del Interior de la dictadura instalada en 1976-, mientras que el responsable de Montoneros fue Norberto Habegger -quien desaparecería en 1978- y el responsable de la JP era Dante Gullo. Al cierre del operativo, soldados y militantes juveniles desfilaron juntos, ante las autoridades civiles y militares.
El Operativo Dorrego era parte de una política de convivencia y acercamiento entre las Fuerzas Armadas y Montoneros, que llevaba adelante el comandante en jefe del Ejército, general Jorge Raúl Carcagno, acompañado por los coroneles Juan Jaime Cesio y Carlos Dalla Tea. Indicaba una tendencia política que marchaba en el sentido inverso al enfrentamiento entre izquierda y derecha que habían agudizado la Masacre de Ezeiza y el asesinato de Rucci.
El mismo día que Perón asumió la Presidencia, el 12 de octubre, Montoneros se fusionó definitivamente con las FAR, manteniendo el nombre único de Montoneros. Hacia 1971 las cuatro organizaciones guerrilleras peronistas (Montoneros, FAP, FAR y Descamisados) habían intentado unirse en las OAP (Organizaciones Armadas Peronistas), pero las diferencias en torno a la posibilidad de que Perón volviera a la Argentina («Luche y vuelve») y el rol de las organizaciones guerrilleras en un eventual "gobierno popular", alejaron a las FAR de Montoneros, a la vez que acercaron a Montoneros y Descamisados, que terminaron fusionándose a fines de 1972.
La Conducción Nacional quedó en manos de Mario Firmenich, Roberto Perdía y Roberto Quieto, en ese orden. En una segunda línea de mando se encontraba el Secretariado Nacional, con secretarías como Militar, Finanzas, Logística, Prensa, Organización, Propaganda y Adoctrinamiento, etc. La estructura organizativa se completaba con las regionales provinciales, mientras que en el Área Metropolitana de Buenos Aires se formaron cinco columnas, Capital, Norte, Oeste, Sur y La Plata.
Las FAR tenían una ideología estrictamente marxista, considerablemente diferente del peronismo y el catolicismo militante sobre los que se construyó Montoneros. Amorín destaca el hecho de que «más allá de valorar la lucha popular peronista, carecían de experiencia respecto del peronismo real, del peronismo como un conjunto heterogéneo (contradictorio y fragmentado, policlasista y multigeneracional), del peronismo como un movimiento (se mueve , avanza, retrocede, se desvía, cambia), con mitos comunes, algunos intereses en común y un consenso: delegar la estrategia del movimiento en su líder». El éxito de la táctica montonera al organizar el retorno de Perón al país en noviembre de 1972 y obtener una adhesión masiva principalmente entre los jóvenes, impulsó que las FAR se acercaran hacia las posturas montoneras hasta culminar en la fusión, luego de meses de debates y discusiones.
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