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Zenón de Elea



Zenón de Elea (en griego clásico: Ζήνων ὁ Ελεάτης) fue un filósofo griego nacido en Elea, perteneciente a la escuela eleática (c. 490-430 a. C.). Fue discípulo directo de Parménides de Elea. No estableció ni conformó ninguna doctrina positiva de su propia mano. Famoso por sus intrincadas paradojas que discuten la pluralidad de entes y en algunos casos el movimiento —entre otras cosas—. Aristóteles lo llamó el inventor de la dialéctica[1]​ y el matemático Bertrand Russell le describió como "inmensamente sutil y profundo".[2]

Como sucede con la mayoría de los filósofos presocráticos, la vida de Zenón de Elea permanece en gran parte desconocida.

Se piensa que pasó toda su vida en Elea y se ocupó de la educación de los hombres en la virtud. En principio fue pitagórico y Estrabón le atribuyó una actividad política. En el único contexto en el que es citado varias veces, es un relato de su participación en un complot contra un tirano, hay tanta divergencia de detalles que es imposible reconstruir lo sucedido.[3]

Las fuentes que brindan luz al respecto son el diálogo Parménides de Platón, la obra Vida de los filósofos ilustres del historiador y filósofo antiguo Diógenes Laercio y Física de Aristóteles.

En el diálogo de Platón, se dice que Zenón tiene cerca de 40 años y que Parménides roza los 65 en el momento en que ambos se encuentran con un Sócrates "muy joven"; dato que nos puede servir para situar su nacimiento alrededor del año 480 o 490 a. C. Platón lo describe como "alto y bello a la mirada", así como estimado por su maestro.

Diógenes Laercio indica que fue hijo natural de un hombre llamado Telentágoras, pero que Parménides lo tomó en adopción. Laercio subraya así mismo su destreza a la hora de analizar los dos lados de cada cuestión o dilema, capacidad que le hizo recibir el título de "inventor de la dialéctica" de la mano de Aristóteles.

Como su maestro, tuvo probablemente una gran actividad política: el mismo Laercio afirma que Zenón apoyaba el derrocamiento del tirano eleata que gobernaba, bajo peligro de muerte:

Laercio no concreta la identidad del tirano, pues indica que podría tratarse tanto de Nearco como de Diomedón, dando además dos finales posibles a la historia: en uno el tirano es finalmente lapidado por el pueblo que se rebela y en otro es Zenón quien resulta ejecutado. Tertuliano informa varios siglos más tarde sobre la muerte de Zenón:

En el pasaje Tertuliano se equivoca de tirano, ya que es imposible que Zenón, filósofo nacido en el siglo V a. C. fuese torturado por Dionisio I, tirano de Siracusa un siglo más tarde.

Las obras de Zenón se han perdido. Platón escribe que durante su juventud ya había escrito para defender las teorías de su maestro, pues tales documentos fueron llevados a Atenas con motivo de la visita con Parménides; fueron allí robados y publicados posteriormente sin su consentimiento.

Como es habitual en el ámbito presocrático, la mayor y casi única fuente de la que podemos extraer información sobre su obra y pensamiento es la cita de autores posteriores, en particular del propio Aristóteles.

Del citado escrito de Platón, se infiere que lo escrito por Zenón constituía un volumen que consistía en una colección de argumentos, cada uno de los cuales atentaban contra tesis de la pluralidad de entes; sin embargo, en los fragmentos citados, Zenón no los muestra ni como antinomias ni como dirigidos explícitamente contra la pluralidad de entes. Más que nada, las paradojas de movimiento que vemos en los escritos de Aristóteles.

En resumidas cuentas no sabemos con exactitud cuál fue el principio de organización que siguió Zenón para la ordenación de sus argumentos. Los estudiosos G. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield, ensayan tres posibilidades:

A: Zenón escribió una obra, de la manera en la que la describe Platón, pero Zenón escribió al menos otra obra, que incluía otras paradojas que no atacaban la pluralidad de las cosas.

B: El filósofo escribió solo un libro, pero Platón no describe bien sus argumentos ni su forma.

C: Zenón escribió una sola obra, y todas las paradojas, en su origen arremetían contra la pluralidad de entes, y han sido deformadas por los diferentes autores y su interpretación a lo largo del tiempo.[3]

No se sabe con certeza si la obra de Zenón precedió e influyó la filosofía de Meliso y Anaxágoras o inversamente. Es evidente influyó fuertemente sobre el atomismo de Leucipo y Demócrito. La curiosa obra de Gorgias.

Cuando Protágoras intercede por la construcción de argumentos contradictorios sobre cualquier materia, es evidente que obtuvo inspiración en Zenón.

El interés filosófico de Platón por Zenón quedó plasmado en sus antinomias que colman las treinta últimas páginas del Parménides con razonamientos en torno al movimiento, el lugar y el tiempo, los cuales estimularían luego a Aristóteles...

En nuestra época es cuando con mayor intensidad se han discutido -y discuten- las paradojas de Zenón, quien es el presocrático que ejerce más influjo.[4]

Zenón, en la línea de su maestro, intenta probar que el ser tiene que ser homogéneo, único y, en consecuencia, que el espacio no está formado por elementos discontinuos sino que el cosmos o universo entero es una única unidad.

Sus aporías están diseñadas bajo los siguientes ejes argumentativos:

Aplicando este esquema se le ha considerado el primero en utilizar la demostración llamada ad absurdum (reducción al absurdo), que toma por hipótesis lo contrario de lo que se considera cierto (en su caso, las afirmaciones del adversario) y muestra las incongruencias que se derivan de una consideración de esto como verdadero, obligando al interlocutor a rechazar las premisas y a aceptar las tesis opuestas, que eran las que se querían demostrar en un principio. Este procedimiento lo lleva a cabo mediante sus aporías.

Como ejemplo de (1) tenemos en Fr. 3, Simplicio, Fís., donde probablemente argumenta que, para que una cosa sea una y no otra, entre ambos miembros dentro de un conjunto, debe haber algo que los separe. Podríamos refutar alegando que el enunciado es válido solo si se aplicase a conjuntos sistemáticamente ordenados -como series de puntos- y que en la realidad, siendo objetos en tres dimensiones se comportan de una manera muy distinta, pero Zenón bien podría seguir “indagando” sobre esto, y haciéndonos preguntas que no podríamos responder hasta que hayamos resuelto mediante una reflexión filosófica qué es lo que hace a una cosa ella misma y no otra ni muchas.

Aquiles y la tortuga, Aristóteles, Fís., es un claro ejemplo de (3), pero también nos crea dificultades en (2) y (4); consiste en una carrera entre Aquiles -el de los pies ligeros- contra una tortuga, pero empezando la tortuga desde una distancia más adelantada…

El problema consiste en mostrar cómo es imposible que el corredor más rápido adelante al más lento, pues para poder siquiera alcanzar Aquiles a la tortuga debería antes pasar por la mitad de la distancia de ese recorrido, y para alcanzar esa distancia, antes debería alcanzar la mitad de ese recorrido, y así infinitamente, en una serie de números que convergen hacia cero, donde no solo plantea un problema de cómo medimos y percibimos el tiempo y el espacio, sino que hace racionalmente imposible la idea de movimiento.

Los razonamientos de Zenón constituyen el testimonio más antiguo que se conserva del pensamiento infinitesimal desarrollado muchos siglos después en la aplicación del cálculo infinitesimal que nacerá de la mano de Leibniz y Newton en 1666. No obstante, Zenón era ajeno a toda posible matematización, presentando una conceptualización de tal estilo como un instrumento necesario para poder formular sus paradojas.



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