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William Tufnell Le Queux



William Tufnell Le Queux (Londres, 2 de julio de 1864-Knokke-Heist, Provincia de Flandes Occidental, 13 de octubre de 1927) fue un escritor, periodista, corresponsal de guerra y espía británico. Diplomático y cónsul honorario de San Marino, fue un gran viajero que deambuló por todos los países de Europa, los Balcanes y África del norte. Se especializó como escritor en el género de la novela de espías y literatura de invasión.

Hijo de un comerciante francés de telas y una inglesa, recibió lecciones privadas en Londres y luego una educación europea en Pegli (Italia), antes de estudiar por un tiempo pintura en Francia, entre otros, con el pintor Ignace Spiridon (1860–1900). Después hizo su primer viaje a pie por Europa y trabajó como reportero para la Gaceta de Eastbourne y el Chronicle de Middlesex de 1883 a 1888. A fines de la década de 1880 regresó a Londres, donde editó las revistas Gossip y Piccadilly antes de pasar a la redacción de The Globe, siendo allí cronista parlamentario y luego corresponsal de guerra, cubriendo la Primera Guerra de los Balcanes. En 1893 abandonó el periodismo para dedicarse a viajar y escribir asociado al magnate editorial británico de la prensa sensacionalista Alfred Harmsworth, más conocido como Lord Northcliffe.

Se le puede considerar un pionero de la aviación y de la radio. Formó parte de la organización del meeting aéreo de Doncaster en 1909, y además fue miembro del Institute of Radio Engineers, difundiendo sus propias emisiones musicales antes del lanzamiento de las grandes radios oficiales. Es más, realizó algunos experimentos de radio en 1924 en Suiza con el doctor Petit Pierre y Max Amstutz. Ese mismo año fue elegido primer presidente de la Hastings, Saint Leonard's y District Radio Society, cuya conferencia inaugural fue pronunciada el 28 de abril de 1924 por John Logie Baird. Le Queux estaba ansioso por ayudar a Baird a desarrollar la incipiente televisión, pero todo su dinero estaba inmovilizado en Suiza. Sin embargo, escribió un artículo, "Televisión, un hecho" que apareció en el Radio Times en abril de 1924; en él elogiaba los esfuerzos de Baird. En estos años de reportajes y escritura, se convirtió en el iniciador de un nuevo género literario entonces que se encontraba entre la novela policiaca, la novela de espías y el thriller moderno. Sus obras son los verdaderos primeros testimonios de la literatura de espionaje del siglo XX

Cubrió la I Guerra Mundial, y el teatro de operaciones francés para la prensa británica. También trabajó como espía para los servicios secretos de la Corona. Tras la guerra publicó numerosos libros de viajes. Su obra es ciertamente caudalosa: más de 170 títulos, irregulares y para algunos de un estilo abominable; se piensa que muchas fueron fruto de colaboración con su editor Alfred Harmscliff.

Se compone de ficción, reportajes documentados y libros de viajes, aunque no siempre es fácil deslindar estos géneros y la parte de ficción y de realidad que hay en ellos. Hay novelas de espías, narraciones militares, novelas policiacas e incluso ciencia-ficción, pues algunas de sus novelas anticiparon conflictos de forma premonitoria, como The Great War in England, publicado en 1897. Otra novela de este tipo, la antigermánica fantasía de invasión La invasión de 1910 (1906) fue tal vez su mayor éxito editorial: se tradujo a veintisiete idiomas y vendió más de un millón de copias como libro. La traducción alemana fue abreviada y se le incluyó un final distinto. Entre sus libros de viaje destaca An Observer in the Near East y varios libros cortos sobre Suiza; su autobiografía Things I Know about Kings, Celebrities and Crooks (1923) no es reveladora y es a menudo engañosa. Contiene, entre otras historias fantásticas, la afirmación de que vio un manuscrito en francés escrito por Rasputín que afirmaba que Jack el Destripador era un médico ruso llamado Alexander Pedachenko y cometió los asesinatos para confundir y ridiculizar a Scotland Yard.

Su obra de no ficción aporta un testimonio histórico sobre fines del siglo XIX y el primer cuarto del XX. Cronista de su tiempo, acoge numerosas informaciones por más que a veces sea difícil desintrincar los hechos ciertos de los inventados. Fue uno de los primeros periodistas modernos en la medida en que ejerció su misión de reportero como free-lance. Beneficiado por una reputación internacional, sus publicaciones conocieron traducciones al francés ya en vida del autor y grandes periódicos americanos publicaron sus artículos. Pero su obra fue poco reimpresa pasado el medio siglo, por más que haya sido objeto de estudio universitario en países anglosajones como Gran Bretaña, Canadá o Australia.[1]



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