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Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas"



La Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, conocida simplemente como UCA El Salvador, es un centro de educación superior jesuita salvadoreño, de capital privado sin fines de lucro, también denominada como UCA. Fue la primera universidad en romper el monopolio de la Universidad de El Salvador en la educación superior salvadoreña y, por tanto, la primera universidad privada de la nación. Poco antes de su fundación, el país carecía de una ley que permitiera y regulara la creación y funcionamiento de universidades privadas, siendo aprobada la primera en aras del establecimiento de esta.

El campus universitario inicialmente se compartía en las instalaciones del colegio jesuita Externado de San José. Las instalaciones actuales se localizan en San Salvador y, mayormente, en Antiguo Cuscatlán (ciudad que pertenece al Área Metropolitana de San Salvador), la extensión es de aproximadamente 22 manzanas, cuenta con siete edificios de aulas, seis aulas magnas, tres auditorios, biblioteca, laboratorios, centros informáticos, polideportivo y otras dependencias como el Instituto de Derechos Humanos (Idhuca), Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop), Escuela de Idiomas UCA, Radio YSUCA, UCA Editores, Talleres Gráficos UCA, etc. Posee un alumnado de 8,084 estudiantes[3]​ distribuidos en 23 carreras de pregrado, entre licenciaturas, ingenierías, profesorados y técnicos; y en 13 postgrados, entre maestrías y doctorados, tres de estos siendo cotitulaciones con la Universidad Don Bosco, lo que convierte a estas dos instituciones en pioneras en El Salvador en ofrecer postgrados en conjunto.[4]​ Las asignaturas son impartidas por 482 profesores.[1]

Debido a su peso histórico, su influencia en la vida social del país, su calidad académica y su reconocimiento a nivel nacional y regional, es plausible decir que esta institución de educación superior es la primera en importancia en El Salvador. De hecho, una consultora británica que anualmente realiza el "Top Universities: Worldwide University rankings" el cual evalúa distintas universidades a nivel mundial en su desempeño académico,[5]​ así como el "Ranking Web de Universidades" (Webometrics) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, colocan a la UCA como la primera mejor universidad salvadoreña.[6][7]UCA El Salvador destaca aún por delante de otras universidades más antiguas en Centroamérica que están confiadas a la Compañía de Jesús, como la Universidad Centroamericana (UCA) de Nicaragua o la Universidad Rafael Landívar (URL) de Guatemala.[8][9]

La UCA fue fundada en septiembre de 1965 por la Compañía de Jesús. Al fundarse, el gobierno salvadoreño y la clase empresarial esperaban que asumiera el papel de centro universitario para los egresados de los colegios católicos de clase alta, como alternativa a la estatal Universidad de El Salvador, que era acusada en su momento de promover ideologías colectivistas y marxistas. Con esta esperanza, el gobierno del Coronel Julio Adalberto Rivera, sancionó una ley de universidades privadas y concedió las autorizaciones oficiales a la nueva universidad.

Además de estas consideraciones generales sobre lo que debía ser la nueva institución, es importante subrayar la percepción que predominaba en la Universidad de El Salvador, con excepción de la Facultad de Medicina y la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, consideradas como de alta calidad académica, sin embargo la docencia universitaria en las demás facultades era vista por los sectores económicos dominantes como mediocre o deficiente. Pero lo que más preocupaba a este sector era la orientación ideológica de las autoridades de la UES, que fue considerada como abiertamente comunista. La dimensión anticomunista en la idea de los promotores de la nueva universidad no fue explicitada públicamente, pero estaba sobreentendida entre la clase dominante, sin cuyo apoyo no hubiera sido posible fundarla.

La idea original no progresó, pero la Compañía de Jesús, que desde hacía varios años contemplaba la posibilidad de establecer una universidad, impulsó una alternativa diferente, al menos en dos puntos importantes. La primera es que sería una corporación de utilidad pública, cuya administración se encargaría a una junta de directores. La segunda es que se orientaría hacia el desarrollo económico y social de la región. En esta visión había una percepción, no muy clara del todo, de las grandes injusticias sociales. Los fundadores eligieron para la institución el nombre y símbolo libertario de José Simeón Cañas.[10]

Por su parte, la Universidad de El Salvador, que vio amenazado su monopolio de la educación superior, y la oposición política, que la secundó, se opusieron a la UCA. Pero el Gobierno también deseaba una alternativa a la primera y, por consiguiente, apoyó el proyecto. Este apoyo fue determinante para que la Asamblea Legislativa aprobara el anteproyecto de ley de universidades privadas, el 24 de marzo de 1965 (Decreto Legislativo n.º 244, publicado en el Diario Oficial del 30 de marzo de 1965). A continuación se elaboraron los estatutos (Acuerdo Ejecutivo n.º 06173, del 1 de septiembre de 1965, publicado en el Diario Oficial del 13 de septiembre de 1965), se instaló la primera junta de directores, integrada por cinco jesuitas, se hizo la inauguración oficial el 15 de septiembre y comenzaron las clases, con 357 estudiantes, en locales de la Iglesia de Don Rúa, cedidos por los salesianos, a principios de 1966.

Al crearse, la universidad ofrecía las carreras de economía, ingeniería industrial y administración de empresas; posteriormente en 1969 creó las carreras humanistícas de filosofía, psicología y letras. En 1970 con un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo se inició la construcción del actual campus. A mediados de la década de los 70, la universidad, bajo la dirección del rector Román Mayorga Quirós adoptó una línea de pensamiento cada vez más progresista en aspectos políticos y sociales, de acuerdo a los cambios ideológicos que experimentaba la Compañía de Jesús, luego del Concilio Vaticano II. En 1976, el jesuita Ignacio Ellacuría, entonces catedrático de la universidad, lanzó duras críticas, al gobierno del presidente Arturo Armando Molina por abandonar un plan de reforma agraria, en un editorial de la revista universitaria ECA, posteriormente el gobierno retiró el pequeño subsidio que otorgaba a la universidad y esta pasó a ser blanco de agresiones por parte de grupos de ultraderecha. A partir de 1977, la UCA respaldó la línea pastoral del Arzobispo de San Salvador, Óscar Romero y su escuela de teología, dirigida por el jesuita Jon Sobrino se convirtió en uno de los exponentes latinoamericanos de la Teología de la Liberación. En marzo de 1977, el sacerdote jesuita Rutilio Grande fue asesinado y en varias ocasiones, hubo amenazas contra la comunidad jesuita de la universidad, incluyendo atentados con bomba dentro del campus universitario.

Del 19 al 23 de febrero de 1979 se verificó el Segundo Simposio de Ingeniería con el tema central de "Tecnología Apropiada para Países Subdesarrollados" en la UCA.[11]

En 1979, Ignacio Ellacuría asumió la rectoría de la Universidad y continuó la línea de proyección social universitaria, promoviendo el estudio de la realidad nacional y un mayor compromiso de la Universidad con los sectores populares. A partir del estallido de la Guerra Civil de El Salvador, el rector Ellacuría fue uno de los primeros promotores del diálogo y la negociación como único camino a la paz. Durante de la década de los 80, hubo nuevas amenazas y atentados contra la Universidad.

El 16 de noviembre de 1989, el rector de la Universidad, Ignacio Ellacuría; el vicerrector académico, Ignacio Martín-Baró; el director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA, Segundo Montes; el director de la Biblioteca de teología, Juan Ramón Moreno; el profesor de filosofía, Amando López, junto con otro jesuita, Joaquín López y López, y dos mujeres, colaboradoras de la Universidad, Elba y Celina Ramos fueron asesinados por un pelotón del Batallón Atlacatl de la Fuerza Armada de El Salvador.

Estos asesinatos asestaron un golpe muy fuerte a la estructura universitaria, que inició un lento proceso de recuperación, bajo la dirección de los sucesores de Ignacio Ellacuría, los rectores Francisco Javier Ibisate S. J, Francisco Estrada S. J., y José María Tojeira, S. J., la Universidad ha continuado su proyección social.

En 1990, la universidad recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, como reconocimiento a su defensa de la libertad y los derechos humanos.[12]

Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades

Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

Facultad de Ingeniería y Arquitectura




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