x
1

Trashumancia en España



Trashumancia en España es el traslado o 'paso' del ganado por sus pastores desde las dehesas de verano a las de invierno, y viceversa. Provocada por las fuertes diferencias estacionales de la península ibérica, la trashumancia ha tejido un extenso sistema de comunicaciones de vías pecuarias que al inicio del siglo XXI todavía subsiste a lo largo de 125.000 kilómetros y más de 400.000 hectáreas,[1]​ entre cañadas, cordeles, veredas y coladas.

El origen de la palabra trashumancia viene según la DRAE del ganado que transhuma, (del lat. trans, de la otra parte, y humus, tierra). Dicho del ganado: Pasar con sus conductores desde las dehesas de invierno a las de verano, y viceversa.

Las zonas meridionales de la península ibérica, en especial lo que luego sería Extremadura, fueron desde el inicio de la historia destino de los ganados trashumantes que huían de los rigurosos inviernos en los montes leoneses y en las comarcas frías de Castilla y León. Los primeros pobladores de estas tierras fueron pueblos celtas de pastores como los lusitanos y los vetones.[2]

Con la romanización de la península ibérica, se impuso el concepto de propiedad del terreno de los colonizadores. En aquel periodo ya existía una ruta de trashumancia en el oeste peninsular, que marcada por una calzada se convirtió en la Vía de la Plata. Reflejo de su importancia estatal puede considerarse el hecho de que figure el nombre del emperador Augusto en las dos ciudades a cada extremo de la calzada: Augusta Emerita (Mérida) y Asturica Augusta (Astorga).

Durante la Edad Media, la ganadería fue la actividad económica predominante. En zona de guerra la agricultura es difícil que prospere, mientras que los ganados se pueden sacar del área en conflicto con mayor facilidad. Por su importancia económica, el rey Alfonso X el Sabio creó en 1273 "El Honrado Concejo de la Mesta", donde se fijan los privilegios e intereses de los ganaderos sobre los agricultores. Privilegio que a la larga produciría los consiguientes trastornos ecológicos y una visceral antipatía entre ambos sectores de la economía española.

El paso y permanencia temporal de pastores sirvió de eje difusor de la "cultura pastoril" en España, produciendo una síntesis con la mezcla de distintos modos de vida y conocimientos durante unos meses. Se establece así una cultura con rasgos comunes entre diferentes áreas que quedará reflejada en distintas manifestaciones: culinarias (calderetas, migas), artesanales (decoración en utensilios y enseres), arquitectónicas (apriscos, chozos, corrales), musicales (en coplas y cantares), además de las específicas en el manejo de animales.

Ya se van los pastores, ya se van marchando
más de cuatro zagalas quedan llorando.
Ya se van los pastores hacia la majada,
ya se queda la sierra triste y callada.
Ya se van los pastores, volverán cantando,
los amores que dejan ahora llorando.

La influencia cultural de la trashumancia trasciende a todos los niveles de la sociedad, ejemplo de ello es el palacio de los Ríos y Salcedo en la ciudad castellana de Soria, mandado construir en 1549 por Alfonso de Ríos y Salcedo, noble cuya actividad económica principal fue la ganadería trashumante. El estilo arquitectónico de este edificio está claramente influenciado por los palacios renacentistas cacereños, destino invernal de sus rebaños trashumantes.[3]

Terminada la Reconquista, la sociedad sedentaria se hizo fuerte y la trashumancia fue perdiendo empuje. Su importancia económica fue disminuyendo frente a la agricultura. La Mesta, símbolo de la edad dorada de la trashumancia, fue abolida en 1836.

A partir de mediados del siglo XIX con la introducción en España del ferrocarril, la trashumancia se realizó en trenes de mercancía, perdiendo de modo drástico todo el valor cultural y su perfil romántico. Más tarde, el tren fue sustituido a su vez por el transporte por carretera en camiones ganaderos. A pesar de ello, todavía en los años 1950, un importante sector de la economía ovina, en especial el de merinos continuaba realizándose a pie.[4]

Como en todo capítulo de peso histórico, la trashumancia, a medida que desaparece como fenómeno ganadero y económico, despierta el creciente estudio por etnógrafos en el campo de la etnología. Las localidades de Lumbreras de Cameros (La Rioja), Malpartida de Cáceres (Cáceres), Oncala (Soria) y Guadalaviar (Teruel) han creado museos dedicados a la trashumancia.

En el inicio del siglo XXI, el extenso sistema de comunicaciones de 125.000 km de cañadas ha sido reciclado en rutas de senderismo, y es eventualmente usado todavía por los últimos pastores trashumantes.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Trashumancia en España (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!