Un tetramorfo o, según el Diccionario de la lengua española, tetramorfos (del griego τετρα, tetra, "cuatro", y μορφη, morfé, "forma") es una representación iconográfica de un conjunto formado por cuatro elementos. La más extendida de estas es cristiana, que los asocia con los cuatro evangelistas, aunque esta tradición se remonta al Antiguo Testamento, cuando el profeta Ezequiel describió en una de sus visiones cuatro criaturas que, de frente, tenían rostro humano y, de espaldas y en cada lateral, tenían rostro animal (Ezequiel 1:10). Una visión muy similar aparece en un pasaje del Apocalipsis de Juan (Apocalipsis 4:1-9) que describe a cuatro ángeles zoomorfos que rodean al pantocrátor. Los tetramorfos y el pantocrátor son una constante del arte medieval, tanto en escultura como en pintura, sea mural o en códices miniados.
Desde el siglo VI se viene postulando una vinculación de los tetramorfos con los evangelistas:
Se ha sugerido que Ezequiel se inspiró en la astrología zodiacal babilónica (recordemos que cuando este profeta predicaba, el pueblo de Israel estaba preso en Mesopotamia, en el siglo VI a. C., en manos de Nabucodonosor II): el toro sería Tauro, el León, sería Leo, el águila sería Escorpio y el hombre alado sería Acuario. Así, estas eran las constelaciones sobre las que tuvieron lugar, respectivamente, el equinoccio de primavera, el solsticio de verano, el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno entre los milenios quinto y tercero antes de Cristo.
Se ha dicho también que hacen referencia a los cuatro elementos básicos y, puesto que rodean al Pantocrátor, este sería el «quinto elemento» unificador.
El tetramorfos en el Libro de Durrow (Trinity College).
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