La terapia de sustitución hormonal (también llamada terapia de reemplazo hormonal, TRH, TSH, terapia hormonal sustitutiva, THS) es aquella utilizada en personas transgénero y transexuales para cambiar los caracteres sexuales de sus cuerpos. Algunas personas intersexuales también reciben TRH, ya sea en la infancia para confirmar el sexo al que fueron asignados, o más adelante, si este designio fue incorrecto.
El propósito de ésta es causar el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios del género deseado. Puede no alterar los cambios producidos en el cuerpo durante la primera pubertad, por lo que muchas personas recurren a cirugía plástica y depilación permanente. Los efectos de la terapia de reemplazo hormonal son, a menudo, más satisfactorios para los hombres transgénero que para las mujeres transgénero, dado el hecho de que es más fácil inducir el desarrollo características sexuales secundarias masculinas con andrógenos, que provocar ese efecto en mujeres transexuales con antiandrógenos y estrógenos y progestágenos.
Si bien la terapia no puede deshacer los efectos provocados por la pubertad (si ha ocurrido), desarrollar características sexuales secundarias asociadas con el género propio ha demostrado aliviar el estrés y disconfort asociado con la disforia de género, y puede ayudar a la persona a "pasar" o ser vista según su género propio. El objetivo de la terapia es mejorar la calidad de vida, alineando a las personas con un cuerpo que es más congruente con su identidad de género.
Los requisitos para la terapia de reemplazo hormonal varían inmensamente. A menudo, consta de un cierto período de acompañamiento psicológico. Sin embargo, algunas organizaciones todavía requieren un período de tiempo cumpliendo en el rol del género deseado, basadas en estandarizaciones tales como Standards of Care for the Health of Transsexual, Transgender, and Gender Nonconforming People (Normativas del Cuidado para la Salud del Transexual, Transgénero y Personas no conformes con su Género). Este periodo a veces es llamado "Experiencia de la Vida Real" (RLE - Real Life Experience). Algunas personas, en especial individuos de la comunidad transgénero, opinan que la RLE es dañina psicológicamente y es una especie de "filtro", manteniendo a la persona alejada de su transición por el mayor tiempo posible, sino es que permanentemente.
Algunas personas eligen autoadministrarse la medicación, a menudo porque los médicos disponibles tienen muy poca experiencia, o no hay médicos disponibles es su país de origen. En ocasiones, las personas trans eligen automedicarse porque muchos médicos no prescriben las hormonas sin una carta de su terapeuta confirmando un diagnóstico de disforia de género, y haciendo un informe sobre la firme decisión a transicionar de dicho paciente. Las hormonas femeninas en estos casos, son consumidas por la persona en forma de anticonceptivos orales, reemplazo hormonal para la menopausia, y otras obtenidas entre amistades o de manera clandestina, y en muchos casos suponen problemas serios de salud, ya que pueden provocar enfermedades o agravarlas si la persona no sabe que las padece o tiene tendencia a desarrollarlas. Muchos terapeutas requieren por lo menos tres meses de psicoterapia continua y/o RLE antes de escribir dicha carta. En dichas circunstancias, el individuo puede automedicarse hasta conseguir las autorizaciones, sintiendo que no debería esperar a que un profesional médico se convenza de su situación. Además, el costo de dicha terapia (ya sea por el tratamiento en sí, evaluaciones, etc.) puede llegar a ser prohibitivo para muchos.
De cualquier manera, la autoadministración de hormonas es potencialmente peligrosa, en adición a la elevación de las enzimas hepáticas que pueden provocar las hormonas ingeridas oralmente.
En algunos casos, las pacientes transexuales deciden someterse a la amputación de los testículos para eliminar la testosterona totalmente y lograr mejores resultados al tomar estrógenos. Esta cirugía por lo general se ha demostrado que se obtienen mejores resultados al tomar hormonas, sobre todo si se practica en la juventud, y más cuando la paciente no puede costear el tratamiento bloqueadores hormonales junto a las hormonas femeninas.
En mujeres transgénero la toma de estrógenos causa, entre otros cambios:
Para transiciones de hombre a mujer (MTF por sus siglas en inglés male-to-female), la terapia incluye estrógenos y progestágenos acompañados de antiandrógenos.
La TRH usualmente no detiene el crecimiento del vello corporal en su totalidad y/o produce cambios en la voz.
Los cambios psicológicos son más difíciles aún de definir, puesto que la TRH es usualmente la primera acción física que se toma al transicionar y el acto en sí de comenzar la terapia tiene un marcado efecto psicológico, el cual es difícil de distinguir entre los cambios inducidos por las hormonas.
Sin embargo, los progestágenos, generalmente disminuyen la sensibilidad a las feromonas masculinas.
Durante la TRH, especialmente en las primeras etapas del tratamiento, los exámenes de sangre deben ser constantes en orden de mantener controlados los niveles hormonales y la función hepática.
Israel sugiere que para individuas MTF pre-operadas, los niveles terapéuticos de estrógeno deben estar por encima del rango normal, pero no más del doble del rango de una mujer cisgénero. Antes de la cirugía, puede ser difícil y poco práctico suprimir en su totalidad los niveles de testosterona, en cuyo caso deberían recaer entre el nivel máximo femenino y el mínimo masculino de testosterona en sangre. Luego de la cirugía, se recomienda que ambos niveles (de estrógeno y testosterona) se encuentren dentro de los rangos normales de una mujer.
Los rangos óptimos listados para estrógenos aplican solamente a individuas tomando hormonas bioidénticas (Por ejemplo: estradiol). No así, a aquellas tomando hormonas sintéticas u otras preparaciones no bioidénticas (Por ejemplo: etinilestradiol).
Los rangos hormonales no son exactos y varían dependiendo de la fuente referenciada. Lo mismo aplica al rango óptimo MTF y FTM.
Hormonas sexuales femeninas efectivas de carácter farmacéutico estuvieron disponibles por primera vez en las décadas de 1920 y 1930.
Una de las primeras clínicas transgénero fue abierta a mediados de la década de 1960, en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Para el año 1981, ya había alrededor de 40 de este tipo de centros.
La Sociedad Endócrina publicó guías para el tratamiento hormonal en el año 2009, con una versión revisada en 2017.
Si bien inicialmente el tratamiento hormonal para mujeres transgénero se constituyó principalmente de altas dosis de estrógeno, los antiandrógenos aparecieron décadas más tarde (acetato de ciproterona en 1977 y espironolactona en 1986), los cuales se establecieron como norma para cualquier terapia hormonal a principios de la década de 1990. Debido a su introducción, la cantidad de estrógenos administrados se redujo.
Etinilestradiol, estrógenos conjugados y otros estrógenos no bioidénticos fueron removidos en terapias transgénero en favor del estradiol, alrededor del año 2000, debido a sus mayores riesgos de trombosis y problemas cardiovasculares.
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