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Teofrasto



Teofrasto, en griego antiguo Θεόφραστος (Ereso, isla de Lesbos, ca. 371 a. C.ca. 287 a. C.)[1]​ fue un filósofo y botánico griego. Marchó a Atenas a una edad temprana, e inicialmente estudió en la escuela de Platón. Después de la muerte de Platón se relacionó con Aristóteles. Su nombre era "Tirtamo", pero se lo conoce por su apodo "Teofrasto", el cual le fue puesto por Aristóteles -según se dice- para indicar la gracia de sus disertaciones. Aristóteles le legó a Teofrasto sus escritos y lo designó como sucesor en el Liceo. Teofrasto presidió la escuela peripatética durante 36 años, durante los cuales la escuela floreció grandemente. Murió a los 85 años de edad, según Diógenes Laercio. Tras su muerte, los atenienses lo honraron con un funeral público. Su sucesor como cabeza de la escuela fue Estratón de Lámpsaco.

Los intereses de Teofrasto fueron muy variados, desde biología y física hasta ética y metafísica. Estudió gramática, lenguaje y continuó con el trabajo de Aristóteles sobre la lógica. Teofrasto realizó extensas observaciones sobre migraciones de plantas y animales, biogeografía, fisiología y su comportamiento, dando un análogo temprano al concepto moderno de un nicho ecológico.[2]​ Una de las obras más importantes de Teofrasto fue su famoso tratado botánico Historia Plantarum, donde hizo la primera clasificación sistemática de las plantas. Debido a todos estos trabajos sobre las plantas, es a menudo considerado el "padre de la botánica".

Después de haber recibido su primera introducción a la filosofía en Lesbos de parte de un tal Leucipo o Alcipo, fue a Atenas y fue un miembro del círculo platónico. Después de la muerte de Platón, se vinculó con Aristóteles y con toda probabilidad lo acompañó a Estagira. La íntima amistad de Teofrasto con Calístenes, el alumno y compañero de Alejandro Magno, la mención hecha en su testamento de una finca de su pertenencia en Estagira y los repetidos apuntes de la ciudad y de sus museos en la Historia de las Plantas son hechos que conducen a esta conclusión.

Aristóteles lo nombró en su testamento como tutor de sus hijos, legándole su biblioteca y los originales de sus trabajos y designándolo como su sucesor en el Liceo con su propia separación a Calcis. Eudemo de Rodas también hace alusiones a esta situación y se dice que Aristóxeno estaba resentido por esta decisión de Aristóteles.

Teofrasto presidió la escuela peripatética durante treinta y cinco años y murió en 287 a. C. Bajo su dirección, la escuela floreció admirablemente —hubo un tiempo en el que hubo más de 2000 estudiantes— y a su muerte le legó su casa con jardín y columnatas como lugar permanente de enseñanza.

Menandro estuvo entre sus alumnos. Su popularidad se puso de manifiesto en el respeto que le profesaban Filipo, Casandro y Ptolomeo y por la desestimación total de un cargo de irreligiosidad interpuesto contra él. Fue honrado con un funeral público, y "la totalidad de la población de Atenas lo honró grandemente, siguiendo el cortejo hasta la tumba", según relata Diógenes Laercio.

La medida en que Teofrasto siguió las doctrinas de Aristóteles, o las definió con mayor precisión, o las concibió de una forma diferente, y qué estructuras adicionales de pensamiento puso sobre ellas, solo puede determinarse parcialmente debido a la pérdida de muchas de sus obras. Muchas de sus opiniones tienen que ser reconstruidas a partir de los trabajos de escritores posteriores como Alejandro de Afrodisias y Simplicio.[3]​ En los listados de los antiguos se extienden sus actividades en todos los campos del conocimiento de su tiempo. Sus escritos difieren probablemente poco del tratamiento Aristotélico de los mismos temas, si bien con detalles suplementarios.

Influyó en su tiempo como un gran divulgador de la ciencia. Lo más importante de sus escritos son dos voluminosos tratados botánicos:

Estos tratados constituyen la más importante contribución a la ciencia botánica de toda la Antigüedad hasta el Renacimiento.

La obra Los caracteres o Caracteres morales (Ἠθικοὶ χαρακτῆρες; en latín, Characteres) y que consiste en un breve, vigoroso y mordaz boceto de los tipos morales, que contiene una invalorable descripción de la vida de su tiempo. Se trata, en definitiva, del primer intento escrito de una sistemática de caracteres. El libro está considerado por algunos especialistas como un trabajo independiente; otros se inclinan por sostener que son bosquejos que escribió de tanto en tanto y que fueron recopilados y editados después de su muerte; otros son de la opinión de que Los caracteres formaba parte de un trabajo sistemático más amplio; pero el estilo del libro contradice esta opinión.

Teofrasto ha tenido muchos imitadores de esta manera de escribir, notablemente Joseph Hall (1608), Sir Thomas Overbury (1614-16), John Earle (1628) y Jean de La Bruyère (1688), quien incluso tradujo Los caracteres.

Algunos fragmentos científicos más pequeños han sido compilados en las ediciones de 1818 a 1821 de Johann Gottlob Theaenus Schneider (1750 - 1822), en las de 1842 a 1862 de F. Wimmer y en la de bolsillo Analecta Theophrastea.

En su versión inicial, este artículo es en buena parte traducción del texto de la edición de 1911 (clásica) de la Enciclopedia Británica (actualmente de dominio público).



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