Tenerife es un municipio del departamento del Magdalena, Colombia. Localizado en el Bajo Magdalena, con una altura de 20 msnm, de clima cálido, con una población aproximada de 12.000 habitante. Fue fundado por el Capitán Francisco Henríquez el día 20 de enero de 1536. Los aborígenes Malibues, formaban parte de una cadena de nativos que habían ocupado el territorio del municipio de Tenerife, incluyendo miembros de las tribus Tepehuas, Chimilas, Karibes, Mohicas o Mohicanos y Moscotes.
Además de su Cabecera Municipal. Está dividido en los siguientes Corregimientos:
El nombre de La Villa de San Sebastián de Tenerife, se debe a una costumbre española en la que al fundar o conquistar una población se le daba el nombre del Santo que ese día celebraba la Iglesia y casualmente ese día se celebraba el martirio de San Sebastián. Entre tanto el nombre de Tenerife se dio porque el conquistador fundador el capitán Francisco Henríquez, un canario se quiso agraciar con su jefe Gonzalo Fernández de Lugo quien era natural de las Islas Canarias y a la sazón era el Gobernador de Santa Marta y hacer en un asentamiento indígena una población llamada Villa de San Sebastián de Tenerife, la que llegó a tener Títulos Reales sobre el suelo y el subsuelo, otorgados por el virrey Amar y Borbón a nombre de la Corona Española, Casa del perdón, Casa del Comercio, Cabildo de ayuntamiento, casa del ayuntamiento, iglesia, plazas, dos colegios mayores, varios templos situados en la zona urbana y rural, más de 14 encomiendas, puerto, casa fuerte y otras varias instituciones del poderío español colonial.
Tenerife fue Departamento y capital provincial, hasta la Constitución de 1886, en que intereses centralistas y regionales la convirtieron en apéndice de Plato y Santa Marta, provocando su atraso y su olvido.
Fue allí donde Simón Bolívar ganó su primera batalla y lanzó su primera proclama de Libertad en suelo patrio, iniciando su cadena de triunfos que lo llevaría con éxito hasta Caracas en la llamada Campaña Admirable y fue en Tenerife donde las fuerzas bajo el mando de Hermógenes Maza y Loboguerrero y José María Córdoba limpiaron de realistas el bajo Magdalena y aseguraron la derrota final y el embarque de las fuerzas ibéricas y del Virrey hacia España, luego del asedio a Cartagena.
Fue allí en Tenerife donde Simón Bolívar gozó los deliquios del amor con Anne Lenoit,a quien le prometió al partir para la guerra "Si no me caso contigo no me casaré con nadie". Fue ella la única de todas sus amantes que lo acompañó en su viaje hacia la tumba en el piso de la catedral de Santa Marta, gimiendo: "Nadie lo ha amado tanto ni tan tiernamente como yo", vestida de riguroso luto y luego se fue a Tenerife a vivir de su añorado amor hasta cuando la sorprendió la muerte el 5 de abril de 1868, según lo relata el novelista Luis Roncallo Fandiño en la obra Anne Lenoit: La Siempreviva del Libertador.
Además de por su pomposo nombre, de Ilustrísima Villa de San Sebastián de Tenerife, a Tenerife se le conoce por varios títulos que se le han dado a lo largo de su existencia: "Suelo sagrado de la patria", "Laurel inmortal de nuestra historia", "la de heroicos destinos", "Puerta de la libertad Americana", “Cuna del derecho de asilo en América", "Tenerife la de los eternos amores" como lo dice Aníbal Escobar en su libro Tenerife Hoy.
Antonio Alcedo Herrera, en su obra Diccionario Geográfico Histórico de las Indias Occidentales, en la página 43 de su volumen cuarto, señala: Tenerife, situado en las márgenes del Magdalena, fundado en el año 1536 por el Capitán Francisco Henríquez. Llegó en su tiempo a tener una gran población y abundante comercio. En él residió cierto tiempo como cura el famoso San Luis Beltrán...”.
Don Pedro Fernández de Lugo, Originario de Canarias donde se desempeñaba como Gobernador y Adelantado, fue nombrado Gobernador de Santa Marta por el Rey Carlos V. Se asegura, con bastante criterio histórico, que fue durante su gobernación en 20 de enero de 1536 cuando a su nombre, otro canario, el Capitán Francisco Henríquez, de Tenerife, fundó a San Sebastián de Tenerife, en el llamado País del malebuy o territorio de los nativos Pintados.
La pretendida fundación de Tenerife, unos la sitúan hacia el 20 de enero de 1533, otros hacia el 20 de enero de 1542 y otros en 1.543. Pero, Antonio Alcedo Herrera es claro en señalar en su citada obra que fue en 1.536, coincidiendo con la gobernación de Don Pedro Fernández de Lugo. Todos los historiadores están de acuerdo en el nombre del “fundador”: Capitán Francisco Henríquez y en el día 20 de enero, difieren en cuanto al año. Pero la fecha dada por Antonio Alcedo Herrera, es acertada.
Esta fecha es resaltada por Trinidad Miranda Vázquez, en su libro «La Gobernación de Santa Marta (1570-1670)», publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, en su primera edición en 1.976, editado en la Imprenta C.S.I.C. – Alfonso XII (El Rey Sabio) – en Sevilla. Precisamente es en Sevilla donde se encuentra el Archivo de Indias, donde están los documentos que contienen la información precisa de lo sucedido en el nuevo Reino de Granada.
Por su parte, la versión de Rosendo Miranda Junior relata: “La gesta se inició, la noche en que los tambores resonaban, invitando a la orgía aborigen. Por la jungla desaparecía despavorida la indiada Chimila, como si se tratara de la diabólica hazaña de “busiraco”, espíritu del mal. Eran las descargadas peninsulares que comandaba Francisco Henríquez, capitán destacado de milicias heroicas de las que sobrepujaron incruentos padecimientos y sembraron de osamentas las riberas inhóspitas y las hondonadas de nuestros valles mediterráneos para consolidar el predominio de los Reyes Católicos en la América India.
En este afán, sobre un elevado promontorio sito en la ribera oriental del Río Grande de la Magdalena, Francisco Henríquez descuajó la manglaria para edificar capilla y consistorio civil, trazó calles encrucijadas y montó alabardas defensivas. Por nombre le puso Tenerife, después floreciente ciudad colonial, Villa ilustre de Fijodalgos españoles y centro de actividad mercantil y cultural en veinte leguas a la redonda. Con Cartagena de Indias y Santa Cruz de Mompox irradió lustre y nombradía en la América colonial junto con Santa Marta.
La arquitectura peninsular de entonces sembró de torreones a la Villa: conventos y Casa de Gobierno, Alcabala y Resguardo, Corte Menor y Casa del Perdón, eslabón esta última de nuestro actual derecho de asilo”. En tierras de los bravos Tepehuanes, indios Malebuyes o pintados y los feroces Chimilas y Caribes, Tenerife, había sido refundado o descubierto o conquistado el 20 de enero de 1536, por el capitán de Milicias Francisco Henríquez, nacido en Islas Canarias, quien lo bautizó con el nombre de San Sebastián de Tenerife y luego por decisión del reino de España fue erigido en Villa.
El 20 de diciembre de 1783, el Arzobispo Virrey Antonio Caballero y Góngora, expidió a nombre del Rey de España, los Títulos o Cédulas Reales, que otorgaron a Tenerife la propiedad absoluta sobre el suelo y el subsuelo, que lo consagraron como un pueblo dueño de su propio destino y en cierta forma lo convirtieron en un estado dentro de otro estado, con una conformación geográfica que partía de los límites de Pivijay hasta los límites de lo que hoy es El Banco.
Estos títulos, otorgados por el virrey Caballero y Góngora, se encuentran debidamente registrados en la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos que hoy está situada en el Municipio de Plato, (Magdalena) y ellos consagraron a Tenerife como un pueblo dueño de su propio destino.
La Corte Suprema de Justicia en sentencia del siglo XX reconoció la validez de estos títulos, permitiéndole a Tenerife negociar los derechos con las compañías exploradoras de gas y petróleo sin la intervención del Estado Colombiano.
Posteriormente la Constituyente que intentó reemplazar la Constitución de Núñez, produjo una Constitución, la que nos rige, hecha como una colcha de retazos y en claro abuso al peso histórico, desconoció estos territorios especiales no solo a Tenerife, sino a ciudades como villa de Leyva, por la falta de criterio jurídico e histórico de quienes la suscribieron a nombre del ignavo pueblo.
Antonio Caballero y Góngora ocupó el cargo de Virrey entre 1.782 y 1.789, sucedió a Juan de Torrezal Díaz Pimienta y antecedió a Francisco Antonio Gil y Lemos. Fue llamado el Virrey- Arzobispo y reconocido por su actuación en los sucesos de los Comuneros de 1781, cuando encabezó la delegación oficial que negoció en Zipaquirá con los amotinados.
Colegial del Imperial de Santa Catalina de la Ciudad de Granada, capellán de su Majestad en la Real Capilla de esa ciudad, canónigo lectoral de la catedral de Córdoba, obispo de Chiapas y Yucatán, Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, caballero Gran Cruz de la orden de Carlos III. Su obra de gobierno se destaca por la creación del Instituto Científico, más conocido como la Expedición Botánica, y por la introducción del estudio de las ciencias exactas; así como por haber estimulado el desarrollo y la modernización de la minería y, en el caso de Mariquita, la aplicación de los nuevos métodos, para lo cual trajo al mineralogista sueco D’Elhuyar. Fue también quien promovió las misiones franciscanas en los llanos y mandó a destruir la colonia de ingleses en el Darién.
Infortunadamente las generaciones que siguieron a este y otros eventos han sido inferiores al sino histórico del municipio, que ha podido y puede declararse estado independiente y soberano. Y se ha permitido que de él se desmembraran Plato, San Angel o Santo Angel, Bosconia, Ariguaní, Chibolo y Zapayán, con el consecuente desmedro económico, político y social. Todo por la malhadada lucha intestina de algunos de sus hijos, que como bien lo dijera, en 1920, el historiador local José María Núñez Molina: “Tenerife no prospera porque algunos de sus hijos son como la serpiente que se arrastra y mira con envidia el vuelo de las águilas…”
Por sus heroicos destinos, su importancia humana, comercial, geográfica y política, Tenerife llegó a convertirse en Departamento y Capital de Departamento. Bajo el Estado Federal del Magdalena, entre 1857 y 1868, Tenerife fue departamento y capital de Departamento. Uno de sus gobernadores fue don Gabriel Antonio Briceño quien, en abril de 1868, oficiaba como tal cuando falleció en Tenerife Anne Lenoit, la amantísima del Libertador Simón Bolívar.
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