La música swing, también conocida como swing jazz o simplemente swing, es un estilo de jazz que se originó en Estados Unidos hacia finales del año 1920, convirtiéndose en uno de los géneros musicales más populares y exitosos del país durante los años 1930. El swing utiliza instrumentos habituales en el jazz, como una sección rítmica formada por piano, contrabajo y batería; metales como trompetas y trombones; instrumentos de viento-madera, como saxofones y clarinetes; y muy ocasionalmente, instrumentos de cuerda como violín o guitarra. El swing utiliza preferentemente tempos medios y rápidos, generaliza los riffs melódicos y libera el rol del batería de ciertas restricciones que había tenido hasta entonces. El conjunto característico del estilo fue la big band, adquiriendo además cada vez mayor importancia el papel del solista. Destacan en este estilo músicos como Fletcher Henderson, Benny Goodman, Duke Ellington o Count Basie.
La denominación de este estilo como swing se consolida hacia 1935, al producirse una identificación del mismo con uno de los elementos más característicos en la interpretación jazzística que, desde mediada la década de 1920, se conocía precisamente como swing.
El swing es un estilo de jazz eminentemente orquestal, influido por la música de origen europeo y que se caracterizó por aportar al jazz una serie de innovaciones conceptuales importantes:
El swing conserva, sin embargo, aspectos importantes de la tradición hot, especialmente en la forma de abordar el instrumento y la manera de improvisar, así como el carácter continuo del ritmo.
En la temática, se revaloriza el blues y se adaptan melodías populares del music hall, produciéndose además una evidente mejoría técnica de los instrumentistas.
El Swing de los grupos reducidos, marginal durante la década 1935-45, desarrolla muy rápidamente aspectos evolutivos que definirán el nacimiento del Bebop, y mantiene una menor rigidez estructural que el de las Big Bands. El Swing de estas, mucho más condicionado por los aspectos económicos y comerciales, acentúa la rigurosidad y frena sus posibilidades de desarrollo, excesivamente pendiente de las modas y sus patrones estéticos, hasta llegar al colapso artístico y comercial en los últimos años de la década de los 40.
El Swing aparece, como estilo, en el momento en que se plantea la crisis económica de 1929. El Mainstream (Estilo Nueva York), cuya subsistencia es cada vez más costosa, se comercializa, recibiendo influencias muy fuertes de tradición europea y del music hall.
La crítica blanca comienza a valorar los aspectos más asimilables del jazz, buscando producir una imagen conforme a la normalidad musical occidental. Lo que estaba en juego en este proceso de dominación económica del jazz por los intereses comerciales blancos (además, y quizás por ello, de los beneficios que producía), era la garantía de perpetuación de los mismos mediante toda clase de presiones sobre el desarrollo de la música: Lanzamiento de modas, de músicos con carisma, de estilos, de bailes... Se trata, en definitiva, de una cada vez más profunda colonización, pareja a la popularización del jazz (que comienza a trascender fronteras) y que llevó a su aceptación por la burguesía blanca estadounidense, en sus versiones más comerciales, vendidas por la prensa incluso con la concesión de títulos tan ficticios como el de Rey del jazz, otorgado a Benny Goodman.(Ortiz Orderigo,1952)
Las primeras bandas que se reconocen como Swing, a comienzos de la década de los 30, provienen de Nueva York y aún apenas han entrado en el proceso citado: Fletcher Henderson, el pianista cuya orquesta fue pionera en el abandono del lenguaje hot y escuela de grandes instrumentistas; la banda del batería Chick Webb, en la que estuvieron, entre otros, los saxofonistas Johnny Hodges y Benny Carter, o la cantante Ella Fitzgerald; y, sobre todo, la orquesta de Duke Ellington, asidua al Cotton Club y especialista en blues, que marcó el punto de referencia para casi todas las bandas negras de las décadas siguientes.
El Swing tiene, también, su Escuela N.Y.. En realidad, se trata de una evolución de las concepciones hot, en las que se introducen los aspectos antes citados como definitorios del nuevo jazz. En esta línea se encuadran las bandas que se citan en el párrafo anterior, además de nombres hoy poco recordados, pero imprescindibles cuando se habla del Swing pionero, como los Cotton Pickers de William McKinney, taller permanente de innovaciones rítmicas, melódicas y armónicas, y trampolín de músicos que serían famosos (Coleman Hawkins, Rex Stewart, etc.). McKinney estableció las normas básicas de arreglos para las dos secciones melódicas de la big band: la de saxos y la de metales (trompetas y trombones).
Además, también deben recordarse las bandas del pianista Sam Wooding, y la del saxofonista Jimmie Lunceford, especialmente entre 1934 y 1939.
El proceso de comercialización comienza a dominar la escena de la Costa Este, a final de la década de 1930. Las orquestas, compuestas ya por un número de instrumentistas que raramente bajaba de 15, se caracterizan por dos puntos de referencia: El Arreglista y el Solista líder.
El primero llega a ser un auténtico profesional que trabaja para diferentes bandas y que mantiene un ojo puesto en las taquillas de sus obras en Broadway. Se llega, en consecuencia, a una estandarización en la que todas las orquestas suenan parecido, y los líderes buscan buenos lectores de partituras, por encima de buenos improvisadores.
Algunas de las bandas de esta escuela han sido reconocidas unánimemente, como la de Benny Goodman entre 1938 y 1941, o la del saxofonista Woody Herman entre 1945 y 1949, quien supo adaptar las innovaciones pre-bop que se habían producido en los pequeños combos, abriendo el camino del West Coast jazz o Cool. Además, esta última banda fue la lanzadera de un número increíble de grandes solistas: Stan Getz, Zoot Sims, Al Cohn, Jimmy Giuffre...
Otras bandas destacan como orquestas de referencia en la época, como es el caso de las orquestas de Artie Shaw, Stan Kenton o la Casa Loma Band de Glenn Gray. Finalmente, hubo bandas que consiguieron una gran popularidad, aunque aportaron poco al desarrollo del jazz: Tommy Dorsey, Bob Crosby, Paul Weston, Buddy Morrow y, como culmen del Swing comercial, Glenn Miller.
Fuera de Nueva York, el hot mainstream había sufrido procesos de cambio algo diferentes. La llamada Escuela de Kansas, había mantenido un aliento puramente hot y elaboraba su temática bajo una directa influencia del Boogie Woogie y de los Blues al estilo de Texas.
Esta peculiar forma de ver el Swing dio a luz, entre 1930 y 1940, a una serie de Big Bands de alto interés, comenzando por las de Benny Moten y Jesse Stone, y culminando con la de Count Basie, legendaria por su potente y lineal swing, y por la entonación abierta, sonora y empastada de sus instrumentos de viento. Por ella pasaron algunos de los mejores instrumentistas de la década y, además, dio apoyo a un buen número de cantantes (Sarah Vaughan, Jon Hendricks, Jimmy Rushing, etc.).
Su influencia sobre el área de Nueva York dio lugar a bandas interesantes, como las de Lionel Hampton o la de Jay McShann, donde comenzó su andadura Charlie Parker.
Paralelamente al desarrollo del Swing por las Big Bands, se produce una persistente actividad de pequeños combos, principalmente tríos o cuartetos liderados por pianistas, que mantienen una postura musicalmente heterodoxa, a pesar de que asuman los postulados esenciales del Swing. Esta escuela de swingers rebeldes va preparando de forma paulatina la evolución del jazz hacia formas susceptibles de superar el colapso de las orquestas a finales de los años '40.
Estos swingers se caracterizan por un fraseo cálido y un concepto de improvisación complejo, apoyado en un pulso rítmico muy lineal. Entre ellos podemos incluir a pianistas como Erroll Garner o Teddy Wilson, en los primeros años, y figuras de proyección intemporal, como los también pianistas Art Tatum, Oscar Peterson o Nat King Cole. Junto a ellos, cantantes como Billie Holiday, saxofonistas como Lester Young o Ben Webster, guitarristas como Herb Ellis o Charlie Christian, trompetas como Roy Eldridge o Clark Terry, etc.
Entre ellos había más diferencias que semejanzas, pero todos tenían como denominador común, la búsqueda de soluciones al estancamiento del jazz en la década 1935-1945, que trascendían el marco comercial en que se movían, y ello a pesar de que sus principales momentos se consolidaron en una serie de jam sessions organizadas por emisoras comerciales de radio, o en las aparatosas JATPs (Jazz at the Philharmonic) del productor Norman Granz, que fijaron los moldes en que habrían de moverse las jams organizadas de las siguientes tres décadas.
Por primera vez en la historia, el jazz trasciende fronteras y se produce una fuerte expansión hacia sociedades exteriores. Así, la crisis de 1929 expulsa a un buen número de jazzmen hacia la meca europea, receptiva y vigorosa, y comienzan a crearse formas de Swing autóctonas.
La escuela principal en Europa , como era de esperar, se desarrolla en París, con un dominio casi abusivo del Hot Club de Francia. Se trata de un swing elaborado con un lenguaje absolutamente hot, cuyo principal representante es el grupo-estrella del Hot Club: El cuarteto del guitarrista gitano francés (aunque nacido en Bélgica), Django Reinhardt, creador de un estilo personal e inconfundible que aún hoy en día tiene influencia en buen número de instrumentistas modernos, y de su violinista, Stephane Grapelli. La escuela creada por Reinhardt se denominó jazz manouche.
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