En la mitología escandinava, Sleipnir o Sleipner (del nórdico antiguo: «el resbaladizo») es un caballo gris de ocho patas. Sleipnir es mencionado en la Edda poética, compilada en el siglo XIII a partir de fuentes antiguas, y en la Edda prosaica, escrita por Snorri Sturluson en el siglo XIII. En ambas fuentes se indica que Sleipnir pertenecía a Odín, y era hijo de Loki y Svaðilfari, se lo describe como el mejor de los caballos, y a veces es montado para llegar hasta el mismo Hel (Reino de la muerte). La Edda prosaica contiene gran cantidad de información sobre las circunstancias del nacimiento de Sleipnir, asimismo indica que era de color gris. Era capaz de ir velozmente de un extremo al otro del horizonte. Sleipnir simbolizaba los ocho vientos que soplan desde sus respectivos puntos cardinales, tenía runas grabadas en sus dientes.
En algunas fuentes se cita a Sleipnir como un caballo de seis patas.
En la Hervarar saga ok Heiðreks, el poema Heiðreks gátur contiene una adivinanza que menciona a Sleipnir y Odín:
En el reino superior de Asgard, los Dioses estaban intranquilos. Su hogar no tenía murallas para protegerse de los enemigos, así que cuando apareció un jinete y se ofreció para construir una muralla, le escucharon sin vacilar.
Los dioses se enfurecieron, y habrían echado al hombre fuera de Asgard por atreverse a pensar que la hermosa Freya podía cambiarse por un trabajo de albañilería. Pero Loki (uno de los dioses) replicó:
El constructor miró a Freya, la cual se bañaba en lágrimas de oro, y accedió, siempre y cuando que le permitieran utilizar su caballo. Durante el invierno, el extranjero trabajó, y junto a su caballo acarreó suficientes piedras para levantar una gran muralla alrededor de Asgard. Al acercarse el verano, el desastre era inminente para los dioses, pues estaba a punto de concluir la edificación.
Loki reflexionó y dijo:
Loki tenía la facultad de cambiar de forma, y aquella noche, disfrazado de hermosa yegua, se llevó con engaños a Svadilfari, el caballo del constructor. Al darse cuenta de que no podría acabar a tiempo su trabajo, el constructor montó en cólera, cayéndosele el disfraz y revelándose como un gigante, enemigo de los dioses. Thor, hijo de Odín fue al encuentro del gigante y pegó al constructor con un martillazo de Mjolnir en la cabeza. En cuanto a Loki, cuando pensó que aparecer por Asgard no implicaba peligro alguno, volvió preñado como yegua y dio a luz a Sleipnir, un extraño caballo de ocho patas. Loki regaló aquel caballo a Odín, diciéndole:
Tal como Loki prometió, Sleipnir nunca falló a su nuevo amo, Odín.
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