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Sinfonía n.º 3 (Sibelius)



La Sinfonía n.º 3 en do mayor, Op. 52, de Jean Sibelius es una sinfonía en tres movimientos compuesta en 1907. Situada entre la intensidad romántica de las dos primeras sinfonías y la complejidad más austera de sus últimas sinfonías, es una pieza afable, triunfal, y de sonido engañosamente simple. El estreno de la sinfonía tuvo lugar por la Sociedad Filarmónica de Helsinki, dirigida por el compositor, el 25 de septiembre de 1907. En el mismo concierto también se estrenó su suite de la música incidental para El festín de Belsasar, Op. 51.

La primera grabación contó con el director finlandés Robert Kajanus y la Orquesta Sinfónica de Londres, para el sello HMV en enero de 1934.

La Tercera sinfonía representa un punto de inflexión en la producción sinfónica de Sibelius. Su Primera y Segunda sinfonías son grandiosas y patrióticas piezas románticas. La Tercera, sin embargo, muestra un deseo claro, casi clásica de contener la mayor cantidad de material musical en el menor número posible de figuras melódicas, armonías y duraciones. Esta economía musical es más evidente en el primer movimiento, casi reminiscente de Beethoven en su secciones claras y limpiamente desarrolladas. La duración habitual de la obra es de media hora.[1]​ En palabras de Osmo Vänskä, «En la Tercera sinfonía Sibelius se encuentra en una encrucijada. Tras una salvaje Primera y el patetismo de la Segunda descubrió algo nuevo: un tipo de claridad que recuerda a la escuela vienesa clásica. La número tres no siempre es apreciada, pero yo le tengo mucho cariño».[1]

La pieza está escrita para 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes (en si y la), 2 fagotes, 4 trompas (en fa), 2 trompetas (en si), 3 trombones, timbales y cuerdas.

1. Allegro moderato

La sinfonía comienza con una llamativa y rítmica melodía en los violonchelos y contrabajos, tras la cual los metales y el resto de cuerdas entran en escena. El tritono do-fa , que juega un papel importante tanto en esta como en la siguiente sinfonía, está claramente articulada y se enfatiza ya al comienzo del compás 15 a través de un rinforzando.[2]

Un solo de flauta cadencioso casi de estilo popular da paso a una triunfante toque de trompas sobre un acompañamiento ligero en las cuerdas en el primer de los tres principales clímax del primer movimiento.

Después oleada sonora, la apacible serenidad del principio regresa a los violonchelos, una vez más, pero esta vez de una forma más vulnerable y sostenuto en la tonalidad lejana de si menor.

A partir de este punto, la música se calma suavemente. Entonces, una sucesión de intervenciones por parte de los distintos instrumentos de viento de madera repiten la segunda melodía del segundo violonchelo sobre suaves escalas en las cuerdas, que en repetidas ocasiones recuerdan el comienzo del movimiento. La tensión crece y finalmente explota volviendo al tema de apertura, subrayada por los timbales, y los violines revolotean sobre una vibrante coral en los metales y maderas y pizzicatos a contratiempo en los violonchelos. El tema de la flauta regresa de nuevo y el tema del segundo violonchelo regresa con toda la orquesta; la sección de cuerdas toca el tema principal mientras timbales y maderas proporcionan el material rítmico, mientras más corales en los metales son sostenidos a lo largo de la sección.

La música se relaja de nuevo, pero esta vez, antes de apagarse por completo una coral gloriosa de flauta y trompa rememoran los últimos temas, antes de dar paso al cierre del movimiento de una forma que es brillante por su simplicidad: dos cadencias «Amén» (cadencia plagal) en mi menor (un acorde en la menor seguida de un acorde de mi menor), que, debido a que no hay un fa en cualquiera de los acordes, deja la dicotomía fa-fa (establecida por el tritono do-fa cerca del comienzo de la obra) sin resolver;

esta dicotomía finalmente se resuelve (por el momento al menos) por una cadencia plagal en do (fa mayor, y luego do mayor).

2. Andantino con moto, quasi allegretto

El comienzo del segundo movimiento es un nocturno, un movimiento de claridad y austeridad romántica, aparentemente contradictorio, pero muy accesible; la primera sección parece casi un vals que huye de la oscuridad anterior, pero, de forma contenida, la música se abstiene de alegrarse mucho.

Los críticos no se ponen de acuerdo sobre que forma y estructura sigue el movimiento. Sin embargo las cuatro apariciones del tema con su desarrollo posterior da pie a una especie de rondó. Tras una larga introducción, un breve momento de ligereza da paso a la sección de cuerdas con el tema principal, con intervenciones maestras de las maderas y las trompas. La música adquiere velocidad hasta el final con pizzicatos de los violonchelos en moto perpetuo y termina con algunos acordes en las cuerdas y el vals de medianoche se detiene hasta parar en el que la melodía aún es perceptible.

3. Moderato

El último movimiento en realidad son dos movimientos unidos en un único movimiento final. Sibelius lo describió como «la cristalización del caos».[3]​ El comienzo contiene material temático ya visto y nuevo aún por venir.

Un scherzo tranquilo pero tenso irrumpe en una coral triunfante (con el llamativo trirono do'-fa) que se repite en varias ocasiones.

La coda lleva el tema coral a un mayor desarrollo, hasta que al final la sinfonía concluye con un compendio de dicho tema sobre un acompañamiento fugaz en las cuerdas y escalas en los vientos. La pieza termina con una abrupta cadencia con un único acorde arpegiado en do mayor en el metal.[4]



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