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Sinagoga de Dura Europos



La sinagoga de Dura Europos estaba ubicada en la localidad de Dura Europos, una antigua ciudad en el oriente de Siria que perteneció en el siglo iii al Imperio Romano. Tiene una importancia especial porque se trata de la única sinagoga que se conserva de la Edad Antigua que está completamente decorada con frescos figurativos. Estos frescos se exponen en una sala propia en el Museo Nacional de Damasco.

Tal como la casa de la iglesia de Dura Europos,[1]​ una capilla paleocristiana ubicada un poco más al sur, la sinagoga de Dura Europos se desarrolló también a partir de una casa privada que ya a finales del siglo ii se utilizaba como casa de Dios. El edificio, según algunas tejas del techo que están fechadas, se remodeló en los años 244/245. En 256 los sasánidas destruyeron completamente la ciudad. Por ello, los frescos tienen que haber sido pintados en el estuco entre esos años.

La casa ocupaba una superficie de 15 × 8 metros y tenía una estructura anexa de unos 10 × 8 metros. Las habitaciones se agrupaban en torno a un patio. La construcción anexa consistía en un peristilo y una casa de reuniones para la comunidad. Esta sala de reuniones estaba pintada con frescos que representan historias del Antiguo Testamento.

En un ataque del año 238, los sasánidas estuvieron a punto de conquistar Dura Europos. Directamente antes de su ataque de 256, el cual, tras fuerte resistencia de los invadidos, resultó exitoso, se elevaron los muros exteriores y con este objetivo, especialmente en el lado occidental más expuesto al peligro, se rellenó por dentro y por fuera con arena y tierra con fines de estabilización.[2]​ La sinagoga estaba construida directamente contigua al muro circundante occidental y en gran parte fue enterrada bajo este relleno. Afuera se formó un Glacis, con el que se pretendía mantener a distancia a posibles atacantes, por dentro hubo que compensar la presión. La sinagoga estaba entre una larga serie de edificaciones que estaban adosadas directamente a este muro exterior. Los frescos de la pared occidental se conservaron casi completamente, mientras que de los de la pared norte y sur se conserva cerca de la mitad, por debajo de una diagonal que se formó con el ángulo de reposo. a pared norte está un poco mejor conservada. De la pared oriental, que no estaba cubierta, solo ha quedado una franja delgada a ambos lados de la puerta de acceso.

Dura Europos se excavó en 1922/1923 y nuevamente entre 1928 y 1937 por los historiadores James Henry Breasted y Michael Rostovtzeff por encargo de la Universidad de Yale. Los frescos de la sinagoga se descubrieron en 1932 por un equipo francés- estadounidense bajo la dirección de Clark Hopkins de la Universidad de Yale. Se conservaron en excelentes condiciones porque estaban bajo una capa de tierra y gracias al clima seco del desierto, esa tierra arenosa sirvió de resguardo contra deslaves Otro factor que influyó en la conservación es que ese lugar, muy pronto tras la conquista, fue abandonado y nunca más volvió a repoblarse.

El descubrimiento de la sinagoga provocó un shock entre los arqueólogos especializados en la antigüedad clásica. Clark Hopkins, por ejemplo, recordó el descubrimiento en estos términos:

El descubrimiento de los frescos de la sinagoga también causó un remezón epistemológico entre los historiadores del arte y teólogos: la existencia misma de estos frescos de una época tan importante y en una pequeña ciudad provinciana tan alejada de los grandes centros contemporáneos de producción artística parecía contrariar todo lo que se había establecido sobre el aniconismo judío, por una parte, y el desarrollo del arte cristiano por otra. La magnitud y la riqueza del programa iconográfico hacen que sea improbable, por decir lo menos, que se trate de una iniciativa aislada y una creación puramente local. La similitud de las convenciones iconográficas adoptadas para ilustrar algunos temas casi contemporáneos con los frescos de las catacumbas romanas cristianas o las ilustraciones bizantinas posteriores refuerza esta conclusión: la imposibilidad de que los frescos de Dura Europos hayan sido ellos mismos las fuentes iconográficas del arte judío y el posterior cristianismo se deduce de la corta existencia del monumento - menos de una década, claramente establecida por inscripciones - y su ubicación geográfica marginal. Este conjunto pictórico es, por lo tanto, el testimonio de una tradición literaria y artística que los historiadores han tratado de redescubrir desde los primeros años tras su descubrimiento, en un debate historiográfico particularmente rico y permanentemente renovado.

Los relatos bíblicos están en las paredes circundantes distribuidas en tres zonas y en campos de imágenes individuales, que están delimitados por bandas angostas. Las pinturas corresponden en parte a la tradición del arte parto.

Aunque estos frescos son únicos, existen indicios de que en la época existieron otras sinagogas pintadas, a pesar de que en el judaísmo rige el aniconismo para el ámbito religioso.

En el Talmud de Jerusalén (Tratado de Mishna Avoda sara III 3/42a) se relata que por aquel tiempo se comenzó a pintar las paredes de las sinagogas y que el entonces Rabino Jochanan no lo impidió. Hay monedas de Apamea Ciboto acuñadas bajo el imperio de Septimio Severo que muestran el Arca de Noé. La siguiente lista de las representaciones esta organizada según su correspondiente aparición en las narrativas del Antiguo Testamento.[4]

I Pentateuco

II Libros históricos

III Profetas

La travesía del Mar Rojo (I. 6)

Nacimiento y preservación de Moisés. Mitad izquierda (I. 4)

Isaías (III. 1)

El sacrificio de Elías en el Monte Carmelo (II. 14)




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