El signo es aquel que está en lugar del objeto al que representa (referente), y que por una relación convencional o de semejanza, evoca en un tercero (interpretante) una realidad determinada para alguien que la interpreta.
La semiótica o semiología es aquella ciencia que se encarga del estudio de los signos en el seno de la vida social.
Las diferentes relaciones entre signo y cosa designada han dado lugar a diferentes corrientes: estudio de la relación del signo y su significado, la semántica; el análisis de las relaciones entre signos: la sintáctica; y entre signos y sus condiciones de uso respecto al contexto o circunstancia de los usuarios: la pragmática. Desde estas dimensiones se analizan los fenómenos, objetos y sistemas de la significación, de los signos y de los discursos en los diferentes lenguajes, así como los procesos por los cuales son asociados a un significado (producción e interpretación). Toda producción e interpretación del sentido constituye una práctica significante, un proceso de semiosis que se vehiculiza mediante signos y se materializa en textos.
Algunos autores suelen indicar una distinción entre semiótica y semiología como postulando campos de estudios diferentes. Problemática superada en el Tratado de Semiótica General de Umberto Eco. Este minimiza la cuestión dado que todo signo se construye de naturaleza social aunque no todos lo son. [cita requerida]
Cabe separarlas también de la llamada teoría de la información y de la comunicología -ciencia que estudia los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas- y la hermenéutica -disciplina que se encarga de la interpretación de los textos. La peculiaridad del enfoque semiológico responde al siguiente interrogante: "¿Por qué y cómo en una determinada sociedad un elemento —una imagen, un conjunto de palabras, un gesto, un objeto, un comportamiento, etc.— significa?".
Los signos pueden clasificarse atendiendo a cuatro criterios: su fuente de emisión, su intencionalidad y la conciencia del emisor, el aparato receptor con el que se percibe y el vínculo que se establece con el referente u objeto representado.
Peirce en su investigación define que:
Además, el autor sostiene que el único pensamiento que puede conocerse es el pensamiento de los signos, es decir, que no podemos pensar sin signos.
También, dispone que hay una serie de características que un signo tiene que tener justamente para ser considerado como signo. La primera es que tiene que tener cualidades, es decir, algo material que lo distinga cuando este nos llegue a través de nuestros sentidos; debe tener también un objeto al cuál representar y por último, y como Peirce se base siempre en relaciones triádicas, debe haber un tercer elemento, en este caso el representamen, que es quien va a hacer en su mente una relación entre el signo y su objeto , esto lo hará basado en sus recuerdos y experiencias de vida. Es decir que no todo interpretante reaccionará ante un signo de la misma manera, sino que, basado en su conocimiento sacará sus conclusiones particulares.
En su desarrollo teórico, Peirce toma como objeto de estudio la semiosis, proceso en el cual se da la cooperación de tres instancias (o subjects):
Así pues, el signo es para él el producto de esta dinámica de semiosis, que la semiología europea designaba con otra terminología, respectivamente, significante, referente y significado, lo que luego se denominó triángulo de Ogden y Richards, estructura que integra estos tres elementos que configuran cualquier signo y que puede desfigurarse por fenómenos como la sinonimia, la homonimia, la polisemia, etc., de forma que el triángulo puede transformarse en un rombo, un segmento, etcétera.
El objeto, es decir, aquello a lo cual representa el representamen puede ser:
El interpretante puede asumir diversas formas:
El interpretante puede ser:
Por ejemplo: FUEGO, cualquier fuego (Cualidad).
Por ejemplo la palabra fuego gritada ante un incendio puede hacer sentir al interpretante terror, que salga corriendo (Situación).
Profundizando en la clasificación de los signos, Peirce llegó a la convicción de que estos podían clasificarse por la relación que guardaban estos elementos entre sí en tres tipos determinados:
La concepción triádica del signo en Peirce (representamen-objeto-interpretante) tiene como origen la división triádica de las categorías, que son el objeto de reflexión de lo que Peirce denomina como faneroscopía. Este término deriva de fanerón, equivalente a lo que los filósofos ingleses llamaban "ideas", Peirce lo entiende como todo lo que está presente en la mente, del modo o en el sentido que sea, corresponda a algo real o no.
Las divisiones o categorías que postula Peirce son tres modelos de fanerón, tres maneras en la que el fanerón está presente en la mente, o en las palabras. Peirce sostiene que todas las ideas pueden ser pensadas desde tres categorías: la PRIMERIDAD, la SEGUNDIDAD, y la TERCERIDAD.
La primeridad, es la categoría de la generalidad, de la posibilidad, de la cualidad, es el modo de ser de aquello que es tal como es, y sin referencia a ninguna otra cosa. El representamen es parte de la primeridad ya que es una cualidad tomada independientemente de toda realización concreta. Implica considerar desde la mente a esa idea tal como es, tal como existe. El primero debe ser presente e inmediato de modo de no ser segundo de una representación.
La segundidad implica considerar algo tal como es pero en relación a otra cosa. Vincula esta categoría con la idea de existencia. Con los sentidos captamos cualidades de los fenómenos, esas cualidades corresponden a la primeridad. En la segundidad, construimos a partir de esas cualidades, hechos de realidad.
La terceridad es la que hace posible la ley y la regularidad. Con nuestra mente conectamos las cualidades de las cosas en general con lo que percibimos. A partir de esta conexión formamos leyes o razonamientos.
Es decir, que el proceso de la semiosis puede ir “multiplicándose” desde una inicial incluso hasta el infinito. Esto se produce porque el interpretante pasa a ser signo que representa un objeto en una nueva semiosis con un nuevo interpretante. Así se va conformando una cadena en que cada signo es a la vez interpretante del que lo antecede e interpretado por el que lo sigue.
Por ejemplo: Un sujeto, ve nubes negras a través de su ventana y piensa que es posible que llueva. Las nubes negras son el representámen que está en lugar del objeto: LLUVIA
Entonces, sale de su casa con un paraguas. Una mujer ve al hombre con paraguas, entonces piensa que va a llover. El hombre con el paraguas es un nuevo REPRESENTAMEN, que está en lugar del objeto: Lluvia. La mujer, decide quedarse en su casa... Y de esta manera podría desplegarse en infinitas semiosis.
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