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Siglo de Oro valenciano



El Siglo de Oro Valenciano o Siglo de Oro de las letras valencianas, corresponde a un periodo histórico que abarca los siglos XIV y XV, en los que floreció, y continúa en el siglo XVI, en el que la ciudad de Valencia y su reino alcanzaron un notable esplendor en todas las facetas del desarrollo del progreso, convirtiéndose en el referente económico y cultural de la Corona de Aragón.

Considerándose un gran movimiento cultural, abarca todas las ciencias de la época y aporta las mejores obras literarias en valenciano escritas en el Reino de Valencia. La inmensa mayoría de grandes escritores de esta época son valencianos o escriben en valenciano. Este gran resurgir del Reino de Valencia se finalizará con el descubrimiento de América, la corona de Aragón junto con la corona de Castilla aplicará todos sus recursos en esa gran empresa. Otro importante factor será la inquisición, que produce la huida de gran número de intelectuales, así como de comerciantes, y orfebres. No obstante, Valencia todavía mantuvo antes y durante la época de la Ilustración, grandes personajes en ciencias, medicina, humanidades, etc.

Para comprender realmente este movimiento es fundamental comprender el entorno, ya que cualquier movimiento cultural si bien puede nacer de un cambio, o no, necesita cierta estabilidad para el crecimiento y desarrollo de toda la carga genética del ingenio y carácter emprendedor de un pueblo.

Primero sería interesante saber que en estas tierras ya estaba sembrada la semilla, mezcla autóctona y foránea: iberos, fenicios, griegos, romanos, egipcios y norteafricanos que desembocó en Al-Andalus. Como Taifa Balansiya, se introdujo y fabricó por primera vez en el mundo occidental el papel (Játiva), así como multitud de ciencias y otras ramas del saber. También se tradujeron multitud de textos, tanto de la lengua Idioma árabe, como de las lenguas romances, y del Idioma hebreo.

Tras la muerte de Martín el Humano y la ausencia de un sucesor directo, siguen unos años de inestabilidad. Valencia hasta el momento había disfrutado de entidad propia y era administrada por autoridades públicas, jueces y tribunales, anteponiéndose estos al derecho de señores y nobles.

Las ambiciones de los nobles aragoneses, que de nuevo se ven con posibilidades de extender sus señoríos y ampliar sus dominios personales, revocando los derechos conseguidos por el pueblo valenciano establecidos desde Jaime I. Con el Compromiso de Caspe (1412), se consiguen frenar esas ambiciones, ya que es elegido como sucesor Fernando I de Aragón, de la casa de Trastámara. Esta casa se distingue por su vinculación a la burguesía, limitando el poder de los nobles. Con el reinado de Alfonso el Magnánimo (1416-1458), la Corona de Aragón, y su cierta pacificación con Castilla, comienza una política exterior expansiva por el Mediterráneo, propiciada mayormente desde Valencia, y en algunos casos como el de Nápoles/Sicilia con dinero valenciano, que se negaron a contribuir los nobles aragoneses.

Los conflictos en el Reino de Aragón hacen que la burguesía huya al Reino de Valencia, donde no se dan estos problemas. Barcelona entraría en franca decadencia y por el contrario la ciudad de Valencia creció hasta alcanzar los 75 000 habitantes a mediados de siglo, cuando Barcelona contaba con 14 000. La capital valenciana era el centro económico, político y social de la Corona de Aragón y de ahí el florecimiento intelectual que la convirtió en un foco literario de importancia. Hay que destacar que el Siglo de Oro es un fenómeno que, aunque focalizado en la capital del Turia, algo tuvo que irradiar e influir en el conjunto del Reino, ya que un florecimiento económico y cultural siempre beneficia a todos.

También cabría destacar la convivencia de diferentes culturas, creando corrientes humanísticas muy importantes (Juan Luis Vives s. XVI y otros). Muchas de las ideas humanistas se extendieron por Italia y el resto de Europa, al igual que los éxitos militares conseguidos por la Corona de Aragón.

Aunque tuvo precursores en el siglo XIII como Mossen Jayme o Jacme Febrer (Trovas) y San Pedro Pascual (Biblia Parva y otras obras), la literatura valenciana alcanza su cénit durante el siglo XV, dando lugar al conocido como “siglo de oro de las letras valencianas”, gracias al surgimiento de toda una pléyade de poetas, novelistas y lexicógrafos, destacando escritores de la importancia de Ausias March, Joanot Martorell, Jaume Roig, o Isabel de Villena.

De tal manera que el valenciano alcanzó la categoría literaria antes que el Siglo de Oro castellano y portugués[cita requerida] s. XVI; el inglés s. XVII; y el francés y alemán s. XVIII[cita requerida], desarrollándose al mismo tiempo que el italiano con Dante, Petrarca y Boccaccio.[cita requerida]

En la literatura valenciana del XV proliferan los documentos que plasman la tendencia a la conciencia idiomática propia, en virtud de la fragmentación lingüística latina que se había produciendo a lo largo de la Baja Edad Media. A partir de finales del S. XIV, concretamente entre 1395 y 1474 se produce un periodo de consolidación e implantación generalizada de la singular denominación de “lengua valenciana”, y desde 1474 a 1523 se implanta la conciencia idiomática singular valenciana. Los escritores valencianos se expresan, y así lo hacen constar, en múltiples ocasiones en “lengua valenciana”, y el valenciano se extiende a todos los niveles de la administración y la cultura, quedando el latín circunscrito a textos específicos.[1]

La ciudad de Valencia tuvo un protagonismo fundamental en la difusión de la imprenta llegando a ser a finales del siglo XV el primer centro editorial de España. La llegada de la imprenta a Valencia fue poco después de haberse introducido en Italia en el año 1465 y fue entonces cuando en el centro de Valencia se instaló una de las primeras imprentas de España, junto al Portal de la Valldigna, la de Jacobo Vitzlán, editor y comerciante alemán que representaba a la familia de los Ravensburg. Al frente de este taller estaba el maestro impresor Lambert Palmart que en el año 1474 imprimió uno de los primeros incunables españoles Trobes en lahors de la Verge Maria, que es considerado como el primer libro literario impreso en España. Lambert Palmart también publicó más de una docena de obras hasta 1493, año en que vendió su negocio, de autores como Aristóteles, Salustio, Mela, Esopo y Jiménez. También publicó una Biblia en colaboración con el castellano Alonso Fernández de Córdoba, platero y maestro impresor, y de la que tan solo queda una hoja con el colofón, pues fue prohibida, al igual que la publicación de textos sagrados en lenguas vernáculas.

También en Valencia se imprimió el primer incunable fechado, el ‘Comprehensorium’, con colofón del 25 de febrero de 1475, pero sin impresor conocido. Y poco después, en el año 1477 la ‘Tertia pars Summa Theologica’ considerado el primer incunable con todos los datos completos. Estas obras impresas se distinguieron durante más de un siglo no solo por su elevada calidad, sino por ser auténticas obras de arte y contribuyeron excepcionalmente al apogeo y al esplendor de la imprenta valenciana. La tradición de la imprenta pronto llegaría a crecer y el número de impresores de Valencia por esas fechas fue superior al de cualquier otra ciudad de España, llegando a acoger a numerosos impresores extranjeros, alemanes, suizos, franceses, etc. atraídos por las posibilidades para el desarrollo de esta pujante industria.[2][3]

En pintura y escultura se dejan sentir las tendencias flamencas e italianas en artistas como:

Este siglo, entre Edad Media y Renacimiento, es vivificado por sus relaciones estrechas con los italianos: Alfonso V el Magnánimo se instala en Nápoles donde mantiene una corte brillante, hasta su muerte en 1458. Su nieto Fernando II le sucede en Nápoles con el mismo brillo.



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