La comunidad de villa y tierra conocida a veces de manera incorrecta como «Sexmo de Plasencia» fue la encargada de la administración de los bienes comunales de setenta pueblos del norte de Extremadura desde la fundación de la ciudad por Alfonso VIII a finales del siglo XII (1186) —a costa de la vecina comunidad de Ávila— hasta la llamada «desamortización de Madoz» de 1854 a 1856.
Destaca especialmente la señorialización de la tierra desde el reinado de Alfonso X, en que su alfoz padece los primeros recortes territoriales, hasta el de Femando IV, en que el proceso alcanza su mayor difusión debido en parte a una serie de circunstancias tales como el fracaso de la labor repobladora del Concejo o, sobre todo, al compromiso de la Corona de retribuir así a ciertos colaboradores, en su mayor parte nobles placentinos cabezas de los principales linajes de la villa.
Junto a las de Trujillo, Cáceres, Badajoz, Alcántara, Zafra, Medellín y Magacela, aparece como una de las ocho grandes comunidades de villa y tierra extremeñas, con una extensión aproximada de unas 300 000 hectáreas, lo que supone el 7,7% de los 38 489,5 km² que integraban la provincia de Extremadura a finales del siglo XVIII.
Comprende los valles del Ambroz y el Jerte, la Vera del Tiétar y todo el territorio al sur de Plasencia hasta el Tajo, incluida gran parte de la comarca cacereña de Campo Arañuelo.
El caudal de los bienes comunales está básicamente compuesto de dehesas boyales y baldíos, considerándose tierras que solo permiten el aprovechamiento ganadero;
no se trata de áreas de ubicación definitiva sino más bien de paso, ya que el desplazamiento de los grandes rebaños solía realizarse hacia tierras más meridionales. Por su considerable extensión (8264,8 km²), se divide en tres sexmerías:
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