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Sexólogo



La sexología es la disciplina que estudia el hecho sexual humano desde todas sus perspectivas, filogenéticas, ontogenéticas, antropológicas, socioculturales, fisiológicas, pedagógicas, clínicas e investigativas. La sexología, como ciencia y como profesión, tradicionalmente ha implicado en un enfoque multidisciplinar y/o lo interdisciplinar, a un gran número de disciplinas y especialidades médicas y humanísticas, abarcando, todos los aspectos de la sexualidad pero actualmente se considera constituida como una disciplina con su propia epistemie[1]​ que tiene aplicación práctica tanto en el asesoramiento terapéutico como en la educación.

Uno de los primeros investigadores de la sexualidad fue Richard von Krafft-Ebing que registró varias desviaciones sexuales en el libro Psychopathia Sexualis​ y en el que acuñó el término sadismo. Sin embargo este autor no se considera hoy referente para la epistemie sexológica[1]​.

Si bien sus orígenes se remontan a la Ilustración y están enlazados con los del pensamiento feminista y la noción de género, su avance discurre de forma paralela a dichas teorías[2]​ y se consolida como disciplina científica a finales del siglo XIX gracias al trabajo de Havelock Ellis, Magnus Hirshfeld y otros sexólogos en cuyas ideas se apoyan todavía hoy los profesionales del asesoramiento sexológico y la educación sexual epistémica. El término sexología fue acuñado por Elizabeth Osgood Goodrich Willard[3]Magnus Hirschfeld fundó el Institut für Sexualwissenschaft en Berlín en 1919 y organizó la Liga Mundial por la Reforma Sexual que en España tendría como referentes a Gregorio Marañón y a Hildegart.

Después de la Segunda Guerra Mundial sexólogos estadounidenses recogen el testigo europeo. En la década de 1940, el investigador Alfred Charles Kinsey revolucionó el estudio de la sexualidad humana, recolectando datos de la población estadounidense con la que elabora "Los Informes Kinsey", dos famosos manuales acerca de la sexualidad. El comportamiento sexual en el hombre fue publicado en 1948 y Comportamiento sexual en la mujer en 1953. La escala de Kinsey sirve para explicar los modos en los que oscila la orientación sexual humana, de homosexual a heterosexual y de forma gradual.

Más adelante, en las décadas de 1960 y 70, William Masters (médico ginecólogo) y Virginia Johnson (psicóloga) se dedican a observar y estudiar miles de respuestas sexuales humanas en un marco académico, con las que elaboran su libro La respuesta sexual humana. También realizan avances en las aproximaciones terapéuticas a las disfunciones sexuales, tales como la eyaculación precoz, la disfunción eréctil y otras.

El intelectual y conductor de televisión peruano Marco Aurelio Denegri fue director de la revista científica y artística de cultura sexual Fáscinum[4]​.​ El primer número fue editado en abril de 1972. Es autor de libros como Hechos y opiniones acerca de la mujer[5], Obscenidad y Pornografía[6], La niña masturbación y su madrastra tabú[7], MAD : sexo, amor y otros placeres de la lengua[8]​, entre otras.

En 1974, otra investigadora, Helen Kaplan, publicó su libro La nueva terapia sexual, en el que profundiza y avanza sobre las terapias descritas por Masters y Johnson, ideando terapias breves y de alta efectividad para los trastornos sexuales.

A partir de estos autores, la ciencia sexológica ha avanzado a grandes pasos, constituyéndose como dominio independiente de conocimiento, y una rama muy importante con influencia en disciplinas como la psicología y la medicina.

Efigenio Amezúa fundó en 1973 el Instituto de Ciencias Sexológicas, es un importante representante de la sexología hoy.

Continuo de los sexos: Hirschfeld enunció su formulación de la noción de continuo de los sexos. Al considerar a estos como un continuo y no por separado, la hipótesis de trabajo de Hirschfeld, así como de la mayor parte de los sexólogos de la primera generación, dejó de lado la antigua forma de considerar a cada sexo independiente y primó la referencia de las gamas y los grados entre ellos. Muchos de estos materiales fueron publicados en el Anuario de los estados intersexuales que con regularidad apareció desde 1898.

Ninguno de los dos sexos —escribió repetidamente Hirschfeld— es puro o completo al cien por cien, sino que uno y otro forman un continuo único del que emergen los dos sexos por combinación a través de sus gamas y variedades. Dejando estas variedades para más adelante (véase el capítulo VI) sólo pretendemos poner de relieve esta noción nueva del continuo de los sexos[2]​.

Proceso de sexuación o biografía sexuada y seres sexuados: Desde que somos concebidos empezamos, al menos fisiológicamente, a ser configurados, pero nuestro entorno también a actúa y construye quienes somos. Por tanto, la sexualidad es un proceso. Este proceso impredecible que se inicia cuando se nos concibe y no desaparece hasta que no lo hacemos nosotros se conoce en términos sexológicos como proceso de sexuación, y es lo que nos convierte a todos en seres sexuados.

Locus genitalis: La sexología parte de un lugar opuesto al lugar genital que es tradicional en otras disciplinas de las ciencias naturales, esto es, va más allá de lo puramente genital y reproductivo y explica el hecho sexual humano en toda su complejidad como una creación humana y por tanto cultural, que puede explicarse y estudiarse desde sí misma.

Caracteres sexuales terciarios: Frente a los criterios centrados en la reproducción o el placer, desde los que habían sido formulados los caracteres sexuales primarios y secundarios —primarios: los genitales; secundarios: sus efectos—, Ellis planteó los tres grupos de caracteres primarios, secundarios y terciarios en clave de sexuación y no desde las funciones antiguas de los machos y las hembras sino desde la construcción de las identidades de los sujetos modernos como hombres y mujeres, es decir, no ya desde el criterio de la reproducción o el placer sino desde la sexuación[2]​.



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