La Semana Santa de Ocaña, Toledo (declarada de Interés Turístico Nacional) se resume en siglos de Fe, de tradición viva, de sobria espiritualidad y penitencia. Generación tras generación se han mantenido casi intactas las mismas tradiciones y se ha transmitido de padres a hijos la devoción y sus formas de expresión.
Una semana que se extiende a muchos meses de preparativos. Siete días que son mucho más que procesiones. Son Iglesias, calles, hogares, que se visten de Semana Santa para expresar el sentir de un pueblo.
La honda religiosidad que durante siglos ha caracterizado la toledana Villa de Ocaña, es hoy menos patente por la sociedad que nos envuelve. Pero el sentimiento religioso, quizá más oculto que en otros tiempos, aflora en estos días dejando ver la base que forjó la idiosincrasia de un pueblo que en el fondo vive de sus innegables raíces católicas que han configurado la Ocaña que conocemos.
Nos adentramos en las formas y en el fondo que forman una Semana Santa sobria, castellana, con pinceladas festivas y con peculiaridades únicas en todo el mundo.
La peculiar forma de una noble villa que celebra así los principales misterios de su Fe.
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