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Seiji Ozawa



Seiji Ozawa (en japonés: 小澤 征爾 Ozawa Seiji; Hoten (Shenyang), Manchuria (Manchukuo), 1 de septiembre de 1935) es un director de orquesta japonés. Es particularmente conocido por sus versiones de obras postrománticas para gran orquesta.

Estudió en la Escuela de Música Toho Gakuen en Tokio graduándose en 1959 antes de viajar a Europa para continuar sus estudios. Charles Munch llevó finalmente a Ozawa a los Estados Unidos para que tomase lecciones en el Centro de Música de Berkshire (hoy Tanglewood). Ganó una beca para estudiar con Herbert von Karajan y la Orquesta Filarmónica de Berlín, y en 1961 fue nombrado director asistente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York por Leonard Bernstein. Fue director musical de la Orquesta Sinfónica de Toronto entre 1965 y 1970, de la Orquesta Sinfónica de San Francisco entre 1969 y 1976, y de la Orquesta Sinfónica de Boston entre 1973 y 2002. Desde entonces y hasta 2010, ha sido director musical de la Ópera Estatal de Viena. El 1 de febrero de 2006, la Ópera Estatal de Viena anunció que Ozawa iba a cancelar todos sus contratos de 2006 debido a su enfermedad. Tal como se anunció, sufría una infección bronquial. Aparentemente, su visión fue afectada. Regresó al podio el 7 de agosto de 2006, en un clima variable, recibiendo generalmente críticas favorables.

Desde comienzos de 2010, a causa de una grave enfermedad, Osawa no pudo dirigir conciertos en público. A finales de ese año tuvo un concierto con la orquesta Saito Kinen, para a continuación retirarse de nuevo a recibir tratamiento. En 2013 retornó a su labor como director.[1]​ El 1 de octubre de 2016, en el Suntori Hall de Tokio, dirigió con gran éxito a la Filarmónica de Viena en un concierto para conmemorar los 30 años de las giras de esta agrupación a la capital nipona.

Ozawa también ha apoyado la música del siglo XX, ofreciendo los estrenos de varias obras entre ellas San Francisco Polyphony de György Ligeti y la ópera Saint François d'Assise de Olivier Messiaen en 1983.

En 2002, dirigió el Concierto de Año Nuevo de Viena, al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena.

Ozawa es notable por poseer una especie de memoria fotográfica, gracias a la cual es capaz de memorizar las partituras de obras inmensas como las sinfonías de Gustav Mahler.[cita requerida]

Ozawa se hizo famoso no solo por su estilo de dirigir, sino por su atuendo: en ocasiones, cambiaba el traje tradicional (camisa almidonada, chaleco y corbata) por un jersey de cuello alto blanco.

Poseedor de un estilo de dirección muy heterodoxo, Ozawa se ha destacado como un director hábil, de gran ingenio y con un profundo conocimiento de las estructuras de las obras a ejecutar. Cuanto más grandes e imponentes son las masas sonoras y los colectivos empleados para su ejecución, más parece estar Ozawa en su elemento. El maestro nipón suele organizar con incansable agilidad acontecimientos sonoros excesivos, subrayando con gestos vivos los impulsos dramáticos de esas piezas. Su estilo interpretativo presenta una gran perspicacia y sexto sentido que le hace encontrar los más nimios detalles. A nivel operístico, Ozawa procura destacar las impresiones fuertes aunque, con la debida elegancia, sabe cuándo ha de contenerse y cuándo ha de estar más presente. En muchas ocasiones se ha criticado que su extenso repertorio se ha basado en una memoria prodigiosa para retener las partituras que ha provocado que algunas de sus lecturas sean superficiales y carentes de esencia musical. Con todo, el extenso y brillante período de Ozawa al frente de la Orquesta Sinfónica de Boston, cuyo tradicional repertorio afrancesado supo ampliar, le da derecho a ocupar uno de los más altos escalafones de la dirección orquestal de la segunda mitad del siglo XX.[2]​ Seiji Ozawa puede ser considerado como el Eugene Ormandy japonés por su minuciosidad, clarificación y desmenuzamiento de cualquier partitura. Ozawa siempre se ha mostrado como un director rapsódico que puede abrillantar muchas de sus lecturas con ráfagas de intensa expresividad no siempre convincentes.[cita requerida]

Durante sus últimos años en Boston se le criticó su indolencia e inseguridad, al tiempo que la prensa se cebó con él por su nula predisposición a aprender inglés con corrección tras más de treinta años de estancia en los EE. UU.. Por si esto no fuera poco, muchas de sus grabaciones discográficas resultaron un fracaso comercial y la casa Philips tuvo que modificar su contrato. La frase de Simon Rattle tras un concierto en Boston — “Esta orquesta ya no es lo que era” — exacerbó los ánimos hasta el punto de que Ozawa se vio casi obligado a salir por la puerta de atrás en Boston tras más de 29 años de continuados servicios. Pero Ozawa supo rehacer su carrera y ha seguido manteniéndose como una de las figuras más requeridas y cotizadas por las orquestas de mayor prestigio.[cita requerida]




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