Sarah Bernhardt cumple los años el 23 de octubre.
Sarah Bernhardt nació el día 23 de octubre de 1844.
La edad actual es 180 años. Sarah Bernhardt cumplió 180 años el 23 de octubre de este año.
Sarah Bernhardt es del signo de Escorpio.
Sarah Bernhardt (París, 23 de octubre de 1844-Ib., 26 de marzo de 1923) fue una actriz de teatro y cine francesa, una de las más famosas y aclamadas a finales del siglo XIX y principios del XX. Realizó varias giras teatrales por todo el mundo y también fue una de las primeras actrices destacadas en realizar grabaciones de sonido y actuar en películas de cine.
Sarah Bernhardt nació el 23 de octubre de 1844 en el número 5 de la calle de l'École-de-Médecine, en París. Su nombre real era Rosine Bernardt. Su madre era una mujer de religión judía de origen neerlandés llamada Judith-Julie Bernardt (1821-1876), alias Youle. Se ganaba la vida como cortesana junto con su hermana Rosine. Julie tuvo varias hijas más. En abril de 1843 tuvo dos niñas gemelas que fallecieron a las dos semanas. Tras Sarah, tuvo a Jeanne (fecha de nacimiento desconocida) y a Régine en 1855, que murió de tuberculosis en 1873. Todas fueron hijas de padres distintos y desconocidos. Sarah Bernhardt nunca supo quién era su padre biológico, aunque se cree que era el duque de Morny, medio hermano de Napoleón III.
Sarah pasó los primeros cuatro años de su vida en Bretaña al cuidado de un ama de cría. La primera lengua que Sarah aprendió fue el bretón y por esta razón, al iniciar su carrera teatral, adoptó la forma bretona de su apellido, «Bernhardt». En esta época sufrió un accidente que muchos años después le acarrearía graves problemas de salud. Cayó de una ventana, rompiéndose la rodilla derecha. Aunque sanó sin problemas, la rodilla le quedó delicada para siempre, y en 1914, a causa de una dolorosa inflamación de esa misma rodilla, tuvieron que amputarle la pierna derecha. Tras el accidente, su madre la llevó consigo a París, donde permaneció dos años. A punto de cumplir siete años ingresó en la Institución Fressard, un internado para señoritas próximo a Auteuil. Permaneció allí dos años. En 1853 entró en el colegio conventual Grandchamp, cercano a Versalles. En este colegio participó en su primera obra teatral, Tobías recupera la vista, escrita por una de las monjas. También aquí fue bautizada e hizo la primera comunión. El ambiente místico del colegio le hizo plantearse el hacerse monja.
Tras abandonar Grandchamp a los 15 años, su madre trató de introducirla en el mundo galante para que se ganara la vida como cortesana. Pero Sarah, influenciada por su educación conventual, se negó repetidamente a ello. Julie Bernard tenía un salón en su piso parisiense donde se reunían sus clientes. Entre ellos estaba el medio hermano de Napoleón III, el duque de Morny. Morny aconsejó que Sarah se inscribiera en el Conservatorio de música y declamación. Gracias a los contactos del duque, Sarah entró sin dificultad en 1859. En 1861 ganó un segundo premio en tragedia y una mención honorífica en comedia.
Finalizados sus estudios en el Conservatorio, entró, de nuevo gracias a los influyentes contactos de Morny, en la Comédie-Française. Debutó el 11 de agosto de 1862 con la obra Iphigénie, de Jean Racine. Su fuerte carácter le atrajo problemas con sus compañeros, lo que provocó que abandonara la Comédie por primera vez en 1863. Tres semanas más tarde fue contratada por el Teatro Gymnase, donde hizo siete pequeños papeles en distintas obras. Actuó por última vez el 7 de abril de 1864 con la obra Un mari qui lance sa femme.
Ese mismo año conoció a uno de los grandes amores de su vida, Charles-Joseph Lamoral, príncipe de Ligne. Inició una apasionada relación con él, hasta que quedó embarazada y el príncipe la abandonó. El 22 de diciembre de 1864 dio a luz a su único hijo, Maurice Bernhardt. Sin oficio y habiendo fracasado momentáneamente en el mundo del teatro, siguió los pasos de su madre, convirtiéndose en cortesana de lujo. Sarah no abandonó su actividad como cortesana hasta que su carrera teatral se hubo afianzado con éxito y pudo mantenerse sólo con el trabajo que le reportaba el teatro.
Tres años más tarde, en 1867 debutó en el Teatro del Odéon con Las mujeres sabias (Les femmes savantes) de Molière. Ahí empezó su verdadera carrera profesional. Participó en muchos montajes teatrales, alternando la vida teatral con la vida galante. La fama le llegó repentinamente en 1869 con Le Passant, de François Coppée, una obra en verso de un solo acto. Sarah, además, hizo por primera vez en esta obra un papel masculino, el del trovador Zanetto. Repetiría más veces haciendo de hombre en varias obras más (Lorenzaccio, Hamlet y L'Aiglon).
En 1870, durante la guerra franco-prusiana, habilitó el Odeón como hospital para convalecientes, donde cuidó con dedicación a los heridos de guerra. En 1871 el improvisado hospital tuvo que ser cerrado por problemas de salubridad.
Tras la derrota francesa y la caída de Napoleón III, muchos intelectuales, exiliados por estar en contra del emperador, pudieron regresar a Francia, entre ellos Victor Hugo. El regreso de Hugo fue trascendental en la vida de Bernhardt, ya que el escritor la eligió para protagonizar el reestreno de su obra Ruy Blas. Bernhardt además protagonizó otra obra de Hugo, Hernani. Ruy Blas la encumbró a cotas de éxito inimaginables. Regresó a la Comédie-Française como una gran estrella y allí afianzó su repertorio y sus múltiples registros como actriz.
El estilo de actuación de Bernhardt se basaba en la naturalidad. Detestaba profundamente las viejas normas del teatro francés, donde los actores declamaban histriónicamente y hacían gestos exagerados. Rompió con todo lo establecido, profundizando en la psicología de los personajes. Estudiaba cada gesto y cada entonación del texto que debía decir, buscando la perfección natural sin que se notara ningún tipo de artificio. Destaca en su arte que, representando siempre a grandes heroínas de tragedia o reinas, huyó de la sobreactuación y de la afectación. Son famosas sus escenas de muerte, en las que en vez de, según sus propias palabras, «ofrecer toda una retahíla de patologías» tales como estertores, toses, gemidos agónicos, profundizaba en el acto de morir desde el punto de vista psicológico y sentimental.
Aparte de su profesión de actriz, se interesó por la escultura y la pintura, llegando a exponer varias veces en el Salón de París entre los años 1874 y 1896. Recibió distintos premios y menciones honoríficas en ambas disciplinas. Escribió también tres libros: su autobiografía titulada Ma double vie, Petite Idole y L´art du Théâtre: la voix, la geste, la pronontiation.
Bernhardt se especializó en representar las obras en verso de Jean Racine, tales como Iphigénie, Phédre o Andromaque. Destacó especialmente, entre muchas otras, en La Dame aux camélias, de Dumas hijo, Théodora, de Sardou, L'Aiglon, de Edmond Rostand, Izéïl, de Silvestre y Morand, Macbeth, de Shakespeare y Jeanne D'Arc, de Jules Barbier.
En 1879 realizó su primera salida de Francia, concretamente a Inglaterra, donde estuvo seis semanas haciendo dos representaciones diarias y obtuvo un éxito rotundo. Al llegar al país fue recibida espectacularmente, lo que indica que su fama había cruzado las fronteras de Francia. En esta primera visita conoció a un joven escritor llamado Oscar Wilde. Años más tarde, en 1893, Bernhardt aceptaría representar su obra Salomé. Ese mismo año, Sarah fue ascendida a Socio Pleno de la Comédie-Française. Los Socios Plenos son la jerarquía más alta de esta institución.
Tras su espectacular éxito en Inglaterra decidió hacer su primera gira americana. Partió a los Estados Unidos el 15 de octubre de 1880. El éxito fue total. Bernhardt haría repetidas giras por los Estados Unidos (sus famosas «giras de despedida») y también recorrió toda América del Sur, llegando a actuar en Brasil, Perú, Cuba, Argentina, Chile... Viajaba en tren y en barco y llegó a cruzar el cabo de Hornos. En Estados Unidos su éxito era tal que le habilitaron un tren con siete vagones de lujo llamado Sarah Bernhardt Special, que era de uso exclusivo de la actriz. Sus giras le llevaron a Australia y visitó las islas Hawái y las islas Sandwich. Actuó en Egipto y en Turquía. Asimismo recorrió Europa, actuando en Moscú, Berlín, Bucarest, Roma, Atenas. En su periplo, actuó no solo en grandes teatros, sino también en teatros de ínfima categoría.
Bernhardt tuvo una agitada vida sentimental, en la que destacan nombres como Louise Abbèma,Gustave Doré, Victor Hugo, Jean Mounet-Sully, Jean Richepin, Philippe Garnier, Gabriele D'Annunzio, Eduardo, Príncipe de Gales, entre otros. Se casó una sola vez, con un oficial griego llamado Jacques Aristidis Damala. Damala era hijo de un rico armador y era adicto a la morfina. Nació en El Pireo en 1842. Bernhardt se casó con él el 4 de abril de 1882 y fue un matrimonio tempestuoso. Sarah intentó convertir en actor a Damala, pero fracasó. La actriz le impartió clases de actuación y le dio el papel de Armand Duval en La Dame aux Camélias. Se eran infieles mutuamente, y un día Damala, abrumado por el éxito de su mujer, por las constantes burlas de los actores de la compañía de Bernhardt y la mala relación con Maurice Bernhardt, se alistó en la Legión, siendo destinado a Argelia. Meses más tarde regresó con Sarah. Las separaciones y reconciliaciones fueron continuas hasta que Sarah decidió irse de gira por todo el continente americano en 1887 y Damala ya no la acompañó. Era la separación definitiva. Permanecieron casados hasta la muerte de Damala por los efectos secundarios del abuso continuado de morfina, en 1889, a la edad de 42 años. Bernhardt lo enterró en Atenas y adornó la tumba con un busto tallado por ella misma.
Sarah Bernhardt fue también la primera actriz empresaria del mundo del espectáculo. A raíz de una relación muy tensa con el director de la Comédie-Française, Perrin, Bernhardt rompió su contrato y dimitió como Socio Pleno el 18 de marzo de 1880. La Comédie pleiteó contra ella, ganando el juicio. Sarah Bernhardt tuvo que renunciar a su pensión de 43 000 francos que habría tenido de pensión si hubiese permanecido un mínimo de veinte años en la Comédie, y además se la condenó a 100 000 francos de multa, que nunca llegó a pagar. Tras su esplendorosa primera gira americana, que le había hecho ganar una gran fortuna, Bernhardt arrendó el teatro Porte-Saint-Martin en 1883. En este teatro produjo y actuó en obras como Frou-Frou y La Dame aux camélias, entre otras. Durante sus giras, el teatro permanecía abierto y se estrenaban obras continuamente con distinto éxito comercial. Bernhardt no dudaba en apoyar el teatro de vanguardia, así que, además del repertorio clásico, en el Porte-Saint-Martin se estrenaban obras de nuevos autores que rompían con el teatro tradicional. Tras unos años, Bernhardt arrendó el Théatre de la Renaissance, donde representó muchas obras de éxito. En 1899 alquiló por veinticinco años el enorme Theâtre des Nations, único teatro donde actuaría en Francia durante los últimos veinticuatro años de su vida.
Su vida familiar no fue sencilla. Tuvo una relación tensa y distante con su madre, Julie. Su progenitora nunca fue una madre cariñosa e interesada, y esto hizo que Sarah siempre buscase su aprobación y su cariño. Julie Bernard sentía predilección tan solo por su hija Jeanne y descuidó totalmente la educación de su hija menor, Régine. Sarah Bernhardt sentía predilección por su hermana pequeña Régine, y cuando logró ser independiente, se la llevó a vivir consigo para alejarla de la madre y de las intenciones de esta de convertirla también en cortesana. Lamentablemente, a causa del abandono afectivo que sufrió y del ambiente del piso de su madre, Régine se prostituyó a los trece años. Falleció a los dieciocho, en 1873, de tuberculosis. Su otra hermana, Jeanne, también fue cortesana durante una época y siempre que tenía necesidad de dinero. Para apartarla de la mala vida, Bernhardt se la llevó consigo con su compañía y la acompañó en varias de sus giras por Estados Unidos y Europa. Era una actriz mediocre, pero hacía pequeños papeles y vivía una vida de lujo junto a su hermana. Se sabe que sufrió crisis de neurosis a causa de su adicción a la morfina y que estuvo ingresada en el hospital de La Pitié-Salpetrière en París, al cuidado del doctor Jean-Martin Charcot. En cambio, el hijo de Sarah, Maurice, siempre estuvo muy unido a su madre. Vivió siempre a su sombra, malgastando auténticas fortunas en el juego, en viajes y en una vida regalada.
El siglo XX empezó con un gran éxito, L'Aiglon, de Edmond Rostand. La obra fue estrenada el 15 de marzo de 1900 y obtuvo un éxito sin precedentes. Sarah hizo 250 representaciones de L'Aiglon y, tras esto, hizo otra gira a Estados Unidos para representarla. En Nueva York representó la obra en el Metropolitan Opera House y cosechó un enorme éxito. Probó suerte también con el recién nacido cine. En 1900 filmó Le Duel d'Hamlet, haciendo ella de Hamlet. En 1906 rodó La Dame aux camélias, con Lou Tellegen, su amante de aquel momento, haciendo de Armand Duval. Bernhardt, cuando la vio, se horrorizó y mandó destruir el negativo, que afortunadamente todavía existe. Rodó también Elisabeth, reine d'Anglaterre, dirigida por Louis Mercanton. En 1913 filmó Jeanne Doré, dirigida por Tristan Bernard. Esta película se considera la mejor rodada por Bernhardt y donde se puede observar mejor su arte interpretativo. La película se conserva en la Cinématèque de Paris.
En 1914 le fue concedida la Legión de Honor. En 1915 la rodilla derecha, la misma que se había fracturado de niña, había llegado a provocarle dolores insoportables. Para colmo, durante una de sus interpretaciones de la obra dramática Tosca —la misma que Puccini hizo triunfar en el género operístico—, en la última escena, cuando la heroína se lanza desde un barranco, no se tomaron las medidas de seguridad pertinentes; Sarah se lanzó y se hirió la pierna. Aunque hacía ya varios años que padecía molestias constantes, durante el año 1914 fue empeorando, hasta que no hubo otro remedio que amputar en febrero de 1915. Una vez recuperada de la amputación, y ya empezada la Primera Guerra Mundial, la actriz decidió hacer una gira tras las trincheras francesas haciendo actuaciones para animar a las tropas. Organizó varias giras con su compañía y recorrió toda Francia. Aun con la pierna amputada, Sarah Bernhardt siguió actuando. Recitaba monólogos, poemas o representaba actos famosos de su repertorio de obras en las que no debía estar de pie. Siguió también participando en películas tras la guerra. Su salud fue empeorando hasta sufrir un grave ataque de uremia que estuvo a punto de matarla. En 1922 vendió su mansión en el campo de Belle-Île-en-Mer, donde había rodado años atrás una película documental sobre su vida. Cuando le llegó la muerte estaba rodando una película, La Voyante. El rodaje se estaba realizando en su casa, en el Boulevard Péreire, puesto que la actriz estaba ya muy delicada de salud. El 15 de marzo de 1923, tras rodar una escena, quedó totalmente agotada, hasta que se desmayó. Nunca se recuperó. Once días más tarde, el 23 de marzo, fallecía en brazos de su hijo Maurice.
Su entierro fue multitudinario. Unos 150 000 franceses acudieron a despedirla. Fue inhumada en el cementerio parisino del Père-Lachaise.
A pesar de ser llamada «la divina Sarah» por su carácter excéntrico y caprichoso, Sarah Bernhardt trabajó en innumerables proyectos teatrales demostrando un carácter perseverante, una gran profesionalidad y dedicación a su arte.
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