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Rollos manuscritos



Un rollo es, en términos de manuscritos antiguos, una larga lámina, generalmente de papiro o pergamino enrollada sobre sí misma, en que se escribía antes del desarrollo de los códices que, aunque escritos al comienzo sobre estos mismos soportes, tuvieron el formato de los libros actuales. Los romanos llamaban volumen a una tira de papiro o pergamino que servía de soporte de una escritura que luego se almacenaba en forma de rollo. Las líneas de la escritura, dispuesta en columnas, discurrían en sentido paralelo al lado largo de la tira, desplegándose el rollo en forma horizontal. En el S. IV a.C. los griegos comenzaron a utilizar un formato a 90 grados en forma tal que las líneas discurrían en forma paralela al lado corto de la tira y el rollo se desplegaba en forma vertical. A este formato se le llamó rotulus o tranversa charta.[1][2]

Para manejar mejor los rollos ,y facilitar su almacenamiento y preservación se les pegaba al final de la última hoja un cilindro de madera, hueso o marfil (gr. omphalos, lat. umbilicus) y alrededor de él se envolvía la tira. Se unían no más de 20 hojas para formar un rollo. La primera se llamaba en griego “Protókollos”. Generalmente se escribían de un solo lado pero en muchos casos de ambos lados.

La longitud de un rollo puede tener varios metros mientras que su altura es de unos 30 a 40 centímetros. En el reverso del papiro o bien sobre un trozo de pergamino saliente se colocaba al principio de la obra el título de la misma. La primera de las hojas integrantes del volumen se llamaba protocolo y la última escatocolo.

Se estima que en la Biblioteca de Alejandría había entre 400 000 a 700 000 rollos (debe considerarse que un solo canto de la Ilíada o la Odisea ocuparía un rollo de papiro). Muchos rollos fueron rescatados en su forma primitiva al excavar las ruinas de Herculano y otros lugares.

El texto de las obras se distribuía en varios rollos, de longitud más o menos similar, y teniendo en cuenta su división por capítulos. Los textos breves se reunían en un mismo rollo. La tendencia era armar rollos de 6 o 7 metros, que formasen un cilindro de 5 a 6 cm de diámetro, cómodos para llevar en la mano.[3]

A partir del siglo III d. C., los rollos comenzaron a ser reemplazados por los códices, aún utilizando papiro o, preferentemente pergamino. No obstante después de esa época los rollos continuaron produciéndose en ciertos casos. El Códice de pergamino empezó a sustituir al volumen que tenía el inconveniente de que obligaba a un lectura secuencial de los diferentes textos escritos unos a continuación de los otros. El códice tenía la ventaja de que permitía hojear el libro y acceder a cualquier parte del mismo.

Mónica Izquierdo Alonso[4]​ observa que, desde el punto de vista de la “textología documental”, en el “espacio documental” (espacio físico), hay dos tipos de organización: a) Continuidad, propia del rollo, y b) Discontinuidad, propia del códice y el libro convencional. Para su visualización un rollo debe ser extendido desde su principio; el códice y el libro pueden abrirse en cualquier parte (un ejemplo típico son los diccionarios con las iniciales encaladas). Pero esto sería un inicio de lo que marcaría el mundo de las escrituras, siendo un útil descubrimiento y desarrollo para próximas generaciones

Entre los romanos se distinguían las siguientes partes:

Tomada del egipcio antiguo per-peraâ, que significa “flor del rey” y adaptado el nombre original por los griegos bajo la forma pápyros, se acabó reservando el término býblos, que a veces coexiste con el anterior, para referirse al producto material, el rollo, una vez que había sido confeccionado. Se supone que la palabra derivó del nombre del puerto que exportaba grandes cantidades de este material: Biblos.

En el Egipto antiguo se daba forma rectangular a las hojas obtenidas y luego estas se unían por sus bordes hasta obtener una larga tira que luego se enrollaba para su mejor manipulación, tanto en la escritura como en la lectura. Como cada hoja consistía en la superposición de dos capas de tiras dispuestas perpendicularmente, las hojas para formar el rollo se unían en forma tal que pudiera escribirse en el sentido de las fibras, exceptuando las hojas de los extremos – las de mejor calidad - que se ponían a 90 grados para darle al rollo mayor consistencia. Luego se enrollaba la lámina con su escritura hacia el interior. Se pegaba en los márgenes extremos de la tira un borde de papiro para evitar que se rasgara. El soporte de papiro sólo podía conservarse en el clima seco de Egipto pues se deteriora fácilmente con la humedad del ambiente.

El papiro se fabricó por primera vez en Egipto ya en el cuarto milenio antes de cristo [5]​ El rollo de papiro más antiguo fue hallado en la tumba de Hemaka, (primera dinastía), en la necrópolis de Saqqara, alrededor de 2900 a. C., pero su texto no es visible. Los rollos escritos más antiguos de que disponemos son de la cuarta dinastía y la quinta dinastía. La fuente, casi única, del vegetal que se utilizaba para los papiros estaba en el valle del Nilo, en Europa se agotó tras la invasión de los árabes en el siglo VII, después de haber sido utilizada para la confección de los volúmenes durante una treintena de siglos.

El Papiro Prisse redactado probablemente hacia el fin de la dinastía XI es uno de los mejor conservados hallados hasta el momento y también uno de los primeros en el formato de “rollo”.[6]​ Este documento fue obtenido por el orientalista francés Émile Prisse en Tebas en 1856 y se preserva en la Biblioteca Nacional de Francia.

El rollo de papiro más largo llegado hasta nosotros mide 40,52 metros (Papyrus Harris – Museo Británico). Su texto tiene 1500 líneas. Fue redactado en escritura hierática durante el reinado de Ramsés IV – ca. 1145 a 1155 a. C. Está dividido en 5 secciones y posee 3 ilustraciones.[7]

Debido a la longitud normal del tallo de la planta, una hoja de 30 cm era costosa y una de 35 cm muy rara. En general un papiro de más de 23 cm de altura, era siempre algo lujoso. Esto se vinculó estrechamente con la evolución del formato del rollo.

De ser usado exclusivamente en Egipto, el uso del papiro se extendió a Grecia en el s. V a. C. y luego a occidente.

Aunque los cueros y pieles fueron usados desde la antigüedad, el pergamino se comenzó a producir en Grecia alrededor del s. II a. C. Su nombre deriva de uno de sus principales centros de producción: el reino de Pérgamo. Este soporte era preferido por su durabilidad. Admitía correcciones del escriba. No podía escribirse en sus comienzos (según algunos autores) de ambos lados como a veces se hacía con rollos de papiro.[8]​ Pero, y principalmente por el costo de su producción, era frecuente que se raspara todo su texto anterior (lo que dio origen al palimpsesto) para escribir uno nuevo (aunque hay menciones de que aún los escritos de papiro se "lavaban").[9]

Existía una calidad especial diferenciada: la vitela (en latín, vellum). La vitela se elaboraba con pieles de animales no natos o de pocas semanas. Era una piel mucho más fina, blanca, flexible y transparente. No se podía distinguir la capa hielina de la carnosa, puesto que esta estaba poco desarrollada.

Por otra parte, el papiro solo se producía en Egipto. Siendo monopolio del estado, ello ocasionaba a otros estados una dependencia, además de mantenerse alto el precio. La conquista de Egipto por los árabes (640 d. C.) interrumpió el comercio del papiro.[10]​ Los rollos de pergamino se armaban cosiendo consecutivamente las tiras obtenidas en el proceso. El Pentateuco Hebreo de Bruselas (s. IX d. C) resultó de la unión de 57 pieles y su longitud es de 36.5 m.[11]

El rollo de pergamino más largo hallado es de 9,23 m. Tiene menos de 1 décima de milímetro de espesor.[12]​ Pertenece al grupo de los llamados Rollos del Mar Muerto y data aproximadamente del año 70 d. C.

El pergamino fue el soporte por excelencia a partir de los siglos III y IV, hasta la introducción del papel por los árabes en Europa a finales del siglo VIII. Después de la difusión de este, siguió siendo el material preferido para los códices miniados o iluminados durante mucho tiempo.

Los cueros y pieles de animales, curtidos y tratados con procedimientos mucho más imperfectos que el que permitió elaborar el pergamino en el s. II a. C., sirvieron de soporte a la escritura desde tiempos antiguos en muchas regiones. La mención más temprana del uso de pieles como soporte se encuentra en un texto egipcio de la Dinastía IV (c. 2550 B. C.). El texto existente más antiguo en ese material data de la dinastía XII (2000-1800 B. C.) También se usaron en el cercano oriente, Irán, Irak y Turquestán. Los rollos más famosos de cuero son los hallados en Qumran en 1947 (Rollos del Mar Muerto).[13]

En China, antes de la invención del papel se utilizaba la seda que luego se enrollaba, y también las tiras de bambú y tablillas de madera, unidas y acomodadas en forma de rollo.[14]​ Hasta alrededor del siglo II a. C., la escritura china se tallaba sobre superficies duras. Después las inscripciones se hacían sobre bronce y más adelante se usaron caracteres tallados en tiras estrechas de madera o bambú sujetas con correas, que eran luego enrolladas. Cuando llegó la era de la dinastía Han (206 a. C. a 220 d. C.) comenzó a utilizarse el pincel y los caracteres se escribían con tinta negra sobre rollos de seda. Para el siglo II d. C., una vez inventado el papel, los libros se escribieron en rollos de este material. Luego comenzaron a plegarse los manuscritos en forma de acordeón en el siglo IX.[15]

La tela de lino fue usada en el antiguo Egipto para escribir, y entre los romanos aparece también como material ‘para ciertos rituales’ (cf. Tito Livio, X, 38: liber uetus linteus, entre los samnitas, etc.). Plinio habla de ‘uolumina lintea’ para documentos privados, pues las actas públicas se hacían en plomo. El texto más largo existente en escritura etrusca (Liber Linteus), conservado en el Museo Arqueológico de Zagreb, está escrito en un rollo de lino.[16][17]

Las hojas de palma como soporte de la escritura comenzaron a usarse en Asia ya en el s. V a. C. y su uso continuó hasta el s. XIX.[18]

Corteza de abedul: En el área de Novgorod, Rusia, los arqueólogos han desenterrado aproximadamente 1000 manuscritos, y continúan en ello. Muchos son cartas de estilo coloquial y relatos tallados en rollos de corteza de abedul. La mayoría de ellos datan entre el s. XI y XV. Los manuscritos budistas más antiguos están grabados en rollos de corteza de abedul, y datan de los siglos I a V d. C.[19]​ . La arqueología en el s. XX ha confirmado la existencia de rollos de corteza de abedul que datan probablemente del s. XVI, utilizados por los Ojibwa, el tercer gran pueblo nativo de Norteamérica, con inscripciones de complejos modelos geométricos e imágenes utilizados como ayuda memoria.[20]

La mayoría de los rollos hallados en Qumran eran de piel, aunque había algunos en papiro y un rollo de cobre, el único existente.

En 1979 se encontraron en una tumba en Ketef Hinnom, próximo a Jerusalén, dos rollos de plata con escrituras bíblicas.[21][22]

Un rollo de plomo con la inscripción del Salmo 80, en griego, fue hallado en Rodas. No se han hallado manuscrutos en este material en el antiguo Israel, pero algunos han interpretado el término oferet (Job 19:24), "plomo", como referente a tal soporte de escritura.[23]

Una diferenciación fundamental se relaciona con el sentido de la lectura. Debe discernirse entre: Volumen y Rotulo (ambos términos latinos).[24]

(formato horizontal, del Lat. volvere: arrollar)

Los hebreos escribieron siempre en rollos horizontales. Continuaron con esta práctica hasta mediados del s. X.[25]​ El rollo del Pentateuco es aún escrito y usado en la liturgia hebrea de nuestros días.

Puede decirse que del formato “volumen” derivó en gran medida la tecnología del “códice”. En el siglo IX comenzaron a plegarse los rollos manuscritos en forma de acordeón o biombo. La forma de lectura de un volumen tuvo su inesperada reinterpretación muy parecida (entendido de manera abstracta) a la forma de leer que se hace a través de una pantalla de ordenador a partir de 1960.

La forma de lectura de un volumen tuvo su inesperada reinterpretación muy parecida (entendido de manera abstracta) a la forma de leer que se hace a través de una pantalla de ordenador a partir de 1960. La Real Academia Española lo define como «cuerpo material de un libro encuadernado, ya contenga la obra completa, o uno o más tomos de ella, o ya lo constituyan dos o más escritos diferentes».

Conceptualmente el volumen constituye (ya desde sus comienzos) una separación física. El tomo es una división temática dentro de la obra. El volumen puede contener varios tomos, y el tomo puede hacer varios volúmenes; pero la encuadernacion separa los volúmenes, y la división de la obra distingue los tomos.

(formato vertical, del Lat. rotŭlus = cilindro, Pl. rotuli), también denominado: transversa charta.

Aunque la lectura, y aún la escritura de rollos en formato rotulus era más cómoda en algunos casos (listas, registros - tax rolls, rollos obituarios del medioevo, p.ej.), eran incómodos —al igual que los volumen— cuando durante la lectura o escritura, quería consultarse cualquier parte del texto.

En el S. III d.C. la diversidad de los dos formatos cristalizó en dos grandes corrientes: la semítica y la grecorromana. La corriente semítica conservó la tradición fenicia del formato volumen (estrechas columnas como suspendidas del límite superior).

Pese a que los manuscritos más antiguos del Corán fueron escritos en su mayoría en el formato “códice”, se recuperaron algunos en rollos de pergamino en el formato “rotulus”. (Como expresión de respeto se continuó escribiéndolo sólo en pergamino hasta el S. XIV.) Un completo manuscrito del Corán requería entre 500 y 700 pieles. Los rollos se dividían en varios tomos. La preferencia de un material más pesado y grueso y del formato vertical (rotulus) sobre el horizontal (volumen), puede haber sido dictada tanto para demostrar la mayor autoridad sobre las tradiciones Judeo Cristianas, como para diferenciarse de ellas..

Después de que el rollo fuera casi totalmente remplazado por el códice, ciertos escritos y documentos se continuaron redactando en rollos, en especial en el formato rotulus. Cuando eso se dejó de hacer, en muchos casos el término subsistió para denominar tales documentos o las actividades vinculadas:

Buscando el término rol, vemos en el Diccionario de la RAE:[32]

(Del cat. rol, y este del lat. rotŭlus, cilindro).

1. m. Rolde o rollo.

2. m. lista (‖ enumeración).

3. m. Mar. Licencia que da el comandante de una provincia marítima al capitán o patrón de un buque, y en la cual consta la lista de la marinería que lleva.

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1. m. papel (‖ función que alguien o algo cumple).

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