Roberto Arlt cumple los años el 26 de abril.
Roberto Arlt nació el día 26 de abril de 1900.
La edad actual es 124 años. Roberto Arlt cumplió 124 años el 26 de abril de este año.
Roberto Arlt es del signo de Tauro.
Roberto Arlt nació en Buenos Aires.
Roberto Emilio Godofredo Arlt (Buenos Aires; 26 de abril de 1900 - ib.; 26 de julio de 1942), más conocido como Roberto Arlt, fue un novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor argentino.
Roberto Emilio Godofredo Arlt nació el 26 de abril de 1900. Sus padres, el prusiano Karl Arlt y la austrohúngara Ekatherine Lobstraibitzer, eran un par de inmigrantes pobres recién llegados al país. Su infancia transcurrió en el barrio porteño de Flores. En el ambiente familiar se hablaba alemán. Tuvo dos hermanas que murieron de tuberculosis (una a temprana edad y la otra, Lila, en 1936). La relación con su padre estuvo signada por un trato severo y poco permisivo o directamente sádico.
Fue expulsado de la escuela a los ocho años y se volvió autodidacta. Escapó de su hogar a los dieciséis años. Trabajó en un periódico local, y fue ayudante en una biblioteca; pintor, mecánico, soldador, trabajador portuario y manejó una fábrica de ladrillos. Al fin se decidió por el periodismo. Entre 1920 y 1930 se acercó al Grupo Boedo el cual publicaba en la Editorial Claridad y se reunían en el Café El Japonés. En 1926 escribió su primera novela: El juguete rabioso, a la cual le iba a poner inicialmente como título La vida puerca, pero en esa época Arlt era secretario y amigo de Ricardo Güiraldes, quien le sugirió que el nombre original La vida puerca sería demasiado tosco para los lectores de ese tiempo. Formó una sociedad, ARNA (por Arlt y Naccaratti) y con el poco dinero que el actor Pascual Naccaratti pudo aportar instaló un pequeño laboratorio químico en Lanús. Llegó incluso a patentar unas medias reforzadas con caucho. Durante su labor como periodista, en sus columnas, describió la vida cotidiana en la capital. Una selección de esos artículos puede encontrarse en Aguafuertes porteñas (1928-1933), Aguafuertes españolas (escritas durante su viaje a España y Marruecos entre 1935 y 1936), y en Nuevas aguafuertes. En 1931 le tocó presenciar el fusilamiento del militante anarquista Severino di Giovanni.
Se casó dos veces, primero con Carmen Antinucci y después con Elisabeth Mary Shine el 25 de mayo de 1940 en Pando, Uruguay.
Con esta última, Arlt tuvo un hijo quien nació póstumamente, llamado también Roberto Arlt. Entre 1941 y 1942 vivió en Chile, desde donde enviaba colaboraciones para el diario El Mundo de Buenos Aires.Roberto Arlt murió el 26 de julio de 1942, a la edad de 42 años, en la Ciudad de Buenos Aires, de un paro cardíaco. Sus restos fueron incinerados en el Cementerio de la Chacarita y sus cenizas esparcidas en el río Paraná. En la ceremonia de despedida habló el escritor Nicolás Olivari, y el poeta Horacio Rega Molina leyó un poema. Al día siguiente el diario El Mundo publicó la última de sus famosas aguafuertes: «Un paisaje en las nubes». El suceso no sonó en los diarios porque entre las noticias se encontraba el desagravio a Jorge Luis Borges, por entonces relegado del Premio Nacional de Literatura.
Mientras estuvo viva, su hija Mirta Electra Arlt (fruto de su primer matrimonio), manejó el legado del escritor hasta morir en 2014.
La obra de Roberto Arlt fue duramente criticada durante la primera mitad del siglo XX. Hoy, líderes de opinión fundamentales de la literatura argentina nos cuentan cómo su obra ha llegado a ser un referente trascendente. Abelardo Castillo, por ejemplo, dice que Arlt significa una lectura obligada para por lo menos las dos últimas generaciones de escritores argentinos, pues redefinió lo temático y lo lingüístico y la relación artista-época. Otros, como Guillermo Saccomanno, lo colocan a la altura de Domingo F. Sarmiento, Lucio V. Mansilla, Julio Cortázar y Rodolfo Walsh, algunos de los cuales confesaron su admiración por el autor. Para el escritor y crítico literario Ricardo Piglia, Arlt inauguró la novela moderna argentina, con su estilística nueva.
En sus relatos se describen con naturalismo y humor las bajezas y grandezas de personajes inmersos en ambientes indolentes. De este modo retrata la Argentina de los recién llegados que intentan insertarse en un medio regido por la desigualdad y la opresión. Escribió cuentos que han entrado a la historia de la literatura, como El jorobadito, Luna roja y Noche terrible. Por su manera de escribir directa y alejada de la estética modernista se le describió como «descuidado», lo cual contrasta con la fuerza fundadora que representó en la literatura argentina del siglo XX.
Tras su muerte aumentó su reconocimiento y es considerado como el primer autor moderno de la República Argentina. Escritores como Ricardo Piglia, César Aira o Roberto Bolaño son herederos directos de algunas de sus búsquedas literarias. Del mismo modo, Julio Cortázar lo consideró su maestro.
A partir de la década de 1930 incursionó en el teatro y en la última etapa de su vida solo escribió en este género. Sus obras se estrenaron en el circuito de teatro independiente de Buenos Aires, más exactamente en el Teatro del Pueblo, dirigido por Leónidas Barletta. Rompió con el realismo y abordó los problemas de la alienación a través del desdoblamiento de la escena. Solo El fabricante de fantasmas se estrenó en el circuito comercial, siendo un gran fracaso. Tras su muerte en 1942, Trescientos millones, Saverio, el cruel y La isla desierta han sido las obras más representadas. Su anarquismo utópico aparece en las ya mencionadas Trescientos millones (1932), en El fabricante de fantasmas (1936) y en La fiesta del hierro (1940). Se lo considera como un precursor del teatro social argentino y de corrientes posteriores, como el absurdismo y el existencialismo.
Se han realizado puestas en escena a partir de algunos de sus textos narrativos como El juguete rabioso y Los siete locos.
En relación con la adaptación cinematográfica y televisiva se destacan las siguientes obras audiovisuales:
En Megáfono, n.º 9 (1931), revista dirigida por Sigfrido Radaselli, Edwin Rubens y Víctor Max Wullich, hay un comentario sobre Los lanzallamas, de Roberto Arlt, firmado por un tal Lisandro Alonso:
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