El relato hiperbreve, también conocido como nanorrelato o cuento de una línea, es una forma narrativa caracterizada fundamentalmente por su extrema brevedad. Dicha brevedad extrema lo diferencia del microrrelato, ya que en este el número de palabras, líneas, o caracteres es más flexible.
No hay una longitud de palabras, o incluso de líneas o frases, que permitan delimitar el género, igual que no hay una longitud exacta que permita delimitar cualquier otra forma narrativa (microrrelato, cuento, novela...). No obstante, y aunque la longitud no es su único rasgo definitorio, se puede afirmar que un nanorrelato deja de serlo cuando su extensión sobrepasa (contando letras, espacios y puntuación) los 140 (límite permitido por Twitter) o 150 caracteres (en relación con la posibilidad de envío a través de mensaje SMS por teléfono móvil), lo que pone de manifiesto una de las características esenciales del hiperbreve: su estrecha relación con las nuevas tecnologías. Más allá de esa longitud hace por lo general que la narración deje de ser inmediata, como según David Lagmanovich requiere el género:
El hiperbreve más conocido en lengua castellana es El Dinosaurio, de Augusto Monterroso, que con tan sólo nueve palabras (título incluido) es un clásico de la literatura.
Un relato hiperbreve tiene que reunir una serie de requisitos, aunque lo fundamental es su capacidad de interesar, sorprender o emocionar al lector utilizando el mínimo de recursos.
En resumen, lo más importante en un relato hiperbreve es interesar y emocionar empleando el mínimo de recursos. Como cualquier narración de ficción, un nanorrelato muestra unos hechos inventados. A menudo estos hechos toman la forma de conflicto vivido por un personaje. Dado el escaso número de palabras con el que un hiperbreve debe ser escrito, al lector sólo se le muestra por lo general un instante o parte de la historia (el desecadenante del conflicto, el clímax o la situación final, por ejemplo), dejando a su imaginación o a su capacidad de deducción la tarea de componer el cuadro en toda su magnitud.
No todos los nanorrelatos llevan título, pero, cuando lo llevan, se suele aprovechar para narrar en él parte de la ficción.
Como ejemplo de esto último, un Nanorrelato sin título (seis palabras) atribuido a Ernest Hemingway (apócrifo):
Otros ejemplos de hiperbreves son:
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