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Reglas y consejos sobre investigación científica (Ramón y Cajal)



Reglas y consejos sobre investigación científica (Reglas y consejos sobre investigación biológica. (Los Tónicos de la voluntad) Discurso leído con ocasión de la recepción del autor en la Real Academia de Ciencias Exactes, Físicas y Naturales.) es un libro publicado en 1899 que deriva del discurso de ingreso de Santiago Ramón y Cajal, eminente histólogo, en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1897.[1]

El título original de la edición de 1899 es "Reglas y consejos sobre investigación biológica" que sería cambiado desde la cuarta edición de 1916 por "Reglas y consejos sobre investigación científica: los tónicos de la voluntad"

El discurso de ingreso en la Academia, del 5 de diciembre de 1897, fue editado, corregido y aumentado, por primera vez en 1899 a iniciativa del doctor Ramón Lluria, con el propósito de usar los beneficios que generasen sus ventas para dotar la creación del Instituto Cajal.[2]​ La obra se subtitula Los tónicos de la voluntad.

En sus primeros capítulos ofrece una serie de consejos y advertencias a los jóvenes estudiantes con la intención de motivarles y provocar su inquietud y pasión por los trabajos de laboratorio. En los capítulos finales se centra en los deberes del Estado con la Ciencia y sus obligaciones frente a la necesidad promocional de los avances científicos. El también premio Nobel español, Severo Ochoa, enriquece la edición del año 2007 de Espasa Calpe, con un sincero prólogo donde expresa su admiración por Cajal y comparte con él la preocupación por el fomento de la investigación científica en España.

Consideraciones sobre métodos generales. Infecundidad de las reglas abstractas. La necesidad de ilustrar la inteligencia y de testificar la voluntad y la división del libro.

Nos recuerda que los sabios, unas veces tienen una fase creadora y otras seniles. En ciencias cualquier dato es importantísimo y las ideas a la hora de inventar son infinitas. La ciencia teórica existe y además hace que la ciencia aplicada funcione, sin embargo la ciencia teórica puede ser relativamente independiente.

El autor habla de las cualidades que debe poseer un investigador: la independencia mental, la curiosidad intelectual, la perseverancia en el trabajo, la religión de la patria y el amor a la gloria. Además del rasgo dominante el juicio, y una afición hacia la originalidad.

El libro se enmarca en las corrientes regeneracionistas españolas tras el desastre del 98, y en la renovación pedagógica y científica. Tuvo una gran difusión en las décadas de los 20 y 30. Por ejemplo, Juan Negrín usaba, como criterio selectivo, la lectura y comentario de un capítulo del mismo para el acceso a las plazas de jefes de clases prácticas.[3]



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