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Rectángulo áureo



El rectángulo dorado (denominado también rectángulo áureo) es un rectángulo que posee una proporcionalidad entre sus lados igual a la razón áurea.[1]​ Es decir que es aquel rectángulo que al substraer la imagen de un cuadrado igual al de su lado menor, el rectángulo resultante es igualmente un rectángulo dorado. A partir de este rectángulo se puede obtener la espiral dorada, que es una espiral logarítmica.

En la matemática clásica se construye a partir de la regla y compás siguiendo los pasos:

De acuerdo con el matemático y divulgador científico Mario Greco, desde la publicación del libro de Luca Pacioli titulado Divina Proportione in 1509,[2]​ Fue cuando la razón dorada aparece descrita en los tratados de arte y de arquitectura,"[3]​ haciendo que muchos artistas y arquitectos emplearan su cantidad en el diseño por considerarlo estéticamente agradable.[4]

Si la longitud del lado mayor se denomina x, se tiene entonces por definición que se respeta la siguiente igualdad:

Esto lleva a tener que resolver la ecuación de segundo grado:

En la que una de las dos raíces es la proporción dorada.

Euclides obtiene el rectángulo áureo AEFD a partir del cuadrado ABCD. El rectángulo BEFC es asimismo áureo. Se trata de una de las demostraciones más conocidas desde la antigüedad. El rectángulo cuyos vértices se definen por los puntos AEFD se define como áureo debido a que sus lado mayor AE y su lado corto AD presentan la proporción del número áureo. El matemático griego Euclides, en su proposición 2.11 de la obra Los elementos, obtiene su construcción. Siendo el triángulo GBC pitagórico, se tiene que GC (la hipotenusa) tiene como valor:

Con centro en G, prolongando hasta la recta AE, se obtiene por intersección el punto E, y por lo tanto:

con todo ello se puede ver que resulta evidente que los lados:

de donde, finalmente:

Por otra parte, los rectángulos AEFD y BEFC son semejantes, de modo que este último es asimismo un rectángulo áureo.

El rectángulo áureo fue calificado por los griegos de la clásica Hélade como una de las figuras geométricas más bellamente estructuradas. Por un largo lapso de siglos, los arquitectos utilizaron este cuadrilátero de noble proporción para la planeación de templos, rascacielos y edificaciones de diversa índole. Los compatriotas de Sócrates construyeron el Partenón de Atenas en el siglo V a.C. El rectángulo que encierra la fachada delantera es un rectángulo áureo.[5]



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