Psique (en latín Psyche, en griego Ψυχή), divinidad romana y protagonista de un mito romano, es la personificación del alma.
Según la historia, inmortalizada por Apuleyo en su Metamorfosis (El asno de oro), Psique era la menor y más hermosa de tres hermanas, hijas de un rey de Anatolia. Venus, celosa de su belleza, envió a su hijo Cupido para que le lanzara una flecha que la haría enamorarse del hombre más horrible y ruin que encontrase. Sin embargo, Cupido se enamoró de ella y lanzó la flecha al mar; cuando Psique se durmió, se la llevó volando hasta su palacio.
Para evitar la ira de su madre, una vez que tiene a Psique en su palacio, Cupido se presenta siempre de noche, en la oscuridad, y prohíbe a Psique cualquier indagación sobre su identidad. Cada noche, en medio de la oscuridad, se amaban.
Una noche, Psique le contó a su amado que echaba de menos a sus hermanas y quería verlas. Cupido aceptó, pero también le advirtió que sus hermanas querrían acabar con su dicha. A la mañana siguiente, Psique estuvo con sus hermanas, que le preguntaron, envidiosas, quién era su maravilloso marido. Psique, incapaz de explicarles cómo era su marido, puesto que jamás lo había visto, titubeó y les contó que era un joven que estaba de caza, pero acabó confesando la verdad: que realmente no sabía quién era. Así, las hermanas de Psique la convencieron para que en mitad de la noche encendiera una lámpara y observara a su amado, asegurándose que sólo un monstruo querría ocultar su verdadera apariencia. Psique les hace caso y enciende una lámpara para ver a su marido. Una gota de aceite hirviendo (de la que Apuleyo hace un tópico medieval: stilla olei ardentis) cae sobre la cara de Cupido dormido, que despierta y abandona, decepcionado, a su amante.
Cuando Psique se da cuenta de lo que ha hecho, ruega a Venus que le conceda recuperar el amor de Cupido, pero la diosa, rencorosa, le ordena realizar cuatro tareas, casi imposibles para un mortal, antes de recuperar a su amante divino. Como cuarto trabajo, Venus afirmó el estrés de cuidar a su hijo, deprimido y enfermo como resultado de la infidelidad de Psique, que además había provocado que perdiese parte de su belleza.
Psique tenía que ir con Plutón (mitología) y pedir a Proserpina, la reina del inframundo, un poco de su belleza que Psique guardaría en una caja negra que Venus le dio, ya que la hermosura del inframundo es mortal al tacto humano. Psique subió a una torre, decidiendo que el camino más corto al inframundo sería la muerte pero una misteriosa voz la detuvo en el último momento y le indicó una ruta secreta que le permitiría entrar y regresar aun estando con vida, además de aconsejarle cómo engañar al perro Cerbero, contentar a Caronte y cómo cruzar los otros peligros de dicho sendero. Siguiendo las indicaciones, Psique apaciguó a Cerbero con un pastel de cebada y pagó a Caronte un óbolo para que le llevase al Hades. En el camino, vio manos que salían del agua. Una voz le dijo que les tirase un pastel de cebada, pero ella rehusó. Una vez allí, Proserpina conmovida por su hazaña, dijo que estaría encantada de hacerle el favor a Venus. Una vez más pagó a Caronte y le dio el otro pastel a Cerbero para volver.
Psique abandonó el inframundo y decidió abrir la caja y tomar un poco de la belleza para sí misma, pensando que si hacia esto, Cupido la amaría con toda seguridad. Para su sorpresa del interior brotó un «sueño estigio», es decir, un vapor narcótico que sume en la amnesia a los muertos cuando llegan al Hades. Cupido, que la había perdonado y seguido en secreto por su aventura, voló hasta su cuerpo y limpió el sueño de sus ojos, suplicando entonces a Júpiter y Venus su permiso para casarse con Psique. Estos accedieron y Júpiter hizo inmortal a Psique. Venus, olvidando sus rencores bailó en la boda de Cupido y Psique, y fruto de su unión tuvieron una hija llamada Hedoné (para los griegos) o Voluptas (para la mitología romana), la voluptuosidad.
El verbo griego ψύχω, psycho, significa «soplar». A partir de este verbo se forma el sustantivo ψυχή, que alude en un primer momento al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el ser humano. Dado que ese aliento permanece en el individuo hasta su muerte, ψυχή pasa a significar la vida. Cuando la psique escapa del cadáver, lleva una existencia autónoma: los griegos la imaginaban como una figura antropomorfa y alada, un doble o eidolon del difunto, que generalmente iba a parar al Hades, donde pervivió de modo sombrío y fantasmal. Según cuenta muchas veces Homero, la psyché sale volando de la boca del que muere como si fuera una mariposa (que en griego se escribe también psyché); razón por la que algunas personas ven en la mariposa un psicopompo.
Amor y Psique, por Louis Jean Francois Lagrenée
Eros y Psique, por Annie Louisa Swynnerton
Eros y Psique niños, por Bouguereau
Eros y Psique, por François Gérard
Amor y Psique, por Bertel Thorvaldsen
Amor y Psique, por Jacopo Zucchi
Paisaje con Psique en el exterior del palacio de Cupido, por Claudio de Lorena
El baño de Psique, por Frederic Leighton (1879).
Psique abandonada, por Jacques-Louis David (1795).
Psyché en un sarcófago romano (ca. 185)
Bodas de Psiquis y Cupido, Perino del Vaga
François Édouard Picot, L'Amour et Psyché (1817).
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