El Programa de Erfurt (en alemán: Erfurter Programm) fue el programa político adoptado por el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) durante el congreso celebrado en Erfurt en 1891. Este documento, elaborado bajo el liderazgo político de Eduard Bernstein, August Bebel y Karl Kautsky, sustituyendo al anterior Programa de Gotha.
La primera parte del texto, aquella más teórica y de marco histórico, fue redactada por Kautsky, mientras la más práctica sobre los objetivos del partido fue escrita por Bernstein.
En la primera parte se reafirmaba la inevitabilidad de la revolución socialista, en cuanto el capitalismo tendía a agravar cada vez más los conflictos sociales y por ello creaba por sí mismo las condiciones para su propia caída. El programa declaraba por tanto inminente la muerte del capitalismo y afirmaba la «necesidad histórica» de la propiedad socialista de los medios de producción.
En la segunda parte se aclaraba que el partido pretendía alcanzar estos objetivos a través de la participación política legal en lugar de a través de la actividad revolucionaria. Como el capitalismo, por su propia naturaleza, estaba a punto de colapsar, el objetivo inmediato de los socialistas era mejorar las condiciones de vida de los trabajadores más que la revolución, que era inevitable.
En 1892 Kautsky escribió también el comentario oficial del partido al Programa de Erfurt , que se titulaba «La lucha de clases». La versión divulgativa del marxismo contenida en las obras de Kautsky y Bebel fue muy difundida y leída en Europa entre finales del siglo XIX y 1914, más que las obras del propio Karl Marx. En particular, «La lucha de clases» fue traducida a dieciséis lenguas hasta 1914 y fue considerada por los partidos socialistas adheridos a la Segunda Internacional como el nuevo Manifiesto.
Este texto llevó a definir como ortodoxa la teoría marxista elaborada en las décadas anteriores a 1917, cuando la Revolución de Octubre produjo una profunda ruptura en el movimiento socialista internacional. Tras la Revolución, el marxismo expuesto en «La lucha de clases» fue considerada por los marxistas revolucionarios como una versión simplificada, y contaminada de positivismo, del marxismo, siendo por ello llamada marxismo vulgar o marxismo de la Segunda Internacional. No obstante, en 1899 Lenin alababa el Programa de Erfurt y afirmaba querer imitarlo.
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