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Profeminismo



El profeminismo es una corriente social de apoyo a la causa del feminismo. No implica que los seguidores sean necesariamente miembros del movimiento feminista. El término se aplica con mayor frecuencia a hombres que impulsan activamente el feminismo y sus esfuerzos por lograr igualdad política, económica, cultural, personal y social de mujeres y hombres.[1]​ Una cantidad considerable de hombres profeministas están involucrados en activismo político, mayormente en lo referente a igualdad de género, derechos de las mujeres y violencia contra las mujeres.

Como la teoría feminista obtuvo adeptos de hombres que en el decenio de los 1960 participaban en grupos de concienciación creciente, estos grupos se diferenciaron por preferencias respecto de corrientes de feminismo y enfoques políticos particulares. La aplicación del término "feministas" a hombres se presta a debate. Se ha opinado que "feminismo" se reserva a mujeres que padecieron la desigualdad y la opresión que este –ismo procuró abordar. En respuesta a esta objeción, varios grupos acuñaron y defendieron términos como antisexismo y profeminismo.[2]

En la mayoría de las naciones del mundo occidental hay grupos de varones profeministas. Sus actividades incluyen trabajo contra la violencia a niños y varones jóvenes en escuelas, en las cuales ofrecen talleres de acoso sexual en lugares de trabajo, y ejecutan campañas de educación de la comunidad y de asesoramiento a agresores masculinos violentos.

Los profeministas también están involucrados en salud del hombre, estudios de masculinidad, desarrollo de planes de estudios de equidad de género en escuelas, y muchas tareas más. Los hombres profeministas que impulsan el movimiento de las antipornografía participan en activismo y en legislación contra esta actividad.

A veces, este trabajo se efectúa en colaboración con feministas y servicios a mujeres, como violencia doméstica y centros de crisis para atención de casos de violación.

En ocasiones, el término "profeminista" también lo utilizan personas que comparten los principios feministas o que abogan a favor de sus causas, pero que, per se, no se consideran a sí mismos feministas. También lo utilizan quienes no se identifican –o no desean que otros se identifiquen– con el movimiento feminista. Algunas personas desean no referirse a los hombres como "feministas" en absoluto, sino como "profeministas", incluso si los varones en cuestión se refieren a sí mismos como "feministas".

Se critica a los hombres "profeministas" que se niegan a identificarse como feministas. La mayoría de los grupos feministas importantes, en particular la Organización Nacional de la Mujer y la Fundación Mayoría Feminista, se refieren a activistas masculinos como feministas, en vez de profeministas.[cita requerida]

Los hombres respondieron en una variedad de modalidades a la primera ola del feminismo y a los cambios sociales de finales del siglo XIX y principios del 20 en Estados Unidos. Hombres profeministas acogieron ideas feministas y abogaron activamente por la igualdad femenina. Mientras antifeministas "articularon un anhelo nostálgico de la aldea tradicional preurbana, preindustrial, la posición profeminista se articuló con creencia en el potencial liberador de la modernidad."[3]

En esencia, en virtud de su fe en la ciencia y en el progreso, los profeministas opinaban que "el sufragio no era más que una expresión pública del desafío feminista al orden social que unía a mujeres y a hombres a condiciones sociales represivas" y que, a largo plazo, para los estadounidenses de ambos sexos sería una inmensa ganancia.[3]

Algunos consideran que los varones profeministas constituyen una corriente del moderno movimiento de los hombres, simpatético con el feminismo. Los profeministas procuran añadir voces masculinas al feminismo y abogar por cambios en mujeres y hombres en sus relaciones de género y estructuras sociales, políticas e institucionales. Algunas feministas sostienen que la inclusión del varón en el movimiento feminista es necesario para universalización y relevancia futura de tal movimiento.[4]

Marge Piercy (1969) argumentó que, a pesar de condiciones y acciones dudosas, hombres políticos liberales a veces se adhieren a demandas feministas para obtener votos.[5]​ A menudo, los profeministas son activistas sociales, como August Bebel.[6]

Algunos profeministas han participado en prevención de violencia contra la mujer y en apoyo a sus sobrevivientes. Activistas contra la violencia trabajan en centros de acogida para mujeres maltratadas, asesoramiento a sobrevivientes, rehabilitación de los perpetradores y divulgación de conciencia del problema. Muchos activistas varones[7]​ apoyan estas campañas contra la violencia en dos frentes fuertes:

En respuesta a la masacre de la École Polytechnique, en Montreal, Quebec, Canadá, se fundó la Campaña del Lazo Blanco.[8]​ El objetivo del movimiento es difundir el conocimiento acerca del tema de la violencia contra las mujeres mediante educación de los hombres acerca del problema.[9]

Aunque la participación de hombres en el activismo antiviolación en las campañas estadounidenses sigue siendo poco común, algunos han demostrado ser valiosos aliados en refugios, grupos de apoyo y equipos de respuesta a la violación.[10]​ Algunos activistas varones[10]​ afirman que sus esfuerzos se enfrentan a desconfianza y a ira.

En mucha literatura acerca de activistas masculinos contra la violación se narra que en algunos surgen súbitas epifanías (revelaciones) acerca del impacto emocional y psicológico que la violación inflige a sus víctimas. Estudiosos del tema suelen afirmar que, con el propósito de poner fin a tal agresión y a la violencia contra las mujeres, los hombres deben tomar conciencia de estos problemas, y que de lo contrario no hay esperanza de erradicar la violación.[10][11]

Además de las luchas que enfrentan los hombres como parte de su trabajo con el activismo antiviolación, muchos varones claridosos despotrican respecto de los costos sociales de informes de violación, específicamente que son vistos como no masculinos. La desviación de los hombres respecto de la masculinidad hegemónica puede conducir a exclusión de sus pares masculinos.[11]​ Activistas varones afirman que, a menos que la masculinidad se pueda redefinir para incluir tanto el cuidado de las mujeres y su vulnerabilidad por problemas emocionales como la violación, los hombres seguirán evitando la adopción de medidas contra este delito.[10][11]

Algunos estudiosos profeministas creen que la representación gráfica de la sexualidad en la pornografía ha contribuido al aumento de la violencia sexual, la misoginia y la perpetuación de la desigualdad entre ambos sexos. Sugieren que la normalización de los actos sexuales dominados por hombres violentos y degradantes ha inducido a los usuarios de la pornografía a incorporar violencia en sus propias vidas.[12]

Los profeministas pueden afirmar que estas tendencias en la pornografía repercuten en aumento de actos de violencia sexual y que contribuyen a la normalización de la cultura de violación. Al igual que en algunas zonas del feminismo, los profeministas también pueden creer que la pornografía reduce a las mujeres y a las adolescentes a objetos sexuales.[12]

Como no existe un movimiento social centralizado, la motivación y los objetivos de los profeministas son diferentes. En un sitio web profeminista se afirma que entre esas motivaciones están:

Algunos temas adversos por los que comúnmente los profeministas combaten son violencia contra las mujeres, sexismo, desigualdades en remuneración y promoción en el trabajo, tráfico sexual y derechos de las mujeres a métodos anticonceptivos.[14]

Los profeministas que apoyan a las feministas antipornografía también hacen campaña contra esta actividad. En general creen que:

Dentro del feminismo como entre los profeministas hay diversidad sustancial y, en el feminismo, además, desacuerdo. Por ejemplo, existe discordancia en el grado en que a los hombres también se les limita o se les perjudica por las relaciones sociales de género. Algunos hombres subrayan el privilegio recibido por el hecho de ser varones en una sociedad patriarcal o machista. Otros enfatizan que las modalidades de los roles de género establecidos por una sociedad patriarcal constriñen tanto a hombres como a mujeres.[cita requerida]

Algunos profeministas argumentan que quienes hacen hincapié en esta última, o que incluso afirman que, tal como las mujeres, los hombres también están "oprimidos", en realidad no son –o no son suficientemente– profeministas. Otros hacen distinción entre "profeministas radicales" y "profeministas liberales", y resaltan sus similitudes y compromisos compartidos.[cita requerida]

Los profeministas normalmente reconocen también la importancia de otras modalidades de injusticia y otros tipos de relaciones sociales. Asumen que la clase, la raza, la sexualidad, la edad y otras tales cosas son influencias importantes en las relaciones entre (e intra) hombres y mujeres. Profeministas políticamente activos han tendido a concentrarse en una serie de asuntos específicos, como la violencia varonil.[cita requerida]

Los primeros escritos en los EE. UU. que el movimiento de hombres profeministas ha identificado como antecedentes de su pensamiento incluyen:

Tres supuestos básicos de estos textos son:

Sobre la base de este último supuesto, en tales textos se asumió un corolario: si los hombres hubieran sido conscientes de estas condiciones, habrían renunciado a sus privilegios sociales.[15]

En parte, feministas y profeministas creen inapropiado que hombres se autodenominen "feministas". Este argumento reviste variantes:

Dentro de este "movimiento" también hay desacuerdo interno, por ejemplo con movimientos socialistas, conflictos antirracistas, etcétera. Quienes afirman que "feminista" puede aplicarse por igual a hombres y a mujeres, a menudo advierten que los argumentos esgrimidos por los defensores del término "profeminista" se basan en nociones de determinismo biológico y esencialismo, pero en realidad son contrarios a los principios feministas.[17]

Una clara distinción entre "feminista" y "profeminista" también se dificulta por personas transexuales y transgénero, cuyos cuerpos de género mutado y su rendimiento (en el sentido que Judith Butler define este concepto) causan que incluso la distinción biológica más básica entre las categorías de hombres y mujeres sea tarea difícil. Los profeministas dicen ser antisexistas y antipatriarcales, pero argumentan que no son antimasculinistas. Algunos creen que en los varones existe potencial para el bien y que dentro del movimiento de los hombres hay así mismo factibilidad de "contragolpe", para que el movimiento gire hacia la defensa de lo que consideran privilegio y posición de los machos.[cita requerida]

Algunos opinan que esto ya ha ocurrido.[18]​ Mientras que todos los profeministas asumen que los hombres deben actuar para desmantelar la injusticia de género, algunos argumentan que un movimiento varonil no es la manera idónea de hacerlo.[18]Abogan por el contrario, que los profeministas instituyan alianzas y coaliciones con otros grupos y movimientos progresistas (como feminismo, liberación de gays y lesbianas, movimientos de izquierda y socialistas o luchas antirracistas.[cita requerida]



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