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Proclo



Proclo, llamado «el Sucesor» o «Diádoco» (griego Πρόκλος ὁ Διάδοχος Próklos ho Diádokhos) (Constantinopla, 8 de febrero de 412 - Atenas, 17 de abril de 485), fue un filósofo neoplatónico griego, el representante más importante de la escuela neoplatónica de Atenas, junto a Plutarco de Atenas, Siriano (sucesor de este último) y Domnino.[1]​ Fue a su vez uno de los últimos grandes filósofos clásicos.

Proclo nació el 8 de febrero de 412 d. C. (el dato nos es conocido a través de un horóscopo que realizó su discípulo Marino) en Constantinopla, dentro de una rica familia de origen licio. Fue criado en la ciudad de Janto, en Licia. Estudió retórica, filosofía y matemáticas en Alejandría, donde comenzó a seguir la carrera de jurista de su padre. Volvió a Constantinopla, donde ejerció con éxito su profesión pero, decidido a dedicarse por entero a la filosofía regresó a Alejandría para estudiarla con el filósofo académico Olimpiodoro el Viejo y matemáticas con Herón. Insatisfecho con la vida intelectual de Alejandría, se dirigió a Atenas, centro intelectual del mundo occidental en la época. Allí, en 431 estudió en la escuela neoplatónica con maestros como Plutarco de Atenas, Siriano y Asclepigenia. Sucedió a Siriano como cabeza de la Academia y a su muerte fue sucedido a su vez por Marino de Nápoles.

Dicha escuela formó parte de un conjunto más amplio de nuevas escuelas neoplatónicas:

Después de la creación del neoplatonismo por parte de Plotino, tres seguidores de este destacan en la expansión de dicha corriente filosófica: Porfirio, Jámblico y Proclo. Porfirio fue el más intelectual, centrándose en los elementos filosóficos del neoplatonismo. Sin embargo, Jamblico y Proclo se atrevieron a vincular la filosofía neoplatónica con las diferentes teologías y movimientos religiosos de la época. En esta labor, el que destaca por la amplitud de su visión ontológica es Proclo. En su sistema se intenta, con bastante acierto, una vinculación del monoteísmo neoplatónico con el politeísmo grecorromano propio de la época. Su teoría de la participación de los seres respecto de los principios originarios, en forma de series descendentes, intenta ofrecer una visión completa de todo lo existente desde el UNO hasta la materia inerte. Es peculiarmente destacable el papel generativo de los diferentes dioses, que en absoluto estorba en su sistema racional.

Su obra fundamental es Elementos de teología. Obra, por cierto, muy leída por Hegel, según indica él mismo. La influencia de esta obra procliana en la Fenomenología del espíritu de Hegel resulta, tras una lectura atenta, más que evidente, tanto en la noción hegeliana de las tres fases de la Idea —en sí, fuera de sí y de vuelta a sí—, que en Proclo hacen referencia a «el Uno en sí» (ein), «la procesión de los seres» (proodós), y «la reversión hacia el origen» (epistrofé), como en el intento de armonizar filosofía con teología, dentro de un esquema de clara tendencia panteísta. La obra, que consta de catorce capítulos, trata temas relacionados fundamentalmente con la ontología, la epistemología y la antropología. Son de particular interés los estudios exhaustivos que realiza del proceso completo de la Emanación, la naturaleza de los dioses y la dinámica de las almas en dicho proceso. La noción novedosa del libro es la de «hénades» o «hénadas». Son reflejos del Uno, que poseen identidad propia e independencia ontológica (aunque sean participaciones del Uno). De modo que se les puede considerar como «divinidades», o «bondades» o «unidades divinas». Así, gracias a la idea general de la emanación del Uno y la participación de todos los seres en Él, y la existencia de estas hénadas, Proclo acierta a compaginar el monoteísmo, el politeísmo y la existencia de un universo material, todo ello en un sistema coherente.

Durante la Edad Media, a partir del siglo XII, circuló una versión resumida y en latín de los Elementos de teología, en este caso con el nombre de Liber de causis, y siendo atribuido equívocamente a Aristóteles. La obra tuvo un gran peso sobre el desarrollo de la filosofía y teología medievales, tanto en el ámbito cristiano como en el ámbito musulmán.

Fue por tanto un neoplatónico griego, y uno de los últimos grandes filósofos griegos. Decía ser la reencarnación de Nicómaco de Gerasa.[2]​ Desarrolló uno de los sistemas neoplatónicos más elaborados y complejos.

La obra principal de Proclo sería la siguiente:[3]

Varias obras menores o fragmentos de obras sobrevivieron. Se han perdido varios comentarios importantes.

El Liber de causis (Libro de las causas) no es una obra de Proclo, sino un resumen de sus Elementos de teología, probablemente escrita por un intérprete árabe. En la Edad Media se pensaba erróneamente que era obra de Aristóteles, pero Aquino no la reconoció.

Una lista de ediciones modernas y traducciones de sus obras supervivientes está disponible en:



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