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Pobres gentes



Pobres gentes (en ruso: Бедные люди, Bédnyie liudi) o también Pobre gente, fue la primera obra del novelista ruso Fiódor Dostoyevski. La novela fue aplaudida por el influyente crítico Visarión Belinski, quien aseguró que, con ella, Dostoyevski había creado la novela social. La novela fue publicada el 15 de enero de 1846 en el almanaque St. Petersburg Collection.[2]

Dostoyevski empezó a escribir Pobres gentes en 1844, cuando era teniente de Ingenieros con veintitrés años, y la terminó en mayo de 1845. En enero de 1846 la novela fue publicada en el Petersburgski sbórnik, editado por Nikolái Nekrásov.[3]​ Según el crítico Visarión Belinski, en esta su primera obra, Dostoyevski había creado la "novela social". El crítico explicaba el proceso íntimo por el cual el escritor habíase elevado en su vuelo hasta esa altura, mediante su intuición creadora. Dostoyevski había procedido como artista y no como pensador ni desarrollador de tesis: profunda apreciación a la que hacen justicia los críticos y biógrafos posteriores del novelista.

Posteriormente, y tras el éxito conseguido, Dostoyevski decidió publicar la novela de manera independiente en un único volumen. En esa nueva edición, el autor modificó algunos pasajes de la obra original y distintas correcciones, especialmente anáforas u otras repeticiones léxicas, como señaló el propio Belinski en su crítica. En 1847 fue publicada en San Petersburgo la primera edición de la obra por separado con las nuevas y definitivas correcciones. Entre 1860 y 1865, Dostoyevski introdujo nuevas y más profundas modificaciones en la obra original de Pobres gentes debido a que estaba preparando la recopilación de su obra literaria. La narración de 1865 se ha convertido, de manera casi unánime, en la versión que ha servido para reediciones en ruso y traducción del texto a las diferentes lenguas.[3]

En cuanto a la genealogía literaria de la obra, los críticos rusos la hacen descender directamente de Gógol. Ya Nekrásov, al llevarle el manuscrito de Pobres gentes a Bielinski, le anunciaba: "-¡Le traigo a usted un nuevo Gógol!".[4]

Dostoyevski se había inspirado para su libro en El capote, de Nikolái Gógol, novela corta cuyo patetismo le hizo gran impresión y a la que alude en cierta página de la suya. Makar Alekséievich Dévushkin, el viejo funcionario paternalmente enamorado de Varvara Alekséievna Dobrosiólova, la huérfana, es un trasunto de Akaki Akákievich Bashmachkin, el protagonista de El capote. Este personaje, más o menos, prestará también sus rasgos a todos esos empleadillos modestos, ridículos y conmovedores, que desfilan por las primeras novelas de Dostoyevski, y que tienen entre sí un indudable parentesco psicológico, hasta parecer el mismo individuo en distintas etapas de evolución de un complejo de inferioridad, que llega a la manía persecutoria. La locura de Goliadkin, el protagonista de El doble, por ejemplo, está ya en germen en la psicología, al parecer tan plácida, de Makar Alekséievich. También éste se cree vejado, perseguido, humillado.

También padece obsesión por la idea del sino. «Es el sino -dice-, y contra el sino no hay quien pueda.» Al abrírsele las puertas del manicomio, Goliadkin dirá por centésima vez: «¡Ya me lo tenía yo sabido!» (Nótese la raigambre romántica, cristiana y evangélica del sino, que en teoría es la predestinación.) Pobres gentes está saturada, en razón de su amor a los humildes, de un humorismo patético y enternecedor, que se da en todas las obras de Dostoyevski y que desde este momento señalamos.

El amor, imperativo social, resalta en esas páginas en que, por boca de Makar Alekséievich, habla Dostoyevski, con penetrante emoción, de los mendigos, de las familias miserables, de todo ese dolor que se resume en la frase Pobres gentes. Makar Alekséievich, humilde funcionario, protege a Varvara Alekséievna, la huérfana, y reparte su escaso peculio entre los necesitados que lo rodean, llevado sencillamente de su corazón efusivo y bueno.

Makar Alekséievich Dévushkin y Varvara Alekséievna Dobrosiólova son parientes lejanos que viven en San Petersburgo y se escriben correspondencia de manera habitual y regular.[5]​ Varvara Alekséievna, referida cariñosamente por Makar como Várenka, es huérfana de padre y madre y, al morir su padre, fue a vivir con Anna Fiódorovna, que se convirtió en su señora. Ésta fue anteriormente cruel con Varvara pero, al menos, le presta acomodamiento a ella y a Fedora, la compañera de piso de Varvara y costureras ambas. Por su parte, Makar Alekséievich es un funcionario del Estado.

En sus cartas, Makar y Varvara intercambian opiniones sobre la sociedad, el trabajo, sus problemas personales y la extrema pobreza en la que viven ambos, que es hilo conductor de toda la novela. Makar habla a Varvara de su vecino y funcionario Gorshkov, que ha perdido todo su dinero en un juicio poco justo y que vive en la miseria; o Rataziáiev,[5]​ un escritor sin mucho éxito pero que inspira a Makar para que éste comience a adquirir estilo en sus escritos. Varvara, mientras tanto, envía a su pariente su cuaderno en el que narra su anterior vida en provincias y de cómo conoció a Pokrovski, así como el acoso sentimental al que le somete Býkov, su pretendiente enviado por Anna Fiódorovna.

Progresivamente Varvara Alekséievna enferma y su situación personal se hace insostenible, por lo que termina aceptando la propuesta de Býkov de casarse con ella y marcharse a la estepa siberiana. Makar, finalmente, no tiene otra salida que aceptar el matrimonio de Varvara y la ayuda a reunir todos los materiales que necesita para su boda y su inminente partida. Varvara se despide en una profunda tristeza y preguntándose cómo podrán continuar su correspondencia. Makar lamenta lo ocurrido y se arrepiente de que su "amada" consintiera casarse con Býkov. Finalmente se resiste a creer que es la última carta, pero Makar ya no recibirá más correspondencia de Varvara.

En la edición alemana de sus Obras completas, el compilador Moeller van den Bruck encabeza la versión de Pobres gentes con un proemio en el que hace resaltar también cómo Dostoyevski plantea en estas páginas un problema social y lo resuelve intuitivamente en nombre del amor, con la efusiva videncia del arte, y no al modo de los filósofos racionalistas, que se elevan a ese amor o filantropía mediante largos y fríos razonamientos. Tampoco a la manera de Marx y sus partidarios, que solo se atienen a la consideración del hecho económico en la historia y la psicología.

Dostoyevski, de espíritu cristiano, asiduo meditador del Evangelio, desborda aquí su amor innato a las criaturas todas, haciendo del amor su imperativo social. Actitud romántica, desde luego, que dista un abismo de la filosofía del Übermensch (superhombre) que Nietzsche proclamará más tarde, y en la que el amor quedará aplastado bajo la voluntad de vivir y dominar. Con Pobre gentes inicia Dostoyevski una literatura evangélica, en la que serán personajes predilectos y descollantes los pobres de espíritu, los mansos, las cortesanas abnegadas y los pecadores arrepentidos. Exaltación de la renuncia de sí mismo, del sacrificio en pro de los demás, de la expiación que nos vale la Smirenie o paz del alma.

A análogas conclusiones llegará León Tolstói, después de haber indagado largamente el sentido de nuestra vida. Pero lo admirable es que esas conclusiones hayan sido los principios de Dostoyevski y que este haya empezado desde luego su obra por un acto de amor. Más adelante, en nombre de este mismo amor, el novelista llegará a sentir el odio y a expresarlo; pero en esta primera etapa de su carrera se nos muestra como un lírico para quien el hecho de amar no se complica con problemas sociales ni políticos.



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