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Plaza de toros de Valencia



La plaza de toros de Valencia fue construida durante toda la década de 1850,[1]​ en el solar de una plaza anterior que por problemas de presupuesto nunca llegó a terminarse. Es neoclásica, concretamente dórico sencillo, inspirada en la arquitectura civil romana, el anfiteatro Flavio (Coliseo),[1]​ o el anfiteatro de Nimes (Francia). Fue construida por el arquitecto valenciano Sebastián Monleón Estellés. Su estructura la forma un polígono de 48 lados, con 384 arcos al exterior, realizados en ladrillo siguiendo el estilo neomudéjar.

Situada a las afueras de la ciudad en el momento de su construcción junto a una de las más importantes puertas de la muralla, la de Ruzafa. Sebastián Monleón Estellés, la formaliza al exterior mediante cuatro galerías porticadas de ladrillo visto, de arcos escarzados en su planta baja y de medio punto en las tres galerías superiores, coronadas por una balaustrada de piedra, en una disposición clásica. Se trata de un inmueble de cuerpo poligonal de cuarenta y ocho lados, de 17,50 m. de altura y 52 m. de diámetro interior, de estructura portante y acabados de ladrillo visto.[2]

En la obra predomina el uso generalizado del ladrillo de esmerada factura y la madera, pero es de destacar la temprana utilización de columnas de hierro fundido que dotan de una funcional transparencia a la zona de los palcos.

No cabe duda de que es una de las plazas más bellas de España, con sus 52 metros de diámetro en el ruedo -posteriormente reducido-, 108 metros de diámetro exterior y su capacidad para 16.851 espectadores sentados -también reducida a 12.884 localidades-. Con estas dimensiones la hacen una de las plazas más grandes de España. Fue inaugurada el 20 de junio de 1859 según refleja la prensa de la época.[3]

Actualmente, y desde 1625, es propiedad del Hospital General, siendo administrada por la Diputación Provincial de Valencia y la empresa Simón Casas Productions. Durante el paso de los años, su gestión ha ido alternándose, habiendo sido gestionada tanto por empresa privada como por gestión directa por la propia Diputación de Valencia. Desde el año 1995 lo es por empresa privada.

La Plaza de Toros de Valencia se encuentra situada en la calle Játiva, el distrito centro de la ciudad, junto a la Estación del Norte de Valencia y muy próxima a la Plaza del Ayuntamiento. La estación de metro más cercana es la de Játiva, con las líneas 3, 5, y 9.

Desde 1085, se tiene constancia de las corridas taurinas en Valencia donde en esa época, siempre sin espacio fijo y a base de 'cadafals'. Las plazas de toros se montaban y desmontaban para cada ocasión. Uno de los lugares destinados para los festejos taurinos era la Plaza del Mercado, frente a la Lonja de Valencia, principalmente, aunque también se realizaban corridas de toros en la Plaza Tetuán, la plaza del Llano de Zaidia, la del Palacio del Real y la de la Ronda.

Todas las plazas eran eventuales y temporales para fechas concretas como las festividades de las Fallas, la Feria de Julio, las Navidades, momentos en los que se construían las plazas siguiendo la estructura de las edificaciones que conformaban la plaza, y los carpinteros construían las tarimas para el público asistente, burladeros, puertas de acceso, adaptándose a las peculiaridades de cada plaza.

Estos festejos taurinos eran un boyante negocio que pasaba de mano en mano, ya que estos festejos gozaban de mucha popularidad, por lo que el Hospital de Valencia se interesó en el negocio. Para hacerse con los derechos de explotación de la plaza de toros, el Hospital de Valencia solicitó a Felipe III los derechos aludiendo que el beneficio obtenido en las corridas de toros, se podía emplear para los más necesitados, aceptando el rey la propuesta, una vez terminaran los derechos otorgados que se encontraban en vigor. Pero realmente no fue hasta el año 1739 cuando el rey Felipe V otorgó, y por perpetuidad, al Hospital de Valencia el derecho y explotación de las corridas de toros en estas plazas desmontables.

Sucedió así hasta finales del siglo XVIII, cuando la afición era tal que las plazas desmontables no eran suficientes y nacía la ilusión de una plaza fija. Según Francesc Cabañés, director del museo taurino de Valencia, había además, problemas de orden público, pues la gente no estaba segura en los cadafals y estos se utilizaban para entrar en las casas a robar. Además, por añadidura, el sistema de montaje no permitía ruedos redondos y hacía más peligrosa la lidia.

El impulsor de esa primera plaza fue el intendente Urdaniz, quien en 1798 encargó a los arquitectos Claudio Bailler y Manuel Blasco levantar una plaza fija, mitad mampostería, mitad madera, extramuros de la ciudad, junto a la puerta de Ruzafa. Aquella plaza tenía 74 metros de diámetro y una circunferencia exterior de 334 metros. Pero apenas duró unos años. Su ubicación junto a la muralla de la ciudad la convertía en un peligro para la seguridad de la misma y una facilidad para los combatientes franceses, así que en 1808, en plena ofensiva napoleónica, las autoridades decidieron derribarla. Como los primeros obreros abandonaron la obra de inmediato fue el pueblo quien la tiró al suelo con maromas y animales de tiro.

Pasada la guerra, volvieron las corridas ambulantes y las plazas desmontables, hasta que en 1850, viendo el gobernador Melchor Ordóñez el deterioro de las instalaciones de la calle Quart, recuperó el proyecto de plaza fija. Los terrenos los adquirió y donó Juan Bautista Romero, Marqués de San Juan y el proyecto se le encomendó al arquitecto Sebastián Monleón Estellés.

Era una plaza colosal, con 462 metros de circunferencia (Ø 147 m), 86 de altitud y cabida para 20.000 espectadores. Pero tampoco fraguó; los siempre presentes problemas de seguridad para la ciudad, la falta de presupuesto y la epidemia de cólera de 1854 aconsejaron rebajar las pretensiones y hacer una plaza con 108 metros de diámetro, de los que 52 eran para el albero, 17 metros de altura y cabida para 14 000 personas. El tamaño finalmente construido fue de 98 metros de diámetro total, y actualmente el ruedo tiene un diámetro de 47,5 metros.

La plaza definitiva, semejante a como la conocemos hoy, se inauguró oficialmente el 22 de junio de 1859, con toros de Nazario Carriquiri y de la Viuda de Zalduendo, para el diestro Francisco Arjona "Cúchares". En 1861 se inaugura definitivamente con una corrida de Antonio Sánchez El Tato, dando por buena la inversión de tres millones de reales que había sido necesaria.

En 1908, se instaló el tendido eléctrico dentro de la plaza, con una potencia de 40 vatios, para poder presentar espectáculos taurinos nocturnos.

Durante la guerra civil fue un centro del capitán Uribarri y su Columna Fantasma.[4]​ Al finalizar la Guerra Civil, la plaza de toros fue utilizada por el bando franquista como prisión y campo de concentración, fusilamientos incluidos. Por allí pasaron aproximadamente 10 000 prisioneros, la mayoría miembros del bando republicano, aunque el dramaturgo Antonio Buero Vallejo (recluido allí) ha testimoniado que «cerca de treinta mil personas abarrotaban los graderíos, el ruedo y los pasillos».[5]​ En aquellos años la gente atravesaba sus puertas para llevar comida a los presos o para recoger a sus muertos.[6]​ Los eventos taurinos volvieron a la plaza el 20 de abril de 1939.[7][8]

Inicialmente, la plaza de toros no contenía corrales, se fueron construyendo entre finales del siglo XIX y principios del XX. El 21 de septiembre de 1946 hubo que reconstruir una amplia zona de la cara norte destruida por un pavoroso incendio. Al parecer, el fuego de unos vagabundos destruyó "el espacio comprendido entre el graderío de los palcos y el forjado del primer piso, por encima de los tendidos 8 y 9", decían las crónicas de la época. Reiniciándose las obras de reparación en noviembre de ese mismo año, donde se reconstruyen balaustres, asientos de la gradería, columnas, cubierta de teja y el sistema eléctrico.

El último lavado de cara se hizo en los años 60, en pleno esplendor de la lidia. El arquitecto Luis Albert firmó un proyecto que consistió en reducir el ruedo para ganar barreras; cambiar los asientos de madera por cemento; ampliar los vomitorios y reformar los baños. Además, se retiró la valla que separaba la plaza de las calles Játiva y Alicante, liberando un espacio diáfano que realzaba la monumentalidad del edificio. Y también allí se construyeron las taquillas.[9]

En el año 1983, la Dirección General de Bellas Artes del ministerio competente, declaró a la plaza de toros de Valencia Monumento Histórico Artístico.[10]

La ciudad de Valencia celebra tres ferias taurinas dentro del ciclo taurino nacional. La más importante es la Feria taurina de San José que coincide con las Fallas en la festividad de San José y es la primera gran feria con la que se abre la temporada taurina y la tercera con la que arranca la temporada detrás de la de Valdemorillo (7-9 de febrero)[11]​ y de la de Olivenza (6-8 de marzo).[12]​ Las otras dos ferias son la Feria de Julio o Feria de San Jaime y la Feria de Octubre con motivo del día de la comunidad autónoma, la primera semana de octubre. Con motivo de las fiestas en honor a la Virgen de los Desamparados se celebran diferentes festejos, algunos años ha sido con feria taurina y otros como en 2020 solo se ha anunciado una novillada incluida en el abono de la Feria de San José feria.[13][14][15][16][17][18]

La temporada 2020 de la Feria taurina de San José se presentó el 6 de febrero en la sala Alfonso el Magnánimo del Centro Cultural La Beneficencia de Valencia. El cartel está formado por seis corridas de toros –dos menos que en la temporada de 2019–, una de rejones, dos novilladas con picadores y una sin picadores con alumnos de diferentes escuelas de tauromaquia, que se celebrarán entre el 8 y el 19 de marzo. Junto a los festejos de feria, dentro del abono se anunció una novillada para el 9 de mayo, día de la Virgen de los Desamparados patrona de la ciudad.[13][14][15]

Las novedades anunciadas para esta temporada fueron el anuncio de la reaparición de Andrés Roca Rey tras la lesión cervical que le apartó de los ruedos españoles, el regreso de Morante de la Puebla tras cuatro años de ausencia y la corrida de toros con motivo de la celebración del 30.º aniversario de la toma de la alternativa del diestro Enrique Ponce. Entre los espadas que no se anunciaron en la feria se encuentran entre otros El Juli por falta de acuerdo y Alejandro Talavante torero que ha anunciado su regreso a los ruedos este año. Las ganaderías bravas anunciadas se mantienen igual que la temporada anterior con predominio de encaste Juan Pedro Domecq.[16][17][18]

La plaza es visitable mediante un tour desde el año 2013, y además cuenta con un museo taurino. El Museo Taurino de Valencia ofrece un recorrido detallado de la evolución del toreo desde el siglo XVIII hasta el XXI.

El Museo Taurino de Valencia fue fundado en 1929 con fondos procedentes de la donación de Luis Moróder Peiró y del picador de toros José Bayard Badila, dos coleccionistas taurinos que durante años recogieron un gran número de materiales y objetos de la tauromaquia valenciana del siglo XIX y de principios del siglo XX. En el momento de su inauguración, se coloca este en unos antiguos almacenes situados entre el coso y el patio de caballos, de forma provisional, hasta que en 1969, remodelado el pasaje del Doctor Serra, se ubica definitivamente en este lugar.[10]

El Museo cuenta con una colección permanente que muestra la evolución de la tauromaquia valenciana desde el siglo XIX hasta nuestros días y también la historia de la plaza de toros de Valencia. La exposición está organizada en 4 temáticas: la evolución de la tauromaquia valenciana; el toro de lidia; formación del torero; la liturgia de la lidia y la plaza de toros.[21]

Este museo es uno de los pioneros y por tanto uno de los más importantes de los que existen en España. Cuenta con una colección de más de 3.000 piezas de las que sólo hay expuestas un 10%, y además dispone de una biblioteca especializada y una sala audiovisual donde se proyecta el proceso de la lidia con sus tres tercios.[22]

El 1 de mayo de 1992, un toro de Atanasio Fernández, mataba de una cornada a Manolo Montoliu, en la plaza de toros de la Maestranza de Sevilla. Manolo Montoliu con treinta y ocho años, fue un banderillero valenciano muy querido por la afición taurina, considerado "el más grande torero de plata del último siglo", tiene un monumento en recuerdo a su persona, situado a la entrada de la puerta principal de la plaza de toros. Dicho monumento ha sido objeto de actos vandálicos en repetidas ocasiones por parte de simpatizantes de la asociación Acció Cultural del País Valencià de ideología pancatalanista.[27][28]

El 22 de mayo de 1898, se celebró la llamada "corrida patriótica", organizada por las autoridades de la ciudad para subir el ánimo del pueblo tras la pérdida de las últimas colonias americanas.[9]

Se recuerda también la despedida de Lagartijo en 1893, la "corrida del siglo" en 1945 con Parrita, Arruza y Manolete; la alternativa de Curro Romero en 1959 o el indulto del toro Harinero en 2006.

El 9 de abril de 1922, el torero sevillano Manuel Jiménez Moreno "Chicuelo" ejecuta en esta plaza de toros por primera vez, el pase conocido por el nombre de "chicuelina". Sin embargo, su verdadero origen lo tiene en el toreo bufo y su inventor fue Rafael Dutrús "Llapisera". Chicuelo sólo la llevó al toreo serio.[29]

A finales del año 1959 se organizó una corrida a benificio del novillero Antonio Martínez Cobos "el Cobijano" en la que torearon las principales figuras del momento: Domingo Ortega, Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Julio Aparicio y Jaime Ostos. "El Cobijano" sufrió una grave cogida en la plaza de toros de Valencia el 18 de octubre de 1959. Después de un mes en el hospital, le tuvieron que amputar la pierna derecha debido a la gangrena. El Ayuntamiento de Valencia le concedió para que pudiese subsistir, el emblemático quiosco de la calle Xativa, junto a la plaza de toros.

También Enrique Ponce inició aquí su carrera de matador en 1990.


Además de espectáculos taurinos, en su arena se han podido ver funciones de toreo bufo, de fieras y de gente de circo; se han quemado fallas, se han organizado competiciones deportivas y, dependiendo del momento, se han podido ver cine, teatro, escuchar ópera, conciertos o asistir a mítines políticos.[2]



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